Por
Gerardo Honty
Desde el
año 2015 la Agencia Internacional de la Energía (AIE) viene alertando sobre la
escasa inversión en nuevos proyectos de exploración y explotación de petróleo.
Puede haber cierta influencia de las políticas para reducir las amenazas del
cambio climático que lentamente van abordando los países. Pero es más probable
que se deba a la inviabilidad económica que representan los escasos y costosos
recursos petroleros que restan en el planeta.
Durante muchos años la AIE
desestimó las advertencias de los investigadores del “pico del petróleo” hasta
que finalmente en 2011 admitió que este ya había ocurrido en 2006. No obstante
mantuvo su fe en el aumento de la oferta basado en nuevos descubrimientos,
ampliación de campos existentes y, sobre todo, los petróleos no convencionales.
Pero desde hace un par de
años ha cambiado su enfoque: ahora nos alerta que la desinversión en fósiles
provocará una crisis de suministro en el corto plazo. Parece estar diciendo: no
es que nuestros escenarios sean malos, es que las compañías no quieren invertir
para que nuestros escenarios funcionen.
“El flujo actual de nuevos proyectos de
exploración y producción parece apuntar a la posibilidad de una ralentización
inminente de la demanda de combustibles fósiles, pero esto podría dar lugar
perfectamente a una escasez de suministro y una nueva escalada de precios. El
riesgo de una crisis de suministro es más inminente en el caso del petróleo. El
nivel medio de aprobaciones de nuevos proyectos de petróleo convencional
durante los últimos tres años representa sólo la mitad del que se necesita para
equilibrar el mercado de aquí a 2025, a juzgar por las perspectivas de demanda
en el Escenario Nuevas Políticas. Es poco probable que el petróleo de
formaciones compactas estadounidense pueda paliar por sí solo este déficit.
Nuestras previsiones también incorporan una duplicación del petróleo de
formaciones compactas para 2025, pero este debería más que triplicarse para
compensar una ausencia continuada de nuevos proyectos convencionales” (World
Energy Outlook 2018)
Desde hace varios años las
más importantes empresas petroleras del mundo están ampliando su portafolio de
negocios hacia las renovables. Pero esto no responde solamente a las demandas
del mercado o a las nuevas políticas sobre cambio climático. Una buena parte de
las razones que provoca este giro es que la explotación de petróleo en los
reservorios remanentes ya no es rentable. Algunas empresas como Repsol se han
dado cuenta del problema y se han sumado a las voces de alerta sobre la
probable escasez de crudo y en su caso se está reconvirtiendo hacia el sector
eléctricoi.
Estados
Unidos al rescate
La fuente que ha venido a
salvar la crisis de la oferta petrolera en los últimos años ha sido el esquisto
norteamericano. En 2017 la producción de crudo en Estados Unidos alcanzó los 13
mbd, el 14% de la oferta mundial. Para el año 2025 la oferta de petróleo
convencional caerá por debajo de los 70 millones de barriles diarios (mbd) y la
brecha para cubrir los más de 100 mdb de demanda se abastecerá principalmente
con petróleo no convencional de Estados Unidos. Es decir que lo que hace
posible que aún no hayamos entrado en la crisis de abastecimiento de combustibles
es la ferviente política estadounidense de fomentar la producción de petróleo
de esquisto, un tipo de producción que da pérdidas y de la que la mayoría de
las compañías se están retirando.
Este tipo de producción se
sostiene en Estados Unidos gracias a una política basada en subsidios de
distinto tipo y una burbuja especulativa que hace que aún fluya dinero hacia
estos nuevos yacimientos. Pero, como toda burbuja, estallará en algún momento
de la misma manera que ocurrió con la crisis de las hipotecas del 2007.
Las compañías de esquisto
estadounidense estarían en quiebra hace largo rato si no fuera por los
beneficios del gobierno y la especulación de Wall Street. Entre 2010 y 2014 las
compañías de shale de
EEUU habían acumulado un flujo negativo de caja de 200 mil millones de dólares
según la Agencia Internacional de la Energía (World Energy Investment 2018).
Solo en el primer trimestre de este año las compañías de fracking registraron
un flujo de caja negativo de USD 3.9 mil millones, según el Instituto para la
Economía de la Energía y el Análisis Financiero (IEEFA)ii.
Algunos analistas del mercado petrolero estiman que la deuda actual acumulada
de la industria del shale en los EEUU es de 300 mil millones
de dólaresiii.
"El auge del fracking en
Estados Unidos ha sido un fiasco de clase mundial", dice el informe del
IEEFA.
La crisis del suministro de
petróleo está mucho más cerca de lo que se generalmente se supone: los viejos
campos de petróleo se agotan y nadie quiere invertir en los nuevos. La
aberrante y criminal política anticlimática de Tump y una frágil burbuja
financiera son los únicos factores que le han permitido al mundo seguir
funcionando como si nada pasara. Así que si en el mundo no tenemos una
generalización de revueltas populares al estilo de los “chalecos amarillos” de
Francia debemos agradecérselo a Donald Trump. Mal que nos pese.
Prepararse
Para el mundo en desarrollo y
particularmente para América Latina la disminución del suministro de petróleo
tendrá consecuencias. He visto estos días a los gobernantes de la región muy
preocupados con la crisis climática. Los he visto en la COP 24, en Polonia,
hacer encendidos discursos sobre la amenaza del clima, la urgencia que
requieren las acciones y la necesidad de una rápida transición energética que
reduzca el uso de los combustibles fósiles. Pero no los he visto tan
preocupados por explicarle a la población lo que implica reducir el uso de
combustibles fósiles para evitar el cambio climático. No los escuché decir que
seguramente esto lleve a un aumento de los precios de los artículos de consumo,
que el aumento del crudo hará que algunos sectores productivos ya son serán tan
competitivos, que caerán las exportaciones, que no será sencillo pasar todo a
fuentes renovables.
No los escuché decir que para
el mundo que se avecina habrá que hacer transformaciones profundas en la forma
de producir y de consumir. Que habrá que repartir mejor la carga de los costos
para evitar que los más pobres sufran las peores consecuencias. Que no será
posible sostener el crecimiento económico. Que la energía es suficiente para
que todos vivan bien pero habrá menos disponibilidad que ahora; y esto
requerirá transiciones no solo energéticas si se quiere vivir en un mundo más
justo pero menos rico.
Es una pena. Porque un mundo
de petróleo caro será un mundo muy distinto. Y hay que prepararse para ello.
Notas
ihttps://www.lavanguardia.com/economia/20181008/452236987373/repsol-brufau-crisis-suministro-petroleo.html y https://elpais.com/economia/2018/06/27/actualidad/1530113238_439083.html
iii “Deep
The Denial”, Mike Shellman en https://www.oilystuffblog.com/single-post/2018/10/19/Deep-The-Denial
Gerardo
Honty es analista de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social)