Por Ankica Čakardić
Ankica
Čakardić es profesora auxiliar en la Facultad de Humanidades y Ciencias
Sociales de la Universidad de Zagreb y directora del departamento de Filosofía
Social y Filosofía del Género. El foco de sus investigaciones incluye la
crítica marxista de la teoría social del contrato, la crítica política del
marxismo, el feminismo marxista, la crítica luxemburguiana de la economía
política y la historia de las luchas de las mujeres en Yugoslavia. Actualmente
está ultimando un libro sobre la historia social del capitalismo, Hobbes y
Locke. Una versión más larga de este artículo fue presentada en la conferencia
de Historical Materialism de Londres en 2017, publicada en el número 25.4 como
“De la Teoría de la Acumulación a la teoría de la Reproducción Social: Un
ejemplo del feminismo Luxemburguiano”, disponible aquí.
La acumulación del
capital
Luxemburgo no escribió muchos textos
sobre la llamada “cuestión de la mujer”.1 Sin embargo, eso no significa que su
trabajo deba ser omitido de la historia del feminismo revolucionario. Por el
contrario, sería erróneo afirmar que sus trabajos, específicamente, su crítica
de la economía política carecen de referencias para el desarrollo de una
política feminista progresista y la emancipación de las mujeres, a través de la
historia y hoy en día. A partir de varios ensayos de Luxemburgo sobre “la
cuestión de la mujer” y varias tesis clave de su obra La acumulación
del capital, intentaremos llevar la teoría de Luxemburgo un poco más
lejos. ¿Es posible hablar de un feminismo Luxemburguista? ¿Qué utilidad tiene
la crítica de Luxemburgo del feminismo burgués?
En vísperas de la Primera Guerra Mundial,
tras cerca de quince años de preparación, Rosa Luxemburgo publicó La
acumulación del capital (Berlín, 1913), su trabajo teórico más acabado
y uno de los trabajos más relevantes y originales de los clásicos de la economía
marxista.2 La acumulación del capital: Una contribución a una
explicación económica del imperialismo representaba la continuación de
su Introducción a la economía política que Luxemburgo escribió
preparando sus conferencias sobre economía política, impartidas entre 1906 y
1916 en la escuela del Partido Socialdemócrata alemán.3 Exponiendo brevemente, La
acumulación del capital pretendía estudiar y explicar científicamente
las condiciones del proceso de monopolización del capital, la reproducción
ampliada y el imperialismo, teniendo en cuenta la relación dinámica entre la
espacialidad capitalista y no capitalista. Luxemburgo sostenía que Marx había
descuidado la determinación espacial del capital, centrando su crítica del
capital exclusivamente en la cuestión temporal, es decir, únicamente en el
“tiempo” de la dinámica interna de la reproducción capitalista. En cambio, el
enfoque de Luxemburgo intentaba demostrar que el núcleo interno del capital
consiste en la impulsión a consumir lo externo a él: los estratos no
capitalistas.4 La meta de Luxemburgo era articular su propia teoría de la
reproducción ampliada y de la crítica de la economía clásica, que contendría no
sólo una dimensión temporal sino también el “análisis de la dimensión
espacial”. Esta determinación espacial de la acumulación capitalista Peter
Hudis la ha llamado “la dialéctica de la espacialidad”.5
Amigos y enemigos vertieron agudas
críticas sobre Luxemburgo por señalar lo que ella consideraba “deslumbrantes
inconsistencias” del enfoque de Marx del problema de la acumulacion y de la
reproducción ampliada en el segundo volumen de El Capital 6. En una carta
dirigida a Franz Mehring donde se refería a las críticas de la
acumulación del capital, escribió:
En general, estaba prevenida de que el libro encontraría
resistencias a corto plazo; desafortunadamente, nuestro “marxismo”
