Por Jesús A. Rondón
A muchos
compatriotas les he preguntado ¿Cómo crees que podemos salir de esta
situación?, una de las respuestas es: “Que se vaya Maduro”. Su
solución coincide con la principal demanda pública que hace el gobierno de los
Estados Unidos de América (EUA). Imaginemos por un momento que el presidente
constitucional de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro renuncia
al cargo al que fue electo democráticamente en mayo del año pasado, y acto
seguido se realizan elecciones. ¿Cuáles serían algunos rasgos de este
escenario?
Preliminarmente
estimo que sea el gobierno de los EUA quien designe a las personas que
ejercerán el liderazgo de esta etapa, que no serán los que están ahora en la
palestra pública; dada la falta de condiciones de la oposición venezolana para
llegar a acuerdos; una medida ya implementada en situaciones similares como en
Iraq y Afganistán.
En
este plano imaginado, la aceptación de los resultados de una contienda
electoral por parte de los actores políticos estaría condicionada, en
particular el gobierno de los EUA solo reconocerá como válido aquellos en
cuales ganen sus postulados, un resultado contrario será calificado como
fraude, a pesar que se acuerde la renovación del ente comicial con consenso de
las partes involucradas.
Digamos
que el postulado o postulada de oposición gana las “elecciones libres” y
conforman un gobierno, cuya capacidad de operación estimo estaría fuertemente
afectada por la acción de los actores políticos del chavismo que poseen
recursos y capacidad de movilización. Un escenario similar al actual.
Estos
actores políticos se verían afectados ya que deben hacer gobierno en el marco
de la Constitución de 1.999 impulsada por Chávez, así como interactuar en un
Estado donde es un poder de cinco y los otros no estarían en misma línea (Excepto
por la AN en desacato), además con gobernadores, diputados regionales, alcaldes
y concejales del chavismo. Lidiarán con un tejido organizativo y participativo,
donde están los consejos comunales, colectivos y comunas, que si bien distan
mucho de los propósitos iniciales, son en su conjunto una fuerza social nada
despreciable. Finalmente deberán conducir una Fuerza Armada Nacional ahora
Bolivariana, que en su seno está profundamente influenciada por el pensamiento
chavista.
En
contraposición el liderazgo en el hipotético gobierno contaría con los gremios
empresariales, “organizaciones de la sociedad civil” con poco arraigo en la
población, las empresas de comunicación y un sinnúmero de nuevos medios que
operan en las redes sociales.
Este
ejercicio permite deducir que el gobierno de los EUA, en realidad asume una
estrategia de largo plazo con el objeto de afectar todos los apoyos posibles no
solo al gobierno bolivariano, sino a la revolución bolivariana y de esta manera
contar no solo con el poder, sino con una correlación de fuerzas que le permita
mantenerlo y tener capacidades (entre ellas la fuerza) para implementar un
proyecto que se dice alternativo al chavismo. Su táctica actual es la asfixia
controlada a la población venezolana, por lo que la agresión se dosifica, es
decir el sabotaje al sistema eléctrico nacional es un capítulo de esta
historia. En este sentido conviene que los actores de oposición bajo su
subordinación mantengan las posiciones actuales e ignoren todas las iniciativas
de mediación, incluso aquellas que impulsan entidades que le muestran respaldo,
como el grupo contacto de la Unión Europea.
Esta
estrategia tiene un alcance global, pues sofocando a la revolución bolivariana
busca no solo aplazar indefinidamente cualquier alternativa en Venezuela, sino
también pretende aleccionar a quienes en la región o en el mundo tengan
intenciones de promover procesos políticos alternativos al capital.
Esta
dirección brindaría otros beneficios a lo interno y a lo externo, en relación
al primero mantener y ampliar la base de apoyo a los actores de oposición
nacional, que han desencantado a sus seguidores recurrentemente al hacer
promesas que no cumplen. En cuanto a lo segundo el gobierno de los EUA busca
dar muestras de su superioridad geopolítica actuando con una retórica
guerrerista en su zona de influencia natural y como resultado calibra las
respuestas de China y Rusia, así como de sus aliados.
