Todas las
miradas están puestas en la resolución que lidera Ocasio-Cortez pero, ¿es ésta
una propuesta novedosa?
Por Lucía Vilariño
Alvaredo
El Partido Demócrata de Estados Unidos
lleva algunos años cocinando una proposición en mayor o menor medida semejante
a la que corre hoy por nuestras pantallas, redes e incluso espacios físicos. No
es sencillo atravesar ese delicado espacio en este tiempo loco del presente
político. Haberlo conseguido significa en este caso una preparación de unos
tres años atrás que data del período post campaña electoral de Bernie Sanders.
La
experiencia acumulada en 2016 evolucionaba a través de algunos de sus
integrantes más jóvenes en la organización del Brand New Congress, en un intento de
renovar la imagen de un discurso que, si bien no llegaba a oídos de buena parte
de la población popular y empobrecida del sur principalmente, sí construía
ciertos lazos y simpatías hacia algunos sectores de la izquierda internacional.
De esta apuesta por el talento joven y femenino del sector más radical del
Partido Demócrata surgía tiempo después la flamante figura de Ocasio-Cortez que
parecía tenerlo todo. Energía, inteligencia, juventud, la piel morena, una
agenda sobre cambio climático prioritaria y el escaño del distrito 14 de Nueva
York como oportunidad política. Así, la marca ‘Green New Deal’ (GND) comenzaba
a despuntar al ritmo de unas movilizaciones sociales oportunas hacia finales
del pasado año 2018.
Volver a
Sanders y a su campaña de 2016 es hacerlo a un programa que ya incluía una proposición
GND con elementos más ambiciosos que la actual, como una tasa de carbono,
el cese de las exportaciones de gas natural y de crudo, la paralización expresa
mediante moratoria de las nucleares y de prácticas extractivistas como el
fracking y la minería o la transición hacia un sistema de gestión público.
Sanders retorna a la escena política porque es candidato a las presidenciales
de noviembre de 2020. Los debates entre los trazos más aventados representados
por un Sanders veterano y los enunciados tímidos de la nueva línea interpretada
por Ocasio- Cortez podrían deparar ciertos estímulos de cara a la próxima
carrera electoral.
Mientras
Sanders agitaba la bandera del GND en el período electoral de 2016, otra diferente formaba parte ya de la
articulación central de un partido político distinto, el Partido Verde (Green
Party), desde hacía aproximadamente una década. El Partido Verde resultaba ser
la canalización institucional de las reivindicaciones de una red ecologista
internacional llamada Global Greens desde la entrada del nuevo siglo. Su
propuesta ‘Green New Deal Task Force’ de 2006 exigía control democrático del
sistema energético, descentralización, transición justa, pública y basada en la
ayuda hacia el trabajo real de las personas trabajadoras y de la pequeña y
mediana empresa. Entre otras se encontraban el recorte del gasto militar de
entre el 50 y el 75%, una tasa de carbono proporcional a los ingresos o el
bloqueo a la maximización de los beneficios obtenidos en el negocio energético
por parte de corporaciones, bancos y fondos de inversión. Diez años después, el
Partido Verde seguía manejando un planteamiento semejante en su programa pero el fenómeno Sanders lo
asimila. ¿Quién recuerda esta reivindicación en otra boca que no sea la del
mismo replanteada bajo las premisas apuntadas? Los medios afines a la
militancia del Partido Verde y Global Greens, así lo señalan.
Durante los
años intermedios entre el ‘Green New Deal Task Force’ y el GND de Sanders y su
evolución, se efectúan nuevas interpretaciones y ensayos basados en la primera
proposición, sin duda un tanto peligrosa para el mantenimiento del status quo
estadounidense. Así, el economista Richard Murphy proponía en 2007 su propia
versión y fundaba el GND Group.
Entre sus enunciados se observa la indudable influencia posterior ejercida
hacia el grupo asesor de Sanders. De la descentralización del poder y el
municipalismo al fortalecimiento del Estado y liderazgo mundial, del poder
público a la gestión mixta. El giro proteccionista, la seguridad en tiempos de
crisis o la exigencia de transparencia económica hacia bancos y corporaciones
son otras cuestiones destacadas. El matiz final, paradigmático: “poorer
countries are unlikely to make the shift” (no es muy probable que los países
más pobres puedan realizar una transición). Paternalismo, positivismo
tecnológico y neoemprendedurismo ‘verde’ desde el contexto pre Lehman Brothers.
