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La importancia de los factores psicosociales y de los materiales


Por Michael Marmot, Richard G Wilkinson


Resumen:
  • Las circunstancias económicas y sociales afectan la salud a través de los efectos fisiológicos de sus significados emocionales y sociales así como a partir de los efectos directos de las circunstancias materiales.
  • Las condiciones materiales no explican adecuadamente las desigualdades en salud en los países ricos
  • La relación entre menores niveles de desigualdad en ingresos y una mejor salud de la población es reflejo de un mayor nivel de bienestar psicosocial
  • En los países ricos, el bienestar está más relacionado con el nivel de ingreso relativo que con el absoluto.
  • La dominancia social, la desigualdad, la autonomía y la calidad de las relaciones sociales tienen un impacto en el bienestar psicosocial y se encuentran entre las explicaciones más poderosas del patrón de salud de la población en los países ricos.
Gran parte del debate sobre las desigualdades en salud se ha centrado en el daño causado por la pobreza. Sin embargo, la evidencia sugiere que la salud también está relacionada con la desigualdad. En primer lugar, como muestran las investigaciones del estudio Whitehall realizadas entre los funcionarios públicos británicos, existe un gradiente de salud también entre los que no son pobres, indicando que cuanto más alta es la posición socioeconómica, menor es la posibilidad de enfermar (morbilidad) y la mortalidad /1-4. Usando muestras completas de la población general también se ha documentado que este gradiente existe en sociedades diversas y que su magnitud varía entre las sociedades y en el tiempo /5, 6. Aunque la mortalidad absoluta ha disminuido en Gran Bretaña, las desigualdades en la mortalidad han aumentado /7, 8 En segundo lugar, a pesar de este gradiente de salud dentro de las sociedades, en los países ricos hay poca relación entre el nivel promedio de ingresos (el producto interno bruto per cápita) y la esperanza de vida. Esto sugiere que los estándares materiales absolutos no son, en sí mismos, la clave. En tercer lugar, existe una fuerte relación entre la mortalidad y las desigualdades en ingresos. Las personas que viven en países con mayor desigualdad de ingresos tienen una esperanza de vida más corta /9–11. Además, se ha encontrado una relación similar usando áreas geográficas con diferentes niveles de desigualdad dentro de cada país /12–15.

Importancia de las vías psicosociales.

Estas observaciones respaldan nuestro argumento de que existen vías psicosociales asociadas con situaciones de desventaja relativa (no absoluta) que actúan además de los efectos directos que se derivan de los niveles absolutos de vida material /1, 16–18 Esta interpretación se basa en tres tipos de evidencia:
  • El éxito de variables psicosociales como el control (percibido sobre las circunstancias), la ansiedad, la inseguridad, la depresión, o las relaciones sociales para explicar el gradiente de salud.
  • Los estudios de los efectos del bajo estatus social en primates no humanos.
  • El cada vez mayor conocimiento de las vías neuroendocrinas a través de las cuales los factores psicosociales "nos afectan fisiológicamente".
La interpretación de Lynch y colaboradores.

Lynch y sus colaboradores desestimaron este enfoque en un artículo reciente en el British Medical Journal /19. Aceptaron que, en la población general, existe un vínculo entre la desigualdad de ingresos y la esperanza de vida, y consideraron tres posibles explicaciones: ingreso individual, factores psicosociales e interpretaciones "neomateriales".

Luego, Lynch y los otros descartaron las dos primeras explicaciones en favor de la tercera. El argumento que respalda el ingreso individual como explicación establece que una sociedad con mayor desigualdad de ingresos tendrá un mayor porcentaje de personas con bajos ingresos, y que es esta mayor prevalencia de personas pobres la que explica la relación entre la desigualdad y la mala salud. Aunque esta interpretación es posible, Lynch y sus colaboradores citaron pruebas convincentes que la refutan /20–22. Sin embargo, es el rechazo de las explicaciones psicosociales por parte de Lynch y sus colaboradores lo que deseamos considerar aquí. Estos autores descartan la evidencia de que los factores psicosociales median la relación entre la desigualdad de ingresos y la mortalidad en la población. Además, a nivel individual, Lynch y sus colaboradores afirman que un enfoque en las percepciones de desigualdad y otros factores psicosociales ignora las condiciones materiales que estructuran la experiencia cotidiana y conduce a una agenda política regresiva que culpabiliza a las víctimas.

Efectos psicosociales de la privación relativa.

