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El imperialismo estadounidense utiliza el coronavirus como un arma de guerra


Por Bill Van Auken
En un discurso el jueves pronunciado el jueves anunciando que los casos de infecciones del coronavirus a nivel global aumentaron a 200.000, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró que “la única manera de derrotar esta pandemia, como siempre hemos dicho, es por medio de la solidaridad. Solidaridad, solidaridad, solidaridad… Somos una sola raza humana y eso es realmente suficiente. Este es un enemigo invisible contra la humanidad”.

La solidaridad de la humanidad en todo el planeta no es meramente un ideal noble, sino una necesidad de vida o muerte para combatir un virus mortal que amenaza con contagiar a cientos de millones de personas según se propaga a todo rincón del globo. Sin embargo, este ideal contrasta marcadamente con la realidad de una sociedad capitalista mundial sumida en niveles sin precedentes de desigualdad social y caracterizada por intereses geoestratégicos perseguidos a través de violencia asesina.
A la par del “enemigo invisible contra la humanidad”, el coronavirus, hay otro muy visible, el imperialismo mundial.
En ningún lugar es más evidente que en las desesperadas condiciones que enfrenta Irán y su población de casi 83 millones. El país tiene el tercer mayor número de muertes, después de Italia y China, y la mayor tasa de mortalidad, según el número de infecciones sigue aumentando considerablemente cada día.
El portavoz del Ministerio de Salud de Irán, Kianush Jahanpur anunció el jueves que murieron 149 personas del virus en las 24 horas previas, aumentando el total a 1.284. Durante este periodo, fueron reportados 1.046 casos nuevos de infección, llevando el total a 18.407. Se considera que ambas cifras son serias subestimaciones de los estragos causados por la enfermedad.
“Con base en nuestra información, cada diez minutos fallece una persona del coronavirus y 50 personas se infectan con el virus cada hora en Irán”, dio el portavoz.
En vez de solidaridad humana, la respuesta de Washington a esta crisis ha sido un intento deliberado de empeorarla a cosas de incontables vidas de trabajadores iraníes. La pandemia, lejos de ser vista como un enemigo que ha de ser erradicado en todo país, es visto por la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA como una nueva arma de guerra que debe ser integrada en sus planes imperialistas.
Esta es la inescapable conclusión de la imposición de otra ronda de punitivas sanciones económicas contra Irán por parte del Gobierno de Trump, poniendo en la mira a empresas con sede en los Emiratos Árabes Unidos acusadas de comprar petróleo de la Compañía Nacional de Petróleo Iraní. Esto se produce tan solo dos días de otro conjunto de sanciones anunciadas por el matón secretario de Estado de Washington, Mike Pompeo, contra nueve entidades en China, Hong Kong y Sudáfrica. Las empresas fueron colocadas en la lista negra por participar en “transacciones significativas” con petroquímicos iraníes.
Describiendo la pandemia en términos abiertamente agresivos y xenofóbicos, Pompeo dijo en una rueda de prensa en el Departamento de Estado: “El virus de Wuhan es un asesino y el régimen iraní es un cómplice”.
En un solo suspiro, añadió que Washington estaba preparado para llevar a cabo “esfuerzos humanitarios” para “ayudar a que el pueblo iraní permanezca sano”.
El nivel de mentiras e hipocresía es impactante, incluso para el Gobierno de Trump. Las sanciones estadounidenses, que han colocado al banco central del país en la lista negra, imposibilitan que Teherán compre medicamentos y provisiones médicas básicas que supuestamente están permitidas dentro del régimen de “máxima presión” impuesto por Washington. Esto ha condenado a decenas de miles de personas a muertes tempranas y prevenibles, mucho antes que el brote del coronavirus. Ahora, según la estimación de un doctor iraní, la cifra de muertes en el país debido al COVID-19 podría alcanzar los 3,5 millones.
Tal sufrimiento humano no es un daño colateral del régimen de sanciones de “máxima presión” de Washington, sino directamente su propósito. Por medio de un brutal castigo colectivo, hambre y la propagación de la enfermedad, el imperialismo estadounidense busca fomentar un cambio de régimen en Teherán con el objetivo de eliminar un obstáculo regional a su hegemonía sobre la región rica en petróleo del golfo Pérsico, y a su vez prepararse para una guerra contra China. La pandemia del coronavirus es vista como otra arma en el arsenal estadounidense.
Como lo dejó claro el asesinato el 3 de marzo del general Qasem Soleimani, por medio de un ataque con misiles desde drones en el aeropuerto internacional de Bagdad, el imperialismo estadounidense está preparado para llevar a cabo una guerra directa de agresión para alcanzar sus objetivos. Con la misma orden que autorizó el asesinato ilegal de Soleimani, Trump también autorizó al Pentágono para que llevara a cabo bombardeos de buques, sistemas de defensa aérea y otros blancos iraníes, abriendo la puerta a un catastrófico enfrentamiento militar.
El nivel de desesperación del Gobierno burgués-clerical ante la propagación del coronavirus se refleja en su solicitud al Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual Teherán no ha tenido relaciones por más de cuatro décadas, para un préstamo de emergencia e $5 mil millones para comprar las provisiones médicas que necesita urgentemente.
Debido a que Washington tiene la última palabra dentro del FMI, la solicitud del préstamo probablemente sea rechazada. El FMI rechazó una solicitud similar de Venezuela, otro país rico en petróleo sometido a un estrangulamiento cada vez mayor por las sanciones de “máxima presión” mientras se enfrenta a la propagación del coronavirus. La junta directiva del FMI afirmó cínicamente que no entregaría el dinero porque no tiene “claridad sobre el reconocimiento” del Gobierno del presidente Nicolás Maduro. ¡Como si el títere estadounidense Juan Guaidó y la banda pequeña de conspiradores derechistas y patrocinados por la CIA alrededor suyo organizarían los esfuerzos para contener y mitigar la enfermedad! Mientras tanto, los aliados derechistas de Washington en América Latina han rechazado cualquier colaboración con Venezuela para combatir la propagación del coronavirus, esperando nuevamente utilizar miles de muertes para derrocar al Gobierno existente e imponer un régimen títere de EE. UU.
Los efectos de estas políticas criminales no se limitarán a los países objetivo. El coronavirus ya se ha propagado de Irán a gran parte de Oriente Próximo y el sur de Asia. El Pentágono se ha visto obligado a encerrar a sus tropas de ocupación en Afganistán por temor a que su regreso a casa propague el virus.
En su declaración del 17 de marzo de 2020, “Cómo combatir la pandemia del COVID-19: un programa de acciones para la clase obrera”, el Comité Nacional del Partido Socialista por la Igualdad (EE. UU.) planteó la demanda de “Poner fin a todas las sanciones y medidas de guerra comercial”. Declaró: “La respuesta de Irán, Venezuela y otros países está viéndose debilitada por las sanciones económicas que previenen que adquieran los equipos médicos necesarios. Las medidas de guerra comercial implementadas por EE. UU. y los países europeos deben detenerse. El coronavirus es una enfermedad global que requiere una respuesta coordinada globalmente”.
La pandemia mundial del coronavirus ha expuesto nuevamente en la forma más clara que los intereses más básicos de la clase obrera y la supervivencia misma de la humanidad son incompatibles con el imperialismo. La solidaridad exigida para derrotar esa enfermedad y salvar las vidas de millones en todo el planeta solo se puede forjar por medio de la unificación de la clase obrera por encima de las fronteras nacionales en una lucha común por el internacionalismo socialista.