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PRONUNCIAMIENTO


  PRONUNCIAMIENTO

DE LA ORGANIZACIÓN REGIONAL DE SALUD DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS SOCIALISTAS DEL ESTADO VARGAS

SOBRE EL LIBRO “SALUD Y SEGURIDAD LABORALES DE RONALD MARRERO

REFORMISMO O REALIDAD

Este libro apenas llegado a nuestras manos, nos convocó a una emotiva y extraordinaria mesa de trabajo con la expectativa de conocer la visión, planteamientos, y demás contenidos que sirvieran para nutrir y consolidar el conocimiento, práctica y criterio como Delegados y Delegadas de Prevención (DDP). Sin embargo, su lectura y análisis crítico nos condujo y obligó a escribir el presente artículo en franco debate de las ideas y planteamientos hechos por el autor, quien centra su contenido en el aspecto técnico-legal del DDP mientras ignora, subestima y hasta invisibiliza la dimensión política, como eje transversal para entender las causas y efectos de las realidades que vive la clase trabajadora y el rol del DDP como sujeto histórico protagónico y participativo para los cambios requeridos.

Sin embargo, el libro si tiene un contenido ideológico al omitir realidades o al inducir al lector a pensar sobre la conciliación de los actores, la causalidad del trabajador y la ausencia de políticas públicas en seguridad y salud laboral; cuando esta última forma parte de la Ley Plan de la Patria y de los Planes Nacional de Formación y Operativo Anual del Inpsasel.

Todo lo anterior lo hacemos a partir de la premisa de nuestro compañero Francisco González (la cual veremos en detalle más adelante), al decir que la salud abarca todos los momentos, necesidades e historia del ser humano, por lo tanto no es solo un hecho individual, sino que tiene determinantes sociales, económicas, políticas, históricas y culturales; y por ello presentamos el siguiente artículo como un ejercicio de crítica constructiva y propuestas de aporte a sus lectores; con la intención de abrir el debate sano, constructivo, transparente y validar su contenido:

En la página 8 el prólogo describe la relación salud-trabajo y presenta “el salario” como proceso intermedio, cuando en realidad existen solo dos procesos, que se denominan 1) Proceso Productivo y 2) Proceso Reproductivo. En este sentido, el Dr. Francisco González no habla de “el salario” como un proceso en la relación salud-trabajo, es más, ni siquiera Oscar Betancourt habla de “el salario” como proceso de esa relación.

El salario es consecuencia del primer proceso (Productivo) ya que nadie trabaja por amor al arte , como dice el autor del libro en su artículo previo “La Relación Salud Trabajo en el Proceso Laboral“ en http://ronaldmarrero.blogspot.com/2008/11/la-relacin-salud-trabajo-en-el proceso.html). Esto dicho de manera tan simple no creemos que aclare nada, en todo caso confunde al trabajador (a) ya que el sistema dominante es el que coloca/impone “el salario”.

Esta aclaración no implica que no se pueda investigar y teorizar al respecto, siempre y cuando esta teoría sea validada de manera objetiva con la realidad, cosa por demás complicada ya que “el salario” es algo muy abstracto (y no es un proceso ya que en sí no tiene inicio ni fin) cuyo poder adquisitivo no permite el buen desarrollo del segundo proceso (Reproductivo) y es precisamente allí donde se deja ver el nivel de desgaste a los que están sometidos los trabajadores (as). “El salario” es algo que se genera producto del primer proceso (productivo) y que debería satisfacer el segundo proceso (reproductivo); es un elemento de la maquinaria creada por el sistema para justificar y eternizar la moderna esclavitud asalariada. 

Ahora bien, nos atrevemos a decir que el compa Francisco González jamás ha hablado de “el salario” como un segundo proceso de la relación salud-trabajo, así que esta “visión” es propia del autor del libro en bajo análisis.

Ciertamente, si logramos que exista un equilibrio entre estos dos procesos (Productivo y Reproductivo) la salud de los trabajadores (as) mejoraría, pues precisamente allí es donde los trabajadores (as) se desgastan ya que están en permanente lucha tratando que el patrón cumpla con lo estipulado en la norma legal. El patrón siempre verá como un gasto la inversión para mejorar las condiciones de salud y seguridad de los trabajadores (as) ya que su lógica y naturaleza se basa en la menor inversión para la mayor ganancia. Es más, podemos tener un contingente de trabajadores (as) con una enorme cultura de prevención, pero siempre serán asalariados y explotados, lo que nos obliga a decir que la tan mentada especie de tripartita (trabajadores, Estado, empresarios) de la que habla el autor a lo largo del libro es una quimera ya que el dueño sigue siendo uno, el patrón.

En las páginas 9 y 10 del prólogo se plantea que la formación de los trabajadores por el Patrono (en sustitución del Inpsasel por no poder cubrir la demanda nacional de formación), le confiere al primero una doble relación ganar-ganar; ya que le permite la formación “técnica” del DDP y lo aparta del efecto “sindical” como desviación común de los mismos. Este ganar-ganar es una frase hueca, ¿qué gana el trabajador con relación a lo que gana el patrón? La forma de vida de ambas clases demuestra lo hueco de la frase.

La realidad nos demuestra que es ínfimo el porcentaje de empresas que ejercen tal función, y mucho menos en materia técnica, pues se concretan en realizar diversos eventos para reforzar los valores e intereses de la institución y/o empresa en el personal; lejos de la materia técnica que los DDP requieren para realizar sus funciones.