No necesitamos estar en desacuerdo con el énfasis de Lynch y sus colaboradores en los factores neomateriales. De hecho, su descripción de estos como "una combinación de exposiciones negativas y falta de recursos en poder de los individuos, junto con una infrainversión sistemática en una amplia gama de procesos humanos, económicos, culturales y políticos" parece abarcarlo todo menos el genoma. Aunque la inclusión de las vías psicosociales dentro de los factores neomateriales podría considerarse que introduce una gran diferencia entre los factores neomateriales y materiales, Lynch y sus colaboradores se han esforzado específicamente para excluir las explicaciones psicosociales de las desigualdades en la salud.

La distinción entre los efectos directos de las condiciones materiales (desnutrición, frío, y aire y agua contaminados) sobre la salud y los efectos -mediados psicosocialmente- de la privación relativa sobre la salud tiene implicaciones importantes para la política. ¿Se resuelve el problema si, siguiendo el espíritu del neomaterialismo, se le da a cada niño acceso a una computadora y a cada familia un automóvil, se trata la contaminación del aire y se proporciona un entorno físicamente seguro? Nosotros creemos que no. Los efectos psicosociales de la privación relativa los cuales implican el control sobre la vida, la inseguridad, la ansiedad, el aislamiento social, los entornos socialmente peligrosos, el acoso escolar y la depresión permanecen intactos. La evidencia muestra que estos factores influyen en la salud y que su prevalencia se ve afectada por la estructura socioeconómica y por la posición de las personas dentro de esta.

Importancia psicosocial del consumo.

Dentro de una sociedad, la salud está correlacionada con los ingresos. Sin embargo, más allá de satisfacer necesidades básicas, el consumo sirve para fines sociales, psicosociales y simbólicos. Expresa identidad. La autoimagen se ve reforzada por las posesiones. Ir de compras proporciona la "terapia de ir compras". La riqueza es un marcador de estatus social, éxito y respetabilidad, así como la pobreza es estigmatizante. En el trabajo, los ingresos más altos se asocian con menos subordinación, más autonomía y control del trabajo, y menos inseguridad laboral. Incluso el paleomaterialismo de Marx reconoció los efectos psicosociales de la desigualdad: “Una casa puede ser grande o pequeña; siempre que las casas de los alrededores sean de igual tamaño, satisface todas las demandas sociales de una vivienda. Pero si surge un palacio al lado de una casita, la casita se encoge hasta convertirse en una choza. . . su habitante se sentirá cada vez más incómodo, insatisfecho y apretado dentro de sus cuatro paredes" /23.

Incluso antes de Marx, Adam Smith reconoció que las condiciones materiales eran importantes por algo más que su valor para proporcionar los elementos básicos de la vida: "Por mercancías necesarias entiendo no sólo las indispensables para el sustento de la vida, sino todas aquellas cuya carencia es, según las costumbres de un país, algo indecoroso entre las personas de buena reputación, aun entre las de clase inferior. En rigor, una camisa de lino no es necesaria para vivir. Pero en nuestros días, en la mayor parte de Europa, un honrado jornalero se avergonzaría si tuviera que presentarse en público sin una camisa de lino” /24.

