Sin
apuesta ecosocialista no hay salida socialmente justa
Por Walter Actis, Yayo
Herrero y Pablo Cotarelo
Un proyecto político europeo sustentado por las
clases populares debe defender como principio básico la sostenibilidad de la
vida humana y de la reproducción social. La sostenibilidad exige atender las
necesidades actuales de la población sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras de satisfacer las suyas, compatibilizando la organización
económica con el bienestar social y el cuidado del medio ambiente.
El proyecto de cambio político debe incorporar de
manera clara la defensa de los derechos ambientales que garanticen un entorno
saludable y sustentable mediante la lucha contra la contaminación, la
preservación de la biodiversidad y la protección de los recursos naturales. El
acceso y la preservación del aire, el agua o la tierra, base del sostenimiento
de la vida y de la producción de alimentos, deben ser considerados derechos
humanos básicos.
La defensa de la sostenibilidad ecológica implica
asumir de forma consecuente que la naturaleza y el medio ambiente no son una
fuente inagotable de recursos; por tanto, la organización económico-social debe
basarse en su protección y uso adecuado. Estos objetivos entran en
contradicción con el actual sistema económico, en particular con el estilo de
vida de los países ricos y de la burguesía de los países pobres, con el
despliegue de medios de producción e infraestructuras; en definitiva, con el
sistema capitalista de producción, intercambio y consumo.
El proyecto neoliberal de la UE es el modelo
diseñado por las élites para insertarse en la dinámica del capitalismo
crecientemente globalizado. En las últimas décadas este ha impulsado hasta el
paroxismo la dinámica inmanente del capital de consumo continuo de recursos
materiales y energía para sostener la acumulación de valor. Pero este modelo
social se está encontrando con los límites físicos del medio natural, que ya no
puede suministrar materiales en las cantidades y condiciones de rentabilidad
que exige el capital, ni es capaz de absorber sus desechos en los sumideros
naturales.
Cuando las fuerzas productivas (de plusvalor y
capital) se convierten en fuerzas destructivas (del medio y de otras formas de
organización social) ya no se trata de hacer crecer la economía existente para
repartir mejor, sino de producir y distribuir de otra manera. Pero una apuesta ecologista
consecuente no puede limitarse a modificar la relación humanidad-naturaleza sin
implicarse a fondo en la reivindicación simultánea de sustentabilidad e
igualdad social, que garantice la satisfacción de las necesidades sociales y
proteja especialmente a las clases populares: se trata de garantizar la
sostenibilidad con justicia social, y garantizar la equidad social sin
productivismo. Todo ello en un marco político radicalmente democrático.
Por ello necesitamos un programa anticapitalista,
ecosocialista, antiproductivista y de decrecimiento material. En Europa esto
implica una ruptura radical con una UE procapitalista cuyas políticas
sobre el clima se basan en licencias de contaminación, bonos verdes y
bonos catástrofe, bajo la perspectiva de un imposible capitalismo
verde. Los tratados y políticas ecológicas de las instituciones
europeas, estrechamente vinculadas a los lobbies, en particular los
de la energía y del agronegocio, deben ser abandonados y reemplazados para
permitir la necesaria y urgente transformación radical de la economía.
Un diagnóstico basado en
evidencias incuestionables
El diagnóstico de la situación está sustentado en
evidencias científicas que ponen de manifiesto la gravedad del cambio
climático, de la pérdida de biodiversidad y del agotamiento de los combustibles
fósiles, de muchas materias primas, del suelo y el agua.
