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Veremos raíces buscándose entre sí

Por Vijay Prashad
La semana pasada, la Agence France-Presse consiguió un borrador de un informe de la ONU titulado Informe especial sobre océanos y zonas heladas (criósfera) en un clima cambiante. Este documento de 900 páginas es un estudio de los océanos realizado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), el cuerpo de la ONU que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007. Los extractos disponibles son una lectura escalofriante. “Los mismos océanos que contribuyeron a la evolución del ser humano”, dice el borrador, “acabarán aportando miseria a escala global si no se reduce la contaminación de CO2 que está dañando el entorno marino”.

A menos que se reduzcan drásticamente las emisiones de carbono creadas por los seres humanos, al menos el 30% de la superficie de hielos perennes del hemisferio norte podría derretirse dentro de las próximas ocho décadas. Esto significaría que para 2050 los océanos crecerían, y “eventos extremos de nivel del mar” borrarían islas y grandes ciudades que están a bajo nivel. Pocos científicos están convencidos de que el calentamiento puede controlarse en el umbral de 1,5˚C; esperan que sea de 2˚C. Con este aumento de temperatura, los océanos aumentarán lo suficiente para desplazar a más de 250 millones de personas; estas personas formarían colectivamente el quinto país más grande del mundo después de China, India, Estados Unidos e Indonesia.
El Informe especial sobre los océanos final será lanzado el 25 de septiembre, dos días después de la Cumbre sobre la Acción Climática especial, organizada por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en Nueva York. A fines de agosto, Guterres habló en la Conferencia Internacional de Tokyo sobre el Desarrollo de África, donde señaló, “Pocas cosas perjudican el desarrollo como el desastre”. Tenía en mente el terrible ciclón Idai que golpeó a Mozambique, destruyendo el 90% del área alrededor de la ciudad de Beira. Es escalofriante ver de nuevo esta grabación de un dron de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja: 
Filmación desde un dron de la IFRC del ciclón Idai en Beira, Mozambique, 2019
Los desastres no son difíciles de encontrar. El Huracán Dorian ha arrasado el Caribe ferozmente. Guterres mencionó los incendios el Amazonas, un crimen contra la humanidad, como lo pone el movimiento campesino internacional La Vía Campesina. Es perturbante ver este corto video hecho por Brasil de Fato, titulado Brasil en llamas:
Brasil de Fato, Brasil en llamas, 2019
“Décadas de avances en el desarrollo sostenible pueden ser eliminadas de la noche a la mañana”, dijo Guterres sobre estos sucesivos desastres. Y habrá más desastres de este tipo. “Estamos en camino”, dijo Guterres, “a que 2015-2019 sean los cinco años más calurosos desde que hay registros”. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) dice que actualmente tenemos la mayor concentración de CO2 en la atmósfera de la historia mundial. En lo que respecta a los océanos, la OMM muestra que en 2018 el Contenido de calor de los océanos en los 700 m superiores y los 2000 m superiores fue “el más alto o el segundo más alto registrado”.
La culpabilidad es de diferentes niveles. Tanto Mozambique como Brasil enfrentan el impacto destructor de la catástrofe climática, pero en el caso de Brasil también hay un responsable más cercano: las empresas forestales y mineras. Cuando llega el momento de señalar con el dedo, una o dos manos no son suficientes. Los dedos deben apuntar hacia los conglomerados de finanzas y energía que hacen su dinero a partir del carbono. También apuntarían intensamente hacia los países en el G7 y en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos que se niegan a participar de buena fe en las negociaciones sobre el clima.
Los dedos serían negligentes si no apuntaran con especial ferocidad al comportamiento hipócrita de los países desarrollados. El Professor T. Jayaraman del Tata Institute of Social Sciences (Bombay) le dijo a Courier de UNESCO que el discurso sobre los impuestos al carbono y el comercio de los derechos de emisión de carbono es una pantalla de humo. ¿Por qué estos gobiernos simplemente “no obligan a las industrias interesadas a cumplir determinados objetivos? Es imprescindible que estas se atengan a reglamentaciones más estrictas y, en caso contrario, que paguen las multas correspondientes”. “Opino que es un tanto absurdo creer que con zalamerías se pueda incitar a las empresas a observar una conducta moral o tomar disposiciones apropiadas”, dijo Jayaraman. Los países desarrollados, dijo, necesitan “convertirse rápidamente a energía verde”, lo que no significa solamente cambiar los combustibles fósiles (gas por carbón), sino transferirse a energías renovables. Por otro lado, los países en desarrollo deben dar un gran salto, pero de manera sensata. El transporte público en la ciudad china de Shenzhen, por ejemplo, es completamente eléctrico, con el plan de hacer que todo el transporte en la ciudad siga su ejemplo:
South China Morning Post, Shenzhen: the World’s Pioneer in Electric Vehicles [Shenzhen: el pionero mundial en vehículos eléctricos], 2018
La prevaricación sobre la catástrofe climática es simplemente la misma evasiva que aparece cuando el capitalismo se confronta con las preguntas morales sobre el hambre y la falta de vivienda, la indignidad y la desigualdad. Hay teorías encantadores que permiten a la clase capitalista seguir apropiándose de casi toda la riqueza social, mientras trabajadorxs y campesinxs viven al límite de la sobrevivencia. El problema no es la falta de movimiento para enfrentar la realidad de la catástrofe climática; es el mal de la afluenza, las profundas raíces culturales del capitalismo, lo que impedirá lograr una solución tanto a la catástrofe social como a la climática.
