Por Jerry White
Millones de trabajadores por todo el mundo están siendo echados del trabajo debido a la pandemia del coronavirus, lo que crea las condiciones para una crisis económica y social sin precedentes.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha
advertido de que 25 millones de trabajadores podrían engrosar las filas de los
desempleados a lo largo de los próximos meses. En comparación, la crisis
financiera de 2008-2009 aumentó el desempleo global en 22 millones.
La expansión de la enfermedad COVID-19 ya le ha
pasado una terrible factura a nivel humano, con casi 250.000 casos y más de
10.000 fallecimientos en todo el planeta. La crisis económica y social, que
empezó con el cierre de una porción significativa de la economía china y la
interrupción de la cadena mundial de suministro, ahora se ha extendido por todo
el mundo según cierran o disminuyen drásticamente sus operaciones restaurantes,
minoristas, líneas aéreas, escuelas públicas y fábricas.
Mientras vuelca billones a las bolsas y prepara
rescates a las aerolíneas y otras industrias, la administración Trump en los
EEUU y los gobiernos capitalistas de todo el mundo están haciendo poco o nada
para proteger a los trabajadores del desastre económico.
La medida bipartidista aprobada en la Cámara de
Representantes de los EEUU para brindar a los trabajadores una limitada baja
remunerada, por ejemplo, excluye a los lugares de trabajo con más de 500
trabajadores —o casi la mitad de la fuerza laboral.
El informe de la
agencia laboral de Naciones Unidas comenta que los trabajadores infectados ya
han perdido casi 30.000 meses de trabajo, según cifras de la semana pasada.
Pero esta es solo la punta del iceberg. Los niveles crecientes de desempleo se
espera que resulten en bajos ingresos en el rango de entre $860 mil millones a
$3,4 billones.
La crisis también llevará a una vasta expansión del
subempleo según las horas de trabajo y los salarios se ven reducidos. Bajo los
peores escenarios que contempla la OIT (13 millones a 24,7 millones de lugares
de trabajo perdidos), habrá entre 20,1 millones y 35,0 millones de personas más
en la pobreza laboral de las que se estimaba antes del COVID-19 para 2020. Esto
llevará a un correspondiente colapso en el consumo, que a su vez profundizará
la crisis económica.
En su informe la OIT dijo, "Los trabajadores
desprotegidos, incluso los autónomos, los trabajadores informales y temporales,
es probable que sean afectados desproporcionadamente por el virus ya que no
tienen acceso a mecanismos de baja remunerada por enfermedad". También
observó que hacerse autónomo en la economía informal, un método típico de
mantener alguna forma de ingresos durante las crisis económicas, es menos
posible a causa de la restricción del movimiento de personas y bienes.
Ya ha habido despidos masivos en la manufactura,
las artes y el entretenimiento, hoteles, líneas aéreas e industrias de los
servicios por todo el mundo.
Los historiadores y los expertos de la industria
están diciendo que el cierre sincronizado de la industria pesada en Europa y
los Estados Unidos no se parece a ninguno desde los '40, según Bloomberg.
El jueves, la Ópera Metropolitana, la mayor organización
de artes escénicas de los EEUU, despidió a sus empleados sindicales, incluyendo
a sus cantantes de coro y músicos. La Alianza Internacional de Empleados
Escénicos de Teatro (IATSE, siglas en inglés), estimó que 120.000 empleos para
trabajadores del cine, incluyendo a técnicos, artesanos, y otros cargos de
equipo, han sido eliminados.
El Group Union Square Hospitality de Danny Meyer el
miércoles despidió a 3.000 trabajadores de restaurante, que es el 80 por ciento
de su plantilla, incluyendo a 2.000 solo en Nueva York. El Pebblebrook Hotel
Trust (compañía fiduciaria), que posee 54 hoteles, despidió a la mitad de sus
8.000 trabajadores y dijo que puede que necesite recortar otros 2.000.