predominante, como el de algun viejo chocho, tiene miedo de cualquier brisa de
aire fresco en el pensamiento, y sabía que al principio tendría que enfrentar
muchas luchas.7
Lenin indicó que Luxemburgo ”había
deformado a Marx”,8 y su trabajo fue interpretado como revisionista, a pesar de
haber liderado una vehemente ofensiva contra estas tendencias dentro del SPD
alemán. En oposición a los socialdemócratas agrupados alrededor de los
“epígonos” y de la oportunista práctica política que pretendía ”corregir” a
Marx abandonando gradualmente los principios socialistas de la acción
revolucionaria y del internacionalismo, Luxemburgo insistió en aferrarse a un
pensamiento marxista vivo para ofrecer respuestas y explicaciones más exactas a
una crisis económica cada vez mayor y de los nuevos hechos que aparecían en la
vida económica. Mientras que los trabajos de Luxemburgo sobre la organización
política, la filosofía revolucionaria, el nacionalismo o el militarismo son
analizados a menudo por los eruditos, pocos autores han intentado proporcionar
una retrospectiva sistemática de la teoría económica y de la herencia de
Luxemburgo, o que ofrezca un análisis contemporáneo de la economía política luxemburguiana.9
En palabras de Ingo Schmidt: “Los izquierdistas interesados en el trabajo de
Luxemburgo han estudiado su política pero han dedicado poco tiempo a su
análisis económico”.10
Aunque La acumulación del capital topó
con severas críticas desde su publicación, procedentes de los elementos
reformistas oportunistas y del revisionismo del SPD, así como las procedentes
de los marxistas ortodoxos conducidos por Karl Kautsky, no sólo fue criticado
su trabajo en el marxismo como fuertemente sospechoso. Estas críticas, a menudo
naturalizando argumentos conservadores de psicología barata, minaron la
credibilidad del trabajo de Luxemburgo y la expusieron como una inepta e
insuficientemente familiarizada con los textos marxistas. Un buen ejemplo de
este tipo de crítica lo proporciona Werner Sombart, que indicó en su Der
proletarische Sozialismus:
Los socialistas más enojados son los que cargan con el
resentimiento más fuerte. Esto es típico: el alma sedienta de sangre, venenosa
de Rosa Luxemburgo se había cargado con un resentimiento cuádruple: como mujer,
como extranjera, como judía y como lisiada.11
Incluso en el seno del partido comunista alemán fue tildada como
“la sífilis de la Comintern”, y Weber una vez habló de Rosa Luxemburgo como
alguien “[propia] de un parque zoológico’.12 Dunayevskaya escribe:
Un chauvinismo masculino virulento impregnó el partido entero,
incluyendo a August Bebel, el autor de “La mujer y el socialismo” -quién había
creado un mito sobre sí mismo como auténtico feminista- y Karl Kautsky, el
teórico principal de la Internacional.13
El análisis social del género de Dunayevskaya también cita un
fragmento de una carta donde Víctor Adler escribe a August Bebel a propósito de
Luxemburgo:
La perra venenosa todavía hará mucho daño, tanto más porque es tan
lista como un mono [blitzgescheit] mientras que, por otra parte, carece
totalmente de sentido de la responsabilidad y su única motivación es un deseo
irrefrenable de autojustificación.14
Estaba en cuestión, evidentemente, cierto
tipo de táctica de las políticas conservadoras que ascendieron a atacar a las
mujeres prominentes, que en este caso incluyeron un serio abandono del trabajo
de Luxemburgo basándose en la biología: el hecho de que ella era una mujer.
Aunque este importante aspecto de la historia social y del género no será
discutido en profundidad aquí, su ubicuidad necesita ser considerada al
discutir las numerosas críticas pseudo-teóricas de La acumulación del
capital y de Luxemburgo como mujer teórica, profesora y
revolucionaria.