Adicionalmente, la sindicalización es un derecho consagrado en nuestras leyes como beneficio de muchas luchas libradas y no debe ser vista como una aberración, anormalidad o contaminación, al punto que mientras un Sindicalista auténtico lucha por los beneficios socio económicos del trabajador (a), el DDP lo hace por la seguridad, salud y vida de los mismos; lo cual nos demuestra que ambos actores son complementarios para garantizar la calidad de vida de todos. ¿Acaso no es válido que en una empresa donde no exista sindicato los DDP no pueden luchar por mejoras salariales o por los cesta tickets? O acaso no son trabajadores (as)?, Separar esto es separar la lucha sindical de la lucha por salud y seguridad de la clase trabajadora; es necesario entonces entender que ambas funciones, luchas y logros se integran de manera dialéctica. Igual ocurre en una empresa donde haya sindicato, la lucha debe ser en conjunto, DDP y Sindicalistas. Es más, las convenciones colectivas deberían ser discutidas con la participación de los DDP.

A partir del capítulo 1 del libro cuando el autor trata de hacer un recuento histórico obvia algo que a nuestro modo de ver es sumamente importante, se trata de que la presidencia del Dr. Francisco González, fue consultada a los trabajadores (as) que se encontraban en la reunión con la ministra a ver si estaban de acuerdo con que él fuera el presidente del Inpsasel, lo que se traduce en que fue el primer presidente de una institución del Estado no colocado a dedo sino designado por los trabajadores (as).

Capítulo 1, Subtítulo 2

Sobre las estadísticas:

Elaborar estadísticas no es cosa sencilla, ya que en su elaboración muchos factores determinan, no solo su diseño, sino también su impacto. Ahora bien, es bueno que sepamos qué queremos lograr con las estadísticas, a quién queremos impactar, qué queremos reflejar, cómo las construimos, al servicio de quién deben estar y quienes las elaboran.

Las estadísticas no solo deben contener datos técnicos, pues estamos convencidos de que si no reflejan el aspecto político e ideológico de la muestra y fenómeno estudiado, solo reflejarán una parte de la realidad.

En tal sentido, los números nos pueden ayudar a mirar mejor, a comprender, pero también nos pueden embriagar y enturbiar el conocimiento y la comprensión objetiva de la realidad. Los números tienen la capacidad de fascinarnos y hacernos creer en ellos sin pensar en su origen o en su validez. Y si bien pueden ser muy relevantes y ayudarnos a dilucidar muchas cuestiones de interés; no siempre reflejan la verdad, debido a limitaciones o distorsiones generadas por prejuicios de quien las diseña, por fuentes de información no necesariamente objetivas, por el uso inapropiado de los datos o por una interpretación no necesariamente objetiva. Muy en especial los científicos saben que es posible “fabricar” y hasta “torturar” los datos.

Incluso cuando usamos números fiables y análisis adecuados, sólo obtenemos una visión parcial y limitada de la realidad, no de su conjunto. Ya que estas cifras miden con frialdad rasgos de individuos sin rostro, que homogeneizan, que reducen dramas personales muy diferentes y aún más importante, porque los números con frecuencia distraen nuestra atención, tienden a alejarnos de la realidad concreta en que labora la clase trabajadora y en el deterioro de su salud.

Sin negar la importancia de las estadísticas, estas deben servirnos para actuar sobre la realidad concreta y estas deben ser elaboradas con una dimensión subjetiva ya que serían estadísticas muertas que ocultarían la realidad por la que atraviesa la clase trabajadora y el resto de la población.

Un accidente o una enfermedad ocupacional encierra muchos elementos distintos al técnico y científico y si somos consecuentes con lo que pretendemos construir en la sociedad venezolana, debemos tomar en cuenta los otros elementos que se relacionan de manera directa con nuestro contexto político e ideológico. Si aceptamos que tras la globalización neoliberal capitalista lo que está en juego es la salud de la clase trabajadora y el bienestar de las personas, así como la de nuestro planeta, que el poder desigual daña desigualmente la salud, que una minoría de la población vive con niveles materiales muy elevados, explotando y protegiéndose de quienes no tienen o tienen muy poco y que el bienestar y la salud de unos pocos se alimenta del sufrimiento y de la mala salud de muchos, entonces estaremos por buen camino.

Los datos para generar estadísticas deben ser construidos en colectivo, ya que de esta manera usaremos una fuente primaria y legítima que nos brindará información objetiva y subjetiva para generar acciones producto del consenso. Sin los datos adecuados, sin la investigación científica, sin el análisis político que permita descubrir los indicadores, gran parte de la salud de la clase trabajadora quedará oculta, invisible y/o distorsionada.

En ese sentido, el autor del libro si bien desarma las estadísticas del Inpsasel no aclara a que se debe esto, no se trata solo de falta de voluntad política por parte de quienes dirigen el Inpsasel, el asunto es más complicado de lo que parece.

Una de las razones, además de la falta de voluntad política, es que quieren transformar al Inpsasel en un aparato burocrático administrativo, tal como ocurre con las inspectorías del trabajo, esto se puede constatar al hablar con algunos servidores públicos que laboran en esta institución. En ese sentido, hacer “mucha bulla” con el tema de las estadísticas es contraproducente para los intereses de los empresarios y obviamente de la burocracia a su servicio.

En cuanto a las estadísticas de las enfermedades ocupacionales, si analizamos el tema un poco más profundamente entenderemos. Resulta que lo que más genera “gasto” para el patrón es la indemnización de las enfermedades ocupacionales y es precisamente allí donde está el meollo del asunto, y por esta razón es que la cantidad de certificaciones y cálculos periciales es mínima. Lo mismo ocurre con las propuestas de sanciones, en algo más de cuatro años en la Geresat Dtto. Capital y Estado Vargas no procedió ni una sanción y no se trata de que los inspectores e inspectoras no las hayan hecho, es que sencillamente fueron rechazadas por la unidad de sanciones de esa Geresat.

Lo mismo ocurre con las indemnizaciones por discapacidades generadas por los accidentes y enfermedades ocupacionales. Si leemos con detenimiento el artículo 130 de la LOPCYMAT entenderemos el por qué de la falta de estadísticas en ese aspecto.

Ahora bien, no basta con desmontar las estadísticas que lleva la institución, debemos ir más allá, a la raíz del asunto que como pueden ver no se trata simplemente de la generación de números.

