Entrevista a Luis Bonilla-Molina
Por Luz Palomino
En esta oportunidad entrevistaremos a Luis
Bonilla-Molina, una de las figuras más importantes de la pedagogía crítica
latinoamericana, para conocer sus impresiones y análisis respecto a los retos y
desafíos de la educación en la región. Esta entrevista forma parte de un libro
que contendrá un diálogo amplio con este importante educador, respecto a los
retos y desafíos de la educación alternativa en la región. Iremos publicando
fragmentos de este trabajo en las próximas semanas
LP: Luis ¿Es usted un
pedagogo de izquierda?
Desde los doce años soy un militante de las
izquierdas. Fíjate que lo digo en plural, porque lo que para muchos es una
muestra de inconsistencia, para mí ha sido una maravillosa experiencia, la de
conocer desde adentro, los paradigmas de los distintos enfoques de lucha del
campo revolucionario. Eso me ha permitido tener un enorme respeto por cada uno
de ellos y una aproximación a sus aspectos convergentes.
Soy un marxista crítico, quien considera
importante, en esta etapa de las luchas sociales, rescatar aspectos de todo el
espectro teórico y práctico de los socialismos.
A riesgo de herir susceptibilidades, considero que
aún no hemos desarrollado una pedagogía socialista, ni siquiera en la
experiencia soviética. Construir una propuesta pedagógica socialista es una
tarea colectiva pendiente, que tenemos que asumir en el presente los
educadores, estudiantes, padres y militantes revolucionarios.
Por ello, prefiero decir que soy un pedagogo
crítico en el marco de las resistencias anticapitalistas. Y por supuesto, ello
implica el desafío de revisar, analizar y discutir todo lo actuado en materia
educativa en el campo socialista, sin llegar a considerar que hay un
lugar sagrado que no se deba tocar, discutir, examinar.
El pensamiento socialista oficial del
siglo XX construyó la noción de revisionista como una etiqueta
negativa, cuando ser pedagogo crítico es en realidad atreverse a construir una
mentalidad, una perspectiva analítica, que revisa todo de manera permanente,
que piensa cada aspecto de la teoría y la praxis realizada y en marcha.
Soy un hombre de izquierdas, reivindico el marxismo
libertario y formo parte de lo que genéricamente se denomina como izquierda
pedagógica. Trabajo de manera incansable tratando de aportar a la construcción
de nuestra identidad como sector educativo, más allá de enunciados que
complazcan a muchos. Tengo una posición crítica respecto al estancamiento de
buena parte de la teoría marxista, pero eso es tema para otra entrevista.
Ser pedagogo crítico no es un ejercicio de auto
afirmación, al estilo de las escuelas dogmáticas. Ser pedagogo crítico implica
estudiar el pensamiento y las políticas públicas de las derechas, de las
llamadas Bancas de Desarrollo, del FMI, de la Unesco, del G8. No se pueden
desarrollar alternativas si no estudiamos a fondo la dominación.
Por ello, la dificultad de algunos pedagogos de
izquierdas para reconocer, por ejemplo, la marcada influencia que tuvo en
insignes pedagogos soviéticos como Makarenko, el pensamiento liberal burgués de
John Dewey y la mirada religiosa conservadora de Pestalozzi,.
Subrayo la necesidad de evitar caer en la actitud
panfletaria, propagandista que ilusiona a los incautos pero que no contribuye a
la construcción de un proyecto emancipador serio académicamente hablando, comprometido
políticamente y comunicacionalmente sencillo, que pueda ser comprendido por
todos y todas.
Ser pedagogo crítico es un compromiso continuo con
el análisis de la dialéctica dominación-resistencias en cada momento histórico.
No basta llamarse pedagogo crítico, para serlo.
Menciono esto porque de vez en cuando me encuentro
con sectores académicos o grupos gremiales ultra radicales, que asumen que ser
pedagogo crítico consiste en citar a McLaren, el Che, Marx, Giroux o Bonilla,
al estilo de letanías religiosas.
Los pedagogos críticos analizamos la lógica del
capital en cada etapa del desarrollo de la sociedad y somos cuestionadores de
nuestra propia producción teórica y praxis, que las entendemos en el marco del
cambio incesante. Usamos las referencias como eso, nunca como recetas.
Ser pedagogo crítico es también, la más hermosa
experiencia al formar parte de la corriente histórica por el cambio educativo
radical. Ello nos coloca al frente del torbellino de rebeldías y nos sumerge en
experiencias creativas de resistencia, de insubordinación contra cualquier
forma de dominación, que son en realidad nuestra fuente de aprendizaje. Un
pedagogo crítico es un aprendiz permanente del oficio de la subversión, del
arte liberador de la revolución humana.
