Por Genevieve Leigh
En
cualquier noche dada en los Estados Unidos, 553.000 personas no tienen un
techo, según el Informe Anual de Evaluación de Personas sin Hogar (AHAR, todas
las siglas en inglés) de 2018, publicado por el Departamento de Vivienda y
Desarrollo Urbano (HUD) y enviado al Congreso el lunes.
El informe muestra que la falta de
vivienda está en aumento por segundo año consecutivo. Subraya la dura realidad
para amplios sectores de trabajadores en el país capitalista más rico y más
avanzado del mundo, en lo que se describe habitualmente como una economía en
"auge".
El informe arroja luz sobre
muchos aspectos del empeoramiento de la crisis social en Estados Unidos. A
continuación, se presentan algunos de sus hallazgos más esenciales:
• Alrededor de 36.000 de las
personas sin hogar en una noche determinada en 2018 eran jóvenes no acompañados
(definidos como personas menores de 25 años). De este subconjunto, casi el 90
por ciento tenía entre 18 y 24 años de edad. Poco más de la mitad de estos
jóvenes no acompañados no tenían ningún refugio, una tasa mucho más alta que la
de todas las personas sin hogar.
• La falta de vivienda
disminuyó este año para todos los grupos raciales, excepto para las personas
que se identificaron como blancas, que vieron un aumento del cuatro por ciento.
Los blancos representaron el 54 por ciento de las personas sin hogar en
general.
• La mitad de las personas
sin hogar se encontraban en uno de estos cinco estados: California, Nueva York,
Florida, Texas o Washington.
• En enero de 2018, 3.900 personas
se alojaban en refugios específicamente reservados para personas desplazadas
por desastres nacionales declarados por el presidente. Estas personas fueron
desplazadas de las áreas afectadas por los huracanes Harvey, Irma, María y
Nate, así como de las regiones afectadas por los incendios forestales en el
occidente del país y otras tormentas o desastres naturales.
Entre los principales factores que
impulsan el aumento de las personas sin hogar está el aumento drástico de los
costos de vivienda en las principales ciudades. Esto se ve agravado por la
continuación del estancamiento salarial, a pesar de una tasa de desempleo
oficial casi en mínimos récord.
Según el informe, más de la
mitad de todas las personas sin hogar residían en una de las 50 ciudades más
grandes del país. El aumento más notable tuvo lugar en el condado de King,
Washington, que incluye Seattle, la sexta ciudad más cara de los Estados
Unidos. Las tasas de desamparo allí aumentaron en un 4 por ciento.
En la ciudad de Nueva York,
donde una pérdida crítica de viviendas asequibles está bien documentada, la
falta de vivienda aumentó un 2,8 por ciento. El informe reveló que casi 3 de
cada 10 personas en familias que vive sin hogar en los EUA lo hacen en Nueva
York, el cual tiene un estimado de 52.070 personas en familias sin hogar.
Estados con los mayores aumentos en familias con niños sin hogar (azul) y con las mayores disminuciones (verde) |
El aumento de personas sin
hogar en familias con niños aumentó en 12 estados entre 2017 y 2018. Los
mayores aumentos se registraron en Connecticut, que experimentó un aumento del
44 por ciento (516 personas más en familias sin hogar con hijos), y
Massachusetts, que registró un aumento de 17 por ciento (1.959 personas más).
Los resultados del informe de
personas sin hogar de HUD son condenatorios y más aún cuando se consideran sus
limitaciones significativas. En gran parte, los datos provienen de encuestas
tomadas en un "momento dado", realizadas localmente y tienen casi un
año de antigüedad. Este método de recopilación de datos involucra equipos de
trabajadores del Gobierno que se hacen cargo de todos los que pueden encontrar
viviendo afuera en una sola noche en enero.
Además, varias comunidades no
participaron en absoluto en el conteo nacional de 2018, incluido San Francisco,
que ha experimentado un inmenso aumento de personas sin hogar en los últimos
años. Es probable que el número de personas sin hogar en los Estados Unidos sea
mucho mayor al reportado.
A principios de este año, un
informe de la Coalición Nacional de Viviendas para Personas con Bajos Ingresos
reveló que no existe un solo lugar en EUA donde alguien que trabaje con un
trabajo de salario mínimo a tiempo completo pueda permitirse alquilar un
modesto apartamento de dos habitaciones. Una persona que trabaja 40 horas a la
semana, 52 semanas al año, requeriría un salario de $26.87 por hora para poder
pagar un apartamento de este tipo sin gastar más del 30 por ciento de sus
ingresos. En la capital del país, Washington DC, donde el salario mínimo actual
es de $13.25, uno tendría que ganar $34.48 por hora para pagar un modesto
apartamento de dos habitaciones.
Estos dos informes tomados
juntos destruyen la noción de que la demanda "radical" del Partido
Demócrata por un salario mínimo de $15 por hora reduciría seriamente la crisis
que enfrentan los trabajadores. El costo de una vivienda, el ataque a los salarios
y a los puestos de trabajo a tiempo completo han llevado a cientos de miles de
trabajadores a situaciones precarias, incluso a no tener hogar.
