El
tema migratorio es y será uno de los grandes temas de la agenda bilateral entre
EE. UU. y México que puede derivar en importantes tensiones entre ambos países
Por Aníbal García
Fernández
La
cuestión migratoria es uno de los tantos temas que Estados Unidos (EE. UU.)
comparte con México[1] y
Centroamérica, principalmente. Pero en tiempos electorales en EE. UU., el tema
va más allá de la política exterior y se vuelve un asunto de campaña. La migración
y lo que ocurre en la frontera sur de México se define como un tema de
seguridad nacional para EE. UU. Recientemente, el Gobierno de Andrés Manuel
López Obrador (AMLO) mencionó que buscará la reorientación de los recursos de
la Iniciativa Mérida “porque eso no ha funcionado. No queremos que haya
cooperación para el uso de la fuerza, queremos que haya cooperación para el
desarrollo”.[2]
La Frontera del siglo XXI en disputa
Como
hemos mencionado en artículos anteriores,[3] la
Frontera del siglo XXI planteada por el Departamento del Suelo Patrio (Departament
of Homeland Security) incluye territorio mexicano, lo que implica
ampliar la frontera política-económica y militar. En consecuencia, en los
últimos sexenios México implementó una serie de políticas en materia de
seguridad, migración y política económica vinculadas a los intereses
estadounidenses. La agenda sobre la cuestión migratoria de los últimos años
colocó a México como un primer filtro que impide a migrantes llegar a
territorio estadounidense. Ejemplo concreto de ello es la reforma migratoria
impulsada por Enrique Peña Nieto, por la que México asume una “responsabilidad
compartida”. Así, el Programa Frontera Sur (Southern Border Plan) fue
creado en 2015 como parte del programa La Frontera del Siglo XXI, con recursos
provenientes de la Iniciativa Mérida, e incluye medidas como: instalación de
brigadas de seguridad privada, drones, sistemas de geolocalización y cámaras de
vigilancia en los trenes. El impacto del programa se pude percibir en un
impresionante aumento del 85% en el total de detenciones de migrantes durante
los primeros dos años de vigencia.[4]
Sin
embargo, la llegada del Gobierno de AMLO está cambiando la forma de entender la
migración, a pesar de más de una década de política antimigrante militarizada y
sin protección de los derechos humanos. Las últimas caravanas migrantes han
supuesto un enorme reto para el Gobierno mexicano y expresan una serie de
condiciones estructurales en el Triángulo Norte de Centroamérica[5] que,
entre otras cosas, derivan en la migración y ponen a EE. UU. ante un contexto
migratorio distinto. Si hace años comenzaron a viajar más niños con sus padres,
hoy ya es más común ver a familias enteras migrar.
El
Gobierno de AMLO ha expresado su intención de frenar el flujo migratorio con
políticas de desarrollo social y con un programa hacia Centroamérica en el cual
EE. UU. también participará. Hasta el 11 de febrero de 2019, México otorgó
13.270 permisos humanitarios para migrantes bajo la modalidad de Tarjeta de
Visitante por Razones Humanitarias (TVRH).[6] En
abril, el programa se volvió a activar y se dieron 2.500 visas, con prioridad
para niños, niñas y personas mayores de 65 años.[7]
El
Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024 destaca, en la sección de migración, que
el Poder Ejecutivo Federal “atacará las causas profundas de la migración
mediante la creación de empleos dignos, el desarrollo regional, la edificación
de un Estado de bienestar y el impulso a los procesos de construcción de paz”.
El propósito principal es que ningún mexicano se vea obligado a abandonar su
lugar de residencia por razones económicas, falta de perspectivas de
realización personal o inseguridad.[8] En
cuanto a las políticas de desarrollo regional se están proponiendo
megaproyectos como el Tren Maya en el sur-sureste y el Corredor Transístmico en
el Istmo de Tehuantepec, dos proyectos que, si bien pretenden desarrollar una
de las regiones más olvidadas por el Estado, provocan también reticencia de las
comunidades, indígenas o no indígenas, que se verán afectadas. Se suma la
creación de la Zona Libre de la Frontera Norte, que pretende generar empleos y
condiciones de vida digna.
Trump, migración y elecciones 2020
Como
vimos en 2016, el uso político de la migración funcionó como aglutinante al
interior de EE. UU. y Donald Trump logró capitalizar en votos un contexto
social antimigrante y nacionalista. En ese sentido, prometió endurecer las
políticas migratorias y construir un muro fronterizo con México. En 2018,
durante las midterms (elecciones
intermedias), volvió a recurrir a ese mismo discurso refiriéndose a que las
caravanas suponían un problema de seguridad nacional,[9] y
que por la frontera sur estaban entrando drogas y delincuentes provenientes de
diferentes países.[10]
En
este contexto de exaltación de la defensa a la seguridad nacional, desde
octubre de 2018 se han desplegado más de 5.000 efectivos militares
estadounidenses a lo largo de la franja fronteriza para ejecutar tareas de
asistencia y apoyo a la Border Patrol. Hay que
aclarar que, a menos que se emita una exención especial, los soldados no pueden
hacer cumplir las leyes migratorias ya que eso contraviene la Ley Posse
Comitatus de 1878. La última ocasión en que soldados en servicio activo fueron
desplegados en la frontera con México fue en la década de 1980 para ayudar a
combatir el narcotráfico. Desde entonces, los consecutivos gobiernos han
confiado la tarea a la Guardia Nacional.
