Por Eduardo Camín

Los economistas de la
Organización Mundial de Comercio (OMC) prevén que el crecimiento del volumen
del comercio de mercancías descienda a un 2,6% en 2019, frente al 3,0% en 2018.
Si se aliviasen las tensiones comerciales, el crecimiento del comercio podría
repuntar en 2020, hasta el 3,0%.
Eso sí, un repunte marcado por la
precariedad y la vulnerabilidad. Incertidumbres frente al Brexit (la salida
británica de la Unión Europea), revueltas sociales en Francia, falta de
consenso entre los gobiernos europeos sobre cómo continuar con las
negociaciones comerciales con Estados Unidos, proteccionismo, guerra comercial,
y un nivel de deuda pública y privada superior a la de la anterior precrisis
del 2008, son los datos de la realidad.
Todo este panorama se
verifica a pesar de las políticas de la Reserva Federal, así como los estímulos
en China que se han convertido en los instrumentos idóneos para evitar que la
economía mundial enfrente una posible recesión este año. Los Bancos Centrales
(de EEUU y la zona Euro) han decidido retrasar la subida de las tasas de
interés, para seguir trasmitiendo respiración asistida a sus economías.
Christine Lagarde, la
directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), previo a la reunión
de primavera del 12 al 14 de abril del FMI y el Banco Mundial, precisó el
“inestable” panorama económico mundial y señaló que “la economía mundial
atraviesa un momento delicado en el que el 70 por ciento experimenta una
desaceleración, cuando hace solo dos años el 75 por ciento de la economía
mundial registraba un repunte del crecimiento.” No obstante, los expertos del
FMI: “no observan una recesión a corto plazo.”
En realidad, son muchos los
factores en juego que dictarán el rumbo de la economía global, entre ellos las
tensiones comerciales entre EEUU y China, a la espera de una posible resolución
que rebaje los aranceles. La débil demanda de importaciones en Europa y Asia
atenuó el crecimiento del volumen del comercio mundial en 2018, debido a la
gran proporción del que representan estas regiones.
El valor del comercio de
mercancías aumentó un 10% hasta situarse en 19 mil 480 millones de dólares en
2018, en parte como consecuencia de unos precios de la energía más elevados. El
valor del comercio de servicios comerciales aumentó un 8% hasta situarse en
5.800 millones de dólares EE.UU. en 2018, impulsado por el fuerte crecimiento
de las importaciones en Asia.
El Director General de la OMC, Roberto
Azevêdo, afirmó que “teniendo en cuenta que las tensiones comerciales van en
aumento, nadie debería sorprenderse de estas perspectivas”.
“El comercio no puede
desempeñar plenamente su función de impulsor del crecimiento ante niveles tan
elevados de incertidumbre. Es cada vez más urgente que resolvamos las tensiones
y nos centremos en trazar una vía favorable para el comercio mundial que
responda a los verdaderos desafíos de la economía actual, como la revolución
tecnológica y la necesidad imperiosa de crear empleo e impulsar el desarrollo.
Los Miembros de la OMC están trabajando para lograrlo y están examinando formas
de fortalecer y salvaguardar el sistema de comercio”, añadió.
“Esto es vital. Si olvidamos
la importancia fundamental del sistema de comercio basado en normas,
correríamos el riesgo de debilitarlo, lo que sería un error histórico que
afectaría al empleo, el crecimiento y la estabilidad en todo el mundo”, dijo
Azevedo.
Sin embargo, un conjunto de
factores, como los nuevos aranceles y las medidas de retorsión (acto perpetrado
por una nación sobre otra en represalia por un acto similar perpetrado por la
otra) que afectan a las mercancías más comercializadas, el debilitamiento del
crecimiento económico mundial, la volatilidad de los mercados financieros y la
imposición de condiciones monetarias más estrictas en los países desarrollados,
han supuesto un lastre para el crecimiento del comercio. Según las estimaciones
de consenso, el crecimiento del PIB mundial se ralentizará y pasará del 2,9% en
2018 al 2,6% en 2019 y 2020.
El crecimiento del comercio
del 4,6% en 2017, por encima de la media, hizo pensar que el comercio podría
recuperar parte de su dinamismo anterior, pero esto no se materializó. En 2018
el comercio solo creció algo más rápido que la producción, y se prevé que esta
debilidad relativa continúe durante este año, lo que se explica en parte por un
crecimiento más lento en la Unión Europea, que tiene una participación mayor en
el comercio mundial, no así en el PIB mundial.
