Por
Arnold August
Al
destacar los sesenta años de la Revolución Cubana, centrados en esta ocasión en
la cultura como escudo de la Revolución, resulta de gran importancia el legado
de las ideas que Fidel Castro dejó a la juventud. En el acto en homenaje a los
mártires del asalto al Palacio Presidencial, pronunciado en la escalinata de la
Universidad de La Habana, el 13 de marzo de 1962, él dijo:
“¿Y qué juventud queremos?
¿Queremos acaso una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¡No!
Queremos una juventud que piense. ¿Una juventud, acaso, que sea revolucionaria,
por imitarnos a nosotros? ¡No! Sino una juventud que aprenda por sí misma a ser
revolucionaria, una juventud que se convenza a sí misma, una juventud que
desarrolle plenamente su pensamiento (APLAUSOS)”.
Paralelamente
a la actual ofensiva de Trump contra Cuba y Venezuela, Cuba aún enfrenta la
guerra cultural dirigida por Estados Unidos (aunque no es la modalidad en
marcha con Trump) reeditada con una “nueva apariencia” desde el 17D y
profundizada con la visita de Obama a La Habana. Esta apunta, con mayor
hipocresía que la línea de Trump y otros, al impenetrable escudo que Cuba
siempre ha empuñado entre sus manos.
Como lo explica Fidel, la
resistencia ideológica requiere una nueva manera de pensar, es decir, la
capacidad de pensar las cosas por sí mismo. Esto implica también la iniciativa
de examinar hechos sin anteojeras, por supuesto, siempre desde la perspectiva
de la Revolución.
No obstante, si la ideología
de Estados Unidos debiera abrirse camino en la cultura socialista cubana (aun
cuando pudiese parecer superficial que esto consista en un evento o una
declaración relativamente inocuos), a largo plazo el resultado podría ser
fatal. La juventud cubana, a quien se dirige especialmente la agresión
ideológica, está además mejor equipada para resistir.
Tomemos un ejemplo reciente.
En La Habana Vieja fue organizado un desfile de modas con mucha fanfarria. Este
fue unánimemente aplaudido por todos los medios corporativos internacionales y
disidentes, incluyendo el Nuevo Herald de Miami, que adoptó convenientemente el
eslogan del desfile de modas como su propio titular de noticia, es decir, “país
en construcción”. ¿Por qué ese interés? ¿Tiene esto algo que ver con el hecho
de que el tema del show de moda era “Cuba en construcción”? Por supuesto, no se
refiere a la Cuba de aquella lucha constante desde 1959 para construir el
socialismo, sino más bien a la orientación de algunas pequeñas empresas, no tan
“pequeñas”, para construir el capitalismo de abajo hacia arriba.
El desfile de modas fue
organizado por Google y una pequeña empresa cubana que, entre otros artículos,
produce pullovers.
Este evento fue declarado por la prensa internacional y la de la disidencia. El
nombre de esta empresa es ahora una famosa tienda de marca: Clandestina. Pero,
¿se refiere de nuevo este al término tal como se conoce en Cuba y, en
situaciones similares en otros países de América Latina, es decir, al
movimiento clandestino contra las dictaduras apoyadas por Estados Unidos como
la de Batista en Cuba o Pinochet en Chile?
Alguien podría decir que
estoy exagerando. No obstante, el propietario de esta pequeña empresa, que de
alguna manera se las arregló para obtener la concesión para vender sus
productos en cruceros con destino a Cuba, fue homenajeado por Obama en su
encuentro con las pequeñas empresas en La Habana.
Algunos de los eslóganes en
sus pullovers parecen
seguir el mismo mensaje oculto que el nombre dado al desfile de modas, por
ejemplo “resistir y vencer”. Me pregunto, ¿a qué resistir? ¿Resistir a las
actuales políticas de Estados Unidos hacia Cuba que, como bien lo dijo Raúl el
1º de enero de 2019, consisten en diferentes grados de la hostilidad mantenida
desde 1959? El propietario de nuestro pequeño negocio seguramente no aprendió
esto mientras asistía al curso de negocios para países del Tercer Mundo en la
Universidad de Colombia, puesto que su beca era uno de los resultados de la
campaña de Obama dirigida a la promoción de propietarios de pequeñas empresas
en Cuba.
Otra indicación acerca de
cómo se refleja su ideología en medidas concretas. Por ejemplo, el 23 de
noviembre de 2018, esta persona de negocios cada vez más prominente fue
escogida entre un puñado de cubanos de la oposición, de la “tercera vía”,
reunida con el Primer ministro español, Pedro Sánchez, en La Habana, durante su
visita allí. La foto de los participantes, publicada en El Nuevo Herald (Miami)
se titulaba alegremente, “Pedro Sánchez alienta a la sociedad civil que quiere
‘transformar a Cuba’”.
De esta manera, vemos que las
palabras clave de “construcción” y “resistencia” están basadas en una
perspectiva ideológica que irrumpe abruptamente en la escena política con
objetivos concretos. No obstante, el escenario de promoción de este negocio es
de importancia, como lo es el desfile de modas promovido y de la misma manera
el conglomerado internacional de medios de comunicación.
