Por Juan Manaure
El
objetivo de esta nota es iniciar un intercambio de ideas sobre el artículo “la
izquierda huérfana”1 del camarada
Jesús Rondón, con quien me une, no sólo una sincera amistad, sino también haber
militado en períodos distintos en el movimiento obrero y juvenil, además
de motivar a sus asiduos lectores a conocer nuestra organización.
Entendemos que el propósito del artículo
de Jesús es realizar un muy sucinto análisis sobre los sectores de la izquierda
que progresivamente se han venido oponiendo al gobierno y su política, así como
las causas de su distanciamiento del gobierno, su programa de lucha, o, como él
plantea, si en efecto tienen un programa de lucha para presentarlo a las masas
trabajadoras del país, etc. Veamos.
“La
izquierda venezolana ha tenido pocos momentos donde se ha consumado la unidad,
y en los tiempos recientes fue ese vendaval llamado Chávez, que con una
dinámica mesiánica, sofocó las disidencias y reconstruyó un discurso en el que
la mayoría se vio representado, lo que no significó que en la realidad se
lograran capacidades para transformar las realidades, es decir poder.
Veinte
años, es tiempo para que pase mucha agua bajo el puente de la Revolución
Bolivariana y tiempo también para que muchos de esa izquierda amalgamada hayan
decidido dejar de apoyar a Chávez, ahora Maduro, al Gobierno bolivariano y
hasta a la revolución misma. ¿Las razones? Siguen siendo objeto de un intenso e
inacabado debate. Ahora bien, me pregunto ¿en qué andan los que se han ido?”
En primer lugar, tratar de caracterizar a
la Revolución Bolivariana como un periodo homogéneo a lo largo de los últimos
21 años de historia nacional, sin diferenciar sus etapas y cambios
trascendentales, y unificando como un todo a Chávez-Maduro-Gobierno Bolivariano
y Revolución Bolivariana, es bastante arriesgado y dudamos que haya sido la
intención del camarada Jesús Rondón en su interesante artículo “la izquierda
huérfana”.
Resulta absolutamente imposible comparar
a Maduro con Chávez, aunque como decía Marx, los grandes hechos y personajes de
la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces, una vez como
tragedia y la otra como farsa2, Chávez
fue la primera, la historia de un hombre noble con un desenlace funesto, Maduro
es la segunda, es la farsa, es la historia de un hombre prometiendo prosperidad
económica cada año, al menos durante los últimos 5 años, cuando hemos vivido la
peor debacle económica de nuestra historia, es tratar de hacer pasar a Luis
Bonaparte por Napoleón.
Jesús en tu artículo preguntas ¿en que
andan los que se han ido? En primer lugar yo te plantearía ¿ido de dónde? ¿Del
PSUV, del Gobierno Bolivariano, de la izquierda o de revolución? Y añadiría ¿en
qué se han convertido los que se han quedado en el PSUV, en el Gobierno
Bolivariano, en la izquierda y en la revolución? Porque, insisto, no es lo
mismo, y es un elemento fundamental para desarrollar el debate.
Continuando en ése mismo orden de ideas,
Jesús plantea:
«En
primera instancia, hay que decir que no están escondidos, pero si concentrados
en la crítica al Gobierno y a la Revolución Bolivariana, con un verbo agudo e
incisivo (algunos siempre lo tuvieron), que se deja ver en algunos portales y
en los grupos whatsapp.
No
se les observa organizados ni participando en organizaciones de base, más bien
solitarios, queriendo ser un faro de orientación, amparados muchos en su
historial político o académico. Cuestionan lo que existe, pero no esgrimen cuál
es el relato alterno. Algunos hasta anhelan un proceso de restauración de la
cuarta, con sus actores, sus vicios y sus lógicas.
Se les ve huérfanos de
proyecto, sin un horizonte, peor aún: desencantados. Algunos están centrados en
la sobrevivencia, echando mano hasta de lo que cuestionaron, por necesidad o
convicción.”
Si bien es cierto que hay muchos
camaradas desencantados, desmoralizados, desmovilizados, que migraron, que
dejaron la militancia político-partidista, también es cierto que, por ejemplo,
algunos que no están en el PSUV ni en el Gobierno Bolivariano, hacen trabajo de
base en sus comunidades, universidades o entidades de trabajo, desde donde
piensan, acertadamente, están contribuyendo con la revolución.
Como también hay compañeros que pasaron
del trabajo de base a disfrutar de altos cargos ministeriales, de ser bravíos
cuestionadores de la política sectaria del PSUV a ser directores/as generales
en la Vicepresidencia de la República o en ministerios, de ser
sindicalistas “cabeza caliente” críticos de la CBST a ser viceministros/as, de
ser dirigentes obreros clasistas o concejistas a ser diputados/as de la ANC
absorbidos por el discreto encanto de la burocracia, levantando la mano
acríticamente cada martes en el hemiciclo del capitolio o aplaudiendo
fervorosamente cada miércoles en la noche en el mazo dando.
