Por Bill McKibben
Hace un año, movidos por una colegiala
sueca, Greta Thunberg, gente joven de todo el mundo comenzó a ‘hacer huelga por
el clima’: se iban del colegio durante unas horas para exigir que se actuase
contra el calentamiento global que obscurece el futuro. En mayo, cuando un
millón cuatrocientos mil niños de todo el mundo dejaron el colegio, pidieron a
los adultos que se les sumaran en la siguiente ocasión. Esa ocasión siguiente
es el 20 de septiembre (en unos cuantos países, el 27 de septiembre), y está
tomando forma para convertirse en el mayor día de acción sobre el clima en la
historia del planeta: todos y cada uno, de los grandes sindicatos a un millar
de trabajadores de la central de Amazon, y de chicos universitarios a
ciudadanos ya mayores, se están reservando el día para congregarse en sus
ciudades y lugares a favor de una acción más veloz por parte de gobiernos y
sectores económicos. Para saber qué pasará en tu comunidad, se puede
consultar globalclimatestrike.net.
Pero sólo será un éxito de la envergadura que nos hace falta si se
suma mucha gente que no forma parte de los sospechosos habituales. Mucha gente,
por supuesto, no puede pasarse sin el jornal de un día, o trabaja para patronos
que le despedirían si faltara al trabajo. Por eso importa de verdad que quienes
tenemos la libertad de reunirnos así lo hagamos. Desde que publiqué un primer
libro sobre cambio climático para un público general hace este mes treinta
años, he tenido mucho tiempo de pensar en los diversos modos de incentivar a la
gente para que se movilice. Dejadme que os proponga unos cuantos:
Hagamos huelga, porque la gente que menos hizo para causar esta
crisis será la primera en sufrirla y la que más: la gente que perderá su granja
frente al desierto y verá sus islas hundirse bajo las olas no son quienes han
quemado carbon, gas y petróleo.
Hagamos huelga porque los arrecifes de coral son de una belleza
arrebatadora y compleja…y tan vulnerables.
Hagamos huelga, porque el sol y el viento son la forma más barata de generar energía entodo el mundo: si pudiéramos igualar el poder del sector de
combustibles fósiles, podríamos hacer rápidos progresos.
Hagamos huelga, porque ya hemos perdido la mitad de los animales del planeta desde 1970:
la Tierra es un lugar más solitario.
Hagamos huelga, porque nuestros gobiernos se mueven con esa
dolorosa lentitud, tratando el cambio climático, en el peor de los casos, como
un problema de una larga lista.
Hagamos huelga, porque esta podría ser la gran oportunidad – y
acaso la última oportunidad – de transformar nuestra sociedad
encaminándola a la justicia y la alegría. Se han propuesto New Deals verdes por
todo el mundo, son un camino adelante.
Hagamos huelga, porque los bosques parecen hoy incendios que están
esperando a desatarse.
Hagamos huelga, porque los jóvenes nos lo han pedido. En una
sociedad bien ordenada, cuando los niños presentan una petición razonable, los
mayores deberían responder que sí, en este caso con verdadero orgullo y
esperanza de que la siguiente generación defienda aquello que importa.
Hagamos huelga, porque toda generación afronta alguna gran crisis,
y esta es la nuestra.
Hagamos huelga, porque la mitad de los niños de Nueva Delhi sufren daños irreversibles en sus pulmones simplemente por respirar el aire.
Hagamos huelga, porque Exxon y las demás lo sabían todo sobre el
calentamiento global en los años 80 y mintieron entonces para seguir haciendo caja.
Hagamos huelga, porque lo que hagamos esta década será relevante
para cientos de miles cada año.
Hagamos huelga, porque la temperatura ha alcanzado 129F (54º ) en grandes ciudades en los últimos años. El
cuerpo humano puede sobrevivir a eso, pero sólo por unas pocas horas.
Hagamos huelga, porque ¿queremos ser las primeras generaciones en
dejar el planeta en peores condiciones?
Hagamos huelga, porque las baterías son cada vez más baratas:
podemos almacenar la luz del sol de noche y el viento para un día en calma.
Hagamos huelga, porque las Naciones Unidas estiman que un cambio climático desenfrenado podría
ocasionar mil millones de refugiados en este siglo.
Hagamos huelga, porque los grandes bancos siguen prestando cientos
de miles de millones al sector de combustibles fósiles: hay gente que, literalmente,
trata de hacerse rica con la destrucción del planeta.
Hagamos huelga, porque ¿qué animal ensucia su propio nido?
Hagamos huelga, porque los pueblos indígenas del mundo están
tratando de proteger sus legítimas tierras de las empresas de carbón y petróleo,
y en ese proceso nos protegen a todos.
Hagamos huelga, porque cada vez que talan un trozo de bosque
pluvial para que pasten más vacas, se hacen más difíciles las matemáticas del
clima.
Hagamos huelga, porque la ciencia es de verdad, porque existe la
física, porque importa la química.
Hagamos huelga para que podamos mirar a los ojos a nuestros nietos,
o a los de cualquier otro.
Hagamos huelga, porque el mundo que nos han dado sigue siendo tan
dulce. .