Si los análisis feministas de los
trabajos de Luxemburgo en general son raros, más raros son aún los contactos
feministas con La acumulación del capital.15 Si hay algún interés
en la interpretación feminista del trabajo de Luxemburgo, se acota generalmente
a su vida personal y de vez en cuando a su teoría. Luxemburgo, que no escribió
mucho sobre la “cuestión de la mujer”, contribuyó ciertamente al hecho de que
la mayoría de las interpretaciones del feminismo de Luxemburgo esté ligado a
los episodios de su vida e intimidad. Éstos son, naturalmente, bastantes, temas
cruciales, especialmente si consideramos que tradicionalmente la
historiografía ha evitado hablar de las mujeres y sus experiencias. Sin
embargo, intentemos responder a esta pregunta: ¿qué pueden decirnos los textos
y los discursos escritos de Luxemburgo acerca de la “cuestión de la mujer”
sobre su feminismo ?
¿Qué utilidad tiene la
crítica de Luxemburgo del feminismo burgués?
Luxemburgo no se dedicó exclusivamente a organizar grupos de
trabajadoras; su trabajo en ese campo fue ensombrecido por el hecho de que ella
trabajó generalmente entre bambalinas. Apoyó fervientemente el trabajo de
organización del movimiento de las mujeres socialistas, entendiendo la
importancia y las dificultades de la vida laboral para la emancipación
femenina. A menudo demostró su ayuda en este ámbito cooperando con su cercana
amiga Clara Zetkin. En una de las cartas dirigidas a Zetkin podemos leer cómo
está interesada y excitada cuando se unió al movimiento de las mujeres: “¿Cuándo
va a escribirme esa extensa carta sobre el movimiento de las mujeres? De hecho
se lo ruego ni que sea una sola carta!”16 Referente a su interés en el
movimiento de las mujeres, Luxemburgo señaló en uno de sus discursos: “Sólo
puedo estar maravillada con la camarada Zetkin que carga sobre sus hombros
tamaña cantidad de trabajo”.17 Finalmente, aunque raramente se reconoció como
feminista, en una carta a Luise Kautsky escribió: “¿Asistirá a la conferencia
de las mujeres? ¡Imagínese, me he convertido en una feminista!”18 Además del
hecho de que trabajaba “detrás del escenario” y en privado mostraba interés
sobre la “cuestión de la mujer”, también se implicó en una discusión abierta
referente al problema de la clase frente al movimiento de las mujeres. En un
discurso de 1912 titulado “El sufragio de las mujeres y la lucha de clases”,
Luxemburgo criticó el feminismo burgués y asertivamente señaló:
La monarquía y la negación de derechos a las mujeres se han
convertido en las herramientas más importantes de la clase dominante
capitalista…. Si era una cuestión de señoras burguesas votando, el estado
capitalista no podría contar con nada más que el apoyo efectivo de la reacción.
La mayoría de mujeres burguesas que actúan como leonas en la lucha contra los
“privilegios masculinos” balarían como corderos dóciles en el campo de la
reacción conservadora y clerical si obtenían el derecho al sufragio.19
La cuestión del sufragio de las mujeres junto con la filosofía del
concepto moderno de la ley basado en las premisas de los derechos individuales
desempeñó un papel importante en la llamada gran transición del feudalismo al
capitalismo. Para Rosa Luxemburgo, la cuestión del sufragio de las mujeres es
táctica, pues formula, en sus propias palabras, la madurez política alcanzada
entre las mujeres proletarias. Prosigue subrayando que no se trata de apoyar el
derecho al voto como una reivindicación aislada significativa y completa en sí,
la cuestión es apoyar el sufragio universal a fin de que el movimiento de
mujeres socialistas pueda llevar más allá una estrategia de lucha por la
emancipación de las mujeres y de la clase obrera en general. Sin embargo, la
estrategia legal liberal de conquistar el sufragio ni incluía a todas las
clases ni aspiraba a derrocar el sistema capitalista. Para Luxemburgo, la
metafísica de los derechos individuales en el marco de un proyecto político
liberal sirve sobre todo para proteger la propiedad privada y la acumulación
del capital. Los derechos liberales no reflexionan sobre las condiciones sociales
materiales reales, se colocan simplemente por encima de ellas, como algo
abstracto y nominal, haciendo imposible su puesta en práctica o un uso real de
tales derechos. Como ella argumentó despectivamente: “Se trata de una basura
meramente formalista tantas veces manoseada y repetida que ya no conserva