LP:¿Es la pedagogía crítica un
campo teórico unificado?
Para nada. Existen por lo menos tres o cuatro
corrientes dentro de las pedagogías críticas que son complementarias, algunas
de ellas con ontologías diferenciadas. Ello no significa que una sea mejor o
menos válida que la otra, por el contrario, muestra la riqueza de las
resistencias a la lógica del capital desde lo educativo.
No existe una pedagogía crítica de derechas ni
neutra, la pedagogía crítica es de izquierdas o no es.
Una de las corrientes de las pedagogías críticas se
fundamenta en toda la narrativa oficial de la experiencia educativa soviética,
el marxismo ortodoxo y algunos referentes de la llamada Escuela de Frankfurt,
hibridando su accionar con los aportes de la Teología de la Liberación. Allí
podemos encontrar a los colegas Peter McLaren y a latinoamericanos como Pablo
Imen de Argentina, Herman Van de Velde en Nicaragua y Sergio Quiroz en México.
También están las corrientes más ubicadas en las
educaciones populares representadas por el colombiano Marco Raúl Mejía, el
peruano Oscar Jara y la experiencia colectiva del Movimiento Sin Tierra en
Brasil, la Red Alforja en Centroamérica, Marcel Arvea en México, Laura García
Tuñón y Fernando Lázaro en Argentina, entre otros. Estas expresiones no son lo
mismo, pero comparten un horizonte epistemológico.
Están todos los grupos de crítica a la cultura
capitalista y que trabajan temas como ciudadanía, democracia, subjetividades,
escuela o reformas educativas desde una lógica anticapitalista, como Henry
Giroux, Michel Apple, Bill Ayers, Rubén Reinoso Ratjes, Marianicer Figueroa,
Daniel Libreros, Roberto González Villareal, Marcelino Guerra, entre otros.
Otra de las corrientes de este campo tienen sus
raíces en las pedagogías nuestro americanas (especialmente Simón Rodríguez), la
revisión crítica de los planteamientos educativos soviéticos (Makarenko,
Kruskaya, Pistrack, Vitgotski), las disputas marxistas y su correlato en lo
educativo a partir de los planteamientos de los renegados (Luxemburgo,
Marcuse, Lukács, Trotsky y otros), la escuela de Frankfurt, los debates sobre
tecnología, cultura y dominación (escuela latinoamericana de la comunicación
impulsada por Mattelart, Kaplún y otros), la polémica sobre cultura digital y
complejo industrial cultural, así como los aportes de la teología de la
liberación (especialmente Freire). Allí están ubicados Lev Moujahid Velásquez,
César Valdovinos, Mauro Jarquín, Luis Miguel Cisneros, Lupita Luquin, Miguel
Saldivar, Faustino Martínez y los colegas del CINPECER (Rius) de Michoacán,
Zamora, México, y por supuesto yo, entre otros.
Considero que hay que trabajar una hibridación
subversiva de estas corrientes; esa es mi apuesta de construcción. Solo si se
cruzan estas miradas y experiencias tendremos unas pedagogías críticas potentes
y disparadoras de la transformación radical.
Esto es solo una muestra de la diversidad de
miradas de un campo de abordaje educativo que crece de manera muy acelerada en
la región: las pedagogías críticas. No es un campo unificado, si por ello
entendemos una sola manera de entender lo que se hace, pero todas estas
vertientes promueven otro mundo posible, libertario y anticapitalista.
Considero que buena parte de lo que en la academia
circula como pedagogías críticas, alejada de la militancia anticapitalista, es
solo estética crítica, muy distante de lo que son en realidad las pedagogías
críticas. Resultan útiles para el esnobismo de las tesis de grado y trabajos de
ascenso, pero tienen un precario impacto en el cambio radical de la sociedad. O
como diría mi amigo César Valdovinos “muchas están solo en el mapa, pero no en
el terreno real de la disputa educativa” por lo que no inciden realmente en el
cambio
LP: ¿Para usted cuál es el
mejor marco para entender lo que está pasando en la educación?
La dinámica educativa es posible entenderla con
claridad, si la relacionamos a las correlaciones de fuerzas existentes en la
lucha de clases en cada coyuntura histórica y territorio, y si, además,
vinculamos lo educativo con las tareas que le impone a la escuela, el liceo y
la universidad el formato del modo de producción dominante en cada etapa del
capitalismo y, por supuesto, si valoramos el impacto de las revoluciones
industriales en los procesos económicos, políticos, culturales, sociales y
educativos.