En
términos prácticos es posible que la perspectiva sea llegar a la mitad del
mandato de Nicolás Maduro y promover un referéndum revocatorio, pero con un
pueblo en condiciones deplorables y con un rechazo inmenso al imaginario
chavista. El principio de una serie de victorias electorales que permita
avanzar en el control acelerado del Estado, que culmine con la modificación
nuevamente del marco constitucional.
Nos
ayuda a comprender este estado de cosas tener en cuenta dos referentes, el
primero está relacionado a la llegada misma de Hugo Chávez al poder en 1998, el
cual fue mediante un proceso democrático, pero en medio de un agotamiento de
los actores y el sistema político dominante desde la década de los sesenta; el
segundo es que quien está a la cabeza en del diseño de la política del gobierno
de los EUA hacia Venezuela es Elliot Abraham, que en la década de los ochenta
configuró una estrategia de largo plazo para afectar los apoyos de pueblo
nicaragüense al Frente Sandinista de Liberación Nacional, cuyo actor principal
terminó siendo la violenta “contra”.
Dentro
de este marco podemos entender las realidades que se viven en el pueblo
venezolano en este momento, como las privaciones en este momento del servicio
eléctrico público y el suministro de agua, a los que se le suman el acceso a
los alimentos, transporte, energías, la hiperinflación, entre otras; que en
definitiva podemos calificar como una acelerada disminución del nivel de
bienestar alcanzado hasta ahora.
La
reacción mayoritaria del pueblo venezolano ante esta estrategia en su conjunto
ha sido la resistencia, porque anhela la paz y actúan en consecuencia. En el
discurso oficial del gobierno bolivariano se ignora sistemáticamente los gestos
cotidianos, que terminan configurando redes de solidaridad muchos más efectivas
y duraderas que los mecanismos de asistencia institucional, así como los
procesos de desgaste que se vienen dando en importantes sectores de la
población, sobre todo aquellos más vulnerables. Si se incorporan, se
instrumentalizan.
Importantes
sectores de la población que rechazan la política injerencista y agresiva del
gobierno de los Estados Unidos de América, fundamentalmente a través de las
medidas unilaterales, aunque por otro lado de manera preocupante crecen quienes
están dispuestos a sacrificar aspectos fundamentales de nuestro legado
republicano y democrático, tales como la autodeterminación como país o nuestra
soberanía; con la esperanza volver a la “gran Venezuela” en su
versión de la IV o la V República.
El
gobierno bolivariano en esta coyuntura trabaja en la construcción de una
dirección coherente que permita maximizar los recursos estatales y optimizar la
articulación, para lo cual encuentra a lo interno algunas dificultades, tales
como la pugna de grupos de interés a lo interno del chavismo y una creciente
corrupción como mecanismos de avances de estos. Significativamente mantiene una
capacidad de movilización de sectores populares en la calle. A nivel
internacional China y Rusia fundamentalmente dan un respaldo hasta ahora
contundente, que afecta la conducción de la política injerencista del gobierno
de los EUA.
Finalmente,
no se debe olvidar que el chavismo cuenta con la Asamblea Nacional
Constituyente que hasta ahora ha actuado como un factor de disuasión por un
lado y por otro que en esta tendencia hay sectores que no descartan el uso de
la fuerza para mantener el poder y estos particularmente tienen capacidades
para hacerlo.
Hoy
el pueblo venezolano debe comenzar a dotarse de capacidades organizativas para
vivir en un contexto donde el bienestar va a estar comprometido a mediano y
largo plazo y dentro de este el chavismo esta desafiado a superar sus
contradicciones para revitalizarse. En cuanto al gobierno bolivariano,
responder a la contingencia es una tarea clave, pero no debe olvidar que cuando
se abra una ventana de oportunidad debe pasar a la ofensiva, fundamentalmente
en el plano económico donde desde hace años no logra resultados sostenibles.
Cuando
dicen “todas
las opciones están sobre la mesa”, no hay que pensar solo en las
rápidas o de corto plazo.
Jesús
A. Rondón
Sociólogo
@jxrondon