A
fines de 2018 y lo que va de 2019 el tema migratorio y la probable construcción
del muro fronterizo volvieron a la agenda. Comenzó con las declaraciones de
Trump en contra del Gobierno mexicano que “no estaba haciendo nada para
contener la migración”, retractándose días después. Siguió con la amenaza de
cortar la asistencia a Centroamérica en un contexto electoral en El Salvador y
Guatemala,[11] pero
también perfilando la campaña electoral del 2020 en EE. UU. El siguiente punto
álgido en lo que va del 2019 fue la amenaza de cerrar la frontera con México de
no detener la migración y entrada de drogas a EE. UU. Ante esta amenaza, varios think
tanks, como Cato Institute,[12] Wilson
Center,[13]Brookings
Institution[14] y
el Inter American Dialogue[15],
mencionaron que era un error cerrar la frontera pues implicaría pérdidas
económicas enormes para el sector automotriz[16] y
también para el sector agropecuario, sobre todo la producción de los Estados de
Iowa, Nebraska, Minessota, Illinois e Indiana.[17] A
inicios de abril, Trump dio un año al Gobierno de México para detener la ola
migratoria y desistió de cerrar la frontera. Es necesario destacar que este
tipo de medidas han sido moneda de cambio para la imposición de ciertas
directrices comerciales en beneficio de EE. UU. En este caso, de no frenar la
migración, Trump mencionó que podría poner aranceles a las importaciones de
automóviles provenientes de México.[18]
Fue
en este contexto que Kirstjen Nielsen dejó el cargo en el Homeland
Security. En medios trascendió que la presionaron para dejar el
cargo y había diferencias al interior del Departamento en cuanto a las medidas
en torno a la migración.[19] Tan
solo en marzo, 92.607 migrantes fueron detenidos al cruzar la frontera hacia
EE. UU., siendo la cifra más alta desde 2007. Kevin McAleenan, quien era
comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), asumió el
cargo provisionalmente en el Homeland Security.
En
marzo, Trump emitió una declaratoria de emergencia nacional con la finalidad de
buscar recursos para comenzar la construcción del muro fronterizo sin
obtenerlo. En este contexto de emergencia nacional, el Departamento de Defensa avanzó
en su plan de transferir mil millones de dólares de sus cuentas para ayudar a
construir el muro fronterizo. El dinero fue transferido al Cuerpo de Ingenieros
del Ejército. Estos recursos provienen de los fondos antidrogas y serán
destinados para construir 57 millas de cercas peatonales de 18 pies de altura.[20] Por
su parte, la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la la Cámara de
Representantes, anunció a inicios de abril que su bancada está presentando una
demanda legal contra Trump con la finalidad de evitar que se transfieran fondos
de otros rubros.[21]
El
tema migratorio es y será uno de los grandes temas de la agenda bilateral entre
EE. UU. y México que puede derivar en momentos de tensión entre ambos países.
México, con el Gobierno de AMLO, intenta modificar una política antimigrante
militarizada por programas de desarrollo social, trabajos y el otorgamiento de
visas para que los migrantes puedan viajar seguros. Ahora bien, pese a la
voluntad política, hay que considerar los vínculos estructurales de México con
la política de seguridad hemisférica estadounidense, muy ligada a la política
antinarcóticos.
El
uso político de las medidas antimigrantes por parte de Trump han tenido un tono
amenazante para México y un uso electoral, pero también expresa un nuevo
contexto en las migraciones centroamericanas hacia EE. UU., pues viajan
familias completas y en caravanas. Están pidiendo asilo en un país con leyes
cada vez más duras, que los dejan en un limbo migratorio en la frontera de EE.
UU. y México.
[2] https://lopezobrador.org.mx/2019/05/07/gobierno-prepara-presentacion-de-plan-integral-para-contener-migracion-busca-reorientar-recursos-de-iniciativa-merida/
[7] https://www.eleconomista.com.mx/politica/Mexico-retomara-la-entrega-de-visas-humanitarias-para-centroamericanos-este-1-de-abril-20190331-0041.html
[8] https://lopezobrador.org.mx/wp-content/uploads/2019/05/PLAN-NACIONAL-DE-DESARROLLO-2019-2024.pdf
[10]https://www.voanoticias.com/a/expertos-explican-consecuencias-eventual-cierre-frontera-eeuu-mexico-/4866314.html
[14]https://www.brookings.edu/blog/future-development/2019/04/03/central-americans-need-less-violence-more-development-and-a-safe-place-to-stay/
[17]https://www.foxnews.com/opinion/doug-schoen-closing-the-border-would-be-a-profound-mistake-for-president-trump-and-for-america
[18] https://www.jornada.com.mx/ultimas/2019/04/05/trump-da-un-ano-a-mexico-para-frenar-la-ola-migratoria-1719.html
[19] https://www.forbes.com.mx/kirstjen-nielsen-renuncia-como-secretaria-de-seguridad-nacional-de-eu/