
Al inicio, el Secretario General
Adjunto de Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, rindió un informe en el que
comentó datos migratorios sobre Venezuela y algunos de los problemas económicos
que vive, resaltando a su vez, según reportó RT, los esfuerzos del gobierno venezolano por garantizar el
abastecimiento de alimentos para la población.
Siguió en el orden de palabra
una declaración de Eduardo Stein, representante de la Organización
Internacional de Migraciones y un renombrado ideólogo de la "Responsabilidad de Proteger".
Afincándose sobre el fenómeno migratorio venezolano, afirmó que "no tiene
precedentes en la historia latinoamericana".
La mirada selectiva de Stein,
omitió deliberadamente que es el caso colombiano, con 7,7 millones de personas
desplazadas por el paramilitarismo y la guerra, el que todavía se muestra
insuperable a escala regional y global.
Culminó esta ronda de
intervenciones introductorias Katheleen Page, médico del Hospital Johns
Hopkins. Basándose en cifras de ONG financiadas por el Departamento de
Estado, y omitiendo su contraste con informaciones oficiales del Estado
venezolano, dibujó la situación sanitaria del país como un panorama de
epidemias (resaltando la de sarampión específicamente).
En paralelo al
"informe" de Page, claramente dirigido a reforzar la convocatoria
estadounidense, la alcaldía de Nueva York había decretado "estado de
emergencia" por una epidemia de sarampión en la ciudad. Lo que para
Page no significó mayor preocupación, aunque la epidemia estaba a pocos metros
de distancia de ella.
En
ninguna de las tres intervenciones que iniciaron la sesión, ni las que
siguieron después, se analizó el impacto de las sanciones económicas y
financieras contra Venezuela en la grave situación relatada, la cual se hizo
con rasgos evidentes de lógica del espectáculo y sensacionalismo. El
bloqueo de 30 mil millones de dólares, el robo de 1.200 millones en oro por el
Banco de Inglaterra y la suspensión de facto del país dentro del sistema
financiero estadounidense, no fueron mencionados como aspectos definitorios de
la actual crisis económica.
MIKE PENCE TOMA LA PALABRA
Sin embargo, sería el
discurso de Mike Pence el "momento cumbre" de la sesión y la
razón principal de su convocatoria.
En un corto
período reiteró el desgastado mantra del cambio de régimen en Venezuela:
"Estado fallido", "crisis humanitaria", "gobierno ilegítimo",
destacando con especial ahínco la “presencia maligna” de Rusia, Cuba, Irán y
Hezbolá, con el objetivo de presentar al país como una "amenaza a la
seguridad y paz internacionales".
Rápidamente la
"preocupación sobre los problemas humanitarios" de Venezuela pasarían
a un segundo orden, para abrirle paso al verdadero propósito de la reunión.
Mike Pence exigió al embajador venezolano, Samuel Moncada, que se retirara de
la sesión, al mismo tiempo que pedía al Consejo revocar las credenciales del
cuerpo diplomático venezolano.
Durante
el abierto desconocimiento de la delegación oficial venezolana, anunció que la
Administración Trump prepara una resolución para que la ONU reconozca el "gobierno
paralelo" de Juan Guaidó, con la intención manifiesta de acelerar los
pasos institucionales que desemboquen en una intervención militar, investida de
“humanitaria”, contra Venezuela.
RUSIA Y CHINA RESPONDEN
La postura belicosa de Pence
generó el rechazo inmediato de Rusia y China, polarizando la reunión en un
claro enfrentamiento entre potencias que escenifican los grandes rasgos del
conflicto geopolítico actual por zonas de influencia.
El representante permanente
de Rusia, Vasili Nebenzia, respondió a Pence condenando el bloqueo económico de
Washington y la expropiación ilegal de los activos venezolanos en el
extranjero. Agregó que "lo que está sucediendo hoy en el Consejo de Seguridad,
desafortunadamente, es solo otro episodio del ataque frontal al que están
sometidos Caracas y los ciudadanos venezolanos (…) La situación en Venezuela no
es una amenaza".