El cambio climático
Los estudios científicos indican que las
condiciones adecuadas para la preservación sostenible de las sociedades humanas
solo quedan garantizadas si el incremento de la temperatura media no excede en
1,5ºC los niveles preindustriales. Para ello, la concentración de CO2 en
la atmósfera tiene que estabilizarse en no más de 350 partes por millón, pero
actualmente se superan las 400 partes por millón. Para garantizar ciertos
niveles de sostenibilidad, las emisiones netas de gases de efecto invernadero
tienen que reducirse un 58% entre 2020 y 2030, reducirse a cero antes de 2050 y
continuar decreciendo a partir de esa fecha. Todo ello implica el abandono de
las fuentes de energía fósiles y su reemplazo por renovables. Pero estas tienen
mucho menor poder energético, lo que implica necesariamente que la producción
material deberá disminuir. La cuestión es cómo lo hará: si en interés de una
pequeña minoría insolidaria o de forma equitativa y solidaria.
El cambio climático tiene sus actores responsables
y sus víctimas. Los intereses empresariales, las decisiones de las élites
políticas y el uso intensivo de los recursos por las poblaciones más ricas
(sobre todo en los países más ricos) son los principales responsables de la
situación. En cambio, las regiones más afectadas son aquellas donde viven las
poblaciones pobres.
El agotamiento del combustible
fósil
Los carburantes no renovables continúan siendo el principal
sustento del capitalismo global. Pero ahora ya hemos alcanzado, o ya hemos
excedido, el pico de disponibilidad a partir del cual los recursos se obtienen
en cantidades decrecientes, de peor calidad y con exigencias técnicas,
financieras y energéticas acompañadas de más riesgos para los ecosistemas.
Desde 2005 la capacidad extractiva a nivel mundial
del petróleo convencional (de mayor calidad y más accesible)
se encuentra estancada; el pico para el gas se producirá entre 2020 y 2039; el
del carbón es más difícil de calcular, algunos estudios sugieren que ocurrirá
entre 2025 y 2045. Los ecosistemas planetarios ya no pueden suministrar
materias en la cantidad y en las condiciones de rentabilidad que requiere el
capital y tampoco son capaces de absorber los residuos en drenajes naturales.
El funcionamiento del aparato productivo, así como
las condiciones de vida de la población, están organizadas en torno a un
suministro abundante y barato de energía. Una menor disponibilidad de
combustibles, de los que todos los países de la UE son importadores netos,
implica un riesgo para la sostenibilidad social. Requiere un rápido proceso de
transición hacia un sistema productivo que reduzca drásticamente el consumo de
energía y garantice una equitativa distribución social de las cargasy ventajas
del proceso.
Pérdida de biodiversidad
Ahora mismo está teniendo lugar en la historia de
la Tierra la sexta extinción masiva de especies. A lo ancho de todo el planeta,
entre 1970 y 2012 la población de vertebrados sufrió una merma del 58%, un 38%
referido a especies terrestres, un 81% a especies de agua dulce y un 36% al
entorno de agua salada. Esta dinámica da por sentado que actualmente la
existencia de especies animales se verá afectada por una pérdida media anual
del 2%. En términos globales, el índice actual de extinción de especies viene a
ser de 100 a 1.000 veces más elevado que en periodos preindustriales.
El sostenimiento de la vida depende básicamente de
la naturaleza (alimentos, agua potable, aire limpio, energía, materias primas).
Toda organización económica y social depende de la existencia de sistemas
naturales saludables y diversos para la regulación y purificación del agua y el
aire, de condiciones climáticas básicas, de la polinización, de la dispersión
de semillas, del control de pestes y enfermedades, etc. No existe solución
tecnológica que compense la acelerada pérdida de biodiversidad originada por la
dinámica de crecimiento capitalista.
Pérdida de materias primas,
tierras y agua
La demanda actual de minerales es mucho mayor que
su disponibilidad. Todo el desarrollo tecnológico depende de la disponibilidad
de estos materiales, cada vez menos accesibles y cuya extracción también
requiere de una energía fósil en declive. La Unión Europea depende altamente
del suministro exterior de este tipo de materias. De una lista de 45 elementos
de las reservas globales, solo dos de estos se encuentran en alguno de los
países de la UE (40% de las reservas de estroncio se encuentran en España y
solo el 10% de las reservas de selenio están en Bélgica). Todo lo demás se
obtiene mediante importación de terceros países.
