Francia-Debate
Por Michel Husson
Esta contribución traza un balance detallado de la
experiencia de las 35 horas así como la forma de plantear de nuevo la cuestión
de la reducción del tiempo de trabajo.
A pesar del crónico paro masivo y la extensión de
la precariedad apenas se habla de la reducción del tiempo de trabajo. Lo
plantea un doble misterio así como una doble negación: en Francia el paso a las
35 horas llevó a una excepcional creación de empleos e, históricamente, una
parte del incremento de la productividad fue redistribuida a las personas
asalariadas en forma de reducción del tiempo del trabajo
Record en la creación de empleo
La evolución del empleo en Francia desde principios
del siglo XX se puede trazar a partir de los datos elaborados por Olivier
Marchand y Pierre Villa 1/.
En ellos se constata que si se calcula el índice de crecimiento del empleo por
lustros, el récord histórico corresponde al período 1997-2001. Dicho de otro
modo, desde hace más de un siglo, jamás hubo tanta creación de empleo en
Francia como la que se dio en esos años.
Es lo que constata el Gráfico 1, que muestra
también que el empleo aumentó lentamente hasta la II Guerra Mundial, con un
fuerte retroceso durante la crisis de los años 30. También decayó, pero de
forma transitoria, a principios de los años 60, a mediados de los 80 y con la
recesión de 1993. Pero siempre queda que en términos de creación de empleo, el
período de las 35 horas fue mejor que cualquier otro período de recuperación
anterior.
Gráfico 1
El empleo en Francia 1900-2017
Fuente:
Marchan, Villa, Insee
Si desplazamos el punto de
mira, la puesta en perspectiva de este desarrollo record permite señalar
determinado número de hechos ignorados a menudo; entre ellos, la débil
contribución del sector privado [a la creación de empleo].
El sector privado creo
poco empleo
El paso a las 35 horas afectó
fundamentalmente al sector privado y, por consiguiente, resulta útil introducir
la diferenciación entre empleos privados y públicos 2/. Esta comprobado que entre 1997 y
2001 la creación de empleo se dio fundamentalmente en el sector privado: 1,8
millones de empleos sobre una total de 2 millones. ¿Pero qué ocurre si
analizamos un período más largo?
A menudo se indica que son
las empresas las que crean empleo. Una afirmación totalmente ideológica. En
efecto, como señala Frédéric Lordon 3/ "por sí mismas, las
empresas no tienen capacidad de crear el empleo que ellas
ofrecen: estos empleos son fruto de la evolución de los pedidos que,
evidentemente, no los pueden determinar ellas, porque les vienen del exterior".
Pero se puede ir más lejos y
mostrar que, de hecho, el sector privado no creó empleos durante medio siglo.
Basta consultar las estadísticas del Insee: en 1997, el sector privado empleaba
16,7 millones de personas contra 16,4 millones en 1950.
Si en Francia pudo aumentar
el empleo global fue fundamentalmente por la creación de empleos en el sector
no mercantil: en ese mismo período (1950-1997) sus efectivos pasaron de 3,1 a
7,2 millones, de forma que el 92% de empleos creados durante este largo período
lo fueron en el sector público o parapúblico (Gráfico 2)
Gráfico 2
El empleo en Francia: sector
privado, sector público
Fuente:
Insee (en millones)
Sólo tras la implantación de
las 35 horas el sector privado comenzó a crear empleos. Al final, de los 3,1
millones de empleos creados en ese sector entre 1950 y 2017, 1,8 millones lo
fueron entre los años 1997-2001.
Cinco fases en la historia
del empleo
Así pues, el período de las
35 horas fue bastante excepcional. Y una periodización más detallada permite
resaltar mejor esta especificidad. La Tabla 1 permite distinguir cinco grandes
fases:
Durante el período que se
conoce como el de los treinta gloriosos, el sector privado
contribuyó muy modestamente a la creación de empleos (700.000 sobre 2,7
millones). Después, la recesión de 1974-75 dio paso a un nuevo período de 20
años, los decenios negros, en los que el sector privado destruyó
empleo. Solo el empleo público permitió la progresión del empleo global.
