Por Álvaro Verzi Rangel
La realidad muestra que alrededor de 40.000
venezolanos murieron en menos de dos años como resultado de las sanciones
ilegales de EEUU diseñadas para derrocar al gobierno constitucional de
Venezuela y las pérdidas ocasionadas desde 2013 por las medidas coercitivas
unilaterales de Washington ascienden a más de 114 mil millones de dólares.
Un estudio del que es coautor el reconocido
economista Jeffrey Sachs, señala que “las sanciones apuntan deliberadamente a
destruir la economía de Venezuela y, por lo tanto, llevar al cambio de régimen.
Es una política infructuosa, cruel y fallida que causa graves daños al pueblo
venezolano. Entre los resultados de las amplias sanciones económicas
implementadas desde agosto de 2017, se estima que hay más de 40.000 muertes”,
afirma el estudio, publicado por el Centro para la Investigación Económica y
Política con sede en Estados Unidos.
Sachs es el Director de la Red de Soluciones de
Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y exasesor especial del Secretario
General de las Naciones Unidas, y es considerado entre los tres economistas
vivos más influyentes (según The Economist) y uno de los 100 líderes mundiales
más influyentes (según Times).
Mientras, las pérdidas ocasionadas por las medidas
coercitivas unilaterales impuestas por Washington, desde el 2013 y hasta la
fecha, ascienden a 114.302 millones de dólares. De ellos, 21.450 millones son
de pérdidas ocasionadas por estas medidas unilaterales, los bloqueos
financieros, los embargos comerciales, el robo de los activos de Citgo, los
recursos que se dejan de percibir por ese acto de pillaje, el oro retenido en
Inglaterra y los euros bloqueados en Euroclear.
Los restantes 92.852 millones de
dólares, corresponden a lo que el país ha dejado de producir como consecuencia
del ataque a la moneda, que además de inducir la inflación, también contrae los
niveles de producción nacional, según informe de la Fundación Latinoamericana
por los Derechos Humanos (Fundalatin).
La banca internacional mantiene bloqueado dinero de
Venezuela: entre ellos se destacan el Banco de Inglaterra mil 359 millones de
dólares; el Citibank 196 millones de euros, el London 453 millones
de euros, el North Capital 238 millones de huros, eñ Novo Banco mil 543
millones de euros, el Sumitomo 415 millones de dólares. Son cinco mil
millones de euro pirateados.
Cediendo a las presiones estadounidenses para
evitar el acceso de Venezuela a sus ingresos por exportación de hidrocarburos,
la petrolera española Repsol suspendió temporalmente sus intercambios de
productos refinados por crudo venezolano con la estatal Pdvsa. Repsol ha estado
cobrando dividendos pendientes de sus proyectos en Venezuela mediante la
recepción de crudo venezolano, que en parte intercambia por combustible enviado
al país sudamericano, según la agencia Reutgers.
¿Hasta cuándo Catilina?
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso
sanciones económicas este viernes al canciller venezolano, Jorge Arreaza, y
anunció que continuará su ofensiva contra el gobierno del presidente Nicolás
Maduro, «incluyendo a aquellos encargados de conducir la diplomacia».
Arreaza y la magistrada Carol Padilla fueron
incluidos en la lista negra de la Oficina de Control de Activos Extranjeros
(OFAC, por sus siglas en inglés), informó el Departamento del Tesoro, y estas
sanciones representan las principales penalizaciones impuestas por el gobierno
estadounidense contra funcionarios venezolanos en los pasados cinco años.
La hipótesis con la que trabaja Washington es la de
la destrucción, el caos y la balcanización de los estados-nación de la región.
Venezuela se suma a la triste y lista de países agredidos por acciones bélicas,
guerreristas y genocidas de Estados Unidos, como Irak, Afganistán, Libia y
Siria.
En este caso no fue necesario enviar los
portaviones y los destructores sino bastó un proceso perverso y acumulativo de
sanciones y agresiones socioeconómicas, políticas, fianancieras y diplomáticas,
combinado con la destrucción intencional del sistema eléctrico. nacional,
crearon las condiciones para sumar a la población nacional en una condición de
guerra total contra un pueblo.
¿Escenarios de negociación?
Como en los casos de Nicaragua, Irán, Rusia, Cuba y
Zimbabue, el gobierno de EEUU ha tomado medidas unilaterales contra Venezuela
haciendo caso de los tratados internacionales y la propia Carta de la ONU,
menoscabando su esencia multilateral, en su condición de garante de la paz y la
seguridad internacionales.
La guerra de Donald Trump y sus halcones es
contra el multilateralismo –quizá por la ley del más fuerte-, para imponer sus
intereses y los de las transnacionales, para apoderarse de los recursos y
riquezas de nuestros países.
En su desconocimiento al orden internacional, la
administración Trump no ha firmado el Estatuto de Roma (Corte Penal
Internacional), Protocolo de Kioto (ambiente), los tratados de armas nucleares
y se retiró de la UNESCO. Ir por el camino del unilateralismo es en el
autoconvencimiento de que detentan la hegemonía mundial, hipótesis que la
realidad va desmintiendo día a día.
La estrategia de Washington, en relación a
Venezuela, se ha estrellado contra la realidad: pese a los bloqueos, las
sanciones, la piratería para apoderarse de los recursos del estado venezolano
hambreando a la población, no ha logrado producir estallidos sociales que
llevaran a la desestabilización final del gobierno y el caos, y ni siquiera el
quiebre de la Fuerzas Armadas Nacional Bolivariana, alineada con el gobierno
constitucional, que desvaneció el escenario de un golpe de Estado guionizado
desde EEUU, con operadores internos.
