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El sindicato mexicano de electricistas y los derechos laborales en la 4T


Por Gilberto Enrique Ramírez Toledano
Si algo ha sido atacado furibundamente por los grandes capitales en el periodo neoliberal, han sido los derechos laborales. México es campeón mundial en la materia: se desplomó el poder adquisitivo del salario ¡más del 70%!, se golpeó el derecho a huelga, se flexibilizó el empleo, los outsourcing se multiplicaron como hongos, y se fortalecieron e instauraron sindicatos blancos y charros en todas las ramas de la industria y en otras actividades económicas.
El grueso de las dirigencias sindicales, en lugar de proteger los derechos de la clase trabajadora en contra de los intereses del capital, se convirtieron en aliados de los empresarios contra los trabajadores. En la mayoría de los casos, el trabajador debía combatir a tres grandes fuerzas, unidas en su contra: al patrón, al gobierno, y a su “líder” sindical.
Por supuesto, hubo honrosas excepciones, como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que ganó algunas representaciones formales del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (uno de los sindicatos más grandes de América Latina, con más de un millón de afiliados) y desde los años 80 se mantiene como un contingente en defensa de los derechos laborales y de la educación pública, o como el que hoy traemos a cuento, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), que años atrás emprendió grandiosas batallas en contra de la privatización del sector energético, aliándose con diversos sectores del pueblo y agrupando un polo de resistencia contra los gobiernos neoliberales.
En su momento, este sindicato, el SME, fue un ejemplo tanto por su Contrato Colectivo de Trabajo que guardaba evidentes conquistas obreras, como por su apertura para el debate interno, participación política y lucha contra el gobierno. Esos años, quedaron atrás.
La charrificación del Comité Central del SME
Tras el golpe liquidador de Felipe Calderón, que desaparecería a la compañía estatal de Luz y Fuerza en 2009, la dirección del SME ha pasado de representar la resistencia de decenas de miles de trabajadores despedidos, a lo que hoy es la dirección del sindicato: una mafia claramente charrificada, con ingresos millonarios y al servicio de la trasnacional portuguesa Mota Engil. Pero ¿qué pasó en el inter?
Pasó que, poco a poco, la dirección decidió dejar de luchar y comenzar a pactar con los de arriba, con los poderosos, con los neoliberales antes enemigos número uno, pero no como acuerdo de asamblea, sino por debajo de la mesa, a escondidas de la masa trabajadora. Martín Esparza, Secretario General de la organización, asistió al último informe de gobierno de Peña Nieto cuando era gobernador del Estado de México, haciendo declaraciones que resultaron funestas para la izquierda y para el sindicalismo progresista; hasta ahí, se defendía diciendo que había que ser pragmáticos y buscar acuerdos para recuperar el empleo, pero luego apoyó a la innombrable Elba Esther Gordillo, comprometió apoyos para las campañas electorales del PRI en el Estado de México, incluso trabajadores del SME fueron usados como volanteros y propagandistas en favor del priísmo mexiquense. Ya con Peña Nieto en el gobierno federal, hubo una cercanía progresiva y pactos que aun hoy están ocultos, por los que la base trabajadora ha exigido desde hace meses la desclasificación, entre otras cosas, de todos los documentos y anexos sobre los acuerdos de Martín Esparza con Gobernación y la Presidencia durante el periodo peñista.
¿Y qué decir de la vida interna del sindicato? Cuando antes se permitía el debate, hoy se reprime a la diferencia. Si no estás con Martín, “eres traidor”. Todos los que no han estado de acuerdo con las decisiones del Comité Central, han sido castigados de diferentes formas. Varias decenas de trabajadores, fueron impedidos de ingresar a la Cooperativa, a ellos y a otros más, se les abrieron procesos en la Comisión “Autónoma” (sic) de Justicia, se les retiraron sus derechos sindicales. Se les ha señalado, castigado y amenazado. Incluso los golpeadores han llegado a agredir físicamente a varios trabajadores de oposición.
Una y otra vez, Martín Esparza ha anunciado “la victoria”, el “regreso al trabajo”, lo que no ha sido más que patear el balón para adelante, dando falsas esperanzas y mintiendo a los 16 mil 599 trabajadores en resistencia, mientras las propiedades y activos de los electricistas son usados por unos cuantos vivales para enriquecerse.
Los millonarios pasivos laborales, adeudados por el gobierno al SME, fueron canjeados por lotes baldíos y naves industriales saqueadas; con ellos, se dio apertura a una cooperativa la que con muchos trabajos apenas ha logrado emplear a menos de mil trabajadores y en condiciones laborales y salariales precarias.
Lo que la dirección sindical le dijo a los smeítas: “se liquidan en esta ventanilla y en esta otra van a firmar su contrato para trabajar”, resultó una cruel mentira. ¡Diez años después la inmensa mayoría sigue sin empleo!
