Partido
Socialista por la Igualdad (EE. UU.)

A medida que la pandemia se extiende, el impacto
económico está adquiriendo dimensiones sin precedentes en la historia de los
Estados Unidos. A medida que se le instruye a la gente que se "refugie en
sus casas" y practique el "distanciamiento social", la economía
se está frenando. Las pequeñas y medianas empresas, especialmente en las
industrias de venta al por menor y de servicios, se han quedado sin clientes y se
están viendo obligadas a cerrar sus puertas. La necesidad de detener toda la
producción no esencial significa que el número de desempleados alcanzará
rápidamente niveles que igualarán y posiblemente superarán los de la Gran
Depresión de los 1930.
Gran parte de la clase obrera y la clase media se
ve amenazada por la pérdida de ingresos y de la capacidad de poner comida en
sus mesas y cubrir sus gastos semanales y mensuales. En un país en el que
decenas de millones de personas tienen pocos o inexistentes ahorros y viven de
sueldo en sueldo, la pandemia es una catástrofe social incluso para los que no
están infectados por el virus.
Un financiamiento de emergencia para cubrir
totalmente los ingresos y salarios perdidos de todas las familias de la clase
obrera y la clase media debe ser la prioridad urgente e incondicional de la
respuesta económica a la pandemia. Los pagos de hipotecas y alquileres, los
préstamos para automóviles, los gastos médicos, las primas de seguros y las
deudas estudiantiles deben suspenderse mientras dure la crisis sanitaria.
Al mismo tiempo, las pequeñas y medianas empresas
deben recibir apoyo financiero para que puedan evitar la quiebra y reabrir sus
empresas tan pronto cuando las condiciones médicas lo permitan.
También debe disponerse de dinero para garantizar
la supervivencia de las instituciones educativas, culturales y otras
instituciones socialmente esenciales.
Este programa, que prioriza las necesidades e
intereses de la clase trabajadora, es diametralmente opuesto al multimillonario
"estímulo fiscal" siendo concebido en negociaciones a puerta cerrada
entre la Administración de Trump, los líderes del Congreso y los ejecutivos de
las empresas.
Mientras que se habla de forma engañosa y cínica
sobre proteger a los trabajadores, el único propósito de las negociaciones en
Washington es proteger la riqueza y las ganancias de los oligarcas financieros
y corporativos superricos. A una escala aún mayor que en el rescate de 2008-09,
los titanes de Wall Street y las juntas directivas de las empresas están
exigiendo que el Gobierno ponga a su disposición sumas ilimitadas.
Hasta ahora, el Gobierno federal ha gastado menos
de $10 mil millones en ayuda de emergencia para desastres relacionados con la
pandemia. Y, sin embargo, el Tesoro de los EE. UU. ha comprado unos $600 mil
millones en acciones en las últimas semanas, lo que significa que ha gastado 60
veces más dinero en apoyar a los bancos que en abordar la crisis sanitaria.
Además de los más de $2 billones que ya prometió
para respaldar los activos financieros de los principales bancos, el Congreso
está debatiendo un paquete de rescate adicional de $2 billones.
El grueso de esa propuesta consiste en varios
regalos para las empresas en forma de exenciones fiscales y préstamos,
incluyendo medidas dirigidas específicamente a las aerolíneas y otras
industrias. Menos de $50 mil millones del proyecto de ley irían dirigidos a
medidas de emergencia para combatir la pandemia. Sólo una empresa, Boeing,
exige un rescate mayor que todas las medidas de salud pública contenidas en el
proyecto de ley.
Mientras los republicanos y los demócratas discuten
los detalles del rescate, están de acuerdo en que 1) se deben canalizar enormes
sumas de dinero a través de las grandes corporaciones; 2) no se deben tomar
medidas que limiten o amenacen la riqueza de los ejecutivos y los grandes
inversores; y 3) los intereses del sistema de lucro capitalista y de la
propiedad privada permanecerán intactos de manera indiscutible. Los bancos y
las grandes empresas no sólo seguirán gobernando. Estas instituciones y sus
ejecutivos y grandes accionistas saldrán de la crisis más ricos y poderosos que
nunca.
El New
York Times declaró en un editorial publicado ayer, "La única
forma práctica de limitar el desempleo masivo, y de preservar las empresas
previamente viables, es que el Gobierno inyecte dinero en el sector
privado".
La última vez que esto se hizo, en la respuesta al
derrumbe de 2008, el resultado fue una bonanza para los dueños superricos de
los activos financieros. La riqueza de las 400 personas más ricas de EE. UU. se
disparó de $1,27 billones en 2009 a $2,96 billones en 2019.