Por su parte, el
representante de China, Ma Zhaoxu, recordó que el país ha enviado medicamentos
en cooperación con el gobierno venezolano para atender la complicada situación,
sobre la base del "respeto mutuo". Zhaoxu complementó afirmando que
existe "incompatibilidad" entre quienes piden “ayuda
humanitaria” para Venezuela pero respaldan y ejecutan sanciones que agravan la
situación económica del país.
EL TURNO DE SAMUEL MONCADA
Al momento del derecho de
palabra del embajador venezolano, Samuel Moncada, Mike Pence ya había
abandonado la reunión.
Moncada
citó textualmente palabras de funcionarios estadounidenses activos en la agenda
antivenezolana, que avalan las sanciones y el agravamiento de las condiciones
socioeconómicas de la población como parte de la estrategia de derrocamiento
del gobierno venezolano. Argumentó que se están usando disposiciones del
Consejo de Seguridad, como el embargo de activos, sin que fuera aprobada
resolución alguna.
Argumentó que las grave
situación del país es inducida por "acciones humanas que han creado esta
situación en Venezuela son parte de un plan para asfixiar a la población (….)
se trata de un experimento inhumano, todo con el objeto de justificar el
pillaje y el saqueo". Cuestionó a su vez al Reino Unido por el robo de
1.200 millones de dólares en oro depositados en el Banco de Inglaterra.
El
discurso de Moncada representó un parteaguas en la sesión. Los argumentos
posicionados por el embajador destacaron los intentos del gobierno venezolano
por estabilizar la situación económica y financiera del país, a través del
sistema de Naciones Unidas, siendo el bloqueo financiero de Estados Unidos y
potencias aliadas en Europa el principal obstáculo para tal fin.
VENEZUELA Y DOS CRISIS: LA DE SOBREEXTENSIÓN DEL IMPERIO
ESTADOUNIDENSE Y DEL ORDEN INTERNACIONAL
Es evidente que esta sesión
fue convocada con el propósito de replicar en el Consejo de Seguridad el
"efecto OEA" del 9 de abril cuando, violentando todos los
parámetros legales del organismo regional, forzaron el reconocimiento de
Gustavo Tarre Briceño como "representante de Guaidó", logrando así
una expulsión a la fuerza de Venezuela pocos días antes de su retiro.
Tarre es un tecnócrata de
vieja data lo suficientemente bien conectado al mundo de las finanzas como para
expandir el programa de sanciones contra Venezuela y canalizar los fondos de
las instituciones del orden financiero occidental: a saber el FMI, que el día
de ayer congeló 400 millones de Venezuela, y el Banco Mundial, donde acaba de
ser designado como presidente un operador estrella del bloqueo contra
Venezuela: David Malpass, del equipo élite de Trump en el Tesoro
estadounidense.
Por extensión, "todas
las opciones están sobre mesa" son un eufemismo para omitir la
terapia de choque del bloqueo financiero, arma principal utilizada para
disgregar la vida económica y social agudizando la restricción de ingresos
generalizada en el país, fomentando en consecuencia una imponente lógica
neoliberal como parámetro de convivencia. Esa es la antipolítica alineada
a la dictadura del poder financiero de Occidente, la que busca retomar el poder
político.
En lo que respecta al Consejo
de Seguridad, es improbable que pase la resolución estadounidense dado el poder
de veto de Rusia y China, una demostración que el Imperio ya no controla las
palancas del orden global. Esta correlación de fuerzas, a distintos niveles, se
está replicando en el G7, BID, entre otras instituciones internacionales de
peso, con un resultado negativo para la geopolítica estadounidense.
Justamente por esa reducción
en la capacidad de poder, los movimientos de ayer y de hoy con respecto a Venezuela expresan
una crisis profunda en el manejo de asuntos globales de Estados Unidos y del
orden internacional bajo el cual funciona la ONU desde que la configurara
"liberalmente" en 1945.
