Por Ángel Arias
La
ofensiva imperialista apunta especialmente a quebrar o disuadir a las FF.AA. de
sacrificar a Maduro y ser pieza clave de una transición. Éstas son el principal
sostén de Maduro y ostentan cada vez más control en el régimen.
Las Fuerzas Armadas son hoy
el fiel de la balanza en la profunda crisis nacional, tanto el gobierno como el
imperialismo estadounidense y la derecha le otorgan ese rol de “árbitros” de la
situación (o de una “transición”). Han alcanzado un posicionamiento que les
permite tener un juego propio en la diatriba, con autonomía como estamento
militar.
El fracaso del nuevo intento
de la derecha, este 30 de abril, de desencadenar un golpe de Estado, pasa a ser
un episodio más en que es el estamento militar quien cobra fuerza como sostén
fundamental del régimen, pues la movilización popular para defender al gobierno
fue casi inexistente, siendo lo clave el aparato militar.
Por otra parte, John Bolton,
asesor de Seguridad Nacional de Trump, declaraba al final del día que Vladimir
Padrino López, ministro de la Defensa, Iván Hernández Dala, comandante de la
Guardia de Honor Presidencial, y Maikel Moreno, presidente del Tribunal
Supremo, había estado en negociaciones con sectores de la oposición los meses
previos, por lo cual, el funcionario imperialista los emplazaba en estos
términos: “Conocen bien el papel que jugaron en la planificación de hoy por la
democracia venezolana. Deben hacer lo correcto para el pueblo venezolano.
Nosotros, y el mundo, los haremos responsable por los venezolanos que hoy están
heridos”. El Vicepresidente Jorge Arreaza desmintió estos dichos.
Más allá de las declaraciones
del gobierno estadounidense, que pueden o no ser parte de la “guerra
psicológica”, lo que no deja de ser una realidad es el papel preponderante que
cada vez más cobran los jefes de la Fuerzas Armadas.
El avance de la
corporación militar en controlar espacios de poder
Una vez fuera de escena
Chávez, quien evidentemente ejercía un fuerte liderazgo natural en las Fuerzas
Armadas, Maduro en la Presidencia fue compensando la falta de liderazgo propio
ante el estamento militar otorgándole más espacios de poder a los mismos. Con
Chávez las FF.AA. también tenían un papel central en el régimen, pero era
Chávez quien ejercía el poder real y el control, estaba por encima de éstas,
como el “hombre fuerte” de la nación, en cambio Maduro fue avanzado hacia una
especie de “pacto” con las FF.AA., mediante el cual estas han llegado a
prácticamente ejercer un co-gobierno con el mismo.
Maduro fue desde permitirles
la creación de empresas propias (en áreas tan importantes como petróleo,
minería, construcción, etc.) con funcionamiento autónomo, que responden
directamente al Ministerio de la Defensa y no a la Presidencia de la República,
hasta otorgarles el control de la distribución de alimentos, ministerios claves
y la propia PDVSA. A finales de2017 señalábamos cómo nuevas designaciones de Maduro ponían a los
militares a “controlar 9 de los 14 ministerios relacionados con las áreas de
economía e infraestructuras, teniendo en sus manos los sectores que generan
renta”. Lo que se sumaba a la presencia de militares “retirados” al frente de
gobernaciones y una gran cantidad de empresas públicas e institutos del Estado.
Esto corría paralelo al
tránsito de un régimen que, vaciándose velozmente de apoyo popular, en medio de
una severa crisis económica que se descargaba sobre las masas, tendía a
apoyarse cada vez menos en la movilización controlada de las masas (como
Chávez) y más en la coacción y la represión. Las FF.AA. también fueron pilar
del régimen de Chávez, lo que sin embargo se combinaba con el gran apoyo
popular, las amplias victorias electorales periódicas y el control sobre el
movimiento de masas. Con Maduro y el desarrollo de la crisis económica, que su
gobierno se encargó de hacérsela pagar al pueblo, fue pasando a primer plano la
cara represiva del Estado y no ya la del Estado “redistribuidor de la renta”:
la distribución de una bolsa mensual de comida y un bono (que no llega a toda
la población), son ayudas miserables con relación a las necesidades de la
población y al alcance de la asistencia social desplegada por Chávez en medio
de la bonanza petrolera, así mismo, el subsidio que aún se mantiene en la
mayoría de los servicios públicos tiene como contraparte la pulverización del
salario y la hiperinflación. Con la mutación del régimen político las FF.AA.
pasaron también a ocupar un papel más preponderante.