Tabla 1
El empleo en Francia
1949-2017
Fuente:
Insee (en millones)
El período de las 35 horas se
caracterizó por una especie de tira y afloja: en esta ocasión fue el sector
privado quien contribuyó fundamentalmente a la creación de empleo. Después,
durante el período inmediatamente posterior al paso a las 35 horas, el sector
privado continuó creando empleo (600.000 entre 2002-2007). En este caso, se
puede hablar de desintensificación del trabajo. El paso a las
35 horas vino acompañado de modificaciones en las condiciones de trabajo
orientadas a una intensificación que en los años siguientes, en un contexto de
recuperación del crecimiento a partir de 2014 (2% de medio en este subperíodo),
fue necesario relajar. En fin, como es evidente, la crisis trajo consigo la
destrucción de empleo, pero los dos últimos años (2016 y sobre todo 2017) han
permitido que el empleo recupere e incluso supere el nivel anterior a la
crisis.
La gran descomposición del
empleo privado
El período de los decenios
negros se correspondió con una verdadera descomposición del empleo
privado que hizo aumentar el paro. En efecto, la curva del desempleo en Francia
presenta tres períodos claramente diferenciados. Hasta la recesión de 1974-1975
hubo casi un pleno empleo. Después, a mediados de los años 1980, el índice de
desempleo fluctuó entre el 9 y el 10%. Entre ambos quedó establecido el
primer decenio negro (1975-1985), durante el cual el índice de
desempleo subió un peldaño: de un poco más del 2 al casi el 9% (Gráfico 3)
Gráfico 3
Índice de desempleo y
empleo privado 1950-2017
Fuente:
Insee. En % (índice de desempleo) y en millones (empleo privado)
Cuando se franquea un peldaño
así, es difícil de volver al punto de partida. De ahí que se pueda decir que el
desempleo masivo contemporáneo es en cierta medida una herencia de esos
decenios negros, un poco como la deuda pública actual que en gran parte es la
herencia de los tipos de interés de los años 1990.
Por consiguiente, resulta de
interés analizar más en detalle la dinámica del empleo durante el decenio del
aumento del paro, entre 1975 y 1985. Con una población activa que continúa
progresando al mismo ritmo, el incremento del índice de desempleo es el reflejo
invertido del déficit de la creación de empleos en el sector privado. Sin
embargo, el PIB (el valor añadido) de ese sector aumentó (descontando la inflación)
en un 22%; es decir, un 1,8% al año. ¿Cómo es posible que ese crecimiento no
permitiera crear ningún empleo?
El misterio se aclara si se
toman en consideración las otras variables que determinan el empleo; es decir,
la productividad horaria, que reduce el impacto de la actividad sobre el
empleo, y la reducción del tiempo de trabajo, que incrementa el contenido
en empleo del crecimiento. Todas estas variables están relacionadas y
dan por resultado la definición de la productividad horaria:
Empleo = actividad / (productividad
horaria x duración del tiempo de trabajo)
Dicho de otro modo, es
evidente que el empleo aumenta con la actividad (el crecimiento), se reduce con
el incremento de la productividad horaria y aumenta con la reducción del tiempo
de trabajo. Si una empresa ve incrementados sus pedidos en un 10% y puede hacer
frente a los mismos sin contratar personal, es porque ha aumentado su
productividad en un 10% y el efecto sobre el empleo de ese aumento de
la demanda es nulo.
Ahora bien, en el periodo del
que estamos hablando, en el sector privado la productividad horaria del trabajo
aumentó de forma neta más rápido que la actividad (2,9% al año contra el 1,8%).
La reducción del tiempo de trabajo (1% anual) compensó más o menos ese
diferencial, de forma que el empleo se mantuvo practicamente constante.
Esta configuración marcó una
inflexión con los decenios precedentes: entre 1954-1974, la productividad
horaria creció mucho (5,6%), pero menos que la actividad (6,3%). Actualmente
tampoco encontramos una configuración similar: entre 2008 y 2017, la actividad
y productividad horaria progresaron más o menos al mismo ritmo, con un efecto
neutro sobre el empleo.