ningún significado práctico”.20
Luxemburgo rechazó la definición tradicional de los derechos
civiles en todo sentido, incluyendo la lucha por el sufragio de las mujeres y
señaló su parecido con la lucha para la autodeterminación nacional:
La dialéctica histórica ha demostrado que no existen las verdades
eternas y que no existe ningún `derecho’…. En palabras de Engels, “Aquello que
es bueno aquí y ahora es malo en cualquier otra parte, y viceversa” -o, aquello
correcto y razonable bajo determinadas circunstancias se convierte en un
sinsentido y absurdidad bajo otras. El materialismo histórico nos ha enseñado
que el contenido real de estas verdades eternas, derechos y fórmulas están
únicamente determinados por las condiciones sociales materiales del ambiente de
una época histórica dada.21
Lo que Rosa Luxemburgo sugiere en la cita, mencionada en “El
sufragio de las mujeres y la lucha de clases”, pertenece a los problemas
clásicos suscitados y discutidos inicialmente en el marco del feminismo socialista
a partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX: el papel del
feminismo burgués en la reproducción del capitalismo y el uso de los objetivos
feministas como medio para obtener ganancias. Siempre que el capitalismo está
en crisis o necesita “aliados” para su restauración o para la acumulación del
capital posterior, integra a los “otros” marginados en su forma política
liberal legal, sean las mujeres, los niños, las razas no blancas, o las
personas LGBTIQ -quienquiera que esté disponible o sea potencialmente útil para
continuar con la mercantilización:
Uno de las condiciones fundamentales para la acumulación es la
provisión de trabajo vivo que encaje con sus requerimientos y que el capital
pone en movimiento… El aumento progresivo del capital variable que acompaña la
acumulación debe por lo tanto expresarse en el empleo de una mano de obra cada
vez mayor. ¿De dónde procede esta fuerza de trabajo adicional ?22
Según la teoría económica de Luxemburgo,
el modo capitalista de producción se reproduce creando plusvalías, la
apropiación de las cuales sólo se puede acelerar mediante la extensión
concomitante de la superproducción que genera. Por lo tanto, es necesario
asegurarse que la producción sea reproducida en un volumen mayor que antes, y
esto significa que la expansión del capital es la ley absoluta que gobierna la
supervivencia de cualquier capitalista individual. En La acumulación
del capital Rosa Luxemburgo establece las premisas para entender el
capitalismo como una relación social que permanentemente produce crisis y que
necesariamente ha de hacer frente a los límites objetivos de la demanda y la
autoexpansión. En este sentido, desarrolló una teoría del imperialismo basada
en el análisis del proceso de la producción social y de la acumulación del
capital observada en varias “formaciones no capitalistas”:
No puede haber ninguna duda de que la explicación de la raíz
económica del imperialismo debe derivarse y ponerse en armonía con [una
comprensión correcta de] las leyes de la acumulación de capital, para el
imperialismo en general y de acuerdo con la observación empírica universal no
es otra cosa que un método específico de acumulación … La esencia del
imperialismo consiste precisamente en la expansión del capital de los antiguos
países capitalistas a nuevas regiones y en la lucha económica y política
competitiva entre aquellos por nuevas áreas. 23
A diferencia de Marx, que resumió la acumulación real por países
capitalistas específicos y sus relaciones a través del comercio exterior,
Luxemburgo afirma que la reproducción ampliada no debería discutirse en el
contexto de una sociedad capitalista de tipo ideal.24 Para facilitar la
comprensión de la reproducción ampliada, Marx abstrae el comercio exterior y
examina una nación aislada, para presentar cómo se realiza la plusvalía en una
sociedad capitalista ideal dominada por la ley del valor que es una ley del
mercado mundial..25 Luxemburgo discrepa con Marx, que analiza las relaciones
del valor en la circulación del capital y de la reproducción sociales
desatendiendo las características específicas del proceso de producción que
crea mercancías. Así, el mercado funciona ‘totalmente’, es decir, en un
análisis general del proceso capitalista de la circulación asumimos que ocurre
la venta directamente, ‘sin la intervención de un comerciante’.