Las Naciones
Unidas decidían expresarse sobre la cuestión en 2009 y empleaban el concepto ‘Global Green New Deal’ (GGND) para realizar una llamada internacional destinada a
estimular la inversión en el sector ‘verde’ señalando los objetivos de
recuperación económica, erradicación de la pobreza y reducción de las emisiones
y degradación medioambiental. Son recomendaciones bienintencionadas en su
estado de abstracción habitual pero que consiguen limar radicalidades y
construir legitimidad política desplazando el discurso ecologista de Global
Greens y el Partido Verde hacia un espacio alternativo y minoritario. La
transición ecológica GND ya significaba inversión en tecnología verde bajo el
marco del modelo productivo imperante. De aquí al concepto de ‘reconstrucción’
de Ocasio-Cortez sumándole un decenio.
Observar el
tiempo del señor Roosevelt y las medidas adoptadas entre 1933 y 1939 puede
ofrecer la tentación de pensar en el lugar que podrían ocupar hoy día salvando
las distancias. Sin duda, la Ley Antitrust y la negativa a colaborar con
grandes empresas, características del ‘Segundo New Deal’ se encuentran más
cercanas a los tintes de confederalismo democrático de Global Greens- Partido
Verde o a ciertos atisbos en otra línea de Sanders, que a la propuesta Ocasio-Cortez que conquista titulares en medio mundo.
Ciertas formulaciones del trabajo presentado por la congresista y el senador
Markey, poseen las debilidades que quizá desde el nivel de la generalidad del
texto y la voluntad de presentar una provocación inicial que seduzca a todos y
todas pueda ser justificada. Ojalá sea así y el actual GND se convierta en un
espacio político en disputa.
En cualquier
caso, de todos los GND presentados hasta la fecha, que anoto en siete sin haber
valorado el de Los Verdes europeos (European Greens), no hay ninguno
que plantee soluciones específicas para los espacios no urbanos entendidos como
lugares de vida y recuperados para la gente. Ni la propuesta de Global Greens
trabaja en esta cuestión imprescindible. Los territorios del rural se siguen
entendiendo como áreas productivas a disposición de las necesidades de consumo
de las sociedades urbanas, aunque en zonas de Texas lleven sufriendo cortes de
agua recurrentes desde hace más de 20 años. Movilizar desde la emprendeduría,
desde el positivismo tecnológico, desde la falta de autocrítica, desde la no
inclusión de ningún elemento de la economía feminista en la resolución de la
figura tan bien construida de Ocasio-Cortez, desde la oportunidad de negocio
‘verde’ señala el proceso de asimilación representado. EE.UU. ha sido durante
más de 150 años el mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo y lo
sigue siendo, sólo superado por China en el período más reciente. La deuda
ecológica estadounidense debe ser expresamente señalada y políticamente
reparada. Si el movimiento ecologista crítico estadounidense va a ser capaz de
reubicar este debate en unos términos que apunten a la solución del problema a
medio plazo es algo que estará por ver en los próximos tiempos.
Reequilibrio
territorial, descenso demográfico, decrecimiento, urgente cambio de modelo
productivo hacia otro reproductivo de la vida, de las relaciones y de los
cuidados. La transición energética que se necesita a medio plazo no será
posible sin estos elementos en el centro del debate. Las compañeras de la
Women’s March estadounidense lo saben, aunque las mujeres estén representadas
en la resolución de Ocasio-Cortez de manera figurativa, como los pueblos
originarios y las migrantes. Son sus discursos los que deben formar parte de
estas proposiciones políticas. Nosotras y nosotros como sur europeo que mira
hacia el Sur Global podemos dialogar con los procesos emergentes del otro lado
del Atlántico Norte, pero sin perder nuestra construcción particular de las
problemáticas que tenemos presentes y por delante.
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Lucía Vilariño Alvaredo es ex asesora política, periodista
e historiadora. Especialista en Historia Agraria y Medioambiental del siglo XIX
y XX peninsular. Activista ecologista y feminista.