Sobre la Participación Social

Es bueno mencionar que la ley no solo habla de Participación Social, también de Control Social, lo cual se puede parecer pero no es lo mismo.

En cuanto a la participación social de los trabajadores (as), el autor del libro lo asoma, en la página 27 segundo párrafo como una participación conjunta de todos los actores involucrados. Solo imagínense a los sindicatos, los DDP, los profesionales y técnicos marchando con FEDECAMARAS y Lorenzo Mendoza a la cabeza con la intención de presionar al gobierno para que elabore una política clara en la materia, esto es como tratar de hacer que un tigre se alimente de lechuga en vez de carne.

O el autor no entiende la diferencia que hay entre la clase trabajadora y el sector empresarial o sencillamente trata de congraciarse con este último. No tiene nada de revolucionaria la propuesta de que los cambios se dan con los interesados asumiendo a los empresarios como parte de estos.

Realmente ignoramos las experiencias del autor, pero de una cosa estamos seguros y es que desconoce o se hace la vista gorda sobre los intereses de los  trabajadores (as), los cuales son totalmente antagónicos con relación a los del empleador. De esto nos podemos dar cuenta haciendo un recorrido desde una farmacia o panadería hasta una gran empresa como una automotriz o la misma Polar al igual que una empresa del Estado o una institución pública.

Los empresarios públicos y privados conocen la norma, para eso tienen un ejercito de abogados a su servicio y la asesoría que por ley les brindan las instituciones del Estado, entonces, de qué se trata, de sensibilizarlos para que cumplan, si desde 1986 y mucho antes, jamás cumplieron???. Las grandes conquistas que ha obtenido el pueblo trabajador se debieron, se deben y se deberán a la lucha permanente de este mismo pueblo trabajador. El sistema en que vivimos es el que no permite el avance y es el que día a día nos accidenta, nos enferma, nos deja con discapacidad y nos asesina en los centros de trabajo o es que acaso el accidente de Tacoa, Estado Vargas (1982), de Provegran, Estado Aragua (2003), de Playa Verde, Estado Vargas (2009), así como los miles de muertos, accidentados, enfermos y con discapacidad que día a día se generan producto de condiciones indignas de trabajo no son prueba suficiente de que no son los empresarios los que deben participar de manera “solidaria” en la elaboración de una política pública en la materia, cuando desde el nacimiento y posteriormente en la reforma de la Lopcymat, que forma parte de la política pública, fueron ellos los que la atacaron de manera indiscriminada. Es la clase trabajadora y el pueblo trabajador organizado el que debe asumir las riendas, lo que se traduce en el Control Social que es el otro aspecto de la Lopcymat en su artículo 41.

¿Quién controla los medios y los procesos de producción?, ¿Son los trabajadores (as) o los empresarios y la burocracia institucional?. En ese sentido, participación y control se complementan, a través del primero podemos llegar al segundo, pero este segundo jamás existirá si el primero no se da, la ley lo permite, mientras que la visión estrecha y tecnocrática y la falta de visión política es lo que no permite el avance. Si nos concentramos exclusivamente en la visión técnica, como hasta ahora lo refleja el autor, no vamos a lograr nada porque inclusive el aspecto técnico tiene que tener dirección política. Si no son los trabajadores (as) los que controlan por lo menos el proceso productivo no avanzaremos; y de hacerlo, solo serán avances parciales y no estructurales

Capítulo 1 Subtítulo 3

Campaña Comunicacional en Salud Laboral

Lo primero que debemos es el desagravio por error u omisión ajeno ya que el autor no hace mención de la compañera María Alejandra Bolívar Díaz fundadora del Inpsasel y la primera periodista con postgrado en salud ocupacional. Una de sus tesis era precisamente “Comunicación en Salud Laboral” y sobre eso realizó una campaña enorme en el Inpsasel, por lo que omitir lo que es del conocimiento del autor, es abrogarse algo que ya está escrito y propuesto.

Aclarado esto, debemos decir que compartimos lo de la campaña en salud laboral, inclusive utilizando y obligando, de ser necesario a los medios privados para llevarla adelante, la cuestión está en el enfoque y la dirección de dicha campaña. En este aspecto el autor continúa coqueteando con los empleadores diciendo que es un tema muy sensible para ellos y culpa a algunos Funcionarios del Inpsasel y algunos DDP que no han entendido cuáles son sus funciones y que los mismos han “contaminado” el tema de la seguridad y salud laboral por su mala praxis, los cuales, según el autor asumen posiciones político partidista y sindicales no permitiendo con esto la aceptación por parte de los empleadores públicos y privados.

En este aspecto el autor no aclara qué Funcionarios públicos asumen esta posición, si son de base o de dirección, o solo son los facilitadores (as), generando un rechazo por parte de los trabajadores (as) hacia los Funcionarios del Inpsasel, inclusive hacia la figura de los DDP ya que los contrapone con lo sindical. Además que lo presenta como razón o excusa de los empleadores para rechazar a los DDP.

En la página 32 el autor se contradice cuando dice: “Pero lo que sí podemos hacer todos los factores involucrados en el proceso salud-trabajo es presionar desde las bases organizadas para que se de una respuesta a la situación y para que las políticas que emanen del Inpsasel respondan a una política pública......” Nos preguntamos, ¿a cuáles bases se refiere? ya que los empleadores no forman parte de las bases, o si?

Más adelante dice y reconoce que los grandes logros en la materia de seguridad y salud se han conquistado mediante la organización de las bases y los profesionales comprometidos, luego dice que a través de la formación y la participación activa, consciente y protagónica de todos los actores involucrados en el área de la salud y la seguridad, especialmente la de los trabajadores y trabajadoras lograremos impulsar una política de salud pública que se enfoque en atacar las causas del enorme flagelo. Acá nos volvemos a preguntar, ¿los empleadores (as) están interesados en construir una política de salud pública?, ¿quiénes son los que originan las causas de este enorme flagelo?. Además que esto nos devuelve a la página 25 donde habla de logros por esfuerzos mancomunados; cuando dichos logros han sido exclusivamente producto de la lucha de la clase trabajadora y nunca en compañía de quien origina sus adversas condiciones de seguridad y salud laboral... los patronos, los cuales con su filosofía expoliadora sin preocupación alguna por la integridad de esos que al final conciben como una pieza de recambio en su maquinaria, los trabajadores. Es así como nos ven.