El suelo y el agua son también fuentes esenciales
en peligro, tanto en cantidad como en calidad. Un 20% de los acuíferos
mundiales están sobreexplotado, de modo que la erosión y el cambio climático
está reduciendo de forma significativa la disponibilidad de tierras fértiles.
Dado que el 70% del agua se usa para alimentos y dado que estamos agotando los
acuíferos, la producción de alimentos se verá irremediablemente comprometida.
En Europa, entre 1960 y 2010 los recursos de agua renovable per cápita se
redujeron un 24%, particularmente en el sur del continente.
Propuestas para la acción
política de un gobierno popular
Necesitamos políticas estructurales capaces de
enfrentarse a la crisis descrita. Dada su naturaleza global, las propuestas
programáticas no pueden reducirse exclusivamente a cuestiones medioambientales,
sino que tienen que incluir medidas en el terreno productivo, financiero,
urbanístico, educativo y cultural. Un gobierno popular debería considerar
prioritaria una estrategia con estos objetivos, colocando los derechos
medioambientales en el nivel más elevado (incluyendo una posible reforma
constitucional del Estado y teniendo en mente esta cuestión en los procesos
constituyentes de Europa) y desarrollando un potente polo público para
planificar y promover estas medidas.
Iniciativas ciudadanas inmediatas
Solo será posible afrontar la crisis contando con
un gran apoyo social basado en una ciudadanía bien informada y organizada,
dispuesta a promover y ser corresponsable de las transformaciones. Por ello es
necesario:
- Alentar, proteger y desarrollar iniciativas
ciudadanas que estén orientadas hacia la transición socioecológica
(cooperativas de servicio público, consumo agroecológico, reciclaje,
restauración ecológica, industrias en proceso de reconversión, etc.).
- Promover la concienciación y la organización de
iniciativas de autoorganización que funcionen como laboratorios de experiencias
que puedan ser incrementadas en el futuro.
- Profundizar en la creación de alianzas con
comunidades públicas que abarquen a la sociedad organizada en el proceso de
transición.
Medidas inmediatas de los
gobiernos populares
Somos conscientes de que un programa ecológico y
energético para las clases trabajadoras de Europa estará condicionado por el
actual contexto macroeconómico, la geopolítica, el precio de la energía y la
crisis energética, por la evolución del cambio climático, así como por los
propios planes y políticas de la Comisión Europea. También sabemos que un
programa como el que se describirá más abajo requerirá replantear radicalmente
las formas de vínculo entre la sociedad y la naturaleza.
Un programa de transición ecológica y energética
tiene que estar basado en los siguientes principios:
- La comunidad pública debe controlar los
principales elementos de las estructuras socioeconómicas, ya que es la única
manera de tomar decisiones democráticas en beneficio de los intereses de las
clases trabajadoras y populares.
- Tenemos que reconfigurar enteramente la economía
mediante una plena y clara ruptura con el sistema capitalista, para que sea un
modo de producción democrático organizado de forma más cercana a la población y
así reducir drásticamente el impacto sociomedioambiental del actual ciclo de
producción y consumo.
- Deben establecerse mecanismos para financiar la
transición y estos deben ser congruentes con los capítulos del manifiesto
dedicados a la deuda, al sector bancario y al sistema monetario, así como al
empleo y los derechos sociales.
- Necesitamos una priorización estratégica de las
acciones transitorias en función de su impacto positivo, todo lo cual dependerá
fundamentalmente de su proximidad a las estructuras sistémicas y los riesgos
asociados a las mismas.
En línea con los principios anteriores, el programa
de transición energético y ecológico debería incluir las siguientes acciones
estructurales:
- Un programa para las clases populares de Europa
debería contemplar una combinación de objetivos con un horizonte temporal
legalmente vinculado a herramientas efectivas –sistemas de indicadores, métodos
de recopilación de datos, sistemas de medición, mejores prácticas, presupuesto,
sistemas de evaluación, etc.– que permita alcanzar los objetivos. Estas
herramientas permitirán fijar objetivos democráticamente vinculantes.