El estancamiento del empleo
durante el decenio negro es, por tanto, fruto de una ralentización de la
actividad mucho más fuerte que la de la productividad horaria. Dicho de otro
modo, la recesión impuso un enorme ajuste del empleo. Al contrario que en otras
recesiones, no se mantuvieron los efectivos: en general, ante a la
ralentización económica los empleadores reaccionaron paralizando las
contrataciones.
Cambio de régimen
La progresión del desempleo,
alimentada por las políticas implementadas desde 1982, condujo a una ruptura
clave: la reducción de la parte salarial, que se logró gracias a la desvinculación
de los salarios reales de la productividad del trabajo. Los dos decenios
negros se corresponden, por lo tanto, con el período de transición
entre dos regímenes. Hasta la recesión de 1974-75, el casi pleno empleo estuvo
asociado a unos salarios altos. A partir de finales de los años 1990, la
economía francesa se instaló en un régimen neoliberal caracterizado
por un índice de desempleo alto y una proporción de salarios históricamente
bajos (Gráfico 4).
Gráfico 4
Proporción de salarios e
índice de desempleo (%)
Fuente:
Insee (en %)
Las 35 horas para ponerse
al día
La cuestión del empleo
durante el paso a las 35 horas puede interpretarse como una puesta al día del
déficit observado a lo largo de los decenios negros. La tendencia que se rompió
en 1975 se retomó a partir de 2001 (ver Gráfico 3). Esta lectura permite, de
paso, rechazar la tesis según la cual la creación de empleo habría provocado un
fuerte crecimiento. Basta con compararla con la recuperación de finales de los
años 1980: se ve bien su efecto sobre el empleo, pero queda inmediatamente
anulada por la siguiente recesión. Por el contrario, la creación de empleo
entre 1997 y 2001 fue estable; dicho de otro modo, no se vió contrarrestada al
nivel de la coyuntura anterior.
Si, la repartición del trabajo
existe
Uno de los argumentos de los
economistas escépticos en torno al potencial de la reducción del tiempo de
trabajo consiste en decir que hay que desconfiar del razonamiento
neo-maltusiano que plantearía que el número de empleos podría predeterminarse.
Por decirlo de forma simple, para ellos el razonamiento correcto sería: hay que
crecer para crear empleo.
Pero este punto se vista
plantea varios problemas. El primero tiene que ver con la débil contribución
del empleo privado al crecimiento del empleo global. Sería mejor decir: el
crecimiento ha permitido liberar los recursos necesarios para financiar el
Estado social y crear el empleo correspondiente. Esta creación de empleo, que
de hecho no corresponde al sector privado, es el resultado de opciones sociales
y políticas.
En 1950 había 43,7 mil
millones de horas trabajadas en Francia. Actualmente la cifra se sitúa en 42,4
mil millones. Y, sin embargo, a lo largo de todo este período el empleo creció
en un 42%, mientras que la duración media del tiempo del trabajo se redujo en
un 32% (Gráfico 5). En resumen, sin ofender a Jean Tirole, la repartición de
ese número de horas prácticamente constante a largo plazo se realiza entre
empleo y duración del tiempo de trabajo. Es aritmética, porque el número de horas
trabajadas se obtiene multiplicando el número de empleo por la duración media
del tiempo de trabajo.
En su último libro 4/, el premio nobel de
economía no se contentó con confundir fijeza del empleo
y fijeza del número de horas trabajadas. A ese error de bulto
añadió una amalgama injuriosa: "de forma paradójica, la hipótesis
subyacente a la fijeza del empleo y, por tanto, a la política de reducción del
tiempo de trabajo con el fin de repartir el empleo, es la misma que apoya el
discurso de los partidos de extrema derecha cuando sostienen que los
inmigrantes se harán con el trabajo de los residentes
nacionales partiendo de la consideración de que el empleo sería
cuantitativamente fijo".
Gráfico 5
Repartición del volumen de
trabajo 1950-2017 (base 100 para 1950)
Fuente:
Insee
Si nos remitimos a un siglo
más atrás, hasta 1919, el balance también muestra que una fracción del
incremento de la productividad revertió sobre las personas asalariadas en forma
de reducción del tiempo de trabajo. El balance del este siglo es el siguiente:
entre 1919 y 2017, el PIB se multiplicó por 13, pero la productividad por hora
se multiplicó por 15, de forma que el volumen de trabajo (el número de horas
trabajadas) se reduce un 12%. No obstante el empleo aumentó un 41% y ello no
fue posible más que por una repartición del volumen del trabajo en base a una
reducción del 37% en la jornada anual de trabajo.