Con el desarrollo de la
crisis política de 2017 el estamento militar aparecía como el sujeto llamado a
sostener el régimen o a encabezar una “transición” que depusiera a Maduro, como
era el llamado de la oposición de derecha. La oposición llegó a convocar una marcha a los cuarteles para presionar por esa salida y una de las
preguntas del referéndum que promovió llamaba a los militares a deponer a
Maduro. Este a su vez organizaba actos en los que los militares le juraban lealtad. Finalmente, las FF.AA. fueron clave en la
consolidación del giro bonapartista del gobierno, al ser el sostén de la
imposición de la fraudulenta “Asamblea Constituyente” como poder
“plenipotenciario” y supraconstitucional con la que el gobierno cerró a su
favor esa crisis.
La agresión
imperialista, el golpismo y el fortalecimiento de las FF.AA. como factor de
poder
Al iniciar este año la
oposición de derecha y el imperialismo venían anunciando que desconocerían el
nuevo mandato de Maduro, cuando éste se juramentó el 10 de enero, no menos de
una hora después llevó a cabo un acto con las FF.AA. en el que le reafirmaban su lealtad, mientras la derecha
las llamaba a desconocerlo como Presidente en este nuevo mandato.
Desde que el 23 de enero
inicia la ofensiva imperialista con la autoproclamación de Guaidó como
“presidente encargado” del país, la conformación de un gobierno paralelo y el
llamado a las Fuerzas Armadas a desconocer a Maduro, el punto clave de la
disputa ha girado alrededor del control del aparato militar.
La batería gruesa del
gobierno de Trump se concentró sobre el sector militar, llevando adelante
cualquier cantidad de maniobras que combinaban ofrecimientos y amenazas,
estimulando la deserción de algunas figuras claves del aparato represivo (como
el mayor Hugo Carvajal). Durante estos meses, en una intensa campaña el
imperialismo amenazaba con una “acción militar” si las FF.AA. venezolanas no
deponían a Maduro, al tiempo que les ofrecía a una “amnistía” a los jefes de la
mismas si “cooperaban”. El chantaje imperialista se resumía en: sacan a Maduro
y se acogen a una amnistía, o se enfrentarán a una agresión militar y enjuiciamientos
por “lesa humanidad”.
El punto más alto hasta ahora
de esta presión sobre los militares fue el 23F, con el operativo en el cual,
mediante la pérfida utilización de las necesidades del pueblo venezolano,
amenazaban violentar la soberanía territorial con la entrada por la fuerza de
“ayuda humanitaria”. El objetivo era lograr el quiebre de la cadena de mando de
las Fuerzas Armadas para que permitiera el ingreso de la “ayuda”, o generar una
situación que justificara alguna intervención militar extranjera. Sin embargo,
salvo la deserción de algunas decenas de soldados u oficiales de bajo rango, el
aparato militar no se resquebrajó.
Pero el resultado del fracaso
del 23F no solo era la permanencia de Maduro en el gobierno, sino el propio
fortalecimiento de las FF.AA. como factor clave en el sostenimiento de este en
la Presidencia. Si en el transcurso de los últimos años de crisis ha sido clave
su papel en este sentido, más aún a partir de las circunstancias de estos meses
los militares saben que es gracias a ellos que Maduro sigue en Miraflores, y
Maduro también lo sabe. Falto del apoyo popular que ostentaba Chávez, Maduro
depende cada vez más de la “lealtad” del estamento militar.
En un comunicado de senadores
chilenos posterior al fracaso del 23F, en el que le pedían cuentas a Piñera por
su papel en ese operativo, éstos señalaban como una de las razones del fracaso,
que el intento de quebrar a las FF.AA. desde el exterior, con la amenaza de
intervención, tenía el problema de que, aún si estuviesen dispuestos a
negociar, los jefes militares venezolanos estaban conscientes que si cedían a
ese chantaje era debilitar su propia posición como factor de poder. No es
desmesurada esa caracterización: lo que los EE.UU. hacían hacia los jefes
militares era darle un ultimátum, pedían una rendición, si estos cedían en esos
términos era devaluarse a sí mismos como factor clave de una eventual
negociación o “transición”.
La “lealtad” de las
FF.AA. está asociada a la posibilidad de mantener su estatus como casta
privilegiada
Las FF.AA. saben que la
situación social y política es catastrófica, que la permanencia de Maduro es
hoy por hoy el mayor factor de la profunda inestabilidad política, de la
posibilidad de que se presenten nuevas deserciones, escaramuzas o intentos de
golpe (como el 21 de enero o este 30 de abril), que van deteriorando la propia
unidad del aparato militar y lo pueden conducir a mayores enfrentamientos
internos. Sin embargo, su lealtad a Maduro o su paso hacia una transición como
la que exigen el imperialismo y la oposición, están determinadas por la
posibilidad de mantener sus privilegios, sus cuotas de poder.
