Por Thalif Deen
La ONU
estima que los trabajadores migrantes de todo el mundo contribuyeron con
466.000 millones de dólares a las economías de sus países de origen durante
2017, un monto que se considera que fue más alto aún el año pasado.
Estas remesas, procedentes
principalmente de Estados Unidos, Europa occidental y las naciones del Golfo,
van en gran parte a países de ingresos bajos y medios, “ayudando a sacar a
millones de familias de la pobreza”, según lo afirma el secretario general de
la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Antonio Guterres.
Pero se sabe que la mayoría
de estos trabajadores migrantes pagan un precio muy alto, que trabajan
principalmente en condiciones de trabajo esclavo o cercanas a él, al ganar
salarios bajos, carecer de pensiones y seguridad social, y recibir una atención
médica mínima.
La difícil situación de los
trabajadores migrantes es uno de los temas que persigue la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la
agencia de la ONU con sede en Ginebra que celebra su centenario este año,
centrada en la promoción de la justicia social a nivel mundial.
En un informe publicado en
diciembre de 2018, la OIT asegura: “Si se aplican las políticas correctas, la
migración laboral puede ayudar a los países a responder a los cambios en la
oferta y la demanda de trabajo, estimular la innovación y el desarrollo
sostenible, y transferir y actualizar habilidades”.
Sin embargo, aún hay que
abordar la falta de estándares internacionales sobre conceptos, definiciones y
metodologías para medir los datos de migración laboral, advirtió.
Pero mucho más desalentador
es el estado actual del mercado laboral de migrantes que ha estado plagado de
violaciones flagrantes de todas las normas de un lugar de trabajo ideal.
El embajador Prasad
Kariyawasam, miembro del Comité de las Naciones Unidas de protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes, dijo
a IPS que el creciente populismo nacionalista en países determinantes del mundo
está generando una retórica de acusaciones infundadas y evaluaciones
irracionales sobre el valor de los trabajadores migrantes en las economías de
muchos receptores.
Dado que los trabajadores
migrantes permanecen sin voz, sin derecho a voto o sin derechos políticos en
muchos de estos países receptores, no pueden movilizar la opinión política para
contrarrestar las afirmaciones en su contra, analizó.
“Los trabajadores migrantes
ahora son tratados en algunos países como productos de importación y
exportación según se requiera, no como seres humanos con derechos y
responsabilidades”, `planteó Kariyawasam, ex representante permanente de Sri
Lanka ante la ONU.
A menos que estas tendencias
se inviertan pronto, advirtió, no solo disminuirá el valor humano en su
conjunto, sino que también puede conducir a trastornos sociales inesperados que
afecten el bienestar económico y social de algunas comunidades, tanto en los
países de origen como en los de destino.
Guy Ryder, director general
de la OIT, consideró el 10 de abril que el centenario de la agencia es un hito
para reafirmar que el mandato y los estándares establecidos por ella siguen
siendo de extraordinaria importancia y relevancia para la gente en todo el
mundo.
Pidió un futuro donde el
trabajo no sea una mercancía, donde se valore el trabajo decente y la
contribución de cada persona, donde todos se beneficien de lugares de trabajo,
seguros, justos y libres de violencia y acoso, y en los que la riqueza y
la prosperidad beneficien a todos.
Tara Carey, gerente sénior de contenido
y relaciones con los medios de la organización Equality Now, dijo a IPS que la
pobreza y las malas oportunidades de empleo son un factor que impulsan la trata
y el tráfico sexual.
Son muchos los casos en que a
mujeres y las niñas de países africanos se les promete un trabajo legítimo y
luego son traficadas para la prostitución. Esto ocurre dentro de los propios
países, y a través de las fronteras, y desde África a países de Europa y
Oriente Medio, señaló.
La policía de Nigeria, por
ejemplo, estimó recientemente que 20.000 mujeres y niñas del país habían sido
vendidas a la esclavitud sexual en Mali.
“A la mayoría les dijeron que
las llevaban a Malasia y se encontraron en Mali. Les dijeron que estarían
trabajando en restaurantes de cinco estrellas donde se les pagaría 700 dólares
por mes”, explicaron portavoces policiales de ese país africano.
