Por Will Morrow
El jueves por la tarde, el
Gobierno argelino controlado por el general Ahmed Gaid Salah arrestó a la
secretaria general del Partido de los Trabajadores (PT), Louisa Hanoune, y la
encarceló tras una audiencia en un tribunal militar. Según informes, está
acusada de "atacar la autoridad del ejército" y de una
"conspiración contra la autoridad del Estado".
El Partido Socialista por la
Igualdad condena el arresto y la detención de Hanoune, actos infundados y para
los cuales el ejército no presentó prueba alguna. El objetivo del ejército es
sembrar temor entre los trabajadores y jóvenes que representan una oposición
mucho más amplia, mediante el envío de una señal de que el ejército puede
tratar despiadadamente a cualquiera, incluso a figuras con vínculos cercanos al
régimen, como Hanoune. Es una advertencia que Salah está preparando una
ofensiva contra los manifestantes que han visto a millones de trabajadores y
jóvenes salir a las calles cada semana para exigir la caída del régimen.
Hanoune fue detenida cuando
había sido convocada para comparecer ante un tribunal militar para testificar
en el juicio de Said Bouteflika, el hermano del expresidente Abdelaziz
Bouteflika, quien ocupo el cargo por mucho tiempo. Abdelaziz Bouteflika fue
destituido en marzo por órdenes de Salah, en un esfuerzo fracasado para poner
fin a las protestas que comenzaron el 22 de febrero, impulsados por la ira
generada por la desigualdad social y por el desempleo.
El juicio de Said se produjo
tras una serie de arrestos de figuras destacadas en el régimen de Bouteflika y
de los servicios de inteligencia durante las últimas dos semanas. El lunes, el
general Mohamed Mediène, conocido como Toufik, quien dirigió el Departamento de
Inteligencia y Seguridad durante 25 años; y su exadjunto y sucesor, el general
Athmane Tartag, conocido como "Bashir", fueron enjuiciados junto con
Said.
Una semana antes, cinco
multimillonarios cercanos al círculo interno de Bouteflika fueron arrestados
por cargos de corrupción, junto con Isaad Rebrab, el individuo más rico del
país (y la novena persona más rica de África, según Bloomberg) y fundador y
presidente de Cevital, la compañía privada más grande de Argelia. Estas
detenciones fueron un ajuste de cuentas entre facciones rivales y reaccionarias
del régimen, así como una proyección falsa de reforma democrática.
Hanoune fue arrestada después
de hacer críticas limitadas a Salah y al ejército, advirtiendo que este último
podría lanzar un golpe sangriento como el que fue lanzado en 2013 por el
general egipcio, Abdelfatah al-Sisi contra las luchas revolucionarias de la
clase obrera egipcia.
El sábado pasado, después de
que Salah exigiera que la población apoyara la "transición"
fraudulenta dirigida por los militares bajo su control, Hanoune advirtió sobre
una "situación egipcia". Señaló que "una vez en el poder,
al-Sisi ordenó el encarcelamiento de incluso los ingenuos activistas y partidos
políticos que lo apoyaron, creyendo que el ejército abriría una verdadera
democracia...".
La oposición del SEP a la
detención de Hanoune no modifica de ningún modo nuestra oposición política a
Hanoune y el Partido de los Trabajadores. El PT ha apoyado durante mucho tiempo
al Frente de Liberación Nacional (FLN), y Hanoune defendió a Abdelaziz Bouteflika
cuando comenzaron las protestas en febrero, alegando absurdamente que no
estaban dirigidas contra Bouteflika. Este largo historial de colaboración
política con el régimen ha desacreditado profundamente al PT entre los
trabajadores y los jóvenes en Argelia.
La perspectiva de Hanoune de
exigir una asamblea constituyente que reescriba la Constitución argelina
promueve la ilusión fatal de que el régimen es capaz de conducir una
autorreforma democrática. Esta perspectiva solo sirve para evitar que la expansión
de las protestas se desarrolle en la dirección de una lucha genuinamente
socialista de la clase obrera por el poder del Estado.