La visión romántica y seudo liberal de una escuela
neutra, donde se va solo a aprender la cultura universal no existe, es solo un
eufemismo para adornar los salones donde se hacen las ruedas de negocio de lo
educativo.
La escuela es un espacio de disputa, donde se
expresan con fuerza la dominación, pero también las resistencias
anticapitalistas. Cada contenido, cada metodología, cada propuesta pedagógica
expresan esta tensión.
Por ello, reivindico lo que hacen los compañeros de
los sindicatos docentes combativos de la Rioja y los colectivos insumisos en la
CTERA de Argentina, la Asociación de Educadores (ADE) de Bogotá y el magisterio
agrupado en FECODE, la ASOPROF en Panamá, la CNTE en México, el SUTEP en Perú,
el SNTE de Chile y los nuevos colectivos de profesores en Venezuela, al
vincular reflexión teórica con militancia activa contra la lógica del capital
en la enseñanza.
Son lucecitas que luchan las reivindicaciones
propias de su condición de trabajadores de la educación, a la par que intentan
construir alternativas pedagógicas. Es un comienzo positivo y me gusta verlas
(a estas lucecitas) como posibilidades de convergencia en una plataforma mínima
que pueda permitir abrir un debate colectivo regional, para entender de manera
compartida, lo que está pasando en educación; no como una preocupación
teoricista, sino para guiar la acción, las luchas del magisterio que resiste,
estudia y plantea elementos para otra educación posible.
LP: ¿Cuál es el formato de
la privatización neoliberal de los sistemas educativos en la segunda década del
siglo XXI?
El capitalismo del siglo XXI, en los albores de la
cuarta revolución industrial, coloca en un segundo plano la privatización, tal
y como la conocimos en las décadas de los ochenta y noventa de la centuria
pasada; aunque no por ello abandonan su ofensiva al respecto.
Para el capitalismo cognitivo del siglo XXI, la
prioridad no está en cobrarle a las familias por ingresar y mantener a los
estudiantes en las escuelas.
Los capitales en materia educativa se están
concentrando en privatizar el saber y el conocimiento científico de punta, el
cual se sube encriptado a la nube digital.
El conocimiento que circula libremente como sociedad
de la información, son las ideas que ya están en la periferia de uso de las
grandes corporaciones, aunque tengamos la ilusión de tener acceso a las
novedades.
El capitalismo trabaja para que al conocimiento de
punta solo acceda un limitado grupo de individuos. Para las mayorías ciudadanas
impulsa el modelo educativo en casa o de escuelas científica y culturalmente
atrasadas, de aprendizajes virtuales sin ninguna interacción social o de
repeticiones de saberes inherentes a la primera y segunda revolución
industrial, prácticamente inútiles en el presente. Y que, en cualquier caso, se
pague por obtener la información necesaria para construir nuevos aprendizajes,
no importa si se hace desde las aulas o la casa.
Estructuran lógicas de éxito y calidad educativa,
que borran cualquier identidad de clase social.
El capitalismo actual reestructura las profesiones,
al estilo de lo que está planteando Singularity University, que
busca convertir a los aspirantes a profesionales en eternos aprendices de los
requerimientos de la relación entre la aceleración tecnológica y el modo de
producción.
Los nuevos profesionales en los cuales está pensado
el capital, parecieran ser piezas holísticas del engranaje digital,
transdisciplinarios instrumentales, pero sin pensamiento crítico, incapaces de
cuestionar el orden existente.
La tendencia del sistema capitalista dominante es a
orientar los aprendizajes hacia áreas altamente tecnologizadas, con el
desarrollo de habilidades que permitan producir abundantes mercancías
inmateriales, que sostengan ideológicamente al sistema, mientras una élite
trabaja en las nuevas armas de la dominación: biología molecular, big data,
inteligencia artificial, robótica, ingeniería genética, entre otras.
En este diseño que opaca a las proyecciones
de Black Mirrow, los servicios públicos serían atendidos por los
profesionales del pasado, aquellos que no logran reestructurar sus carreras
para sumarse a la competencia por recomponer permanentemente las habilidades y
destrezas laborales, como si se tratara de juntar de manera indefinida piezas
de un lego. Ya no serán solo abogados y médicos convertidos en
taxistas, sino una pléyade de viejos profesionales cumpliendo el trabajo que
otrora ocupaban quienes no habían pasado por las escuelas.