Marx
desea demostrar que una porción substancial del plusvalor es absorbida por el
capital como tal, en vez de por individuos concretos. La pregunta no es el
’quién’ sino ‘qué’ consume las mercancías excedentes. Luxemburgo, por otra
parte, analiza la acumulación del capital a partir del intercambio
internacional de mercancías entre sistemas capitalistas y no capitalistas. A
pesar de las objeciones, Luxemburgo se da cuenta de que el análisis de Marx del
problema del capital variable es la base para establecer el problema de la ley
de la acumulación del capital, que es la clave de su teoría económico-social.
Igualmente, ese argumento permite entender la importante distinción entre
trabajo productivo y no productivo,26 sin la cual sería casi imposible entender
la teoría de la reproducción social como una reacción específica a la economía
neoclásica y su alianza con el feminismo liberal. Precisamente por esta razón
en La acumulación del capital Luxemburgo cita a Marx:
La población que trabaja puede aumentar, cuando los trabajadores
previamente improductivos se transforman en productivos, o los segmentos de la
población que no trabajaban previamente, por ejemplo las mujeres y los niños, o
los pobres, son introducidos en el proceso de producción.27
Este tipo de economía y de inclusión liberal de la “población
trabajadora” obviamente tiene poco potencial democrático y carece de aspiración
emancipatoria de la clase oprimida. Los derechos se localizan, muy
cautelosamente, en una base identitaria (por oposición al nivel social
material) y exclusivamente según la fórmula diseñada prioritariamente para
salvaguardar la reproducción del modo de producción capitalista. Las mujeres
burguesas desde principios del siglo XIX no han tenido la abolición del sistema
de clases en mente; al contrario, lo apoyan. Por otra parte, el feminismo
burgués defiende el capitalismo y ocupa una posición de clase y desatiende los
derechos de las mujeres de la clase obrera. Los procesos de acumulación del capital,
el estado moderno, las aspiraciones del liberalismo y luego el movimiento
feminista burgués han recorrido la misma trayectoria:
En un nivel formal, los derechos políticos de las mujeres se
constituyen con notable armonía con el estado burgués. Los ejemplos de
Finlandia, de los estados americanos, de algunos municipios, todos demuestran
que ninguna política de igualdad de derechos para las mujeres ha tumbado el
estado; no disputa la dominación del capital.28
Luxemburgo explica que el papel del movimiento sufragista es
reaccionario no sólo debido a la ausencia de apoyo de las mujeres burguesas a
la lucha por los derechos de los trabajadores y trabajadoras y los derechos
sociales de las mujeres proletarias, sino también debido a su participación
activa en la defensa de la opresión de las mujeres que nace de las relaciones
sociales basadas en el trabajo reproductivo femenino dentro de la esfera
del hogar. El punto metodológico central de la teoría de la economía de
Luxemburgo reside en el choque asertivo con la economía política clásica. Por
lo tanto, no debe sorprender que los temas de su crítica también incluyan
precisamente esos fenómenos y procesos sociales que permiten al
capitalismo-liberalismo, el papel de la burguesía en la transición de la
monarquía feudal al capitalismo. Los derechos, las leyes y los contratos
sociales de hoy día son las instituciones que desempeñaron un papel formal
histórico clave en la implantación del capitalismo.29 Pero también el feminismo
burgués hace una parte importante en el mantenimiento de la estructura de
clases capitalista. Por una parte, las demandas de las mujeres de clase
burguesa reclaman el derecho político al voto solamente para las mujeres de la
clase dominante y desde un punto de vista individualista no tienen ningún
