Por
Darío Aranda
Un tribunal estadounidense falló
contra la multinacional por los efectos nocivos del glifosato. Debe pagar 2000
millones de dólares. Es la cuarta condena en un año.
La empresa Monsanto-Bayer fue
otra vez condenada por los efectos nocivos del glifosato, agrotóxico estrella
de la compañía, el más utilizado por el agronegocio transgénico.
Tribunales de
Estados Unidos determinaron que la multinacional debe pagar 2000 millones de
dólares a un matrimonio que utilizó el químico (bajo la marca comercial
Roundup). La sentencia, la cuarta en menos de un año, también afirma que la
empresa actuó con “negligencia”, al ocultar las consecuencias del veneno. A
pesar de los fallos judiciales, de más de 830 trabajos científicos que
confirman su nocividad y de las denuncias de decenas de pueblos fumigados, en
Argentina aún es defendido su uso por funcionarios, empresarios del agro y
medios de comunicación. Chubut es la primera provincia en prohibir la venta y
el uso de glifosato.
“Agricultura sustentable”, era
uno de los eslogan de Monsanto. “Si es Bayer, es bueno”, la publicidad más
famosa de la multinacional alemana. Ambas afirmaciones son refutadas desde hace
años por campesinos, académicos críticos y poblaciones afectadas por los
agrotóxicos, y esta semana tuvieron otra estocada, cuando el 13 de mayo otro
fallo judicial (tribunales de California) condenó a Monsanto-Bayer a pagar una
cifra histórica (2000 millones de dólares) a Alva y Alberta Pilliod, por el
cáncer que sufren al haber manipulado el herbicida glifosato.
El jurado del estado de
California determinó que el “diseño” del Roundup (marca comercial de Monsanto)
fue la causa principal del daño, confirmó que el químico representa “un peligro
importante” para las personas que lo utilizan, afirmó que Monsanto “no
proporcionó una advertencia adecuada sobre los riesgos potenciales” y esto
representó un factor importante para provocar el daño en la salud de los
Pilliod.
El jurado de Estados Unidos
determinó que Monsanto diseño, fabricó y distribuyó Roundup de “forma
negligente”, afirmó que la compañía sabía (o debía saber) que Roundup era
peligroso o que podría provocar daños y no advirtió de forma apropiada. El otro
punto clave, que elevó la condena de 2000 millones de dólares, el fallo
confirma que Monsanto actuó con “vicio, dolo o mala fe” al poner su herbicida
en el mercado y no advertir sobre los riesgos que implicaba.
La primera condena para
Monsanto-Bayer sucedió en agosto de 2018, en California. Dewayne Johnson fue
indemnizado con 78 millones de dólares por contraer cáncer en su trabajo como
jardinero. El 27 de marzo pasado, un jurado de California condenó a
Monsanto-Bayer a pagar 80 millones de dólares por “negligencia”, al haber
ocultado los riesgos de su herbicida Roundup. La demanda fue presentada por
Edwin Hardeman, un jubilado de la ciudad de Sonoma. Fue la segunda parte del
juicio. En la primera, diez días antes, se había concluido que el agrotóxico
fue un “factor determinante” en el Linfoma No Hodgkin (cáncer) que se le
diagnosticó a Hardeman en 2015.
“El jurado responsabilizó a
Monsanto por sus 40 años de conducta delictiva corporativa”, explicaron los
abogados del demandante, Jennifer Moore y Aimee Wagstaff en un comunicado a la
prensa. Monsanto acumula, sólo en Estados Unidos, más de 13.000 demandas.
La alemana Bayer, que compró
Monsanto en 2018, defiende al glifosato (y otros agrotóxicos que vende) de la
misma manera que la compañía estadounidense: niega los cientos de estudios
independientes que confirman los efectos en la salud.
El medio alemán Deutsche Welle
(DW) tituló: “¿Hasta cuándo aguantará la empresa?”. Alertó, con una simple
cuenta matemática, que el progreso de los juicios llevará a la quiebra a Bayer,
empresa de 150 años de historia.
En 2018, al momento de comprar a
Monsanto, el directorio de Bayer recibió el apoyo del 97 por ciento de los
accionistas. En abril pasado, en una nueva junta de accionistas, el 55 por
ciento de los votos rechazó las propuestas de los ejecutivos de la compañía,
liderados por el CEO Werner Baumann. Una muestra de la crisis de la compañía,
que perdió casi el 40 por ciento de su valor bursátil desde que adquirió a
Monsanto.
En Argentina se aplica glifosato
en 28 millones de hectáreas, más de 200 millones de litros cada año. Los campos
de soja, maíz y algodón son rociados con el herbicida para que nada crezca,
salvo los transgénicos. También se utiliza en cítricos, frutales de pepita
(manzana, pera, membrillo), vid, yerba mate, girasol, pasturas, pinos y trigo.
A partir del avance transgénico, aumentó geométricamente el uso del glifosato.
El miércoles 15 de mayo, el
Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, máximo tribunal provincial,
declaró la inconstitucionalidad del decreto del Gobernador (Gustavo Bordet),
que permitía fumigar a solo 100 metros de las escuelas rurales. De esta forma,
continua vigente el amparo ambiental que aleja las fumigaciones terrestres a
1000 metros de las escuelas (3000 si son aéreas). El jueves 16 de mayo, la
legislatura de Chubut sancionó una ley por la cual prohíbe la producción, venta
y uso del glifosato. Es la primera provincia del país en prohibirlo. El
diputado José Grazzini, autor del proyecto, destacó que la ley se basa en
estudios médicos y científicos.
Entre las empresas que
comercializan glifosato en Argentina figuran Monsanto-Bayer,
Syngenta-ChemChina, Red Surcos, Atanor, Asociación de Cooperativas Argentinas,
Nufram, Agrofina, Nidera, DuPont, YPF y Dow. Las compañías, y sus lobbistas
mediáticos, observan con atención los juicios en Estados Unidos. Temen que
pueda iniciarse una oleada similar en Argentina.
Bayer y la ciencia
“No hay pruebas científicas para
concluir que el herbicida glifosato fue el factor determinante (del cáncer)”,
argumentó Bayer en un comunicado de prensa y anunció que apelará el fallo de
Estados Unidos. En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre
el Cáncer (IARC, ámbito especializado de la Organizaciones Mundial de la Salud)
ubicó al glifosato en segundo nivel de peligrosidad (de una escala de cinco).
“Probablemente cancerígeno para los seres humanos”, determinó. La investigación
“Antología toxicológica del glifosato”, realizada por Eduardo Rossi de la
Campaña Paren de Fumigar Santa Fe, dio cuenta de la existencia de al menos 830
trabajos científicos que confirman los efectos en la salud y el ambiente. Más
de 100 de esos papers académicos corresponden a universidades públicas de
Argentina.