Resulta interesante la estrategia del autor al reconocer los logros de la clase trabajadora, para seguidamente determinar la necesidad del “esfuerzo mancomunado con el empleador”, en aras de exigir al Estado o Gobierno y al Inpsasel una política pública de salud; haciéndonos creer que trabajadores y empleadores están del mismo lado luchando contra la burocracia y la ineficiencia institucional y estatal que genera toda esta realidad. Nos recuerda aquel lapidario mensaje de “una mentira dicha mil veces se transforma en verdad”.

El autor manipula el concepto de política induciendo al lector a pensar en ella  solo como una mala práctica ideológica o solo como parte de esa gestión estatal al implementar acciones que satisfagan los requerimientos de la comunidad (política pública). Es por ello que borra o invisibiliza el real contenido y significado de la política, como acción solidaria y consciente del individuo al participar y protagonizar los cambios de su realidad, basado en la consciencia del deber social y su pertenencia al colectivo, en la búsqueda de forjar su propio destino.

Capítulo 1 Subtítulo 4

El gran logro

En la página 33 el autor reconoce “...que el Inpsasel, a través de su Dirección de Formación, ha venido implementando una política educativa para los trabajadores en materia de seguridad y salud laboral que ha coadyuvado de manera conjunta con los procesos formativos que deben realizar por ley y normativas jurídicas los empleadores...” Lamentablemente el autor se sigue congraciando con los empleadores ya que no es cierto que el Inpsasel coadyuve de manera conjunta los procesos formativos que deben llevar adelante los empleadores. Una de las tareas titánicas que llevan adelante los Facilitadores y Facilitadoras es precisamente tratar de que sea la empresa la que forme a los trabajadores(as) y DDP y lo mismo hacen los Inspectores (as) cuando dejan sus ordenamientos, pero nada ocurre. Un ejemplo del tipo de actividad con lo que los empleadores pretenden justificar la formación la ejemplarizan muy bien los DDP de Farmatodo que manifiestan que les programan un “paseo” al Wuarairarepano donde mientras un grupo de ellos (los trabajadores) prepara la comida a los demás los llevan a  un salón donde el asesor de la empresa les dice: “somos una gran familia, mientras la empresa sea próspera ustedes serán prósperos” y el discurso de los asesores se pierde en ambigüedades sin sentido que ni por asomo es formación técnica, sin nada concreto sobre la seguridad y la salud laboral. Acá nos hacemos una pregunta para la reflexión, ¿al empleador le interesa tener a unos DDP y trabajadores (as) bien formados e informados? Compañeros (as) lectores, no seamos inocentes y no caigamos en el juego de la “buena voluntad” del sector empresarial y menos en creer que vamos a presionar al Gobierno/Estado conjuntamente con el sector empresarial para que elabore una política de salud pública; pues esto no se verá jamás, ni siquiera en  las películas de Hollywood.

Más adelante, en la misma página el autor acusa a algunos Facilitadores (as) que se han dedicado a dar solo formación política a los trabajadores, en vez de formación técnica en la materia, desechando el elemento político que a nuestro modo de ver es determinante, tal como lo plantea el Dr. Francisco González el cual dice que debemos entender que la salud abarca todos los momentos, necesidades e historia del ser humano, por lo tanto no es solo un hecho individual, sino que tiene determinantes sociales, económicas, políticas, históricas y culturales y esto el autor lo reconoce. En ese sentido, es falso de toda falsedad que algunos Facilitadores (as) solo se dedican a dar formación política, ya que lo técnico y lo político son complementarios en los talleres de formación, y no creemos que haya ningún caso ni siquiera aislado donde ocurra lo que elucubra el autor.

Lamentablemente el autor no ha terminado de entender que a los empresarios, por más que insistamos no les interesa que los DDP y los trabajadores (as) estén formados técnicamente y mucho menos políticamente; sobre todo en un proceso donde la organización, la formación y la acción están encaminadas a forjar nuestro propio socialismo.

Cierra este capítulo el autor reiterando en las páginas 34 y 35 su acusación de la errada labor de los Funcionarios de Inpsasel de formar a los DDP como líderes políticos y de que muchos  DDP están desinformados, “a pesar de que muchos de ellos pasaron por los Talleres de Formación de Inpsasel”. Afirmación temeraria y no bien intencionada, habida cuenta que los Talleres son los que han determinado la evolución de los DDP como elementos de cambio y educación de su medio laboral y de sus compañeros de trabajo; y que la cantidad y calidad de los Talleres puede ser comprobada tanto por las estadísticas internas de Inpsasel, como por la real y efectiva gestión de los DDP.

Un aspecto que nos llamó la atención es sobre la posición que asume el autor cuando cita de manera extensa un artículo que apareció en el diario El Universal en el año 2009. Y posteriormente asume la posición de Ramos Allup manifestada en el primer encuentro con la MUD convocada por el Presidente Nicolás Maduro, diciendo que en nuestra constitución no se habla de socialismo ni de control obrero. Así mismo deja clara su posición y el aspecto ideológico al decir que: “...Las instituciones del Estado están para servir a todos y cada uno de los ciudadanos y no a un sector o grupo político de la sociedad”. Como si en nuestra sociedad todos, Estado/Gobierno, empleadores y clase trabajadora tenemos los mismos intereses.

Capítulo 2 Subtítulo 1

La situación actual de la salud y la seguridad laborales

Acá no queremos negar la situación de la salud y la seguridad de la clase trabajadora y menos negar que es un problema de salud pública, pero sí queremos reflexionar sobre las estadísticas ya que en el capítulo 1 el autor utiliza otras fuentes confiables para desmontar las estadísticas del Inpsasel, ejercicio que nos parece muy válido.