- Desarrollar una cultura de la resiliencia,
reduciendo riesgos y fallos, para lo cual será necesario planificar estructuras
para generar nuevos conocimientos y un seguimiento de buenas prácticas y de los
éxitos obtenidos; sistemas de indicadores y evaluación continua; protocolos de
emergencia; nuevas instituciones y dinámicas de comunidades que favorezcan la
resiliencia; infraestructuras adaptadas a este objetivo.
Se estima que solo la transición energética
requerirá en la UE inversiones de 280.000 millones de euros al año hasta 2050,
lo que equivale a un 2% del PIB comunitario. Por tanto, hay que crear los
mecanismos y herramientas que permitan movilizar grandes sumas de dinero.
La única opción efectiva, rápida y democrática para
orientar una transición radical a favor de las clases populares es socializar
los sectores clave de la economía e incrementar la inversión pública,
dirigiéndola a una reconversión clara del sistema productivo.
Esto requiere, a su vez, autonomía monetaria por
parte del sector público respecto a los condicionantes del mercado financiero
capitalista. Para ello deben abandonarse las normas de la Unión Monetaria
Europea en favor de otras formas de cooperación financiera.
Además, para que la transición energética sea
estable, predecible y sujeta a control democrático es imprescindible
desarrollar una banca pública cercana a nivel local a las clases populares para
obtener la máxima eficiencia con arreglo a criterios democráticos, que limiten
las prácticas de clientelismo y corrupción.
El nuevo modelo económico debe impulsar la
producción local, reduciendo los impactos sociomedioambientales, promoviendo el
bienestar social y, simultáneamente, el uso decreciente de recursos materiales
y fuentes de energía. De esta forma, la industria asociada a la transición
reducirá las dependencias externas y los déficits de la balanza de pagos.
Una vez que la capacidad decisoria sobre los
elementos estratégicos de la política ecológica y energética se encuentre en
manos públicas, el modelo debería ser rediseñado de acuerdo con las necesidades
metabólicas de los territorios.
A ese fin será necesario definir los criterios
básicos que permitan la reconfiguración de las unidades institucionales para la
gestión de la energía, el agua y los alimentos, que ayuden a mejorar la
resiliencia y la sostenibilidad ecológica y social desde ámbitos locales más
reducidos.
La magnitud de los problemas medioambientales va a
requerir, en un breve periodo de tiempo, enormes y radicales transformaciones
socioeconómicas. Por ello, además de desarrollar acciones específicas, el
gobierno deberá poner en marcha mecanismos excepcionales y de emergencia para
fomentar acciones que, debido a su severidad y urgencia, necesitan ser
afrontadas de forma inmediata.
Estas acciones previas deben ir acompañadas de
medidas sectoriales, entre las que destacan las siguientes:
Conservación de la naturaleza y
la biodiversidad
Para contribuir a la preservación de los
principales sistemas y ciclos naturales, será necesario centrar los esfuerzos
en:
- El control del proceso de urbanización y
ocupación de tierras.
- La atenuación y adaptación al cambio climático.
- La corrección de la sobreexplotación de los
ecosistemas y sus servicios medioambientales.
- El refuerzo de la legislación y regulaciones para
reducir la polución y las alteraciones de los ciclos biogeoquímicos.
- Iniciativas frente a la expansión de las especies
invasivas.
- Multiplicar las medidas para reducir los
incendios incontrolados.
- Reforestación y desarrollo de la
agrosilvicultura.
Energía/clima
Las siguientes iniciativas son necesarias en lo concerniente
a:
- Control de comunidades públicas:
- Un plan de nacionalización/socialización para los
medios de producción que tenga en cuenta los elementos importantes como
empresas energéticas, infraestructura y operadores, así como los sistemas
impositivos y de fijación de precios.
