Por Alvaro Verzi Rangel
CLAE / Rebelión
El oficialista Partido Socialista Unidos de
Venezuela (PSUV) arrasó este domingo 9 en las elecciones de concejales al conquistar
la mayoría de las cámaras municipales con 142 cargos de 156 adjudicables para
voto lista y 449 de 467 en voto nominal, cifras que no esconden las grandes
fisuras dentro de la coalición ni la apatía general.
Para estos comicios estaban convocados a participar
20.704.612 electores. Tibisay Lucena, presidente del Consejo Nacional
Electoral, destacó que en la contienda, donde se cumplió el principio de
paridad de género en las postulaciones, participaron 18.874 candidatas y
candidatos e informó que la abstención fue del 72,6%.
Por primera vez unas elecciones se concentraron
solo en elegir los concejales, que históricamente eran elegidos junto a los
alcaldes, con mayor capacidad de maniobra para la movilización electoral
El PSUV también cuenta con 20 de las 24
gobernaciones y 310 de las 335 alcaldías a escala nacional, además de la
totalidad de la Asamblea Nacional Constituyente, mientras la Asamblea Nacional,
de mayoría opositora, fue declarada en “desacato” por el Tribunal Supremo de
Justicia.
Varias cosas pasaran inadvertidas, entre ellas que
el chavismo decidiera no ir tan compacto, como tenía acostumbrado, a esta justa
electoral y l a ausencia de los principales partidos opositores, invalidados
por su terca idea abstencionista.
El portal chavista Supuesto Negado señaló que se
trató de unas elecciones marcadas por la apatía, la austeridad y la
desinformación. Y eso era exactamente lo que esperaban muchos de los
candidatos, pues saben que la preocupación por la inflación descontrolada, la
angustia por la cercanía de las fiestas navideñas y la consecuente angustia por
no poder adquirir lo que usualmente se compra para la época, acapara la
atención del elector, añadió.
El PSUV mantuvo su “alianza perfecta” con toldas
como el Partido Comunista de Venezuela (PCV), Podemos, MEP, UPV y Tupamaro,
entre otros. Sin embargo, se han producido otros acuerdos por debajo de la mesa
que distribuirían cargos y responsabilidades según la votación recabada por
cada uno de los partidos, señala el portal.
La maquinaria del Gran Polo Patriótico (alianza
oficialista) sigue intacta pese al desgaste natural de 24 elecciones en 20
años, pero algunas fisuras se empiezan a hacer notorias producto de las
imposiciones que vienen emanadas desde la dirigencia del PSUV, según partidos
más modestos. “Hay una gran diferencia ideológica debido a que hay un sector
que no cree que el poder popular pueda gobernar”, señaló William Rodríguez,
dirigente del Partido Patria Para Todos (PPT).
Existe una especie de efervescencia de
señalamientos en todas direcciones, para saber quién ha traicionado el legado
de Hugo Chávez, y en ese escenario cada quien se considera más chavista. El
lanzamiento de varios candidatos propios de Patria Para Todos (PPT) remarcó
situación, que en Caracas significó una batalla de descalificaciones entre la
hoy alcaldesa Érika Farías, y su contendor, Eduardo Samán.
Pero muy lejos del campo de las ideas y de
propuestas concretas, dentro del chavismo hay una lucha por el poder, que a
veces se traduce en dogmatismo político, farándula descalificadora y
politiquera, y decepción para la mayoría (así lo ejemplifica la baja
participación electoral), pese a que todos reciten representar los intereses
del pueblo, sin abrir espacios para que las bases participen y tomen el
protagonismo.
El analista chavista Juan Manuel Rodríguez señaló
que no tiene dudas que el equipo de gobierno está fracturado, y el
presidencialismo es el peor recurso para fracturas de este tipo. No se resuelve
despidiendo a los ministros, ni podemos cambiar al presidente. El Comando
Central del partido debe tomar una decisión heroica: formar un equipo de iguales,
una especie depolitburó de siete jefes que, identificados con el
único plan revolucionario que tenemos, el Plan de la Patria de Chávez, lo
pongan en marcha sin dilación y con fuerza.
Los escenarios y el día D
El resultado de las elecciones municipales,
acentúan dos únicos escenarios para el 2019 en Venezuela, y especialmente para
el 10 de enero, fecha en la que Maduro se juramenta para su segundo período.
La ausencia en las elecciones de la mayoría de
partidos políticos −quienes ha asumido el abstencionismo electoral como manera
de desconocer al Gobierno− ha permitido un avance demoledor del PSUV en el
terreno institucional, legal y político. El triunfo de las presidenciales de
mayo último (Nicolás Maduro se impuso con el 67%, poco más de seis millones de
sufragios), le permitió planificar para los próximos seis años.
Pero el 72,6% de la abstención en estos comicios
refuerza el 54% de abstención en las presidenciales, que marca un acentuado
repliegue de la participación política popular, a diferencia de lo que ocurría
durante vida de Chávez. La Asamblea Nacional declaró ilegítimas las elecciones
de mayo, que otorgó el segundo mandato a Maduro, por su “falta de legalidad en
origen” (fueron convocadas por la Asamblea Constituyente y no por el organismo electoral).
La mayoría de partidos opositores -Mesa de la
Unidad Democrática, Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y
Acción Democrática- no participaron en las municipales, pero mantuvieron
movilizaciones, colores y propaganda y mandaron a sus electores a votar por
otras tarjetas, con la mente puesta en cuidar los Concejos, órganos
legislativos de las alcaldías, de las cuales solo 25 de las 335 están en su
poder.
Para la oposición, el 10 de enero es el nuevo día
D, pero no parece tener la fuerza como para lanzar nuevas guarimbas,
terrorismo de calle, lo que no elimina la posibilidad de que haya
movilizaciones en busca de desestabilizar el escenario militar que facilite un
cambio de gobierno.
El escenario de choque no viene de la oposición
vernácula, desarticulada, debilitada, sino de las respuestas internacionales.
Por ello a Maduro le preocupa mucho más el escenario geopolítico e
internacional, de donde recibe más presiones. De allí su apurada visita a Rusia
y el estrechamiento de relaciones con Turquía y China, y lograr un acercamiento
al nuevo presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.
El último domingo Maduro re-denunció el desarrollo
de un golpe de Estado dirigido desde Estados Unidos, pero no precisó
información, mientras no es descartable el retiro de embajadores europeos y de
algunos países latinoamericanos y la puesta en marcha de mayores sanciones
económicas y financieras por parte de EE.UU. y Europa.
Álvaro Verzi Rangel: Sociólogo venezolano, Codirector
del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de
Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)