Por Jesús A. Rondón
En este
momento el clima político en Venezuela no es tormentoso, experimentamos una
reciente calma, que en los últimos tiempos siempre es tensa, puesto que están
latentes preguntas como ¿Cuál es el próximo paso de los actores políticos? Y en
particular ¿Qué hará la oposición al chavismo? Las respuestas a estas preguntas
se trabajan en tablero complejo que va desde Washington hasta Caracas, pasando
por Moscú y Pekín; con velo de confidencialidad y aportar al respecto nos puede
situar en el terreno de la especulación. Podemos entonces, trabajar sobre otra
interrogante ¿Cuáles son las direcciones posibles en las que se pueden enmarcar
los pasos de los actores políticos en disputa?
Luego
de un 2018 donde el chavismo mantuvo la iniciativa en el campo político, comenzó
este 2019 con su oposición marcando la pauta, lo que se ha traducido en
coyunturas álgidas y hasta límites. Un breve recorrido por acontecimientos
recientes dan cuenta de lo afirmado, veamos: el 10 de enero, tras la
juramentación Nicolás Maduro para su segundo mandato; el Diputado Guaidó se
autoproclama como “presidente
interino”; el 23 de enero de plantean movilizarse para exigir
la salida de Maduro; un mes después se anuncia la entrada forzosa de la ayuda
humanitaria en la frontera con Colombia, el 30 de abril se promueve un
pronunciamiento de la Fuerzas Armada Nacional Bolivariana o la simulación de
“golpe” y recientemente anuncian conversaciones con el Comando Sur de los
Estados Unido de América.
Un
balance de las acciones opositoras nos permite constatar que los objetivos
propuestos en esta etapa no se han conseguido, a pesar de declarar
recurrentemente la inminencia de su logro. A la fecha ni hay “cese de la
usurpación”, ni ·”gobierno de transición”, ni “elecciones
libres”. Lo anterior no niega sus avances, en particular las
relacionadas con el aumento de las solicitudes al gobierno de los Estados
Unidos de América para profundizar la implementación de medidas unilaterales
contra el país, promover el cerco diplomático (estancado a la fecha) y que se
considere con más intensidad el uso de la fuerza nacional o extranjera para desmoronar
y desplazar el gobierno de Nicolás Maduro, además de posicionar un discurso en
la empresas de comunicación global, donde se refleja a nuestro país como Estado
fallido, que requiere la competencia de las grandes potencias para el arreglo
del asunto Venezuela.
Las
medidas unilaterales por parte del gobierno de los EUA han afectado las
capacidades del ejecutivo nacional para operar, ya que compromete su política
económica y la institucionalidad que provee los servicios públicos, lo que en
términos reales supone una paulatina disminución de la condiciones de vida de
clase trabajadora. Agrava la situación de la población venezolana la impunidad
que disfrutan las redes organizadas para la corrupción en la administración de
lo público y selección prioritaria de la población de mecanismos individuales
de gestión de soluciones.
En
términos analíticos seguimos en presencia de una prolongada suma cero, donde
los actores políticos asumen que solo es posible su avance, si este implica una
pérdida absoluta del otro. El chavismo continúa sin contrincante en arena
política y quienes lo adversan determinan el hecho económico. Aumenta el
desencanto en parte de la población en relación factibilidad medidas efectivas
por parte de la sociedad política que se orienten a la recuperación del
bienestar y la capacidad de consumo en el mercado.
El
chavismo mantiene la ventaja de su parte en este escenario, debido a que son
gobierno, cuentan con recursos, aprenden cada vez más a operar en un escenario
de crisis, recibe apoyo de países claves como Rusia y China, además tienen
representación y reconocimiento en la mayoría de los foros mundiales, con los
cuales acuerda incluso la llegada de ayuda humanitaria. Lo que no favorece a lo
interno son las tensiones entre los diversos grupos de interés al interior del
chavismo para lograr imponer su propuestas en la construcción de una
orientación común. En la actualidad el chavismo busca erosionar el mermado
liderazgo opositor, procesando a los diputados de la Asamblea Nacional que
participaron en los eventos del 30 de abril, mediante la actuación de la Asamblea
Nacional Constituyente.
La
oposición al chavismo con sus acciones dilapida su capital político y su
liderazgo pierde credibilidad, lo que traduce en una merma de la capacidad de
convocatoria para mantener la calle caliente, al generar expectativas de
soluciones expresas que no se cumplen. Orgánicamente han delegado la
formulación de su política en el gobierno de los EUA, por lo cual han
sacrificado una cualidad fundamental en la política: la beligerancia.
Hoy
sigue vigente y promoviéndose dos escenarios en Venezuela: la negociación o el
uso de la fuerza. Estimo que en el gobierno de los EUA se privilegia el
primero, aunque la retórica se fundamente en el segundo, pero para que funcione
su estrategia se debe seguir afectando los apoyos globales y de la población al
chavismo y de esta manera precarizar aún más su posición para lograr la ventaja
conveniente en el momento de la formulación de los acuerdos.
Si
de negociar se trata, al chavismo le convendría más hacerlo ahora, en
consecuencia reciben con buena gana la iniciativas como las del Grupo de
Contacto de la Unión Europea, mas Uruguay y México y exhiben su disposición.
Una eventual negociación abordaría fundamentalmente lo relacionado a la
distribución del poder político y los acuerdos para funcionar, en el plano
económico se abordaría las garantías para la transferencia de parte de la renta
petrolera para la que la clase empresarial emprenda la recuperación del aparato
productivo, así como lo más importante: la ampliación del abanico de inversionistas
extranjeros en la explotación de las materias primas. Una mirada crítica de
este escenario supondría afirmar que este giro comprometería postulados
fundamentales de la revolución bolivariana, en particular con lo relacionado a
la democracia participativa y protagónica y el control sobre la actividad
extractiva de materias primas.
El
uso de la fuerza por parte del gobierno de los EUA en este momento supondría
estar dispuestos a reproducir situaciones que hasta ahora se han dado en otros
hemisferios, en la cual se impone un gobierno en el caos para lograr objetivos
inmediatos, como lo es el control de la materias primas, pero política y
socialmente el conflicto se profundiza, que en este caso implica un mayor
impacto en la región. Implica asumir un cambio en relaciones con otras
potencias que tienen intereses económicos y geopolíticos en Venezuela.
No
está de más recordar lo que se dice en el mundo diplomático, “no siempre
lo que parece es”, hay mucho más tras bastidores en relación al
asunto Venezuela. Siendo lo diplomático un ámbito de lo político, debemos
seguir los acontecimientos con disciplina para seguir comprendiendo y
descifrando a los actores, su correlación, acciones e intenciones, porque todo
nos indica que se juega a mediano plazo.