Por
Bill Van Auken
El grupo
de ataque del portaaviones USS Abraham Lincoln cruzó el canal de Suez el jueves
para entrar en el mar Rojo y el corazón de Oriente Próximo, mientras que un
grupo de bombarderos estadounidense con cuatro B-52, los cuales cuentan con
capacidad nuclear, aterrizó el mismo día en una base aérea de Estados Unidos en
Qatar. Ambos despliegues militares han puesto la región al borde de otra guerra
catastrófica y de gran escala.
Los despliegues se producen en medio de
una nueva ronda de amenazas belicosas de Washington. El secretario de Estado,
Mike Pompeo emitió una declaración el jueves en la que advirtió que Estados
Unidos está preparado para lanzar una acción militar "rápida y
decisiva" contra Irán.
Mientras el Pentágono estaba
enviando sus armas más destructivas y poderosas a las costas de Irán, Pompeo
justificó la acumulación militar de los Estados Unidos al afirmar que Irán se
había "involucrado en una serie cada vez mayor de acciones y declaraciones
amenazantes en las últimas semanas". No se molestó en brindar ningún
ejemplo de tales acciones y declaraciones.
"El régimen en Teherán
debe comprender que cualquier ataque suyo o de sus fuerzas representantes, de
cualquier tipo, contra los intereses o ciudadanos de los Estados Unidos se
responderá de una manera rápida y decisiva por pate de los Estados
Unidos", dijo Pompeo. "Nuestra moderación en este punto no debe ser
confundida por Irán por falta de resolución. Hasta la fecha, la opción
predeterminada del régimen ha sido la violencia, y hacemos un llamamiento a
aquellos en Teherán que ven un camino hacia un futuro próspero mediante una
desescalada para modificar el comportamiento del régimen".
La referencia a la
"moderación" de los Estados Unidos en contraposición a una supuesta
"opción predeterminada" iraní de violencia desafía toda credibilidad.
Pompeo habla por un Gobierno que ha estado involucrado en guerras interminables
en la región del golfo Pérsico durante los últimos 25 años, guerras que han
cobrado más de un millón de vidas y han dejado a sociedades enteras en ruinas.
Como siempre, el imperialismo
estadounidense está tratando de presentarse como la víctima de una agresión,
movilizando su poderío militar inigualable solo como un acto de defensa.
Las declaraciones de Pompeo
fueron repetidas por el recientemente nombrado titular del Comando Central de
los Estados Unidos (CENTCOM), el cual es responsable de las operaciones
militares de los Estados Unidos en Oriente Próximo, el general de Marina, Frank
McKenzie, quien pronunció un discurso inflamatorio ante el centro de
pensamiento derechista y prosionista, Fundación para la Defensa de las
Democracias.
"Cualquier ataque a los
intereses de Estados Unidos se enfrentará con una fuerza implacable", dijo
el general a la misma organización que George W. Bush utilizó como foro para
defender su política de guerra contra Irak. Reflejando el apoyo bipartidista a
las agresiones imperialistas de los Estados Unidos en un Oriente Próximo rico
en petróleo, el centro de pensamiento incluye en su consejo asesor a Donna Brazile,
expresidenta del Comité Nacional Demócrata.
La Administración de Trump,
mientras tanto, ha impuesto una nueva ronda de sanciones contra Irán. El
miércoles, la Casa Blanca emitió una orden ejecutiva que impuso sanciones
unilaterales y extraterritoriales contra las industrias de hierro, acero,
aluminio y cobre de Irán, amenazando a cualquiera que comercialice los
materiales, así como a cualquier institución financiera que facilite dicho
comercio con represalias estadounidenses, incluida la exclusión de los mercados
estadounidenses.
Estas nuevas sanciones siguen
la cancelación de Washington el 1 de mayo de las exenciones otorgadas a China,
Corea del Sur, Japón, India y Turquía, países a los que se les permitió seguir
comprando petróleo iraní sin ser sancionados. El objetivo declarado de Estados
Unidos es reducir las exportaciones de petróleo iraní a "cero".
En mayo pasado, la
Administración de Trump anuló unilateralmente el llamado Plan de Acción
Integral Conjunto (JCPOA, todas las siglas en inglés) alcanzado entre Irán y
Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Reino Unido y Francia, y luego reimpuso
e intensificó las sanciones estadounidenses de forma unilateral. Tenían como
objetivo estrangular la economía iraní y crear las condiciones para derrocar su
Gobierno y reemplazarlo con un régimen títere.