Si las FF.AA. cedieran a las
amenazas del imperialismo sería ir a sus pies, “entregarse” y resignar su rol
como factor central de cualquier eventual transición. No solo quedarían sus
mandos expuestos a que los EE.UU. cumplan o no su promesa de “amnistía”, a que
los juzguen o extraditen por “violación de derechos humanos”, “narcotráfico” o
cualquier otro argumento hipócrita, sino que con la imposición del plan de
recolonización imperialista en clave neo-liberal, la casta militar perdería
grandes espacios de poder económico a expensas del gran capital transnacional.
Más que en razones de
“patriotismo”, “anti-imperialismo” ni mucho menos “revolucionarias”, es allí
donde debe ubicarse la resistencia que hasta ahora la cúpula militar ha
sostenido ante los ataques imperialistas, pero también allí reside la
posibilidad de que puedan eventualmente tender puentes de negociación con este.
Ha sido sintomático que el
día de ayer, salvo un tweet, Maduro no apareciera durante todo el día, sino que
quien se dirigió al país fue Padrino López (ministro de la Defensa), el cual lo
hizo rodeado de los altos mandos militares sin mencionar en ningún momento a
Maduro, sino que habló genéricamente de “defensa de la Constitución, de las
instituciones, de la patria, de sus autoridades legítimas”, de “lealtad al
pueblo”, viniendo de años de jurarle constantemente lealtad al Maduro de manera
explícita, y estando en medio de un intento de golpe contra el mismo. Así
también, durante un buen tramo le habló a la oposición en nombre de las FF.AA.,
no en nombre del gobierno, sino que les dirigió un mensaje en primera persona
como institución militar, en los siguientes términos: “[están] usando a los
militares… tratando de dividir, de crear cizaña, de dividir la Fuerza Armada…
si quieren ganarse el respeto de la Fuerza Armada dejen la guachafita, el
relajo, ¿o es que uds. creen que están jugando con niños? No nos subestimen ni
sigan haciendo propuestas engañosas a las Fuerzas Armadas, a nosotros no nos
mueve otra cosa sino el amor a la Patria, a Bolívar, el amor a las leyes”.
Cuando ya en la noche Maduro
por fin apareció públicamente para dirigirse al país, sin saberse aún por qué
no apareció durante todo el día, lo hizo rodeado mayormente de jefes militares.
Ninguna confianza en
las FF.AA. El pueblo trabajador debe tomar en sus manos la lucha contra el
imperialismo y la miseria a que somos sometidos
En todos estos años de
catástrofe económica y profunda crisis política, la ausencia de irrupción del
movimiento obrero y popular con sus propias demandas y métodos está en la base
de que la situación haya discurrido por cauces reaccionarios, de lo que esta
preponderancia de los militares es una expresión. Maduro hace frente a la
agresión imperialista y al golpismo con métodos burocráticos-militares que
redundan en mayor poder para las Fuerzas Armadas, las mismas FF.AA. corruptas y
represoras, que solo resguardan su propia posición privilegiada, mientras el
pueblo padece la catástrofe.
La suerte del pueblo no puede
quedar en manos de esta casta privilegiada y reaccionaria. Por eso el día de
ayer al tiempo que repudiamos claramente este nuevo intento de golpe, decimos
que “no depositamos ninguna confianza en estas FF.AA.” y que “la lucha contra
el golpismo y el imperialismo debe ser con total independencia política, con
una política propia de los trabajadores en la perspectiva de fortalecernos también
en la lucha contra la miseria a que somos sometidos y el autoritarismo del
gobierno”.
Debemos movilizarnos de
manera independiente por un programa de emergencia obrero y popular contra los
intereses del capital imperialista y de la parasitaria burguesía nacional
(tanto la opositora como la chavista), solo así podemos frenar realmente las
apetencias de los EE.UU., la rapiña del capital internacional y luchar por dar
respuesta real a nuestros problemas. Una derrota del golpismo proimperialista
con nuestros propios métodos de lucha y levantando un programa de estas
características, nos pondría en mejores condiciones para enfrentar también al
propio de Maduro o cualquier intento de “transición” reaccionaria con estas
FF.AA. como “árbitro”.