Factores psicosociales y mala salud: las enfermedades del corazón

Se ha demostrado que los factores psicosociales están relacionados con la mala salud, que siguen un gradiente social, que explican (estadísticamente) una parte o la totalidad del gradiente social en mala salud y que son explicaciones biológicamente plausibles. Tomemos las enfermedades del corazón como un ejemplo.
  • Una revisión sistemática encontró que el bajo control en el lugar de trabajo, el bajo apoyo social, la hostilidad, la depresión y la ansiedad estaban relacionados con la enfermedad cardíaca coronaria /25
  • Los datos nacionales de la encuesta de salud de Inglaterra muestran que el bajo control y la baja variedad en el trabajo, así como el bajo nivel de apoyo social siguen un gradiente social (tabla) /26
  • El estudio Whitehall II mostró que el bajo nivel de control en el lugar de trabajo predijo una enfermedad cardíaca coronaria con independencia del estatus social /27, y que el bajo control en el lugar de trabajo explicó aproximadamente la mitad del gradiente social que se observa en la enfermedad cardiovascular /1.
  • Existe evidencia sustancial de las vías neuroendocrinas a través de las cuales los factores psicosociales afectan la salud /28, 29
  • En experimentos con animales es posible examinar los efectos del estatus social en ausencia de diferencias materiales apreciables. En estudios con macacos, la dieta y el medio ambiente se mantuvieron constantes, mientras que el estado social se manipuló moviendo animales entre grupos (descartando la causalidad inversa). Los resultados mostraron que un estatus de subordinado por sí mismo condujo a factores de riesgo para la salud -factores de riesgo que también están asociados con un bajo estatus social en humanos. Entre estos se incluyen el aumento de la aterosclerosis, proporciones desfavorables de colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (HDL) y colesterol asociado a lipoproteínas de baja densidad (LDL), resistencia a la insulina, tendencia a la obesidad central y valores elevados de cortisol basal /28, 30, 31. En los monos, estos efectos se atribuyen inequívocamente a la activación crónica asociada con un estatus social bajo.
Lynch y sus colaboradores descartaron esta evidencia de los estudios en animales porque la variación del estatus social en estas medidas entre los monos es solo una pequeña parte de la variación individual total. Pero así es como debe ser; lo mismo ocurre con el gradiente social en la salud humana. Sin embargo, los efectos asociados con el estatus social son grandes. Los animales que fueron movidos hacia abajo en su estatus social mostraron un aumento de cinco veces en la aterosclerosis a lo largo de dos años de seguimiento /32. Lynch y sus colaboradores sugieren que el acceso diferencial a los alimentos, al agua y al espacio podrían explicar las diferencias en la aterosclerosis. Pero las condiciones experimentales aseguraron que esto no fuera así (CA Shively, comunicación personal). En humanos, los gradientes sociales observados en el fibrinógeno (una proteína soluble del plasma sanguíneo precursor de la fibrina, responsable de la formación de los coágulos de sangre) y en los valores de cortisol proporcionan evidencia fisiológica directa de la participación de las vías psicosociales que vinculan la jerarquía social con la salud /31, 33.

Desigualdad y debilitamiento de las relaciones sociales

El hecho de que el gradiente social en salud dentro de la población de cada sociedad esté relacionado con factores psicosociales no prueba que la asociación de la desigualdad socioeconómica con la salud entre poblaciones enteras también sea resultado de factores psicosociales. Sin embargo, la evidencia sugiere que este es el caso.

En estudios de diseño ecológico, se ha demostrado que una mayor igualdad de ingresos, tanto en comparaciones internacionales como entre los 50 estados de los Estados Unidos, está fuertemente asociada con un mayor nivel de confianza percibida por las personas /34, 35. Una mayor igualdad también está asociada con la "disposición a ayudar" y la pertenencia a grupos, mientras que una mayor desigualdad está vinculada con hostilidad. Un meta-análisis de 34 estudios muestra que existe una fuerte relación entre una mayor desigualdad de ingresos y una mayor tasa de homicidios /36. Mayor desigualdad también se asocia con un mayor nivel de racismo y de discriminación contra las mujeres /37, 38. Otros estudios muestran una estrecha relación entre un espíritu social más igualitario y relaciones más estrechas con la comunidad /39, 40. Todos estos son signos inequívocos de que la desigualdad tiene efectos psicosociales. De hecho, parece haber una "cultura de la desigualdad" que se puede caracterizar por mayor agresividad, menor conexión, mayor violencia y mayor desconfianza /41. Las personas con valores menos igualitarios han demostrado en repetidas ocasiones que son más racistas, clasistas y sexistas /42.

Lynch y sus colaboradores intentan descartar esta evidencia acumulada simplemente diciendo que la confianza no disminuyó en los Estados Unidos a medida que aumentaron las diferencias de ingresos. Pero la encuesta social general de los EEUU muestra que durante 30 años, hasta 1998, cuando, de forma casi continuada, se ampliaron las diferencias de ingresos, la proporción de personas que confiaban en los demás cayó del 55% al 35%. Putnam también proporciona evidencia incontrovertible de que "el capital social y la desigualdad económica se movieron en tándem durante la mayor parte del siglo XX" /43.

Si una mayor desigualdad aumenta la carga asociada con el bajo estatus social al tiempo que debilita las relaciones sociales, son de esperar efectos sobre la salud. La mortalidad es dos o tres veces mayor en las personas de bajo estatus que en aquellas de alto estatus, y es dos o tres veces mayor en las personas con vínculos sociales débiles que en aquellas con redes sociales fuertes /44, 45.