Mientras tanto, la
Administración Marítima de EUA (MARAD) emitió un aviso el jueves en el que
advirtió a los barcos comerciales estadounidenses, incluidos los petroleros,
que podrían ser blanco de la escalada militar en el golfo Pérsico. Dado el
embargo agobiante que Washington está intensificando contra las exportaciones
petroleras iraníes, el aviso advirtió:
“Irán o sus representantes
podrían responder apuntando a embarcaciones comerciales, incluidas las petroleras,
o naves militares de los Estados Unidos en el mar Rojo, el estrecho de
Bab-el-Mandeb o el golfo Pérsico. Los informes señalan que Irán está aumentando
sus preparativos para realizar operaciones ofensivas contra las fuerzas e
intereses de Estados Unidos".
Este aviso, como las
advertencias de Pompeo, es una provocación inequívoca, dirigida a crear un
pretexto para una guerra total estadounidense.
Pompeo y el asesor de
seguridad nacional de EUA, John Bolton, quien ha pedido públicamente que se
bombardee Irán, han amenazado con un ataque devastador contra Irán en respuesta
a cualquier ataque contra tropas estadounidenses o "intereses
estadounidenses" en cualquier lugar de Oriente Próximo a manos de una
serie de actores considerados por Washington como "fuerzas
representantes" de Teherán, desde las milicias chiitas en Siria e Irak
hasta los rebeldes hutíes en Yemen, Hezbolá en el Líbano y Hamas en la Franja
de Gaza palestina.
En cualquiera de estos
países, el Pentágono o la CIA, o, si vamos al caso, los principales aliados
regionales de Washington, particularmente Israel y Arabia Saudita, los cuales
quieren una guerra de Estados Unidos contra Irán, son capaces de organizar una
provocación que podría utilizarse como un pretexto para lanzar una guerra.
NBC News reveló que la semana
pasada los principales funcionarios de la Administración de Trump convocaron
una reunión muy inusual en la sede de la CIA en Langley, Virginia, para
discutir la escalada militar contra Irán. Estuvieron presentes la directora de
la CIA, Gina Haspel, el secretario interino de Defensa, Patrick Shanahan, el
presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Joe Dunford, el secretario de
Estado de Pompeo, el director de Inteligencia Nacional, Dan Coats y otros,
según reportes de oficiales estadounidenses a la red.
Los funcionarios dijeron a
NBC que la sesión no se convocó para discutir la supuesta
"inteligencia" sobre los supuestos planes iraníes de ataques a los
"intereses de los Estados Unidos" que sirvieron de pretexto para el
envío del grupo de combate y la fuerza de ataque de los bombarderos a la
región. La evidencia para fundamentar las afirmaciones de una inminente
"agresión" iraní es tan inventada como la utilizada para reforzar las
afirmaciones sobre "armas de destrucción masiva" antes de la invasión
de Irak por los Estados Unidos en 2003.
¿De qué estaban hablando
estos funcionarios en el búnker de la CIA en Langley? Los exoficiales de
operaciones de la CIA y los oficiales militares dijeron a NBC que tales
reuniones en la sede de la CIA normalmente se convocan para discutir planes
altamente delicados para "acciones encubiertas". Todavía queda por
verse si dichas acciones van dirigidas contra Irán y su Gobierno o para
organizar una operación de "bandera falsa" en Oriente Próximo que
pueda usarse como pretexto para un ataque de los Estados Unidos.
La imprudencia y la
criminalidad que caracterizan las amenazas de Washington contra Irán son una
expresión de las profundas tensiones sociales, la inestabilidad económica y la
crisis política que afectan al capitalismo estadounidense y que la oligarquía
financiera dominante busca desviar hacia el exterior en forma de una explosión
de violencia militar.
Una guerra contra Irán
eclipsaría el horrible derramamiento de sangre de la guerra de Irak lanzada en
2003, arrastrando a toda la región y a todas las grandes potencias, incluyendo
las llamadas “grandes potencias” rivales del imperialismo estadounidense, Rusia
y China, llevando a la humanidad cara a cara con la amenaza de una tercera
guerra mundial con armas nucleares.