Tales
condiciones son muy comunes en todas las industrias. Casi el 95 por ciento de
los empleos creados durante la Administración de Obama fueron a tiempo parcial,
por contrato, ocasionales o temporales. Esta oferta de trabajos irregulares,
conocida como la economía gig o
de trabajos esporádicos y cínicamente vendida a la generación más joven como
trabajo "flexible", excluye seguros médicos y otros beneficios y, a
menudo, no es confiable.
Se ha convertido en algo
usual para los trabajadores mantener dos o tres empleos de medio tiempo para
poder subsistir y mantener a sus familias. Solo el 39 por ciento de los
estadounidenses dice que tiene suficientes ahorros para cubrir una visita a la
sala de emergencias de $1.000 o la reparación de un automóvil.
Como ha documentado el World Socialist Web Site en
el caso de la trabajadora de Amazon en Texas, Shannon Allen, quien ha estado
viviendo en su automóvil durante meses después de haberse lesionado en el
trabajo, decenas de miles de trabajadores viven a un salario de perder su
vivienda, pese a estar empleados por algunas de las empresas más ricas del
mundo.
Han surgido informes este año
documentando el creciente número de profesores universitarios adjuntos, muchos
de los cuales tienen un título de maestría o doctorado, que se ven obligados a
vivir en sus automóviles. Denominados "trabajadores de comida rápida del
mundo académico", se dice que una cuarta parte de estos trabajadores están
inscritos en programas de asistencia social. Durante la ola de huelgas de
maestros que estalló a principios de año en los Estados Unidos, miles de
maestros hablaron sobre verse obligados por sus bajos salarios a tener segundos
y terceros trabajos para llegar a fin de mes.
En la industria automotriz,
las compañías han celebrado acuerdos especiales de "estructura de costos
competitivos" con el sindicato automotor United Auto Workers (UAW), en
virtud de los cuales los trabajadores "legados", con más experiencia,
son expulsados de las plantas y reemplazados por trabajadores con salarios de
segundo y tercer nivel, recibiendo tan poco como el salario mínimo de $9 en
Michigan.
Estos trabajadores más
jóvenes a menudo son contratados como empleados temporales de medio tiempo (TPT),
sin derechos ni seguridad laboral. Pueden ser despedidos a voluntad. Se
enfrentan a las condiciones de trabajo más brutales, como lo ejemplifica el
caso de Jacoby Hennings, el trabajador de TPT de 21 años de edad que tenía
empleos simultáneamente en dos plantas automotrices en Michigan y supuestamente
se suicidó en el otoño de 2017 en la oficina sindical local del UAW, bajo
circunstancias que aún no han sido explicadas. Su historia es representativa de
toda una generación de trabajadores.
Las estadísticas sobre el aumento de la
falta de vivienda son aún más significativas cuando se considera que no solo
persistieron, sino que empeoraron en medio del supuesto "auge" de la
economía estadounidense.
En
la "recuperación financiera" presidida por el demócrata Barack Obama
y continuada por Donald Trump, la clase dominante se ha enriquecido más que
nunca. El promedio industrial Dow Jones, un índice bursátil, se ha triplicado
desde 2009, apuntalado por una nueva burbuja financiera creada por los $4
trillones que la Reserva Federal ha transferido por medio de su programa de
expansión cuantitativa. Según escribió el Financial Times a fines del tercer
trimestre de este año: “Para los bancos grandes y diversificados de los Estados
Unidos (Bank of America, Citigroup, JPMorgan Chase y Wells Fargo), la historia
del tercer trimestre fue simple: cosechar los beneficios de una buena economía,
contener gastos, pagar menos impuestos, recomprar acciones y ganar mucho
dinero".
Estas vastas fortunas se
hicieron a costas de la clase trabajadora, cuya experiencia desde la crisis de
2008 ha sido una pesadilla de proporciones inmensas. Tanto políticos demócratas
como republicanos, a instancias de bancos y corporaciones, utilizaron el
desplome de 2008 para crear las mejores condiciones posibles para los oligarcas
financieros. Esto significó eviscerar los servicios sociales, precarizar el
trabajo, aflojar las regulaciones sanitarias para centros laborales y el atacar
el acceso a la salud y otras prestaciones.
La indiferencia y el desprecio
de la clase dominante por la difícil situación de los trabajadores se ha puesto
de manifiesto en la respuesta oficial al informe del HUD sobre las personas sin
hogar. Pasó virtualmente sin ser mencionado por los dos partidos del gran
empresariado y apenas fue reportado por la prensa corporativa.
A los ojos de los bancos y
las corporaciones, los subempleados y desempleados crónicos no son vistos como
refugiados económicos, sino como lo que Marx llamó el "ejército industrial
de reserva”, disponible para proporcionar mano de obra para expansiones
repentinas en la producción mientras mantiene bajos los salarios debido a sus
situaciones precarias.