La cultura como escudo no
puede permitirse el lujo de ser contaminada incluso por este empujón indirecto
hacia el capitalismo. Este enfoque de “clandestinos” puede ser incluso más
peligroso que los círculos dirigentes estadounidenses de Trump, la cruda
promoción del capitalismo para Cuba, desacreditado tanto en la Isla como a
escala internacional.
Si el escudo es perforado por
una flecha, en este caso la flecha envenenada de la conciliación dentro de una
perspectiva subversiva y su estrato social (esta no es la característica de la
gran mayoría de las pequeñas empresas), así el escudo entero estaría en peligro
de desintegrarse a largo plazo.
Una flecha golpea sin tregua
el escudo aquí y otra allí. Las ideologías del oportunismo y del eclecticismo
van de la mano. Una vez que se baja la guardia, en este caso el escudo, y se
permite que sea perforado, puede resultar muy difícil recuperarlo.
En
la compleja situación de agresión cultural en este 60 aniversario de la
Revolución, la mayoría de los jóvenes son más propensos, no solo a mantener un
control firme del escudo, sino a encontrar formas de fortalecerlo aún más,
añadiendo asas más innovadoras, más sólidas. Según mi experiencia, ellos pueden
verlo más fácilmente en las manipulaciones de Estados Unidos al interesarse en
la resistencia, en la medida en que esta les concierne. Su futuro está en
juego. La juventud revolucionaria cubana no tiene miedo de confrontar la
ingenuidad ni de llamarla por su nombre.
Permítanos presentar
brevemente otro ejemplo que indica el peligro de los desafíos ideológicos a
este escudo y, sobre todo, a la resistencia cubana por parte de los jóvenes: la
guerra masiva de los medios de comunicación contra Venezuela y contra el
Presidente Maduro.
La Revolución Bolivariana
enfrenta no solo una guerra mediática abierta casi sin precedentes, sino
además enfrenta su forma encubierta. Mientras algunos afirman por ejemplo que
“se oponen a la intervención de Estados Unidos”, proporcionan la lógica y la
narrativa que alimenta pretextos para dicha intervención.
Escriben por ejemplo que la
elección de Maduro en mayo de 2018 fue “deficiente”, obstaculizada por
“irregularidades electorales” y “manipulaciones”.
De la misma manera, las
acusaciones contra Maduro refiriéndose a su “estilo autoritario, a su mala
gestión económica, a la corrupción y a la polarización”, alimentan la propia
narrativa de Trump, a quien tanto odian estos liberales.
Si bien son considerables las
declaraciones malintencionadas contra Maduro, por otra parte son generosas con
respecto a Guaidó. Niegan por ejemplo su largo historial terrorista como títere
de Estados Unidos, mientras lo describen como solo un “inexperto joven
político”.
La mayoría de los jóvenes
cubanos están a la vanguardia en la defensa de la Revolución Bolivariana como
parte de la defensa de la Revolución Cubana, puesto que ambas están
intrínsecamente más vinculadas que nunca.
Cuando Fidel, citado
anteriormente en esta ponencia, afirma que la juventud necesita a quienes
piensan por sí mismos, no simplemente repetir consignas o imitar, “sino una
juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria”, esto es exactamente lo
que la juventud cubana ha venido haciendo especialmente desde esta última fase
del intento de golpe de Estado en Venezuela, iniciado el 23 de enero de 2019.
Como fruto del trabajo de
Fidel en el ámbito de la informatización de la sociedad, es de importancia
histórica en este 60 aniversario que los jóvenes cubanos sean capaces de
utilizar su propio pensamiento, mediante el uso de los medios sociales de
comunicación. Estos medios favorecen el concepto de “revolucionarios en
formación”. Los jóvenes están tan acostumbrados a los móviles y a Internet como
sus contrapartes occidentales. Así, ellos no necesitan esperar ninguna “señal
de arriba”, ni tampoco desean dudar. En lugar de ello, tuitean y publican en
Facebook basándose en sus propios análisis a medida que evolucionan los acontecimientos.
Esta diaria resistencia ideológica acerca de la problemática venezolana también
contribuye significativamente a la resistencia por medio del blindaje cultural
socialista de Cuba, que también es el de Venezuela.
Cuba ha venido desarrollando
la cultura política de la resistencia ideológica desde 1959. No obstante, la
mayoría de la juventud, dadas las nuevas condiciones de informatización y el
contexto internacional con Venezuela en el epicentro mundial del
antimperialismo, la cultura política cubana de resistencia ideológica adquiere
una nueva dimensión. Se trata de una manera adecuada de resaltar el 60
aniversario de la Revolución cubana.
Esperemos que esta
conferencia contribuya, aun cuando modestamente, a la reflexión y al debate
acerca de la cultura cubana de resistencia ideológica como un escudo para
defender su propia cultura socialista.
Foro de Investigación sobre
Cuba
XXII Congreso Anual
10-11 de abril de 2019
La Habana
60
años de la Revolución: Reflexiones y miradas interdisciplinarias a su sociedad
y su cultura
Panel: Sesenta años de la
cultura como escudo de la Revolución