– La redefinición del modelo de Estado basado en la
reubicación de las necesidades de la economía (energía), basado en la
gobernanza de lo común.
– Un plan de contingencia, asentado en la cultura
de la resiliencia, basado en estudios de sensibilidad de la economía a cambios
en las tarifas de la energía y otras variables.
- Financiación: un plan de financiación energético
que garantice fondos suficientes y mecanismos eficientes, además de
instrumentos prioritarios para la redistribución de la riqueza.
- Industria:
– Reducir el consumo industrial de energía.
– Transformar la industria en torno a fuentes de
energía renovable, adecuando su producción a una decreciente disponibilidad de
energía.
– Prohibir las técnicas de fracking y
cerrar todas las plantas nucleares y térmicas basadas en carburantes fósiles.
– Generar un cuerpo legislativo democrático que
impulse la necesaria reconversión de la demanda.
– Generar las estructuras formativas necesarias
para la transformación radical de las industrias con arreglo a los objetivos de
la transición ecológica y energética.
Recursos materiales
Necesitamos:
- Incorporar como derechos humanos el suministro y
la depuración de agua, así como la prestación a los hogares de un suministro
básico de energía.
- Poner en práctica políticas de gestión de
residuos orientadas al cierre de los ciclos materiales.
- Favorecer la descentralización territorial y la
democratización organizativa del sistema económico.
- Fijar estrategias para adaptar el metabolismo
urbano a la biocapacidad local y al cambio climático.
- Garantizar la gestión pública del suelo y así
evitar que las dinámicas especulativas determinen la configuración espacial
urbana.
- Transformar la movilidad tanto en las áreas
urbanas como rurales, así como entre ambas (restringiendo el uso de vehículos
privados y el incremento del transporte público y la electrificación de los
servicios motorizados) y preservar la calidad del aire en las ciudades.
- Exigir a los productores la reducción del
empaquetado y reciclar sistemáticamente los residuos sólidos urbanos, para
alcanzar una reducción de su volumen al nivel de 1990, y reducir en un 50% la
generación de gases con efecto invernadero a mediados de siglo.
Alimentación y salud
Deben realizarse los siguientes objetivos:
- Suministrar a la población acceso al suelo y
otras infraestructuras necesarias para la producción alimentaria (centros de
transformación, maquinaria compartida, etc.) y reproducción social (viviendas,
escuelas, centros de salud, etc.).
- Fomentar usos agrícolas sin pesticidas o
fertilizantes sintéticos.
- Reducir rápidamente los regadíos, potenciando los
cultivos de secano, más variados y resistentes que demanden menor consumo de
agua.
- Incrementar las inversiones de I+D en los
sistemas de producción agroecológica y recuperar conocimientos tradicionales de
bajo componente tecnológico.
- Alentar la reducción del consumo de alimentos de
origen animal, especialmente la carne.
- Promover la ganadería extensiva frente a la
industrial, adaptando la producción ganadera a la biocapacidad de los
territorios y recuperando las tierras más fértiles para la producción vegetal
destinada al consumo humano.
Medidas a medio plazo a adoptar
por los gobiernos
A medio plazo un gobierno popular, comprometido con
la sostenibilidad ecológica y el apoyo a las clases populares, debería promover
la redefinición y redimensión de los principales sectores económicos. El
objetivo general de esta reestructuración es obtener un ahorro de energía,
reducir las emisiones de efecto invernadero, eliminar la producción superflua,
reducir la obsolescencia en la producción y reducir el tiempo de trabajo,
impulsando la creación y distribución del trabajo digno. En función de las
características de cada sector específico será esencial promover la
descentralización espacial de las actividades económicas, la integración
regional de la ciudad y el cierre de ciclos de despilfarro de recursos en la
industria.