Crisis y estancamiento
(¿secular?) de la productividad
Durante el período de la
crisis (2007-2017) el empleo retrocedió en una primera fase, pero en 2016, y
sobre todo en 2017, comenzó a aumentar. En total se han creado cerca de 400.000
empleos. En el mismo período, la creación de empleo público sólo se redujo en
el período más duro de la crisis, y finalmente se han creado cerca de 500.000
empleos. En 2017, el empleo total supera así en casi un millón el nivel
alcanzado al inicio de la crisis.
Este resultado paradójico es
fruto a una tendencia de fondo, es decir, al agotamiento del incremento de la
productividad (Gráfico 6). El contenido en empleo del
crecimiento aumentó; es decir, se necesita menos crecimiento para crear los
mismos empleos. Lo que constituye una mala noticia para los capitalistas, cuya
tasa de beneficio se reduce en función de demasiados empleos
que cuestan muy caro.
Gráfico 6
Crecimiento de la
productividad del trabajo 1950-2017
Fuente: Insee (en %)
Fuente:
Insee (en horas)
Jornada anual de trabajo 1950 - 2017
Aquí
resulta oportuno realizar un pequeño ejercicio aritmético para comprender la
dinámica del reparto del valor añadido entre el capital y el trabajo. La
fórmula es relativamente simple: la parte salarial (parsal) aumenta con el
salarios real (s) y disminuye con la productividad horaria del trabajo (prodh).
También aumenta si la duración del tiempo de trabajo (d) disminuye. Es decir,
que tenemos la siguiente fórmula:
parsal = s / (produh x d).
Así
pues, para que no aumente la parte salarial, los capitalistas disponen de tres
instrumentos: reducir o frenar el salario real, incrementar la productividad y
bloquear, o incluso aumentar, la duración del tiempo de trabajo. En relación a
este último elemento, han conseguido que la duración del tiempo de trabajo haya
cesado de disminuir desde que se establecieran las 35 horas: ahí también, se
trata de una puesta al día e incluso de una forma de revancha (Gráfico 7)
Un
aspecto importante es que la repartición de salarios/beneficio y la repartición
empleo/tiempo de trabajo están relacionadas. Por otra parte, en condiciones iguales,
un alto índice de desempleo está asociado a una menor proporción de salarios y
viceversa. Es lo que muestra de forma clara el Gráfico 4. El incremento del
desempleo y el de la tasa de beneficio –principalmente consagrada a la
distribución de dividendos- son las dos caras de la misma moneda.
En
la coyuntura actual, actuar sobre el tiempo de trabajo implica poner en
cuestión de forma radical la repartición entre salarios y beneficios. Una buena reducción
del tiempo de trabajo (con contrataciones y sin pérdida de salario mensual)
implica, como lo muestra nuestra fórmula aritmética, un incremento de la
proporción de los salarios. Ahí también, se trata de una puesta al día,
totalmente necesaria, para hacer retroceder el desempleo.
Traducción: viento sur
1/ Olivier
Marchand et Claude Thélot (1991), Deux siècles de travail en France,
Insee, 1991, séries
détaillés ; Pierre Villa, Séries macro-économiques historiques,
Insee Méthodes, mars 1997.
2/ En
el resto del texto, el empleo en el sector privado se define
como la diferencia entre el empleo total y el empleo en los servicios
fundamentalmente no mercantiles, para retomar la denominación del Insee. Esta
categoría se corresponde poco más o menos con el empleo público porque agrupa a
las administraciones públicas, la enseñanza, la sanidad y el servicio social.
Sin duda, esta definición se podría afinar más, pero permiten servirse de los
datos facilitados por el Insee. Para más detalles ver Michel Husson "Depuis 1950, le privé n’a créé que
37 % des emplois" note hussonet n°115, 16
mai 2018.