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Un pequeño paso, un gran temor

Desde el triunfo de Chávez en el año 1999 se han creado muchas leyes con algo en común entre ellas, estas no fueron creadas con el concurso de los trabajadores y el pueblo, salvo en casos excepcionales y a excepción de la reforma de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (LOPCYMAT) que fue aprobada en el año 2005, los mecanismos que se implementaron para la construcción de esta reforma fueron de discusión con la clase trabajadora a nivel nacional, personalmente tuve el gusto de participar en estas discusiones.

Es así como se incorporan elementos importantes en esta Ley, como la figura de los Delegados y Delegadas de Prevención, su inamovilidad y su inmediata incorporación a la lucha por la seguridad, salud y vida de los trabajadores y no como planteaba la vieja Ley que hasta tanto el empleador no nombrara su contraparte estos no podían funcionar, este elemento es sumamente importante ya que dentro del marco capitalista desarrollar un trabajo de prevención y lucha por la seguridad, salud y vida de la clase trabajadora es cuesta arriba, por no decir imposible.

Estos Delegados y Delegadas gozan de atribuciones y facultades, pero también de “conchitas de mango” como por ejemplo el “sigilo profesional” lo cual se refiere a no revelar “secretos” de manufactura, fabricación o procedimiento de los empresarios, esto responde, evidentemente a los intereses de los capitalistas, lo otro es que su protección y garantía responde fundamentalmente a la Ley Orgánica del Trabajo, es decir al MINPPTRASS a través de las inspectorías del trabajo, transformándose así en una fuerte debilidad, ya que las inspectorías jamás han demostrado su interés en salvaguardar los derechos de los trabajadores.

Pero lo más importante, a mi modo de ver que contempla esta ley es “la participación y el control social” que llama a los trabajadores a controlar los procesos productivos en procura de salvaguardar su seguridad, salud y vida, esto apunta al control directo de los medios de producción por parte de la clase trabajadora y a no dejar este asunto en manos de los empleadores.

Pero esta Ley va más allá, cuando introduce los Consejos Estadales, Municipales y Sectoriales de Seguridad y Salud en el Trabajo el cual permite ampliar su radio de acción inmiscuyendo a las comunidades en el control y seguimiento de los procesos productivos y en como estos afectan la salud de la población en general y ambiental.

Ahora bien, dentro del marco capitalista esta ley representa un avance significativo, obviamente deberíamos impulsar una nueva reforma para adaptarla a los nuevos cambios que a raíz de la lucha de clase se han dado y para despejar los vacíos y lagunas que hayan quedado producto del marco en que fue construida. No obstante en este aspecto debemos ser muy cuidadosos ya que si hacer que se cumpla es tan complicado producto de la burocracia institucional, impulsar una nueva discusión debe partir del movimiento de la clase trabajadora y no de los “dirigentes institucionales” del proceso.

Estos aspectos mencionados, entre otros, son los que producen un gran temor en los empresarios privados y del Estado, ya que las trabas provienen de ambos sectores, esto reafirma dos cosas y refleja una: Reafirma que toda ley construida dentro del marco del capitalismo defenderá de una u otra manera los intereses del capital y que el Estado sigue siendo la herramienta por excelencia del capital para que esto sea así, pero refleja que aún con los avances obtenidos, la actual dirigencia institucional no tiene un compromiso serio y real con la construcción del socialismo.

Sencillamente es imposible que los empresarios y el Estado burgués permitan el control de los procesos productivos, esto va contra su naturaleza ya que no solo se trata de controlar sino de participar en la toma de decisiones en cuanto a los cambios que se pretendan introducir, esto en el caso de las empresas de producción y servicio. En el caso de la administración pública se trata de participar en la elaboración y ejecución de políticas de Estado donde esta ejecución, su desarrollo, no afecte la salud, seguridad y vida de los que la ejecutan.