Los informes de los medios de
comunicación durante las últimas tres semanas han notado un marcado aumento en
las consignas dirigidas contra los militares y Salah, que incluyen "No a
la solución egipcia", "¡Salah, fuera!" y "Argelia es
incapaz de aceptar un Sisi".
Las protestas masivas contra
el régimen se han intensificado desde la deposición de Bouteflika. Miles de
personas marcharon ayer en Argel, Orán, Sétif, Constantina y otras ciudades
importantes de todo el país para la duodécima protesta sucesiva del viernes, y
la primera desde el comienzo del mes de Ramadán. Los manifestantes rechazan el
llamado a nuevas elecciones presidenciales el 4 de julio, que están siendo
supervisadas por aliados cercanos de Bouteflika, el presidente provisional
Abdelkader Bensalah y el primer ministro Noureddine Bedoui.
"No nos rendiremos. La
batalla continuará ", dijo a Reuters un maestro de escuela de 37 años, que
marchaba con su esposa y sus dos hijos.
Hasta ahora, los militares se
han abstenido de llevar a cabo una represión sangrienta contra los
manifestantes, temiendo que esto solo intensifique el movimiento contra el
Gobierno. Pero tales acciones, sin duda, están siendo discutidas y preparadas
por el cuerpo de oficiales.
El
miércoles, el órgano oficial de los militares, El-Djeich, publicó una declaración de
advertencia contra lo que calificó de "plan maquiavélico" y una
"conspiración vil" contra el Gobierno.
Los planes "inventados
por un puñado de conspiradores fallaran inevitablemente, incluyendo el que
busca romper la cohesión entre el pueblo y su ejército", según la
declaración. Denuncia, además, a los grupos pequeños que supuestamente "buscan
tomar el control del movimiento popular y dirigirlo hacia sus propios intereses
inmediatos, proclamándose a sí mismos como portavoces de la población",
para "sembrar confusión".
El lunes, la emisora pública
censuró un programa que iba a emitir en el Canal Algérie esa tarde, que habría
criticado la "transición" respaldada por los militares.
La creciente represión no ha
suscitado críticas de Francia, ni otras potencias imperialistas importantes en
Europa o los Estados Unidos, todas las cuales expresaron su apoyo al régimen.
El Gobierno de Macron en Francia está aterrorizado de que un movimiento
revolucionario de la clase obrera argelina pueda extenderse hasta la propia
Francia, que alberga a una diáspora argelina de millones, en medio de las
crecientes luchas de los trabajadores franceses contra la austeridad y la
desigualdad.
La creciente oposición a los
militares en la clase obrera y las denuncias de una "solución
egipcia", muestran que la experiencia del golpe militar egipcio después de
la revolución de 2011 que derrocó a Hosni Mubarak ha entrado en la conciencia
popular internacionalmente. La tarea, sin embargo, es sacar las conclusiones
políticas necesarias de esta experiencia.
A pesar de realizar una lucha
heroica para derrocar a Mubarak, se impidió que la clase obrera tomara el poder
político en sus propias manos y fue subordinada políticamente a diferentes
partidos burgueses. Esto se debió sobre todo al papel del Partido Socialistas
Revolucionarios, cuyos giros políticos a lo largo de la revolución estuvieron
condicionados por su determinación a canalizar a los trabajadores detrás de una
u otra sección de la burguesía: primero, el Gobierno de transición dirigido por
los militares, y luego la Hermandad musulmana, y luego, en 2013, los aliados
burgueses del ejército como Sisi prepararon su golpe.
La experiencia en Egipto
confirmó negativamente la Teoría de la Revolución Permanente de León Trotsky,
que explica que en los países con un desarrollo capitalista tardío la
burguesía, atada al imperialismo, no puede establecer un régimen democrático.
La tarea de luchar por los derechos democráticos reside en la clase
trabajadora, movilizando tras ella a los oprimidos rurales en una lucha por el
socialismo.
La tarea central en Argelia
sigue siendo la construcción de un partido de vanguardia trotskista que luché
por esta perspectiva.