El historiador, Paul Kennedy,
en su obra "Auge y caída de las grandes potencias", advierte que la
sobreextensión del imperio estadounidense llegó a su cenit, lo que marca su
lógico declive como monarca de las relaciones internacionales. Comparando la
situación con el declive del imperio británico, aunque comenta que el
específico de Estados Unidos aguarda sus propias singularidades, llega a la
conclusión de que es insostenible su despliegue y control mundial.
Incluso Kennedy alerta sobre
el peligro de tomar decisiones cortoplacistas que generan desventajas a largo
plazo: "La tarea con que se enfrentarán los estadistas norteamericanos en
las próximas décadas, será reconocer que se están desarrollando fuertes
tendencias y que es necesario «llevar» los asuntos de manera que la erosión
relativa de la posición de los Estados Unidos se produzca lenta y suavemente y
no sea acelerada por políticas que traigan consigo ventajas a corto plazo pero
desventajas a la larga".
La reducción del poder de los
Estados Unidos frente a las potencias emergentes luego de la crisis de
2008, lleva al asesor de primera línea del tanque de pensamiento CFR, John
Mearsheimer, a sugerir que Estados Unidos contenga a China para mantener su posición
internacional, utilizando recursos de poder directo para "aprovechar
los beneficios de la hegemonía sin sufrir los inconvenientes de la
sobreextensión".
En resumen, en el manejo de
la cuestión venezolana se comprueba el choque entre intereses globales y su
alcance e influencia concreta que vive actualmente el imperio estadounidense.
Buscando revertir esa tendencia de declive, que a juicio de Kennedy forma parte
del devenir histórico de los cambios de poder en las relaciones
internacionales, Estados Unidos se vio obligado a torcer la Carta de la OEA,
luego buscando repetir la acción en el Consejo de Seguridad de la ONU.
La acción, al mismo tiempo
que vacía de contenido la legislación internacional de Naciones Unidas, acelera
el colapso de las instituciones de Occidente como entes de confianza en nivel
internacional, las mismas en las que el imperio ha ejercido una potente
hegemonía durante los últimos 70 años.
Un movimiento cortoplacista,
cargado de efectismo, que trae consigo el daño colateral de un orden
internacional asimétrico y favorable a la posición estadounidense con cada vez
menor vigencia y efectividad. El efecto búmeran de estas acciones se expresa en
la creciente pérdida de influencia en los asuntos globales, desde la península
Coreana, pasando por el sudeste asiático, Medio Oriente y el Caribe.
La maniobra del Consejo de
Seguridad habilita una política de secuestro velado contra el cuerpo
diplomático venezolano, como el ejecutado contra la movilidad y las visas de la
representación en Estados Unidos, con miras a forzar el reconocimiento de
"funcionarios de Guaidó" en distintas instancias del sistema
internacional.
Con ello se pretende escalar
un decibel más de presión para forzar el cambio de régimen a lo interno,
funcionando como combustible al caos y la anarquía violenta que anuncia
diariamente el antichavismo.
Kennedy decía que la tragedia
de Estados Unidos vendría dada por no tener la capacidad de ajustarse a un
mundo multipolar, donde debe convivir en una situación de igualdad con Rusia y
China, que también posicionan sus nuevas reglas de juego.
En consecuencia, la forma de
responder consiste en violentar a tal punto el derecho internacional que las
medidas coercitivas y de castigo, desde mayores sanciones hasta la guerra o el
golpe militar, se autoricen bajo un mandato de coalición donde opere
unilateralmente Estados Unidos.
Venezuela representa una
nueva expedición punitiva donde el imperio busca resolver su crisis de
hegemonía, buscando atestar un golpe geopolítico que lo haga retroceder a un
nuevo ciclo como potencia dominante. Volver a los días del "patio
trasero".