*Por Sara Berbel
Salvando
todas las distancias, los complejos factores que afectaron a una gran escritora
como Virginia Woolf están también presentes en las vidas cotidianas de cada uno
de nosotros. Cada vez hay más datos que muestran que la desigualdad
socioeconómica reduce significativamente el bienestar de la población. Las
personas con menor nivel adquisitivo ven aumentados sus niveles de ansiedad y
depresión al tiempo que baja su autoestima y confianza en sus posibilidades de
futuro. Hace poco el profesor británico Richard Wilkison presentaba en Zaragoza
su libro The inner level, del que es coautor junto con Kate Pickett. Wilkison
destacó precisamente estos resultados que muestran que en las sociedades menos
igualitarias la ciudadanía goza de peor salud que en aquellas que distribuyen
mejor su riqueza.
En la ciudad de Barcelona la
crisis de los últimos años ha dejado también un rastro preocupante en cuanto a
los niveles de salud en general y de salud mental en particular. La pobreza, el
desempleo y las medidas de austeridad han tenido un fuerte impacto en la
disminución del bienestar y el incremento de riesgos psicosociales. Ansiedad,
depresión, insomnio, así como trastornos alimentarios como efectos colaterales,
han conducido al Ayuntamiento a preocuparse, y ocuparse, de este tema de forma
intensiva y global. Una muestra es Barcelona Activa, la agencia municipal de
desarrollo local, que nunca había incorporado programas con relación a la salud
mental de sus usuarios y usuarias y que ahora ha implementado una serie de programas
para colaborar con la comisionada de Salud del Ayuntamiento en la
implementación del Plan de Salud Mental de la ciudad.
Barcelona Activa ha abierto
hace unos meses cuatro puntos de información e inserción laboral para jóvenes
con sufrimiento psicológico en los distritos con menor renta, mayor nivel de
desempleo y con baja formación o estudios. El programa A prop Jove (la
traducción significa algo así como cerca del joven) ha atendido desde su
apertura a 223 jóvenes de los cuales 82 ya tienen un contrato laboral. El
proceso por el que pasan y conseguir un empleo les hace ganar en satisfacción y
confianza, a la vez que, en términos generales, se evita el estigma que suele
acompañar a un trastorno mental, que resulta especialmente significativo entre
la juventud, sobre todo cuando se están dando los primeros pasos en el mundo
laboral.
De igual relevancia es dar
prioridad a mejorar la prevención. Resulta imprescindible establecer alertas
antes de que se desarrollen las situaciones de peligro que conlleven algún
trastorno, especialmente con aquellas personas más vulnerables o que presentan
signos de mayor inestabilidad, que muy a menudo suelen ser también personas
jóvenes en situación de desempleo. Por eso hemos focalizado nuestras acciones
en este colectivo, desarmado ante la crisis.
Servicios integrados
Pero no podemos olvidar a las
personas mayores de 45 años, las grandes damnificadas por la crisis y el
desempleo de larga duración. También entre ellas se han incrementado
exponencialmente los síntomas de trastornos ansiosos y depresivos. Por ello,
estamos facilitando económicamente que entidades expertas puedan desarrollar
servicios de inserción laboral para este colectivo en Nou Barris y Sants, dos
de los distritos de la ciudad más necesitados, y no descartamos ampliar estas
ayudas más adelante a otras zonas de Barcelona.
Todos estos dispositivos se
encuentran dentro de las mismas instalaciones de búsqueda de empleo o de
atención a empresas. Es decir, no abrimos puntos de atención de salud mental,
sino que los servicios están integrados de una forma natural y con actividades
de diversa índole y orientación, para que no se perciban como algo apartado ni
separado del resto de nuestros servicios ni de las actividades de la población
general.
También las entidades
especialistas tienen un papel relevante, ya que se asocian con nosotros para
ofrecer aquellos recursos e instrumentos que permitan a las personas superar
sus miedos o adversidades. Puede ser a través de un grupo de apoyo emocional o
tal vez mediante programas proactivos que protejan a las personas de hechos
traumáticos o de situaciones de estrés continuado. Lo vital es que estas
acciones permitan paulatinamente revertir una situación difícil tanto en el
ámbito familiar como en el individual. En otras palabras, que sea un halo de
esperanza para vislumbrar un futuro menos oscuro y cambiar la situación que un
día dibujó Virginia Woolf.
Lo cierto es que cada vez más
se conocen mejor cuáles son los factores de vulnerabilidad con relación a la
salud mental, así como los factores de protección. Este conocimiento permite a
las instituciones fundamentar las intervenciones y las prioridades. En el
ámbito comunitario, un eje clave son las interacciones sociales y la
oportunidad de que las personas se sientan activas y con vínculos y pertenencia
a grupos. Es igual de importante miremos el rango de edad que miremos.
Todo ello, sin relegar a las
personas que proceden de otros países, las cuales afrontan igualmente retos
singulares que muchas veces también se traducen en importantes situaciones de
malestar emocional, como casos de depresión, ansiedad u otros trastornos
psicológicos, por lo que del mismo modo escuchamos y seguimos de cerca sus
necesidades y su desarrollo en sociedad.
La diversidad ha de verse
como una riqueza y nunca como una flaqueza o signo de desestabilizar ni a una
sola persona ni a la comunidad. Y las empresas tienen cada vez más en cuenta
este factor, ya que de algún modo también está en su poder la integración, la
sensibilización, y en deshacer cualquier estigma.
En algún momento deberíamos
recordar lo siguiente: tener un problema de salud mental no es una cosa
extraña, es algo habitual y común. Una de cada cuatro personas tendrá un
problema derivado de este tipo durante su vida. De hecho, los trastornos de
salud mental han aumentado en un 20% durante la última década y no se prevé una
reducción, al menos, a corto plazo. Dado que el ámbito laboral puede ser un
potenciador de bienestar o un activador de malestar, siempre trabajaremos para
que sea lo primero.
Sin embargo, somos
conscientes de que cualquier persona es susceptible de sufrir psicológicamente
si no mejora la calidad del empleo, si vive inmersa en la precariedad. Las
personas necesitamos una mínima seguridad material que garantice nuestra existencia.
Por ello desde Barcelona Activa estamos apostando por que se realice el debate
que pueda ayudar a la implantación de una renta básica universal. Mientras
llega, hemos decidido modificar drásticamente nuestros criterios de
intermediación: hemos decidido colaborar solo con las empresas que ofertan
puestos de trabajo con un sueldo mínimo de 1.000 euros mensuales y que ofrezcan
contratos de más de seis meses. Esas son medidas necesarias para contribuir a
erradicar la pobreza.
En definitiva, en Barcelona Activa
creemos que vale la pena reivindicar más y mejor empleo, mejores sueldos y
contratos más estables, mejor salud y menos estigmatización. Todas ellas son
condiciones imprescindibles para el bienestar, la salud mental y el logro de un
futuro un poco menos oscuro.
*Sara Berbel es
directora general de Barcelona Viva