Una parte fundamental del suministro de bienes y
servicios de calidad tiene que estar garantizada por un sector de la economía
socializada que debe incluir energía, transporte, comunicaciones, vivienda,
salud y educación.
La reestructuración productiva tiene que ir
acompañada de una reducción de la escala física global de la economía y/o una
reubicación económica para adaptarla a los límites de la sostenibilidad. La
reducción material de la esfera de la producción y la reproducción debe ir
acompañada de una distribución equitativa del empleo, la garantía de beneficios
sociales universales básicos, y el acceso gratuito a todos los servicios
públicos.
También habrá que reformar los dispositivos de
consumo, promoviendo los de tipo colectivo gestionados democráticamente (con
garantías y regulación institucional) frente a los individuales y los mediados
por el mercado.
Iniciativas a medio plazo en el
terreno internacional
Las iniciativas para afrontar los retos
socioecológicos y energéticos desde cada país serán fundamentales. Pero el
éxito de las mismas solo estará garantizado si van acompañadas por una acción
internacional. Esto ante todo implica:
- Modificar la normativa europea, tales como las
favorables a la competitividad, los criterios de estabilidad y limitación del
déficit público, las restricciones monetarias sometidas a los dictados de
órganos no democráticos, etc. Solo abandonando este marco podrá abordarse el
proceso de transición y transformación social requeridos.
- Denunciar los tratados multilaterales (como la
Carta de la Energía, mecanismos ISDSD en los acuerdos de libre comercio, etc.)
y todo tratado que se oponga a los objetivos citados.
- Las Estrategias de Biodiversidad de la UE ponen
en marcha medidas preceptivas para empresas e inversores, sobre todo relativas
a la cuestión de la salud pública (reducción de la contaminación atmosférica,
prohibición de contaminar y de usar pesticidas patógenos, etc.).
Algunas conclusiones
Garantizar las condiciones de vida de las actuales
clases trabajadoras y las generaciones futuras exige una transición del modelo
capitalista que caracteriza a la UE, hacia un modelo social y ecológicamente
sostenible, que garantice empleo decente para todos y todas. Dicha transición
deberá realizarse bajo los siguientes principios:
- Control público por la comunidad de las principales
estructuras socioeconómicas, para garantizar la toma de decisiones democráticas
que beneficien los intereses de las clases populares.
- Remodelar enteramente la economía, rompiendo con
el sistema capitalista para pasar a un modo de producir controlado por la
población que permita reducir drásticamente los impactos socioambientales del
ciclo de producción y consumo.
En el ámbito europeo, las principales medidas
son:
- Modificar las normativas de competitividad,
contratos públicos comerciales, monetarios y financieros para garantizar el
desarrollo de un modelo económico democrático y sostenible.
- Crear las necesarias nuevas estructuras e
instituciones para ejecutar los planes de transición ecológica y energética.
- Preservar los principales sistemas ecológicos
terrestres (e hidrológicos), costeros y marinos fortaleciendo su titularidad y
gestión pública o comunitaria.
A nivel de los Estados miembros, los gobiernos populares
deben:
- Emprender un plan de emergencia para afrontar la
sostenibilidad en un marco de justicia social.
- Desarrollar planes para la democratización y el
control público/comunitario de los principales elementos de la economía para
realizar una transición rápida y efectiva, con un bajo impacto medioambiental,
y con reducidos riesgos sociales y laborales, disponiendo de suficiente dinero
para alcanzar el objetivo de la transición.
- Garantizar el acceso de las clases populares a
los bienes básicos, evitando abusos y despilfarros.
- Adoptar las instituciones y estructuras a la
nueva economía, basada en satisfacer las necesidades de las clases populares.
Un plan de transición radical ecosocialista es algo
que Europa, y el resto del mundo, necesita. Desde esta perspectiva resulta
esencial una ruptura radical con los actuales tratados e instituciones europeas
y su sustitución por formas alternativas de cooperación internacional.