Felicidad y nivel relativo de ingresos

Lynch y sus colaboradores también sostienen que el bienestar subjetivo está más estrechamente relacionado con el nivel absoluto de ingresos que con el nivel relativo. Sin embargo, esta afirmación no está respaldada en un análisis reciente de Frank, que tiene en cuenta los datos a los que se refieren Lynch y sus colaboradores /46. Frank afirma: “Un estudio tras otro muestran que, más allá de un cierto nivel, la felicidad promedio dentro de un país deja de verse influida casi completamente por los aumentos en su nivel de ingresos promedio ... los niveles promedio de satisfacción prácticamente no registran cambios, incluso cuando los ingresos promedio crecen muchas veces" /46. En contraste, el "hallazgo consistente" de los análisis de "cómo varía el bienestar subjetivo con los ingresos dentro de un país", es que las personas más ricas están, en promedio, más satisfechas con sus vidas que sus contemporáneos más pobres” /46. En resumen, la felicidad está más estrechamente relacionada con el nivel relativo de ingresos que con el absoluto.

Mortalidad e ingresos

Para mantener el peso de los efectos directos de los factores materiales, Lynch y sus colaboradores argumentan que, incluso en los países ricos, existe una asociación entre el ingreso promedio y la esperanza de vida. La figura muestra la relación entre la esperanza de vida y el producto interior bruto per cápita (en paridad de poder adquisitivo) para los 25 países más ricos para los cuales la Organización Mundial de la Salud tuvo datos en 1998 /47, 48. Existe una ligera asociación negativa entre estos dos factores (r = -0,107). Para los 30 países más ricos, la correlación es 0.064. Solo cuando se incluyen los países más pobres emerge la asociación de la esperanza de vida con el ingreso medio. Esta no es una base legítima sobre la cual interpretar los efectos de la desigualdad en los Estados Unidos.



Figura. Esperanza de vida (en años) y producto nacional bruto (en $ EEUU) per cápita en los 25 países más ricos del mundo.

No solo, como muestra la figura, dentro de los países más ricos, no se encuentra una relación entre el nivel de ingreso y el puesto en el rango de mortalidad, sino que puede haber desajustes dramáticos en los niveles de vida y la salud entre las sociedades. En 1996, los hombres estadounidenses afroamericanos tenían un ingreso medio de 26.522 $ /49 y una esperanza de vida de solo 66,1 años /50. Los hombres en Costa Rica tenían un ingreso promedio (a la paridad del poder adquisitivo) de solo 6410 $, pero su esperanza de vida era de 75 años. Cuatro veces el ingreso real conllevó una esperanza de vida de 9 años menos. Dado que el 44% de los costarricenses vivía con menos de 2 $ por día en 1989 /51, la explicación de la peor salud de las personas negras en los Estados Unidos debe tener más que ver con los efectos psicosociales de la privación relativa, como la desventaja educativa, el racismo, la discriminación de género, la desorganización social y familiar, o el miedo a la delincuencia, que con los efectos directos de las condiciones materiales. Mostrar que la estructura social y la privación relativa tienen efectos psicosociales dolorosos es todo lo contrario de culpar a la víctima. De hecho, la negación de estas conexiones expone al individuo a sentirse culpable.

Afrontar los factores psicosociales y los materiales.

Lynch y sus colaboradores imaginan que centrarse en los factores psicosociales significa ignorar los determinantes estructurales de la salud. Si tal enfoque llevara a culpar a la víctima, a ignorar los determinantes sociales de la salud, o a recetar psicoterapia de forma masiva para alterar las percepciones de desventaja relativa, compartiríamos su preocupación. Pero la evidencia sobre los factores psicosociales no conduce a nada de esto /8, 16, 52. Reconocer que la estructura socioeconómica tiene poderosos efectos psicosociales y materiales significa que es más, no menos importante, identificar y encarar los problemas estructurales. La urgencia adicional proviene del hecho de que los factores psicosociales, a diferencia de muchos de los efectos directos de los factores materiales, exacerban otros problemas sociales, incluidos los niveles de violencia y el gradiente en el rendimiento educativo /53.

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Financiación: Ambos autores cuentan con el apoyo del Consejo de Investigación Médica. MM también cuenta con el apoyo de la Red de Investigación de la Fundación John D y Catherine T MacArthur sobre el estado socioeconómico y la salud.
Conflicto de intereses: ninguno declarado.
Psychosocial and material pathways in the relation between income and health: a response to Lynch et al

+ Info:
Wilkinson RG. Inequality and the social environment: a reply to Lynch et al. J Epidemiol Community Health. 2000 Jun;54(6):411-3.