La Scandinavian Airlines dijo el domingo que
despediría temporalmente a 10.000 empleados, el equivalente al 90 por ciento de
su plantilla. La Norwegian Air despedirá temporalmente hasta al 50 por ciento
de su plantilla, o 7.300 trabajadores, y suspenderá 4.000 vuelos.
En los EEUU, los economistas están advirtiendo de que
los recortes en nóminas el mes que viene podrían alcanzar los dos millones
—mucho más que la pérdida pico de empleos de 800.000 en marzo de 2009, durante
la Gran Recesión. El exconsejero de Trump, Kevin Hassett, le dijo el jueves a
la CNN que los EEUU podrían enfrentarse a otra Gran Depresión, cuando la tasa
de desempleo llegó a un pico del 24,9 por ciento en 1933. Según Moody's
Analytics, casi 80 millones de empleos —más de la mitad de los empleos en la
economía estadounidense— peligran a causa del coronavirus.
El 9 por ciento de todos los trabajadores
estadounidenses —ó 14 millones de trabajadores— han sido despedidos debido a la
pandemia, según SurveyUSA, y otro 25 por ciento ha sido puesto en horas cortas.
Al menos 11 estados vieron un enorme repunte en
solicitudes de prestaciones por desempleo, según nuevas afirmaciones de
desempleo en los EEUU subieron un 33 por ciento la semana pasada a más de
280.000. En Nueva Jersey, 15.000 personas solicitaron la prestación por
desempleo, lo que bloqueó el sitio web del estado. En Nueva York, 21.000
personas llamaron para pedir el seguro de paro para el mediodía del martes, en
comparación con los 2.000 el mismo día la semana pasada.
En Ohio, hubo 11.995 declaraciones de desempleo el
domingo y 36.645 el lunes. En Texas, cerca de 16.000 personas pidieron
prestaciones por desempleo la semana pasada, 4.500 más que la semana anterior.
Con la mitad de los adultos estadounidenses
viviendo de un día para otro este año y el 53 por ciento informando de que no
tienen un fondo de emergencia que cubra por lo menos tres meses de gastos, la
pérdida de empleos significa la indigencia para millones.
La
administración de Trump ha respondido al repunte en desempleo instando a los
funcionarios laborales estatales que posterguen la publicación del número
exacto de declaraciones de desempleo para evitar otro agotamiento bursátil,
según el New York Times .
En un correo electrónico enviado el miércoles, el
Departamento de Trabajo instruyó a los funcionarios del estado que solo
"brindaran información usando generalidades para describir niveles de
declaración (muy alto, gran aumento)" hasta que el departamento publique
el número total de afirmaciones nacionales el jueves que viene. Como los
informes fueron monitorizados por los mercados financieros, "Los estados
no deberían brindar valores numéricos al público", escribió Gay Gilbert,
el administrador de la Oficina de Seguro Laboral del departamento.
La crisis de salud pública que se acelera se está metastatizando
en una crisis económica y social masiva. Ante esto, los gobiernos capitalistas,
actuando en nombre de los intereses financieros y corporativos más poderosos,
intentarán explotar la crisis para acelerar la destrucción de los empleos y
estándares de vida de los trabajadores, como lo hicieran en la crisis
financiera global de 2008-2009.
La clase trabajadora tiene que plantear su propia
respuesta para responder a la crisis, incluso exigiendo la compensación total
para todos los trabajadores despedidos debido a la pandemia. La producción no
esencial debe cerrarse para proteger a los trabajadores de una exposición
innecesaria, sin embargo, no se puede hacer que los trabajadores soporten las
consecuencias.
En vez de rescatar a las corporaciones gigantes,
habría que transformarlas en utilidades públicas y reacondicionarlas para la
producción de equipo médico y otras cosas necesarias para proteger la salud
pública. Las enormes ganancias acumuladas por las corporaciones tienen que ser
utilizadas para pagar los costes de la crisis económica.
Lo que hay que asegurar es el sustento de la clase
trabajadora, no las ganancias de los bancos y las corporaciones y la riqueza de
la oligarquía financiera.