interés en abordar la posición de las mujeres en general o las causas de clase
de la opresión de las mujeres. En la opinión de Luxemburgo, el papel de las
mujeres burguesas es muy importante y mantiene una presencia activa en la
perpetuación de las relaciones sociales establecidas:
Aparte de las pocas que tienen trabajos o profesiones, las mujeres
de la burguesía no participan en la producción social. No son nada más que
co-consumidoras del valor excedente que sus hombres extraen del proletariado.30
Oponiendo las metas de mujeres burguesas a las metas apoyadas por
las mujeres proletarias Luxemburgo clarifica que el problema aquí no es sólo
relativo al género, un “problema de la mujer”, sino también un problema
relacionado con la clase. Hablar de las mujeres en general fingiendo
universalidad no es válido, porque el análisis del género sin el análisis de la
clase es reduccionista. Las mujeres que pertenecen a las clases más altas en su
mayoría no participan en la producción en el marco de procesos de mercado pero
consumen el plusvalor, que ha sido drenado mediante la explotación de la
clase obrera; así su papel en la reproducción de relaciones sociales es de
“naturaleza parasitaria”:
Son parásitos de los parásitos del cuerpo social. Y los
co-consumidores al defender su “derecho” a la vida parásitaria son generalmente
aún más rabiosos y crueles que los agentes directos de la clase dominante y de
la explotación.31
Así, Luxemburgo agrega, el único papel social de las mujeres
burguesas es mantener y reproducir el orden existente; no son aliados en la
lucha por la emancipación:
Las mujeres de las clases propietarias siempre defenderán
fanáticamente la explotación y la esclavitud de la clase trabajadora gracias a
la cual ellas reciben indirectamente los medios para su existencia social
inútil.32
Luxemburgo no está sola en su afilada crítica del feminismo
burgués. Clara Zetkin y Alexandra Kollontai, entre otras, contribuyeron
enormemente, en especial si consideramos su punto de vista hacia las actitudes
reaccionarias de las mujeres liberales en la emancipación de mujeres. Las
demandas universales de las mujeres socialistas se presentaron como el efecto
de motivaciones y de causas materiales sociales, encontrando en última
instancia más en común con los hombres que pertenecían a su misma clase que con
las mujeres de una clase más alta. Esto fue a pesar del hecho de que,
históricamente, la aparición de las mujeres en el mercado laboral se veía con
frecuencia como un intento de introducir una competencia más barata para la
fuerza de trabajo masculina, lo que a su vez influía en la disminución del
precio de la mano de obra. En vista del problema de la mano de obra femenina,
las mujeres socialistas señalan que la carga de trabajo de las mujeres es
agravada además por el trabajo reproductivo dentro de la esfera del hogar. Se
podría casi hablar de la “primera ola” de la teoría de la reproducción social,
cuando Zetkin indica: “Las mujeres están doblemente oprimidas, por el
capitalismo y por su dependencia en la vida familiar”.33 Un ejemplo tan
brillante proviene también de la interpretación de Luxemburgo del papel social
de la familia. Refiriendose a Engels, en un discurso de 1912 distinguió entre
el trabajo en la esfera del mercado y el trabajo en la esfera doméstica, asentando
de este modo las bases iniciales de la teoría de la reproducción social:
Este tipo de trabajo [educar a los niños, o sus tareas domésticas]
no es productivo en el sentido de la economía capitalista actual, sin importar
cuán enorme sea el sacrificio y la energía invertidos, los mil pequeños
esfuerzos que suman. Esto no es más que asunto privado del trabajador, su
felicidad y bendición, y por esta razón no existe para nuestra sociedad actual.