Otros se fueron del PSUV a alguno de los
partidos o movimientos de la izquierda venezolana, como el PCV, PPT, Alexis
Vive, entre otros. Muchos claudicaron de manera vergonzante, saltaron la
talanquera y están en la derecha alineada al imperialismo norteamericano, y
finalmente, otro sector se ultraizquierdizó y producto de su sectarismo, son
capaces de juntarse con la ultraderecha con tal de “salir de la dictadura de
Maduro”, sin saber con qué reemplazarán a este gobierno, o soñando que después
de que la derecha tome el poder, ¡será su turno!
Muchísimos camaradas que trabajamos en la
administración pública, desde donde intentamos impulsar la organización de
trabajadores/as o comunidades, abandonamos esas “trincheras” por la cada vez
más insoportable incongruencia de la dirección, la corrupción, los atropellos y
arbitrariedades a las que se someten a los trabajadores/as, como el reciente
caso de los camaradas Aryenis Torrealba y Alfredo Chirinos, detenidos por el
DGCIM por supuesta traición a la patria y sometidos al escarnio público
mediante un vergonzoso comunicado del Gobierno sin prueba alguna.
Esas contradicciones, más la ultra
precarización salarial y las pésimas condiciones laborales han generado muchas
renuncias, no obstante, entre los que nos fuimos aún muchos continuamos en la
izquierda revolucionaria, y al mismo tiempo, no todos los que “se quedaron” son
los más genuinos y comprometidos revolucionarios.
Más aún, a dónde han ido a parar la
dirección del PSUV y del Gobierno, ¿podríamos decir que son de izquierda aún?,
¿están dándole continuidad a la Revolución Bolivariana? ¿O están aplicando más
bien un ajuste económico de corte liberal (de derecha) que sepulta en la
práctica, a pesar de su fraseología pseudo revolucionaria, las conquistas del
periodo anterior?
¿Podríamos decir aún que este gobierno es
de izquierda? Un gobierno que tiene uno de los salarios más bajos del mundo,
que facilita las desmejoras salariales y contractuales de la clase trabajadora
con el infame memorándum 2792, que no sólo facilita los despidos de
trabajadores/as sino que él mismo persigue, despide injustificadamente y
encarcela a trabajadores/as sin importarle si son delegados/as de prevención,
dirigentes sindicales, militantes de izquierda, por el sólo hecho de defender
las conquistas de la clase obrera o denunciar actos de corrupción.
El PSUV y el Gobierno no son la
revolución, la revolución la hacen los/as trabajadores/as y la juventud,
campesinos/as, comuneros/as y oprimidos/as en general y en eso andamos
algunos, por ejemplo desde Lucha de Clases, enfrentando las injustas calificaciones
de despido levantadas contra la dirigencia sindical de FOGADE, sólo por luchar
en pro de mejores condiciones socioeconómicas dentro de la institución, así
como luchamos por las reivindicaciones económicas, sociales y políticas de los
trabajadores/as en general, o sosteniendo una referencia de control obrero
desde hace más de diez años en la fábrica “Heroínas de Aragua” (antigua
Gotcha), una de las pocas experiencias que aún se mantiene en pie y produciendo
desde aquella época de auge de las fábricas ocupadas en el país, en momentos de
reprivatizaciones de empresas y devolución de tierras por parte del gobierno a
capitalistas y terratenientes.
Consideramos que la izquierda venezolana
no necesita otro padre, ya es tiempo de pasar del duelo, la nostalgia y la
orfandad que representó para millones la partida física de Chávez hace 7 años,
a la organización, la militancia y la lucha. Es momento de superar a los
farsantes que pretenden ser sus supuestos “hijos y herederos de su legado”,
explotando su imagen hasta el cansancio para sostenerse en el poder, por un
lado con el apoyo residual que aún existe de ese importante fenómeno social
llamado chavismo, y por el otro con la fuerza pública del Estado burgués.
En nuestra opinión la izquierda debe es
madurar y asumir el inmenso desafío histórico que tiene frente a sí, que
consiste en explicar pacientemente a las masas que lo estamos viviendo no es
socialismo, sino capitalismo, que Maduro no es Chávez, ni su hijo o heredero y
que el gobierno no es la revolución. La revolución socialista es más bien un
tarea aún pendiente, y para realizarla debemos construir una alternativa que
nos permita disputarle las masas al PSUV y luchar por la conquista del poder
político.
Para nosotros, en Lucha de Clases, el
proyecto es la revolución socialista, en Venezuela, en Latinoamérica y en el
mundo entero.
Nota: Jesús, con el fin de sortear la
limitación práctica que implica escribir un máximo de palabras para la
publicación de tus artículos en Ultimas Noticias, ponemos a disposición nuestra
página web, en caso de que desees publicar un artículo más extenso que ayude a
enriquecer el debate.