Sin embargo, a pesar de una
serie de medidas y algunos planes de estímulo, la economía alemana –para citar
la otrora locomotora – continúa en dificultades. En efecto, en febrero de este
año la cantidad de demandas (carnet de comandos) de las fábricas germanas
registraron la mayor caída en dos años y los analistas han rebajado a la mitad
sus previsiones de crecimiento para el 2019 del 1,9 % al 0.8%.
La desaceleración de las
economías del sector exportador, ocasionadas por el proteccionismo y las
guerras comerciales ha causado un debilitamiento de las exportaciones y
estarían empezando a trasladarse a las inversiones empresariales y por ende
agravando las condiciones laborales y sociales, con el consiguiente aumento de
desempleo y precarización.
Teniendo en cuenta el alto
grado de incertidumbre asociado a toda previsión sobre el comercio en las
circunstancias actuales, lo más probable es que en el año en curso la tasa de
expansión del comercio se sitúe en una franja del 1,3% al 4,0%.
Cabe señalar que el
crecimiento del comercio podría estar por debajo de esa previsión si las
tensiones comerciales siguen aumentando, o por encima, si empiezan a relajarse.
Las estadísticas comerciales en valor son muy sensibles a las fluctuaciones
de los precios y del tipo de cambio y, como resultado, deberían interpretarse
con cautela.
La actual previsión del
comercio muestra proyecciones a la baja del PIB para América del Norte, Europa
y Asia, debido en su mayor parte a consideraciones macroeconómicas, entre ellas
el efecto reductor de la política fiscal expansionista en Estados Unidos, el
retiro gradual de los incentivos monetarios en la zona del euro y el proceso de
reequilibrio económico en curso en la economía china, que está pasando de centrarse
en las manufacturas y las inversiones, a los servicios y el consumo.
Las autoridades monetarias
han dejado en suspenso las nuevas alzas en las tasas de interés en respuesta a
unos datos económicos moderados, pero los cambios en la política monetaria
tardan algún tiempo en notarse. Las medidas comerciales anunciadas en el último
año también se reflejan en los supuestos subyacentes del PIB. Resulta difícil
cuantificar las repercusiones de las tensiones comerciales en las corrientes
comerciales actuales puesto que depende del carácter de las medidas que se
propongan y de si se llegan a aplicar o son solo amenazas.
La amenaza de medidas también
puede tener efectos reales al aumentar la incertidumbre y desincentivar la
inversión.
Los economistas de la OMC han
intentado cuantificar los efectos económicos a medio plazo de un conflicto
comercial de mayores dimensiones en el que la cooperación internacional
respecto de los aranceles se desintegre por completo y todos los países fijen
aranceles de manera unilateral (Bekkers y Teh).
Según ese estudio, esta
situación, que sería la “más pesimista”, provocaría que el PIB mundial cayera
aproximadamente un 2% en 2022, y que el comercio mundial se redujera en torno
al 17% respecto de las previsiones de referencia. A título comparativo, en 2009
el PIB mundial y el comercio mundial se contrajeron en aproximadamente el 2% y
el 12%, respectivamente, a raíz de la crisis financiera.
Otros riesgos para las
perspectivas comerciales son más difíciles de cuantificar. Por ejemplo, los
efectos del Brexit dependerán del carácter del acuerdo que puedan alcanzar el
Reino Unido y la Unión Europea, y las repercusiones se restringirían sobre todo
a esas economías. Una de las hipótesis más probables del Brexit es un menor
nivel de inversión en el Reino Unido, lo cual tendería a reducir la capacidad
productiva con el tiempo.
En realidad, todos los
organismos empeoran sus previsiones pero evitan por activa y por pasiva la
palabra recesión: no vaya a ser que Wall Street se engripe. Todos saben, por
experiencia, que cualquier señal de debilidad alienta los temores de una
recesión. La precariedad del capitalismo en su fase actual especulativa alienta
una recaída de la mayor economía del mundo, lo que puede traducirse en una
recesión u otros impactos económicos y financieros de alcance global.
* Periodista uruguayo, corresponsal
de prensa de la ONU en Ginebra. Analista asociado al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)