Jorma Rantanen utiliza cifras oficiales para decir que se ha avanzado, así mismo el autor utiliza cifras de entes internacionales como la OIT y la OMS, esto es obvio ya que no conoce la realidad de otros países, cuando decimos realidad nos referimos a ser activista de la seguridad y salud en otras latitudes que le permitan estar en el corazón mismo de la clase trabajadora. En ese sentido, esto resulta muy subjetivo ya que solo presenta lo que dicen los entes oficiales, por ejemplo, si acá en nuestro país solo nos guiamos por las estadísticas del Inpsasel, debemos pensar que la cosa va por buen camino ya que los números son realmente bajos.

Qué quieren mostrar las cifras oficiales, sencillamente que las cosas están marchando por buen camino, esto no significa que las cifras dejen de ser alarmantes, pero si las cifras oficiales son alarmantes, solo imaginemos la verdadera realidad.

En este subtítulo el autor sigue hablando de la seguridad y salud como problema de salud pública, pero hasta ahora no explica el por qué, solo dice que es por falta de una política de salud pública, lo que nos hace pensar que la situación de la salud y seguridad de la clase trabajadora solo se debe a la falta de una política de salud pública, pero realmente hasta ahora no ha ido a la raíz del problema.

En la página 45 el autor, como a lo largo de las primeras páginas, vuelve a congraciarse con los empleadores diciendo que por falta de información y desconocimiento no invierten en los muebles y enseres adecuados para la buena ejecución del trabajo.

La mayoría, por no decir todos los empleadores saben la ley que tienen que acatar y el que la desconoce, al conocerla no la cumple y busca las formas de salir bien librado de la misma. Esto ocurre en todos los centros de trabajo, inclusive en los que solo hay un trabajador.

En la página 49 del subtítulo 3 consecuencias de los accidentes y enfermedades de trabajo, en el penúltimo párrafo, por fin reconoce y dice: “.... Es decir, el empleador privado o público es quien genera los riesgos y ocasiona los accidentes, pero en medio del proceso se lava las manos y pasa al Estado la entera responsabilidad de las consecuencias del accidente o enfermedad laboral”. (subrayado nuestro). La cuestión está en que no explica el por qué el empleador genera los accidentes, lo cual es la parte más importante.

En cuanto a la relación salud-trabajo ya dimos nuestra apreciación, esperamos que el Dr. Francisco González valide, niegue o reafirme lo que plantea el autor en cuanto a que “el salario” es un proceso intermedio en dicha relación.

Capítulo 3 Subtítulo 2

El autor publica una entrevista hecha a la compañera Grecia López ex Delegada de Prevención del IPASME del Estado Vargas y activista de la Organización Regional de Salud de Trabajadores (as) Socialistas del Estado Vargas (ORESTSEVA), en dicha entrevista el autor omite o quizá desconoce lo ocurrido con los DDP de esa institución. Como el autor la coloca como un ejemplo de que si se puede ser “un buen DDP”, queremos aclarar lo que sucedió con todos los DDP del IPASME Vargas. Sin negar el alto grado de compromiso que tiene la compañera Grecia.

Antes de los acontecimientos, si bien comenzaron desde cero a ejercer sus funciones (nunca habían tenido un acontecimiento como este), la Delegada Grecia y el conjunto de los Delegados del IPASME ya habían pasado por los talleres de formación que dicta el Inpsasel, además en todo el proceso la delegada contó con el apoyo de los facilitadores e inspectores del Inpsasel.

El 16 y 17 de agosto del año 2012 ocurrió un accidente en las instalaciones de la institución, hubo una fuga de gases tóxicos que causaron quemaduras leves y afecciones en las vías respiratorias a algunos trabajadores y trabajadoras, la compañera Grecia López asumió su rol de DDP sin ningún tipo de temor y notificó al Director que había que evacuar el edificio. Este, como es obvio, se negó, pero la compañera asumió su responsabilidad y ordenó la evacuación llamando a los bomberos, lo cual molestó sobremanera al Director y allí fue donde comenzó su vía crusis.

Adicionalmente levantó informes y reportó al Inpsasel, además de solicitar una medición de gases, que lamentablemente no se pudo hacer a tiempo ya que los aparatos del Inpsasel para medir gases estaban dañados. Así que los facilitadores del Inpsasel le solicitaron al IVIC para que les brindara el apoyo con los aparatos y con los compañeros técnicos. La medición no arrojó ningún resultado ya que fue realizada muy tarde, pero ese mismo día los inspectores realizaron una inspección general y suspendieron la sala de radiología porque la dirección no pudo demostrar que la misma estaba revestida en plomo, (la sala duró 15 días cerrada tiempo en el cual el empleador demostró con papeles que si cumplía con la norma), ese mismo día en la oficina del director (Profesor Guzmán) se leyó el acta elaborada por los inspectores y cuando se leyó el acta y en la parte donde se suspendía la sala de radiología el profesor pegó un grito con groserías y todo e insultó a la DDP Grecia López sin mencionar su nombre. Según los inspectores, en esa reunión se encontraba la DDP de apellido Wetthel. La compañera Grecia ni siquiera pudo obtener el informe de los bomberos.

Este evento, lejos de significar un logro en la gestión de los DDP de IPASME apegados a la norma legal y en beneficio de sus compañeros (as) de trabajo, significó la sentencia implacable por parte de la Dirección hacia los DDP hasta lograr la total desactivación de los mismos; al punto que la compañera Grecia López renunció. Hasta la fecha no se han realizado nuevas elecciones en esa institución.

Este hecho fue denunciado en la prensa local y en el periódico DEBATE de la ORESTSEVA.