Mientras el capitalismo y el sistema del salario gobiernen, sólo se considerará
productivo el tipo de trabajo que produzca plusvalor, que cree el beneficio del
capitalista. Desde este punto de vista, la bailarina de music-hall cuyas
piernas arrastran ganancias al bolsillo de su empleador es una trabajadora
productiva, mientras que todo el trabajo de las mujeres y madres proletarias en
las cuatro paredes de sus hogares se considera improductivo. Esto suena brutal
e insano, pero corresponde exactamente a la brutalidad y la locura de nuestra
economía capitalista actual. Y ver esta realidad brutal claramente y agudamente
es la primera tarea de la mujer proletaria.34
Luxemburgo subraya el problema analítico clave que enfrentamos si
vamos a atribuir la desventaja de la posición de las mujeres simplemente a la
ideología del “antagonismo” entre mujeres y hombres, en lugar de al modo de
producción capitalista. Esa advertencia ilustra cuán equivocada y reductiva es,
según Luxemburgo, interpretar la opresión de las mujeres transhistóricamente y
en línea con el feminismo liberal, en lugar de interpretarla como un producto
del antagonismo entre el capital y el trabajo. Esa advertencia ilustra cómo es
incorrecto y reductor, según Luxemburgo, interpretar la opresión de las mujeres
transhistoricamente conforme al feminismo liberal, en vez de interpretarlo como
producto del antagonismo entre el capital y el trabajo:
La reivindicación de igualdad de las mujeres, cuando se
acuerda entre las mujeres burguesas, es pura ideología de grupos débiles sin
raíces materiales, una farsa del antagonismo entre hombre y mujer, una excentricidad si se quiere. Esta es la naturaleza
farsante del movimiento sufragista. 35
A medida que el neoliberalismo explota con éxito el género para los
intereses de clase del capital, nos enfrentamos a una importante tarea de
diseñar estrategias anticapitalistas basadas en la resistencia al mercado y su
reproducción, concentrándonos simultáneamente en la esfera doméstica y los
procesos reproductivos dentro del marco del modo de producción capitalista. En
un momento en que los análisis sistemáticos de la relación entre el mercado y
el estado -en el nivel nacional o internacional- son puntos de partida
necesarios para una discusión de cualquier alternativa a corto o a largo plazo
al modo del capitalista de la producción, la crítica de Luxemburgo del
feminismo burgués y su conexión con la teoría social de la reproducción parecen
presentar no sólo una referencia introductoria valiosa, sino también un modelo
político bien adaptado a las alianzas organizativas entre estructuras paralelas
y alinear sus metas progresivas.
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Notas
1 Restringiéndonos a las traducciones disponibles en inglés, se
pueden identificar varios trabajos/discursos del período de 1902 a 1914 en
relación con la “cuestión de la mujer”: ‘A Tactical Question’ (1902), ‘Address
to the International Socialist Women’s Conference’ (1907), ‘Women’s Suffrage
and Class Struggle’ (1912) y ‘The Proletarian Woman’ (1914). Todos ellos
incluidos en Hudis and Anderson (eds.) 2004.
2 Luxemburg 2015a.
3 In Hudis (ed.) 2013.
4 Hudis 2014.
5 Ibid.
6 Véanse las críticas de Anton Pannekoek, Gustav Eckstein, Otto
Bauer y Karl Kautsky en Day and Gaido (eds.) 2012. Por otro lado, también hubo
respuestas positivas; véase la reseña de Franz Mehring donde dice: “Si bien
algunos rechazan el trabajo como un completo fracaso, incluso denunciándolo
como una compilación inútil, otros lo consideran el fenómeno más significativo
en la literatura socialista desde que Marx y Engels tomaron la pluma. Este
revisor pertenece por completo al segundo grupo. ‘(Day and Gaido (eds.) 2012, p
746.)
7 Adler, Hudis and Laschitza
(eds.) 2011, p. 324.
8 Quoted in Day and Gaido
(eds.) 2012, p. 677.
9 Ciertamente las excepciones son Kowalik 2014; Hudis 2014;
Bellofiore, Karwowski y Toporowski (eds.) 2014; Ping 2014; y Bellofiore 2010.
