Los
sociólogos David Muñoz Rodríguez y Antonio Santos Ortega publican "En las
cárceles del capital humano" (Zambra-Baladre)
Por Enric Liopis
Rebelión
Los Ensayos
sobre la condición obrera, publicados por primera vez en 1951, recogen la
experiencia proletaria de Simone Weil, filósofa que abrazó el anarquismo, la
mística cristiana y trabajó en las factorías de Alshtom y Renault. Sobre la
organización empresarial de la época, “es algo inhumano: un trabajo en serie, a
destajo, es una organización puramente burocrática de las relaciones entre los
diversos elementos de la empresa, de las diferentes operaciones de trabajo”,
escribió en 1934-1935 a su amiga Albertine Thevenon. La atención del obrero
había de centrarse en “hacer 50 piezas en cinco minutos y no en seis, o
cualquier cosa por el estilo”; sólo el destajo (pago por unidades producidas)
impedía el aniquilamiento de la atención y la “monotonía de piezas malas”,
añadió la profesora y periodista. Décadas después, en La sociedad del
cansancio (2010), el filósofo surcoreano Byung-Chul Han subrayó las
ideas de rendimiento –más aún, de dopaje- y actividad hasta el agotamiento, en
unas sociedades atravesadas por el exceso de positividad. Así, el sujeto del
siglo XXI había trascendido las fases de disciplina y obediencia para entrar en
la sociedad del rendimiento, la del emprendedor de sí mismo, depresivo y que se
autoexplota.
Una aproximación al mundo del subempleo es la que
realiza la ensayista y activista social estadounidense, Barbara Ehrenreich, en
el libro Por cuatro duros. Cómo (no) apañárselas en Estados
Unidos (2001). En este proyecto periodístico de investigación, la
autora trata de responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo viven las trabajadoras
no cualificadas con el jornal que reciben? La iniciativa tuvo lugar entre 1998
y 1999. Barbara Ehrenreich trabajó de camarera, empleada del hogar, auxiliar de
enfermería y dependienta de tienda, entre otros empleos (uno de ellos, en la
cadena de supermercados Walmart); terminada la jornada laboral, de vuelta a
casa, la activista recogía los sucesos del día en el ordenador portátil; “En
todos los puestos, en todos los lugares donde viví, el trabajo absorbía por
completo mis energías y gran parte de mi intelecto”, concluye en el prólogo a
la edición de Capitán Swing (2014).
Una perspectiva complementaria es la del sociólogo
Richard Sennett, autor de La corrosión del carácter. Las consecuencias
personales del trabajo en el nuevo capitalismo (1998). El libro
empieza con una definición del capitalismo “flexible”, aquel que –frente a una
supuesta rigidez burocrática- pide a los trabajadores agilidad, apertura al
cambio con muy poca antelación, asumir riesgos uno tras otro y dejar de lado
los reglamentos; el trabajo “flexible” no es una carrera (profesional) en línea
recta, sino un “pedazo” o “fragmento”; “Es totalmente natural que la
flexibilidad cree ansiedad”, concluye.
Las cuatro referencias se incluyen en el
libro En las cárceles del capital humano, de los sociólogos David
Muñoz Rodríguez y Antonio Santos Ortega, publicado en 2018 por Baladre, Zambra,
Ecologistas en Acción y CGT. Una de las tesis centrales del ensayo es que la
precariedad no se limita al trabajo asalariado ni a los márgenes del sistema, sino
que está ya “adherida a los cuerpos”. Los autores recuerdan una de las
consignas en las plazas del 15-M: “El contrato nos caduca antes que la leche”.
Según la OIT, 700 millones de personas en el planeta vivían en 2017 en
situaciones de pobreza moderada (menos de 3,10 dólares al día) o extrema (menos
de 1,9 dólares) a pesar de tener un empleo. En el estado español, Cáritas
señala que 12,3 millones de personas (el 26,6% de la población) se hallan en
riesgo de pobreza y/o exclusión social; la organización católica detalla,
asimismo, que el 14,1% de las personas ocupadas son trabajadores pobres.
“En medio de la irrupción de la precariedad y la
inseguridad, los individuos han quedado a la intemperie; parece no existir
presente ni futuro sólidos, se ha producido una erosión de las certezas
antropológicas; la subjetivación del riesgo es parte de las trayectorias
vitales”, sostienen David Muñoz Rodríguez y Antonio Santos Ortega; “el viejo
decorado keynesiano ha desembocado en un nuevo orden de fluidez y contingencia”,
añaden. Las empresas de recruitment (selección y contratación
de personal) ponen el énfasis no tanto en el currículum actual, como en el
potencial: aquello que pueden llegar a ser los futuros empleados; además la
juventud, la flexibilidad y el dinamismo tienen más valor que la experiencia.