La cifra total de migrantes
se estima en más de 240 millones en todo el mundo. Y un número cada vez mayor
de países, entre ellos Arabia Saudita, Qatar, Kuwait, Bahrein y los Emiratos
Árabes Unidos (EAU), son el destino de la mayoría de los trabajadores migrantes
de Asia.
En una sesión informativa en
abril sobre las razones y antecedentes del fenómeno migratorio, , la OIT
remarcó que deben mejorarse las condiciones laborales de unos 300 millones de
trabajadores pobres, forzados a sobrevivir con 1,9 dólares al día.
Millones de hombres, mujeres,
niñas y niños son víctimas de la esclavitud moderna. Demasiados aún trabajan
horas excesivamente largas y millones mueren cada año por accidentes de
trabajo.
“El incremento salarial no ha
seguido el ritmo del crecimiento de la productividad y la proporción del
ingreso nacional que se destina a los trabajadores ha disminuido. Las
desigualdades persisten en todo el mundo. Las mujeres siguen ganando alrededor
de 20 por ciento menos que los hombres”, resume la OIT sobre el contexto de la
migración.
En la documentación entregada
por la agencia se afirma también que “a pesar de que el crecimiento ha
disminuido la desigualdad entre los países, muchas de nuestras sociedades se
están volviendo más desiguales. Millones de trabajadores siguen privados de sus
derechos, privados de derechos fundamentales e incapaces de hacer oír su voz”.
En su monitoreo sobre los
Derechos Humanos en Medio Oriente y Norte de África en 2018, Amnistía Internacional(AI),
con su sede central en Londres, dijo que hubo algunos avances positivos a
nivel legislativo en Marruecos, Qatar y EAU con respecto al trabajo migratorio
y/o doméstico.
Pero aun así, los
trabajadores migrantes continuaron enfrentándose a la explotación en estos y
otros países, incluidos Arabia Saudita, Bahrein, Jordania, Kuwait, Líbano y
Omán, en gran parte debido a los sistemas de “patrocinio” para poder viajar a
ellos como trabajadores temporales, que limitan su capacidad para escapar de
condiciones laborales abusivas.
En Qatar, por ejemplo, una
nueva ley eliminó parcialmente el requisito del permiso de salida, lo que
permite a la gran mayoría de los trabajadores migrantes amparados por la Ley
del Trabajo a abandonar el país sin necesidad de solicitar el permiso de sus
empleadores.
Sin embargo, la ley retuvo
algunas excepciones, como la potestad de los empleadores de controlar los
permisos de salida en el tope de cinco por ciento de su fuerza laboral. Los
permisos de salida aún son necesarios para los empleados fuera de los que norma
la ley laboral, como los más de 174.000 que trabajan en el servicio doméstico o
el sector gubernamental.
En los EAU, las autoridades
introdujeron varias reformas laborales que podrían beneficiar a los
trabajadores migrantes, incluida la posibilidad de que algunos trabajadores
labores para varios empleadores, una regulación más estricta de la contratación
de trabajadores domésticos, un seguro en caso de pérdida de empleo en el sector
privado, según AI.
Mientras tanto, como lo
señaló la OIT en un informe en mayo de 2017, los regímenes actuales de
patrocinio en Oriente Medio han sido criticados por crear una relación de poder
asimétrica entre los empleadores y los trabajadores migrantes, lo que convierte
a estos en vulnerables al trabajo forzoso.
Un factor esencial en esa
vulnerabilidad, explica AI, es que el patrocinador de los trabajadores
migrantes en la región controla una serie de aspectos en materia de movilidad
dentro del mercado laboral interno, como el ingreso, la renovación de la
estadía, terminación o transferencia del empleo y, en algunos casos, su salida
del país.
Este informe de Amnistía
demuestra que la reforma de los acuerdos de patrocinio actuales que rigen la
migración laboral temporal en el Oriente Medio tendrá beneficios de gran
alcance, desde mejorar las condiciones de trabajo y satisfacer mejor las
necesidades de los empleadores, hasta impulsar la economía y la productividad
del mercado laboral.