Entonces amigos lectores, no solo se trata de ser un “buen DDP” o de no estar “contaminado” ni de hacer las cosas legalmente, como lo hagan los DDP el empleador siempre arremeterá contra ellos, bajará la guardia y se pondrá como un cordero cuando le interese, mientras afila sus garras para dar el zarpazo, tal como ocurrió en el IPASME Vargas.

Antes de referirnos al subtítulo “los hechos” nos gustaría hacer una reflexión sobre el subtítulo anterior, “La actitud hostil hacia el empleador y desconocimiento de cómo cumplir su labor, elementos contraproducentes en contra del trabajo de los DP”

Aquí el autor trata de construir un “efecto dominó” tratando de crear una conciliación al señalar al empleador como la víctima, consecuencia de la “contaminación” y mal formación del DDP, generalizando un hecho puntual extraído como ejemplo para sus fines y donde el lector asume el juicio que establece sobre la formación ideológica del DDP reseñado; y  culmina diciendo que ellos no son Sindicalistas, dándole a estos un significado adverso y excluyendo al DDP de la defensa de la parte económica, como si estas no formaran parte integral de la salud del trabajador y su familia.

Pareciera le falta (al autor) conocer la realidad cotidiana, donde es precisamente el empleador el que asume una actitud hostil por creerse dueño del trabajador a cambio del injusto sueldo que le paga, y que más que “matarle el hambre” como ellos dicen, le extrae, a través de la sobre explotación una injusta ganancia (plusvalía) que le genera esa prosperidad que finalmente la presentan como el logro de su gestión gerencial y el hecho de “trabajar de sol a sol, cosa que según ellos no hacemos los venezolanos, lo esconde de manera cómplice. (Despierte temprano y vea por la ventana como todo un pueblo noble y para nada flojo amanece y trabaja antes de salir el sol..!)

En cuanto a la experiencia referida en el subtítulo “Los Hechos”, el autor la considera un fracaso y utiliza el argumento de que “se rompe el diálogo con el empleador y los DDP ven en el empleador un enemigo al que hay que vencer, provocando enfrentamientos, denuncias y amenazas, aún cuando no se hayan cumplido los requisitos y los tiempos que establece la Lopcymat”.

Como vemos en ambos casos, el actuar estrictamente o no apegados a la norma y a la Ley no es garantía de que el patrón cumpla. Y ciertamente el empleador es el enemigo al que hay que vencer.

Todos los compañeros y compañeras comprometidos con la lucha por la seguridad y salud laboral saben que esta ley nació en el año 1986 y que fue reformada en el 2005, pero resulta que desde los tiempos de la colonia los empleadores, en todas sus formas han violado el derecho a un trabajo seguro y saludable, con ley o sin ley y los que medianamente han cumplido se debe exclusivamente a la presión, en principio de los trabajadores (as), luego de los trabajadores (as) y sus sindicatos y ahora de los DDP, trabajadores (as) y sus sindicatos; no se debió, no se debe y no se deberá a la “buena voluntad” del empleador.

Ciertamente debemos tratar de cumplir con los tiempos establecidos por la norma, pero esto no es razón para condenar a los DDP que se desesperan. ¿Acaso no es la clase trabajadora a la que siempre se le ha violado el derecho?, ¿Acaso no son los trabajadores (as) los que deben cabalgar sobre los logros alcanzados para que el empleador no se los arrebate?, Entonces compañeros lectores, no se trata de que venga un “letrado” a decirnos ahora qué y cómo lo debemos hacer y menos aún justificar el rechazo de los empleadores por la actitud que asumen los DDP.

En la página 67 el autor dice que a los DDP no les corresponde luchar por aumento de salario y cesta tickets, lo que aísla y fracciona la lucha. Si partimos del concepto integral de la salud, no solo como la ausencia de enfermedad, sino como el bienestar o equilibrio biopsicosocial; y si además asumimos como cierto que “el salario”, (como dice el autor) es un proceso de la relación salud-trabajo, entonces por qué se contradice?. ¿Hay o no hay relación entre el salario y los cesta tickets con la salud de la clase trabajadora y de su núcleo familiar?. En ese sentido, su visión es absolutamente contradictoria.

DDP Elección y Funcionamiento

En cuanto al procesos de elecciones de los DDP solo queremos mencionar que la Comisión Electoral debe solicitar por escrito a la Gerencia de RRHH la nómina y esta debe venir firmada y sellada, con el objetivo de elaborar los cuadernos de votación donde solo deben ir los que votan y para el Inpsasel es la herramienta fundamental para verificar dicha nómina con el cuaderno de votación.

El otro aspecto es que las inspectorías se han dado a la tarea de solicitar la nómina junto al Anexo 1 para recibirla, lo cual no entendemos, solo el Inpsasel necesita la nómina para cotejarla contra el cuaderno de votación y constatar que en el proceso no haya votado un jefe. En ese sentido, es bueno que la Comisión Electoral entregue una copia a la inspectoría para que el proceso se desarrolle con normalidad y sin contratiempos.

En la página 136, en el subtítulo “La importancia de la realización de los informes y actas en los casos de acoso y maltrato laboral”.

Acá el autor plantea algo que es necesario, que los DDP deben tratar de dejar todo por escrito, no solo en las actas e informes sino en el libro de actas del CSSL. Lo que queremos resaltar es que lo plantea asumiendo que existe una armonía realmente ideal, cuando la realidad dice lo contrario. Generalmente el empleador no permite que el DDP realice sus actividades y siempre los representantes del empleador en el CSSL no son personas con poder de decisión, lo que complica el trabajo de los DDP.

En la página 141, cuando termina de explicar lo de las sanciones dice: “...Es decir a ningún empleador le conviene ser sancionado y, de hecho, la mayoría de las empresas privadas cumplen con la Lopcymat para evitarlo.” Esta es la más grande falsedad encontrada en el libro del autor, habría que saber qué entiende el autor por cumplimiento de la Lopcymat.

En la misma página se vuelve a contradecir al decir que: “ya los empleadores conocen la ley y, además, saben de precedentes de empresas que han sido multadas...” En páginas anteriores dice que hay mucho desconocimiento por parte de los empleadores y trabajadores.