Otro factor importante es la actitud. Por ejemplo, la revista de negocios
Forbes ha publicado artículos sobre “cómo identificar a un empleado
desmotivado” (noviembre de 2014); “10 factores que matan la motivación laboral”
(octubre de 2014) y “cómo conseguir ser más positivo” (abril de 2018). Una
información del periódico LibreMercado resaltaba “las nueve características que
tienen las personas de éxito” (abril de 2015).
Los autores de En las cárceles del capital
humano caracterizan un capitalismo nuevo “con vestiduras libertarias”,
en el que predomina el lenguaje del management (dirección y
administración de empresas), el soft, las ideas de empresa-red,
el outsorcing (externalización de tareas secundarias), la
intuición, la colaboración, la creatividad, elpartenariado y la
apertura al caos; supone, también, el paso de la producción en masa al método
del just-in-time(creado por Toyota para la reducción de costes) y
la especialización flexible. “Pase lo que pase la gente se las tiene que
arreglar individualmente, se han acabado la protección y las lealtades”,
resumen los investigadores en el libro de Zambra-Baladre. No sólo la lógica de
las empresas privadas impregna la universidad, sino que se impone una guerra
global por la captación del talento. Los dos sociólogos dan cuenta, asimismo,
de un taylorismo digital en el que la mano de obra cualificada se divide entre
una proporción relativamente pequeña deknowledge workers (programadores
o diseñadores), los demonstrators (que implantan aquello que
idean los anteriores) y, por último, quienes realizan las tareas rutinarias.
En el contexto de los empresarios de sí mismos y
las nuevas precariedades, David Muñoz y Antonio Santos subrayan la noción de
“capital humano”. Implica, según estos autores, ser proactivos, empáticos,
saber vender y venderse, formarse continuamente, “reinventarse, readaptarse y
sobreexplotarse”. Foucault ya apuntó el concepto –en Nacimiento de la
biopolítica. Curso del Collège de France (1978-1979)- para explicar lo que
denominó el “homo economicus” neoliberal. En esta redefinición del factor
trabajo, uno de los pioneros fue Gary Becker, profesor de Economía en la
Universidad de Chicago, Premio Nobel de Ciencias Económicas en 1992 y autor en
1964 del libro Human capital. A su muerte en 2014, el
economista liberal Pedro Schwartz escribió un artículo en el periódico
Expansión (Gary Becker o el enfoque económico del comportamiento humano),
en el que revelaba la esencia del “capital humano”: “Los conocimientos, la experiencia,
la fiabilidad, se adquieren a modo de inversión, por el estudio, el trabajo
bien hecho, la conducta regular y honrada –una adicción positiva a lo largo de
muchos años”.
Muñoz Rodríguez y Santos Ortega incluyen la
movilidad y el cosmopolitismo como “discursos legitimadores de la
precarización”; así, los jóvenes universitarios que viajan están invirtiendo en
sí mismos, se integran en un estilo de vida moderno y tienen apertura de miras;
aprovechan además una oportunidad para la formación, autorrealizarse y ser
competitivos. El estudio La emigración de los jóvenes españoles en el
contexto de la crisis, publicado en 2014 por el Observatorio de la Juventud
en España, cifra en 218.000 los jóvenes que emigraron del estado español entre
2009 y 2013. “Parece evidente que el factor crisis económica es desencadenante
de la salida de España y tiene claras repercusiones con la idea de volver”,
señala el documento; aunque añade que la emigración “puede ser una ocasión para
reforzar y especializar el propio perfil profesional a través de más ciclos
educativos y de formación (sobre todo máster). El objetivo de esta estrategia
es mejorar la propia empleabilidad”.
El libro de David Muñoz y Antonio Santos se
subtitula Nuevas precariedades y formas de subjetivación en los
procesos contemporáneos de precarización. En algunas entrevistas, que ponen
rostro a la precariedad, se constata cómo una parte de la juventud ha
interiorizado el término “capital humano”. “Estoy convencido de que, bueno, si
le pones ganas, si le pones ímpetu (…); yo creo que eso depende mucho de uno
mismo”, afirma un joven entrevistado. Para ayudarlo, cuenta con herramientas
como el coaching, el mindfulness y la
programación neurolingüística.