Como podemos ver, tanto el Estado como la empresa privada le temen al cumplimiento de esta ley y los hechos han demostrado lo cierto de esto, un ejemplo claro lo tenemos en absolutamente todas las empresas nacionalizadas por el gobierno, en ninguna los procesos productivos y/o políticos son controlados por la clase trabajadora, contradiciendo el discurso de izquierda y el Plan Nacional Simón Bolívar, absolutamente todas son controladas directa o indirectamente por el Estado a través de las Juntas o personajes puestos a dedo y obviamente en las privadas el control de los procesos productivos sigue estando en manos de los empresarios.

Entender por que los empresarios privados se niegan a cumplir con esta ley no es complicado, inclusive, entender por que las instituciones y empresas del Estado no lo hacen tampoco es complicado, pero que las empresas e instituciones del Estado se atrevan a ir más allá maltratando, acosando e ignorando al sujeto protagónico de este proceso, crea en el imaginario colectivo de la clase trabajadora una especie de corto circuito que es contra producente para el desarrollo de la revolución socialista más cuando esto viene siendo aplicado por las instituciones y empresas del Estado.

La deuda en materia de seguridad y salud de la clase trabajadora venezolana es abrumadora y aunque esto no es culpa directa del gobierno revolucionario, si debemos ser críticos en este aspecto diciendo que las direcciones del instituto gestor en la materia no ha asumido su rol de dirección política, se supone que son cuadros políticos que colocan en esos cargos para que faciliten el proceso revolucionario y se encarguen de las tareas burocráticas que agilizarán los tramites para solventar las necesidades y justos reclamos de la clase trabajadora.

A esto hay que sumarle la falta de organización, de unidad y la enorme dispersión del movimiento de la clase trabajadora, pero fundamentalmente a su dirección o direcciones las cuales de alguna manera están haciendo lo mismo que las direcciones institucionales.

Imaginemos por un momento una UNETE unificada, consolidada, sólida, con los objetivos tácticos y estratégicos claros de avance hacia el socialismo, ¿bajo quién estaría el control del instituto gestor y cuidado si no del rector?, imaginemos por un momento que todas las instituciones del Estado cumplen a cabalidad con la LOPCYMAT, ¿Cuál sería el ejemplo que se le está dando a la clase trabajadora?, imaginemos por un momento que la dirección del instituto gestor en materia de seguridad y salud asume como eje transversal de su gestión la formación e información de la clase trabajadora en materia de seguridad, salud y prevención, así como el impulso de la organización de la clase trabajadora, ¿Cuál sería el nivel de conciencia de nuestros delegados y delegadas y de los demás hermanos de clase?.

Pero volvamos a tierra, un proceso revolucionario no se trata de imaginarnos cosas, se trata de poner en práctica nuestra teoría, de ser militantes, de ser críticos, de proponer, de combatir las desviaciones pequeño burguesas, de combatir a la oligarquía, al imperialismo y fundamentalmente a los pequeños burgueses de izquierda oportunistas y paracaidistas, pero no con discursos vacíos e inocuos sino en luchas concretas por y con los trabajadores y trabajadoras y desde las instituciones permitiendo su desarrollo orgánico independiente, sin inmiscuirnos, sin robarles el protagonismo, facilitando los espacios que permitan romper con la representatividad y pasemos de una buena vez a la participación activa, protagónica de la clase trabajadora y el pueblo.

Esto debe suceder más temprano que tarde y es precisamente a esto a lo que le temen tanto y, con sus defectos y virtudes, esta ley (LOPCYMAT) apunta en su espíritu al control político de la clase trabajadora, es por esta razón que los mecanismos de la contra revolución oligárquica e imperialista se han activado y el apoyo fundamental lo están dando los izquierdistas pequeño burgueses y oportunistas que se encuentra enquistados en nuestras instituciones.

La respuesta y nuestra reacción se encuentran en nuestras manos, debemos de cualquier manera organizarnos y unificarnos para profundizar el cumplimiento de esta Ley, contra los burócratas, corruptos e ineficientes de izquierda y de derecha.


TURKI AL MAAZ

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