¿Cómo llegamos a la Constituyente? Una mirada crítica al proceso
Jesús A. Rondón. Sociólogo, @jxrondon
I
El domingo treinta de julio
fui a ejercer mi derecho y mi deber de ejercer el sufragio en las elecciones de
los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente. Como de costumbre no fui
muy temprano, pero lo que no fue costumbre era la ausencia de filas de
votantes. En la mesa donde me correspondía votar la máquina estaba siendo
reemplazada, pues la que inicialmente se instaló se averió; de modo que eramos
un buen número en espera, aun así, ese tiempo no superó la hora. Mientras,
observé que de manera constante llegaban personas a votar y salían pronto.
A final del día como gran
parte de los venezolanos y venezolanas estaba esperando los resultados, pero
siendo que el lunes es día de trabajo, convenía descansar, de tal manera que me
enteré luego.
El lunes en la madrugada
mientras leía el primer Boletín del Consejo Nacional Electoral, recapitulaba el
proceso de elección de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente y
esto provocaba algunas reflexiones en torno al mismo. De eso se trata este escrito,
de presentar en primera instancia una síntesis cronológica del proceso y
compartir algunas reflexiones sobre lo acontecido, como parte de un aporte para
la discusión. Reflexiones sobre la incertidumbre en el proceso
de postulaciones, la ausencia de la oposición venezolana en el proceso
electoral, la participación de organizaciones distintas al chavismo burocrático, la
invisibilización de la propuesta constituyente en los medios de comunicación
privados y los resultados de las elecciones.
Aunque siempre se trabaja en
ser sintético, este tema requiere un desarrollo mínimo, porque le invito a tomar
el tiempo para llegar a final.
11 tesis sobre Venezuela y una conclusión escarmentada
“Y se empeñaba en repetir lo mismo: “Esto no es como en una guerra…
En una batalla tienes el enemigo delante… Aquí, el peligro no tiene rostro ni
horario”. Se negaba a tomar somníferos o calmantes: “No quiero que me agarren
dormido o amodorrado. Si vienen por mí, me defenderé, gritaré, tiraré los
muebles por la ventana… Armaré un escándalo…” -Alejo Carpentier, La
consagración de la primavera
Juan Carlos Monedero
Público
1. Es indudable que Nicolás Maduro no es Allende.
Tampoco es Chávez. Pero los que dieron el golpe contra Allende y contra Chávez
son, y eso también es indudable, los mismos que ahora están buscando un golpe
en Venezuela.
2. Los enemigos de tus enemigos no son tus
amigos. Puede no gustarte Maduro sin que eso implique olvidar que ningún
demócrata puede ponerse al lado de los golpistas que inventaron los escuadrones
de la muerte, los vuelos de la muerte, el paramilitarismo, el asesinato de la
cultura, la operación Cóndor, las masacres de campesinos e indígenas,
el robo de los recursos públicos. Es comprensible que haya gente que no quiera
ponerse del lado de Maduro, pero conviene pensar que en el lado que apoya a los
golpistas están, en Europa, los políticos corruptos, los periodistas
mercenarios, los nostálgicos del franquismo, los empresarios sin escrúpulos,
los vendedores de armas, los que defienden los ajustes económicos, los que celebran
el neoliberalismo. No todos los que critican a Maduro defienden esas posiciones
políticas. Conozco gente honesta que no soporta lo que está pasando ahora mismo
en Venezuela. Pero es evidente que del lado de los que están buscando
un golpe militar en ese país están los que siempre apoyaron los golpes
militares en América Latina o los que priman sus negocios por encima del
respeto a la democracia. Los medios de comunicación que están
preparando la guerra civil en Venezuela son los mismos conglomerados mediáticos
que vendieron que en Irak había armas de destrucción masiva, que nos venden que
hay que rescatar a los bancos con dinero público o que defienden que la orgía
de los millonarios y los corruptos hay que pagarla entre todos con recortes y
privatizaciones. Saber que se comparte trinchera con semejante gente debiera
llamar a la reflexión. La violencia siempre debe ser la línea roja que no debe
traspasarse. No tiene sentido que el odio a Maduro ponga a nadie
decente al lado de los enemigos de los pueblos.
3. Maduro heredó un papel muy difícil -gestionar
Venezuela en un momento de caída de los precios del petróleo y de regreso de
Estados Unidos a Latinoamérica después de la terrible aventura en Oriente
Medio- y una misión imposible -sustituir a Chávez-. La muerte de Chávez
privó a Venezuela y a América Latina de un líder capaz de poner en marcha
políticas que han sacado de la pobreza a 70 millones de personas en el
continente. Chávez entendió que la democracia en un solo país era imposible
y puso sus recursos, en un momento de bonanza gracias a la recuperación de la
OPEP, para que se iniciara la etapa más luminosa de las últimas décadas en el
continente: Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia, Kirchner en
Argentina, Lugo en Paraguay, Mujica en Uruguay, Funes en El Salvador, Petro en
Bogotá e incluso Bachelet en Chile referenciaban esa nueva etapa. La educación
y la salud llegaron a los sectores populares, se completó la alfabetización, se
construyeron viviendas públicas, nuevas infraestructuras, transportes públicos
(después de la privatización de los mismos o la venta y cierre de los trenes),
se frenó la dependencia del FMI, se debilitó el lazo con los Estados Unidos
creándose la UNASUR y la CELAC.
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