Por Alfredo Serrano Mancilla y Sergio Pascual
Se acabó la demoscopia. Tiempo de analizar los
votos. La lectura del resultado electoral en España tiene muchas aristas:
1.
Estaba
dicho, pero ahora es definitivo: se acabó el bipartidismo. Pasamos de 2 a 5
partidos con dimensión estatal. Los dos grandes partidos, PSOE y PP, suman
ahora el 46% de los votos (53,7% del Congreso), mientras que en 2008 tenían el
85,25% (92,3%).
2.
Muere el
bipartidismo, pero no acaba el clivaje ideológico derecha/izquierda. Sin contar
los partidos regionales y nacionalistas, la suma de las tres derechas, PP,
Ciudadanos y Vox, (42,8%) no supera lo que acumula el progresismo, PSOE y
Unidas Podemos (42,99), ni en votos ni diputados.
3.
El PSOE
vuelve a ser la primera fuerza política e insufla aire a una socialdemocracia
muy golpeada en Europa. Casi duplica al segundo partido en escaños. Crece
mucho, tanto en votos (6%) como en diputados. Sacó rédito a la censura y a los
meses de gobierno; destacó su lado más progresista y eso siempre es valorado
por su potencial electorado. Quienes vaticinaron su pasokización desestimaron
la fortaleza de la estructura territorial del PSOE en España, su capacidad de
resucitar y el sistema de reparto. Lo normal es que Pedro Sánchez sea el
próximo presidente.
4.
Batacazo
del PP, que compromete su futuro como partido alfa de la derecha. A poco más de
200.000 votos de Ciudadanos, con ningún escaño en Euskadi y sólo 1 en Cataluña,
su propia continuidad está comprometida. Obtiene la mitad del porcentaje de
votos del 2016: pasa de tener 33% en la anterior cita electoral (año 2016) al
actual 16,6%. Pierde 3.600.000 votos. Una hemorragia que parece imparable si no
se da un gran viraje en su estrategia. Se equivocaron en pretender arrebatarle
a la ultraderecha su discurso. Y, en elecciones, es mejor no olvidar que
“siempre se elige el original y no la copia”.
5.
El
discurso duro programático de derechas “sin complejos” fue representado por
Vox, y le arrebató dos millones y medio de votos (10%) al PP. Irrumpe en el
parlamento con 24 escaños. Y son lo que son: los restos del franquismo
sociológico que todavía perduran en la sociedad española. Aún es prematuro
saber cuál será su futuro. Lo que es cierto es que la ultraderecha ya está
presente en las instituciones, con gran fuerza, con voz y voto, aunque que
tampoco debemos sobrevalorarlo.
6.
Ciudadanos
sale bien parado de esta cita electoral, como tercera fuerza en votos (15,85%)
y escaños, muy cerca del segundo (PP). Se sitúan con éxito como una
derecha-liberal más moderna, y claramente muy españolista. Con su crecimiento,
cada día está más próximo a disputar la hegemonía de la derecha.
7.
Podemos
aguanta. Se deja algo más de 320.000 votos y algunos escaños de lo que logró en
2016. Sufre una fuerte penalización de la ley electoral en la España vaciada.
En el juego de las expectativas sale mejor parado de lo que le pronosticaban, y
esta vez puede ser que con “menos sea más”, porque es la fuerza clave para
conformar Gobierno.
8.
La
plurinacionalidad es una realidad que no se puede obviar. Las fuerzas
nacionalistas, catalanas y vascas, salen muy reforzadas electoralmente. Si
contamos las fuerzas con arraigo autonomista que serán clave para conformar
Gobierno estaríamos ante la cuarta fuerza en el Congreso, con 48 diputados. En
este terreno, dos claves de interpretación que marcarán el futuro: 1) Esquerra
Republicana de Catalunya (ERC) vence en la disputa por la hegemonía del
independentismo a la derecha independentista de Puigdemont; 2) paradójicamente,
en el escenario de mayor fuerza histórica del independentismo en el Congreso,
el PSOE podría gobernar con la izquierda sin el independentismo catalán.
Todo parece indicar que asoma
algo de estabilidad a la política española. Será difícil, incluso para el
poderoso establishment político-mediático español, evitar un Gobierno a la
portuguesa, con un PSOE que tendrá que contar con Unidas Podemos y alianzas
puntuales con fuerzas autonomistas. Para los primeros, lo ideal sería un apoyo
parlamentario estable; para los segundos, entrar en el Gobierno. Se abre un
ciclo largo de negociación en el que el PSOE cuenta con la mejor mano de
cartas, pero en política, como en el póker, eso no siempre es suficiente.