Para el capitalismo digital la escuela que no
acceda a información de punta, pareciera ser un simple espacio de
contención social, para entretener y mitigar las posibilidades de conflicto,
mientras el mundo de la democracia digital y el show mediático permanente,
terminan de ocupar el espacio de los sistemas escolares. Es la expansión del
modelo netflix.
El capitalismo del siglo XXI aspira a robotizar e
imponer la inteligencia artificial en la producción de las mercancías
materiales. Piensan que diluyendo al proletariado conjurarán el riesgo de una
revolución social. Confían demasiado en el poderío de mezclar desarrollo
tecnológico con armas, e industria cultural con colonización biológica del
cerebro.
Los señores del dinero en el siglo XXI aspiran
mantener la apropiación del excedente de mercancías, reconfigurando el consumo,
el trabajo y los tipos de mercancías. El mundo digital se está reconfigurando
para ser otra realidad socialmente aceptada, que permita a los
ricos ser cada vez más ricos.
Se están diseñando y construyendo puestos de
trabajo que no había conocido la humanidad, generando nuevas formas de
plusvalía y, una circulación y apropiación del dinero de nuevo tipo.
Si la neo privatización educativa llegara a
imponerse, el acceso público o privado a las escuelas, liceos y universidades,
solo sería otra forma de estratificación social para novedosas y terribles
formas de expresión de la expulsión de millones de trabajadores y sus familias,
al ejercito de reserva industrial, en un mundo que aspiran sean de
fábricas 4.0 con un mínimo de personal humano en su funcionamiento.
Cuando hablo de estos temas me dicen que si estoy
intentando hacer de futurólogo, y les respondo que todo de aquello
que estoy hablando ya fue o está pasando, lo que ocurre es que la aceleración
de la innovación dificulta seguirle el paso.
Pero una cosa quiere el capitalismo y otra los
pueblos. Estoy convencido que este modelo no pasará si organizamos y entrelazamos
las resistencias. Solo si resistimos juntos y juntas, en todos los rincones del
continente podremos derrotar la iniciativa orwelliana que lideran nuevos
teóricos de la actual razón capitalista como Ray Kurzweil.
Soy optimista, porque veo en todos los lugares que
visito, formas crecientes de resistencia y toma de conciencia de los docentes.
Y sobre todo veo una juventud y padres que entienden que la tarea de
socialización de la escuela es insustituible. La tecnología y la innovación
pueden ser usadas para mejorar la calidad de vida de las mayorías, pero ello
demanda una revolución.
Los pedagogos críticos tenemos que tener un pie en
los territorios y sus realidades, luchando por romper la injusticia y la
desigualdad; mientras colocamos el otro pie, en la vanguardia del desarrollo
científico y la innovación, para encontrar formas y mecanismos para usarlos a
favor de los proyectos de emancipación y liberación.
Estoy convencido de la potencialidad de la alianza
estratégica para resistir que conforman maestros, estudiantes y padres. Para
ello, el magisterio debe romper con el adultocentrismo y la separación de la
actividad que realizamos respecto a las labores que hacen los padres de los
chicos y chicas.
LP: ¿Es posible tejer
resistencias continentales ante esta nueva ofensiva del neoliberalismo
educativo?
Por supuesto. En ello estamos comprometidos los
pedagogos críticos. Cada colectivo de educadores y maestras de las pedagogías
críticas aporta una pequeña ventisca para la formación del huracán que
disolverá la agenda neo privatizadora del neoliberalismo del siglo XXI. Pero
ello no es un tema de deseos ni de simple voluntad. Debemos trabajar para
conformar la coordinadora continental de docentes que luchamos contra el
neoliberalismo educativo, la escuela latinoamericana y caribeña de pedagogos
rebeldes y una potente red de comunicación alternativa que incluya toda la
batería de páginas web que se han venido conformando, televisoras digitales y
radios por internet, periódicos impresos y digitales, así como la conformación
de una potente editorial pedagógica auto gestionada para toda la región. La
otra escuela y educación posible no nos caerá del cielo, tenemos que
construirla juntos y juntas.
Luis Bonilla-Molina, Ex candidato a la Secretaría
Ejecutiva de CLACSO. Actualmente es el líder fundador del portal de los
maestros y maestras http://www.otrasvoceseneducacion.org Autor
de una veintena de publicaciones sobre educación, participación ciudadana y
política; sus más reciente trabajos publicado se titulan: Calidad de
la Educación: ideas para seguir transformando la educación; Mafaldas o Zombis:
el complejo industrial cultural en el siglo XXI"; Apagón Pedagógico
Global: las instituciones educativas en la cuarta revolución industrial y la
era de la singularidad"; "La universidad que no termina de nacer:
agendas para el siglo XXI"