Además, podemos hablar de varios tipos de aplicaciones de la dialéctica de la
espacialidad de Luxemburgo a diferentes teorías del “nuevo imperialismo” que
definitivamente no son análisis sistemáticos de la teoría del imperialismo de
Luxemburgo (y nos abstendremos de discutir aquí la calidad de cada una de
ellos), comparar: Harvey 2001, 2003, 2005, 2006, 2014; Federici 2004; Sassen
2010; Arrighi 2004; Panitch y Gindin 2003; Cox 1983. El tema del imperialismo
es una parte integral de las nuevas teorías críticas y tiene una larga
historia, desde Hobson y Lenin a través de Luxemburgo, Bujarin y Guevara, hasta
Fanon.
10 Schmidt 2014.
11 Quoted in Bulajić 1954, p.
VIII.
12 Quoted in Thomas 2006, p.
154.
13 Dunayevskaya 1981, p. 27.
14 Ibid.
15 Debemos tener en cuenta las contribuciones de Haug 2007 y
Dunayevskaya 1981.
16 Adler, Hudis and Laschitza
(eds.) 2011, p. 153.
17 Luxemburg 2004c, p. 237.
18 Cited in Dunayevskaya
1981, p. 95.
19 Luxemburg 2004d, p. 240.
20 Luxemburg 2004a, p. 235.
21 Luxemburg 1976, p. 111.
22 Luxemburg 2015a, p. 330.
23 Luxemburg 2015b, pp. 449–50.
24 Plantea una pregunta que critica directamente a Marx y sus
“esquemas sin sangre” de las relaciones entre los dos departamentos (c + v + s)
del segundo volumen de El Capital: “¿Cómo entonces uno puede concebir
correctamente este proceso y sus leyes internas de movimiento? mediante el uso
de una ficción teórica incruenta que declara que todo este entorno, y los
conflictos e interacciones dentro de él, son inexistentes? ‘Ver Luxemburgo
2015b, p. 450. Como lo subraya Krätke 2006, p. 22: “Cualquier esfuerzo por
mejorar o ampliar los esquemas marxistas es inútil. En su opinión, los esquemas
de reproducción marxistas eran fundamentalmente defectuosos y ninguna
reformulación podría salvarlos “.
25 Aunque Luxemburgo correctamente afirma que Marx no trata en
detalle el comercio exterior, ella ignora el hecho de que Marx colocó
inequívocamente a la sociedad que investigó y analizó en el contexto de la
economía global: “La producción capitalista nunca existe sin el comercio
exterior. Si se presupone la reproducción anual normal en una escala
determinada, también se supone junto con esto que el comercio exterior
reemplaza los artículos nacionales únicamente por los de otro uso o formas
naturales, sin afectar … las proporciones de valor … Llevar el comercio
exterior a un análisis del valor del producto reproducido anualmente puede, por
lo tanto, confundir las cosas, sin proporcionar ningún factor nuevo ni al
problema ni a su solución “. Véase Marx 1992, p. 546
26 La diferencia entre el trabajo productivo y el no productivo se
interpreta a través del concepto de Marx, pero también a través de una
elaboración de Savran y Tonak 1999 y Cámara Izquierdo 2006. Los autores afirman
que la diferencia antes mencionada presenta la base para entender el
capitalismo en su conjunto y particularmente en el análisis de rasgos
específicos del capitalismo del siglo XX. El énfasis está en la dualidad del
problema, dependiendo de si nos referimos al “trabajo productivo en general” o
“trabajo productivo para el capital”. Esta distinción se considera muy
importante para comprender la relación entre el trabajo reproductivo
(doméstico) y el problema del trabajo no productivo.
27 Luxemburg 2015b, p. 587.
28 Luxemburg 2004b, p. 244.
29 Para una elaboración más detallada de un enfoque sociohistórico
de la teoría liberal occidental y el pensamiento político moderno, con énfasis
en la “transición”, compárese Wood 2012.
30 Luxemburg 2004d, p. 240.
31 Ibid.
32 Ibid.
33 Cited in Riddell 2014.
34 Luxemburg 2004d, p. 241.
35 Luxemburg 2004b, p. 243.