Se dan respuestas a los síntomas, no a las causas. El agua sube, entonces Jakarta, la capital de Indonesia, construye un muro de 24 metros de alto, aunque el 40% de la ciudad ya está bajo el nivel del mar. El presidente de Indonesia, Joko Widodo, sabe que esto no es una solución. Ha anunciado que el cuarto país más grande del mundo cambiará su capital a la isla de Borneo. Mientras tanto, la ONU ha tenido una discusión preliminar sobre un nuevo acuerdo en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar relativo a la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina. Todo parece tímido, el Fondo Fiduciario Voluntario es meramente para ofrecer financiamiento para que las pequeñas islas Estado puedan asistir a estas reuniones. Nada más está en la tabla. No ningún compromiso real para combatir el aumento del nivel del mar o la acidificación de los océanos. Tuvalu’s Fakasoa Tealei dijo que los marcos existentes son “inefectivos” e incluso que esta discusión podría no añadir “ningún valor práctico” al problema. La honestidad de Tealei’s y la rendición de Widodo son canarios decepcionados en un pozo de carbón sin fin.
Agung Mangu Putra, Abstraki Ikan, 2001
Tonga, el archipiélago al sur de Tuvalu en el Océano Pacífico, está vulnerable a ser arrasado por las aguas crecientes. Las principales islas de Tonga han construido muros marinos, pero sus residentes pueden observar más allá de las aguas y ver que sus islas pequeñas se hunden en el océano. ¿Dónde irían los 100.000 tonganxs si las aguas suben? Konai Helu Thaman, una de las grandes poetas de Tonga, escribió hace décadas sobre su sueño de otro mundo.
No podemos ver
lejos en la distancia
ni podemos ver
lo que solía haber ahí
pero hoy podemos ver árboles
separados por el viento y el aire
y si nos atrevemos a mirar
bajo del suelo
encontraremos raíces buscándose
entre sí
y en su entrelazamiento silencioso
crear el paisaje oculto
del futuro.
Ivana Kurniawati, We Are Not Monkeys [No somos monos], 2019
El noreste de Tonga es Papúa Occidental, la mitad de la isla de Papúa que es controlada por Indonesia. Fuertes sentimientos de independencia se agitan una vez más en Papúa Occidental, después que lxs estudiantes papuanxs fueron tratados vergonzosamente por nacionalistas indonesios, en la ciudad de Surabaya. Llamados “monos” por estos nacionalistas, lxs radicales papúes invirtieron el orden de los cosas: Papua merdeka, itu yang monyet inginkan (Papúa Libre, esto es lo que los monos quieren). Uno de los líderes de la lucha —Surya Anta— ha sido arrestado. La situación es muy poco clara, e Internet en Papúa Occidental está cerrada. En un futuro boletín haremos una entrevista a Benny Wenda del Movimiento Unido de Liberación de Papúa Occidental.
Uno de los residuos persistentes de las luchas por la independencia en Latinoamérica ha sido la cuestión de la integración continental. Esto emerge regularmente, más recientemente durante la Marea Rosa. Entonces la pregunta por la integración apareció como parte de la lucha de clases regional: ¿los términos de la integración deberían beneficiar solamente a la oligarquía y a las compañías multinacionales, o la integración era un medio hacia un desarrollo socialista? La semana pasada, en Río, como parte de una serie coorganizada por el Instituto Tricontinental de Investigación Social, Monica Bruckmann y Beatriz Bisso de la Universidad Federal de Río de Janeiro se unieron a Mariana Vazquez de la Universidad de Buenos Aires y a Olivia Carolina de Tricontinental frente a una sala llena de académicxs, estudiantes y militantes para discutir estos temas. La idea de la integración es apremiante, pero no sin una evaluación clara de su carácter de clase. La globalización es una forma de integración capitalista, la integración de países en un programa para beneficiar a la clase trabajadora y el campesinado es una cosa totalmente distinta. ¿Cómo lograrlo cuando la correlación de fuerzas es adversa? Esa es la pregunta sobre la mesa. Estas presentaciones se plasmarán en un libro nuestro.
Han pasado diez años desde que el venezolano Hugo Chávez se dirigiera a la conferencia sobre clima en Copenhagen. Chávez evocó el regionalismo de Latinoamérica, especialmente a ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Sus comentarios más agudos fueron cuando apuntó su dedo a los individuos y las naciones ricas del mundo cuya actitud “denota una alta insensibilidad y falta de solidaridad con los más pobres, con los hambrientos, con los más vulnerables a las enfermedades, a los desastres naturales”. Los más ricos, dijo Chávez, deberían hacer dos cosas relacionadas: primero “establecer compromisos vinculantes, claros y concretos en la disminución sustancial de sus emisiones”; y segundo, “asumir obligaciones de asistencia financiera y tecnológica a los países pobres, para hacer frente a los peligros destructivos del cambio climático”. Simple.
Chávez vio esas raíces buscándose entre sí. Pero esta no es una perspectiva compartida por el G7 o la OCDE. Ellos ven los frutos, que quieren arrancar y comer. Esa es su actitud. Es la actitud del bandido, no del ser humano.