El CEO de Amazon, Jeff Bezos, tenía un patrimonio
neto de $6,8 mil millones en 2009, y en 2018 era de $160 mil millones. Warren
Buffett tenía un patrimonio neto de $37 mil millones en 2009 y aumentó a $90
mil millones el año pasado. El CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, contaba con $2
mil millones en 2009, pero vio su riqueza multiplicarse 40 veces a $85 mil
millones en 2019. Y el CEO de Tesla, Elon Musk, ha logrado que su riqueza
crezca aún más rápido, más que duplicándose de $20 mil millones en mayo de 2019
a $45 mil millones a principios de este año.
En 2019, las empresas estadounidenses gastaron $798
mil millones de dólares en la recompra de sus propias acciones, cifra que
supera incluso la gastada antes de la crisis financiera de 2008.
La recompra de
acciones fue uno de los principales medios empleados por los ejecutivos de las
empresas para enriquecerse. Como explicó la Harvard Business Review :
Las 465 empresas del Índice S&P 500 en enero de
2019 que cotizaron en bolsa entre 2009 y 2018 gastaron, durante esa década,
$4,3 billones en recompras, lo que equivale al 52 por ciento de sus ingresos
netos, y otros $3,3 billones en dividendos, un 39 por ciento adicional de los
ingresos netos. Sólo en 2018, incluso cuando las ganancias después de impuestos
se encontraban en niveles récord debido a los recortes fiscales republicanos,
las recompras de acciones de las empresas del S&P 500 alcanzaron un
asombroso 68 por ciento de los ingresos netos, con los dividendos absorbiendo
otro 41 por ciento
¿Por qué han realizado las empresas estadounidenses
estas compras masivas? Dado que la mayor parte de su compensación proviene de
opciones y premios de acciones, los altos ejecutivos corporativos han utilizado
las recompras en el mercado abierto para manipular los precios de las acciones
de sus empresas en beneficio propio y de otros en el negocio de cronometrar la
compra y venta de acciones en la bolsa. Las recompras enriquecen a estos
vendedores de acciones oportunistas –banqueros de inversión y gerentes de
fondos de inversión, así como altos ejecutivos corporativos— a expensas de los
empleados, así como de los accionistas permanentes.
La fea realidad de las prácticas financieras
capitalistas y el grotesco saqueo de los activos de las empresas refutan la
frase mentirosa que se entona siempre que se hace referencia a las necesidades
de la clase obrera: "¡No hay dinero!".
El problema no es la ausencia de dinero, sino el
control de las fuerzas productivas de la sociedad en manos de la clase
capitalista.
El Partido Socialista por la Igualdad rechaza
enfáticamente el rescate de las corporaciones. Exigimos que los bancos y las
corporaciones monopólicas, que controlan activos valorados en decenas y cientos
de miles de millones de dólares, se transformen en organizaciones de propiedad
pública y sean controladas democráticamente. Las inversiones de los pequeños y
medianos accionistas, muchos de los cuales han invertido sus ahorros para su
jubilación, estarán plenamente protegidas.
Los ejecutivos que durante el último decenio
saquearon las corporaciones en aras de su enriquecimiento personal deberán ser
obligados legalmente a pagar una restitución.
Esta crisis, al igual que el derrumbe de 2008, ha
puesto al descubierto el mito del individualismo capitalista. Ha dejado en
claro que los bancos y las empresas no pueden sobrevivir sin el apoyo masivo
del Estado.
Al plantear estas demandas, el Partido Socialista
por la Igualdad no cree ni por un momento que la Administración de Trump, o, si
vamos al caso, una dirigida por los demócratas, tomará ninguna medida que
socave los intereses de la oligarquía corporativa-financiera.
Por eso, el
programa avanzado por el Partido Socialista por la Igualdad solo puede
realizarse mediante la movilización industrial y política de la clase obrera
sobre la base de un programa socialista.
La pandemia global ha desatado una ola de apoyo al
socialismo y militancia en sectores importantes de la clase obrera. La semana
pasada, una serie de huelgas salvajes obligó al cierre de la industria
automotriz y trabajadores en todo el país se están rehusando a trabajar en
condiciones insalubres. Estas luchas, junto con otras por todo el mundo,
constituyen la base objetiva para resolver la crisis sobre una base socialista,
lo que significaría la inversión de billones de dólares para combatir la
pandemia y preservar la vida humana, a través de la expansión de la infraestructura
pública de salud.
Si la clase capitalista prevalece sin oposición a
sus intentos de hacer que la clase obrera soporte el peso de la crisis, el
saldo será de millones de vidas. La raza humana ha alcanzado un punto en que la
función más básica de la sociedad —la preservación de la vida humana— es
incompatible con el capitalismo.