En la página 144, en el tercer párrafo, el autor dice: “Ahora bien, esta inamovilidad laboral durará 30 días sólo en el caso de que no haya ningún problema en el proceso de elección de los DP; en caso de presentarse una situación irregular, el Inpsasel, como órgano rector en el ámbito de la salud y seguridad laboral en el país, tiene la potestad de dar una prorroga por otros 30 días hábiles para que se lleven a cabo las elecciones de DDP”. (Subrayado nuestro).

Acá es bueno aclararle a los lectores y al autor, que el Inpsasel no es el órgano rector en la materia, sino el Ministerio del Poder Popular para el Proceso Social del Trabajo y el Inpsasel es el órgano gestor. Así mismo no es el Inpsasel el que da la prorroga para las elecciones, sino la Inspectoría del Trabajo, previa presentación de una explicación y un nuevo Anexo 1. Para lo único que da prorroga el Inpsasel es para el registro del CSSL.

El otro aspecto es aclarar lo del derecho que tienen los trabajadores (as) de revocar a los DDP. La solicitud de revocatoEl otro aspecto es aclarar lo del derecho que tienen los trabajadores (as) de revocar a los DDP. La solicitud de revocatorio debe ser constatada por el Inpsasel ya que se han presentado casos en los cuales son simples tramoyas confabuladas por el empleador para deshacerse de un DDP que por su efectiva gestión les resulta “conflictivo, inconveniente, comunista, sindicalista, revoltoso, etc., etc.”.

Aprovechamos en recordar que la notificación a la Inspectoría es el primer paso a cubrir, para así blindar a la Comisión Electoral y al proceso de elecciones; ante cualquier maniobra del empleador por evitar u obstaculizar los mismos.

En cuanto al tiempo utilizado por los DDP para el ejercicio de sus funciones, fundamentalmente en la parte de su asistencia a los talleres de formación, lo que ha traído muchos problemas con estos compañeros ya que la mayoría de DDP no se les da ni un centavo. La ley habla de facilitar todos los medios necesarios y el dictamen tampoco aclara mucho de manera explícita, es allí donde los empleadores se afincan, hasta llegar a decir que para eso le dan cesta ticket.

Ahora bien, si a un trabajador lo envían a hacer un trabajo fuera de la empresa, esta le debe dar viáticos (transporte, alimentación, hidratación, hospedaje). La ley establece que el tiempo utilizado por el DDP es considerado un tiempo de trabajo efectivo, en ese sentido, la empresa está en la obligación de cubrir estos gastos sin detrimento de todos los beneficios que obtiene el DDP en condiciones normales.

En la página 153 el autor dice que el Inpsasel no tiene la obligación de dar formación a los DDP y trabajadores, resulta que esto es parte de la política que se debe incorporar en materia de seguridad y salud laboral (Artículo 11 de la ley) pero lo más interesante es que en el mismo artículo se faculta a esta institución a promover la organización de trabajadores y trabajadoras en defensa de la seguridad y salud laboral.

En cuanto a los deberes de los trabajadores (as) artículo 54

En la explicación que da el autor se refiere a trabajadores que se auto denominan “toderos” y que generalmente hacen trabajos para lo cual no fue contratado, no negamos que esto pueda ocurrir, pero esta actitud en la mayoría de los casos, por no decir en todos, solo responde a un acto que hace sentir al trabajador más seguro en su empleo, además se trata de que son enviados a hacer otras tareas por sus mismos supervisores, en caso de que el trabajador se niegue el supervisor dirá que es un trabajador que no colabora, en ese sentido, lo que plantea el autor es el deber ser, lo lamentable es que después de dar esa explicación no baja a tierra para explicar lo que ocurre en la realidad.

Sobre el numeral 2 del mismo artículo

Ciertamente el trabajador debe cuidar su seguridad y salud y tratar en todo lo posible de no ponerse en riesgo. Debemos estar claros de que los supervisores no tienen formación en materia de seguridad y salud laboral, a ellos los contratan para que supervisen que los trabajadores están sacando la producción, así mismo las famosas cartas de riesgo generalmente no se dan, las empresas no cumplen con la formación a los trabajadores (as) y menos con los supervisores. Es responsabilidad de la empresa, a través de sus supervisores, vigilar, no solo que el trabajador realice su trabajo sino que lo haga de forma segura. En ese sentido,  repetimos, aclarar el deber ser no es malo pero bajarlo a la realidad sería lo ideal.

En cuanto a los equipos de protección personal (EPP), suele suceder que estos se dan después de una fuerte lucha, una vez dados deben formar a los trabajadores en su uso adecuado, cosa que no ocurre, así mismo generalmente los EPP son de muy mala calidad y no son los adecuados y los que necesita el trabajador.

Como era de esperar el autor cierra su libro llamando a los trabajadores (as), empleadores (as) y Estado a una “santa alianza” para poder acabar con este flagelo que azota a la población.

Conclusiones Generales

El discurso crítico de la salud ha ido identificando y fijando en forma progresiva los contornos, y ahora se aproxima a lo medular, en la relación entre salud-trabajo. De la suma de observaciones empíricas que reunieron los pioneros, desde Bernardino Ramazzini (1663-1714) hasta Johann Peter Frank (1745-1821) y Rudolph Virchow (1821-1902), incluyendo a Federico Engels (1820-1895), cuya descripción de la situación sanitaria de la clase obrera en Inglaterra, publicada originalmente en 1845, marcó un hito; se desprendió con contundencia la íntima relación entre la exposición a determinados agentes en el ambiente de trabajo y ciertos daños a la salud y la convicción de que estos últimos siguen un patrón de distribución entre la población de acuerdo a la clase social.