La estrategia fue la de crear un presidente
ficticio, que fracasó en todos sus intentos. Difícil hacer la tarea encomendada
porque no tuvo jamás dominio de la población, ni de las instituciones: sólo
tuvo el apoyo irrestricto del terrorismo mediático transnacional y el apoyo,
cada vez más tímido, de los gobiernos cómplices del plan estadounidense en la
región y algunos de Europa.
Los venezolanos –oficialistas, opositores- tienen
conciencia de que el único gobierno (bueno, regular, malo) es el de Maduro. La
oposición no es el actor principal de la trama, sino el gobierno
estadounidense, que sigue presionando no ya solo a Venezuela sino a cualquier
país que mantenga relaciones políticas y comerciales con el gobierno
constitucional. Pareciera que la única carta que le queda a Trump es una
aventura militar, hipótesis que no gusta nada a los gobiernos (incluso los de
derecha) de América latina y de Europa.
A sabiendas que es muy difícil que el Congreso le
financie una aventura militar, Trump está pirateando las cuentas oficiales en
el exterior, como las de Citgo (filial de Petróleos de Venezuela). Pero
Venezuela cuenta con equipamiento militar ruso de última generación, en
especial aéreo, que sería por donde EEUU agrediría (como lo hizo en otras
regiones, básicamente por medio de drones, aviones no tripulados, misiles
inteligentes).
Ya intentó entrar por tierra, pero ya Colombia y
Brasil, se negaron. Y el pueblo estadounidense no está dispuesto a ver a
soldados suyos en bolsas negras, por más que estén cubiertos por la bandera
nacional..
El verso de la lucha por la democracia y la
libertad es difícil de digerir. Es una muletilla que dejó miles de muertos
(incluso estadounidenses) en Afganistán, Irak, entro otros países. No es casual
que la derecha de la oposición venezolana haya usado el nombre de Operación
Libertad para sus actos de sabotaje, terrorismo y desestabilización. Más allá
de avasallar al enemigo, la guerra sirve también para imponerse en una
negociación, con un gobierno debilitado (lo hizo en Nicaragua con la operación
Irán-Contras en 1989 y otro bloqueo económico criminal).
Quien inicia una guerra espera triunfar para llegar
con la mayor fortaleza a una negociación final. A las negociaciones se va
fortalecido, debilitado o en equilibrio. A EEUU le gustaría que sus operadores
negociasen con un gobierno debilitado, como lo hizo el sandinismo a la mesa en
1989, luego de la acción de paramilitares “contras” y de un criminal bloqueo
económico.
La principal fortaleza de la oposición
ultraderechista venezolana es el bloqueo económico y financiero de EEUU y sus
esfuerzos (los de Washington) de imponer el imaginario colectivo de que el
gobierno constitucional de Maduro es ilegítimo, que es un “dictador”. Las
banderas esgrimidas desde enero, de la migración venezolana y de la “ayuda
humanitaria” que intentaron ingresar sin éxito desde Cúcuta, pese a la
oposición, precisamente, de los organismos humanitarios como la Cruz Roja y la
Media Luna Roja.
Luego levantaron, en la ONU, la bandera de que
Venezuela es una amenaza para la paz y seguridad regionales. Es parte de la
escalada mundial para llevar al gobierno venezolano a una negociación, en
condición de debilidad. A una capitulación.
Cabe recordar que en 2017, se instaló una mesa para
diálogo en República Dominicana, con la mediación de los expresidentes
Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá), un enviado especial del
Papa, otro de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur, ahora vaciada).
Cuando junto al presidente dominicano Danilo
Medinalas partes estaban por firmar el acuerdo, Washington ordenó a la
oposición abstenerse de hacerlo. Ahora, México lidera una instancia de
negociación, el Mecanismo de Montevideo, al cual la oposición no ha atendido.
La elección de la administración Trump de Juan
Guaidó, un dirigente de segunda línea del ultraderechista partido Voluntad
Popular, que había sido largamente preparado en EEUU, logró invisibilizar a los
otros liderazgos opositores del gobierno venezolano surgidos especialmente a
partir de 2004, que hoy no tienen siquiera voz.
La pregunta queda en el aire: si hay una
posibilidad de diálogo, ¿con quién se sentará a negociar el gobierno? Se supone
que la negociación debe ser entre partes venezolanas y no con liderazgos
dirigidos y financiados por Estados Unidos. Demás está decir que, de producirse
un diálogo, la facilitación o mediación será esencial, tanto en la elaboración
de los puntos a negociar como en el desarrollo de las conversaciones.
Colombia trabaja para EEUU y Guaidó
Los “embajadores” nombrados por el autoproclamado
“presidente interino” Juan Guaidó iniciaron una reunión privada en la capital
de Colombia para diseñar una estrategia de presión, que incluya a Rusia y
China, contra el gobierno de Maduro, quien acusó a la OEA de ser agente de
Washington para impulsar una intervención militar en Venezuela.
El canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo,
inauguró la primera reunión de representantes designados por Guaidó, y señaló
que, «ustedes pueden contar, como lo han hecho, con la solidaridad, el
acompañamiento y la acción sin descanso del gobierno de Colombia para crear
condiciones que le permitan al hermano pueblo de Venezuela volver a vivir en
democracia y libertad». Señaló además que su país intensificó sus acciones
diplomáticas para estrechar el cerco contra el presidente Maduro, para
«generar» un cambio.
**Sociólogo
venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y
del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)