Avances subsiguientes han permitido delimitar la conceptualización tradicional, aunque todavía hegemónica, de definir “el trabajo” como un factor de riesgo ambiental, debido a que pone en contacto al trabajador (a) con agentes químico, físicos, biológicos, mecánicos, disergonómicos, psicosociales que le ocasionan accidentes, discapacidad, enfermedades y muerte; ya que trabajadores de la salud ocupacional han probado que los riesgos ocupacionales no son ajenos al funcionamiento de la sociedad y por consiguiente la propuesta de soluciones depende más de la correlación de las fuerzas políticas y sociales al interior de una sociedad concreta y de la capacidad reivindicativa sindical y partidaria; que de meras cuestiones técnicas.

Analizar el problema de la salud desde la perspectiva del proceso de trabajo, tomado éste como proceso social y técnico, permite comprender qué es la explotación del trabajo y cómo esta explotación desgasta, daña y aniquila al trabajador (a), abriendo la posibilidad de entender que el proceso de trabajo no se limita a afectar a quienes están directamente expuestos a él en el ámbito restringido de un centro laboral, sino que define y explica la distribución y la magnitud de los daños a la salud para la sociedad entera y los perjuicios a la naturaleza.

Culpar a la víctima y ocultar la causalidad final al desligar el trabajo de la patología y de su generador, no solo muestra cómo el campo de la información es una arena de lucha política, que explica, entre otras cosas, los mecanismos de compensación laboral que son controlados por la empresa privada y prueba cómo transfiere a la clase trabajadora los costos de la atención por causas laborales, sino el funcionamiento del sistema neoliberal capitalista.

En ese sentido, la salud no se distribuye en forma equitativa. Los países pobres, los barrios, marginados y los ciudadanos más desventajados padecen una discriminación social múltiple: disponen de menos recursos socio económicos, no tienen o tienen menos poder en la toma de decisiones, disponen de una peor atención sanitaria y están más expuestos a los factores de riesgo que empeoran su salud, ya sean estos de tipo personal, social, laboral o ambiental. Las clases sociales más desfavorecidas, los pobres, los explotados, los trabajadores precarios, la mujeres, los niños, niñas y adolescentes... los de abajo, los desempleados, los emigrantes, los excluidos.... los de afuera, sufren en carne propia la peor epidemia de nuestro tiempo: la desigualdad social. 

Hablar de la salud laboral haciendo abstracción del sistema en que vivimos y aceptando las posiciones de las mayorías de corrientes postmodernas y postestructuralistas donde el capitalismo, en última instancia, puede ser compatible con el “respeto al otro”, “el diálogo democrático”, la “no discriminación”, buscar la radicalización de la democracia (capitalista) como último horizonte; implica el abandono muy claro de la perspectiva de la revolución socialista y la lucha por el poder para la transformación de la sociedad, ya que este consenso social es un viejo anhelo de la burguesía y de todo el reformismo, que busca mantener la explotación capitalista mediante el diálogo democrático, la paz cívica y el sacrificio colectivo.

Es la sociedad mercantil capitalista, en su forma neoliberal que hoy ha alcanzado efectivamente dimensiones mundiales, la que mediante su estrategia de Biopolítica y sus Dispositivos de control; “administra la vida de los seres humanos, cancela sus posibilidades de decidir racionalmente el orden social, aniquila su soberanía política y ejerce un control despótico sobre su vida cotidiana y su salud mental.

En algunas investigaciones sobre las condiciones de trabajo realizadas por sindicatos reformistas y por instituciones públicas se hacen preguntas muy directas sobre las condiciones de trabajo, sobre el horario, el acoso sexual, sobre el mobbing (acoso laboral) y otras condiciones vejatorias de trabajo, pero en la inmensa mayoría de los casos no se quiere avanzar en la transformación revolucionaria, sino encontrar soluciones funcionalistas que desactiven la conflictividad social e insuflen vida en el sistema.

Son inútiles los análisis desprovistos de historia, de política, de cultura, (esto ha quedado demostrado a través de la historia), ya que no podemos ni debemos quedarnos en el marco del sistema dominante, cuando es este el que origina el flagelo del que habla el autor, y peor aún es tratar de teorizar y explicar cuando no se tiene claro el tema o por lo menos lo que se pretende decir sin ir a la verdadera causa. Las contradicciones, el idealismo, el tecnicismo, el reformismo, la ideología que encierra el libro es abrumadora, tratando de llevar y convencer al lector de una necesaria conciliación de clases.

El contenido ideológico del libro se evidencia donde se culpa a los trabajadores (as) de la actitud de rechazo y la no aceptación por parte de los empleadores de los Delegados y Delegadas de Prevención, donde se dice que la mayoría de los empleadores cumplen con la ley por temor a ser sancionados, donde se subestima el saber y los métodos de lucha de la clase trabajadora, donde se niega la formación política a la clase trabajadora, donde se cuestiona la lucha sindical en materia de seguridad y salud laboral, donde se analiza nuestra ley de manera idealista, sin contrastarla con la realidad concreta, donde se desconoce nuestra ley como parte de una política pública, donde se confunde el papel del Estado con el del Gobierno, donde se pretende colocar a los empresarios junto a la clase trabajadora como víctimas de la “falta de una política pública en salud laboral”.

En ese sentido, el libro dista mucho en ser una herramienta o manual de acción y formación para los DDP y trabajadores (as) ya que lo que resulta verdadero es aquello que coincide con lo que efectivamente está sucediendo en la realidad, cosa que no se refleja en el libro.

Concluye haciendo el llamado para que todos (trabajadores, empleadores y Estado) luchemos juntos contra un flagelo que se nos cierne encima como un enemigo exógeno, cuando en realidad surge de las condiciones adversas de seguridad y salud laboral a las que nos somete el empleador en su filosofía de  máxima ganancia al menor costo; aunque el costo sea inclusive, la vida, la salud y la seguridad de la clase trabajadora.

ORGANIZACIÓN REGIONAL DE SALUD DE TRABAJADORES
Y TRABAJADORAS SOCIALISTAS DEL ESTADO VARGAS
(ORESTSEVA)
21 de diciembre de 2014