Además, mediante un pacto con Peña Nieto, se estableció una nueva empresa de generación eléctrica junto a la trasnacional portuguesa Mota Engil. Entre ese capital portugués y Martín Esparza, formaron la empresa Fénix, quien contrató no a los 16 mil trabajadores, ni a 10 mil o 5 mil, sino apenas ¡541 trabajadores!, de los cuales no todos han sido trabajadores en resistencia. Se dijo que el gobierno federal, en años de Peña, había concedido la compra de electricidad por 30 años a esta nueva empresa, lo cual también fue falso, no tenía garantizada venta alguna de electricidad, no había comprador asegurado, y es así como los trabajadores se liquidaron, y siguen sin trabajo. Pero los 26 miembros del Comité obtuvieron liquidaciones millonarias para ellos y sus familias, se agenciaron puestos con salario superiores a los dos mil pesos diarios en Fénix sin trabajar y obtienen otros ingresos por parte de la cooperativa, también sin trabajar.
¿En qué se ha convertido ahora Martín Esparza, tras la llegada del nuevo gobierno? Tristemente, en un ariete de la privatización. El nuevo gobierno ha anunciado que no se dará ni una concesión más a los privados, lo cual ha caído muy mal a la dirección del SME y a Mota Engil. ¡Es el mundo al revés! El SME (o la dirección, mejor dicho) peleando por las concesiones y la producción privada, y el gobierno pugnando declarativamente por que ésta sea pública, del Estado.
Y aun así, hay quienes se siguen tragando el cuento de que el SME es un sindicato democrático, progresista, de izquierda y hasta zapatista. Pero, cada vez son menos, y la gota que derramó el vaso para miles de trabajadores que ya no están dispuestos a seguir tolerando esta charrificación de su sindicato, fue la reciente elección para la renovación de la mitad del Comité Central.
La nueva Ley Federal del Trabajo.
Bajo la promesa de garantizar “democracia sindical” y “respeto a los derechos de los trabajadores”, la nueva administración de López Obrador y su Secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, anunciaron reformas que ya han sido aprobadas por el Congreso. Se trata, dijo la secretaria el pasado 1 de mayo, de una “reforma histórica a la Ley Federal del Trabajo”. “La libertad y la democracia llegan para el mundo del trabajo”. “Hoy, con esta reforma, se hace una realidad que todas las mujeres y hombres puedan elegir libremente a través del voto libre, directo y secreto a sus dirigentes”. En el papel y en el discurso, las cosas parecen estar cambiando, y aunque hay elementos en la nueva Ley Federal del Trabajo que deberían ser discutidas ampliamente por los trabajadores del país, pues no ayudan al fortalecimiento de la organización sindical (como es el caso de impedir que sean obligatorias las cuotas sindicales, por ejemplo), en términos de la democracia interna, se dan algunos pasos importantes. 
“Lo que nosotros tenemos que garantizar es que haya libertad y que haya democracia, que la gente pueda decidir libremente, que los trabajadores decidan quien quiere que los represente, con el voto universal, directo y secreto”, se anunció, donde la palabra fuerte es “garantizar”, no es promover o proponer, sino hacerlo valer. Esto es, no ser cómplice de los charros, como ha sido durante décadas. El voto libre, directo y secreto, ayudaría en muchos sindicatos de industria, con grupos gansgeriles que los controlan, a tener mejores condiciones de lucha, pero es claro que no basta, pues aun teniendo este tipo de procedimientos, como en el caso de sindicato de la UNAM (STUNAM), el voto en urnas para elegir a sus representantes sindicales establecido desde hace muchos años no ha impedido que los charros se sigan perpetuando en los cargos. 
El nuevo artículo 378, fracción séptima, dice que “queda prohibido a los sindicatos obstaculizar la participación de los trabajadores en los procedimientos de elección de sus directivas sindicales”. Y antes, en la fracción cuarta, se estipula que “queda prohibido a los sindicatos, ejercer actos de violencia en contra de sus miembros”. Esto suena bien, es políticamente correcto frente a los años de charrismo y gansgterismo sindical a nivel nacional que amedrenta, reprime y hasta desaparece a los trabajadores disidentes.
El artículo 371, fracción nueve, dice en su inciso “c”: “El lugar que se determine para la celebración del proceso electoral… debe garantizar que la votación se genera de forma segura, libre y secreta”. Y en la fracción novena, dice en el inciso “d” que “se integrará un padrón completo y actualizado de los miembros del sindicato con derecho a votar, que deberá publicarse y darse a conocer entre estos, con al menos 3 días de antelación a la elección”. Se trata de algo básico, que la gente conozca el padrón, que las planillas contendientes en una elección sindical, sepan de antemano quienes pueden votar y quienes no, sin ello, no hay transparencia alguna. El artículo cierra así: “en virtud de que estos requisitos son esenciales para expresar la libre voluntad de los afiliados al sindicato, de incumplirse estos, el procedimiento de elección carecerá de validez”.
Bien, pues lo que se ha firmado en papel, que ya ha sido avalado por el Ejecutivo Federal y por el Congreso, que como vemos tiene claroscuros pero que en algunos rubros mejoraría la situación para la democracia sindical, está bajo prueba de fuego con el escandaloso proceso electoral del SME.
En el SME ¡hubo fraude!
La elección en el sindicato electricista para renovar a la mitad del Comité Central, comenzó el pasado 17 de junio y se realizaron durante 9 días, en 11 divisiones foráneas, más la central en la Ciudad de México.
Se imprimieron más de 35 mil boletas, pero el padrón electoral que se entregó a la Secretaría del Trabajo sólo tenía poco más de 15 mil electores. Pero lo impensable, así como en las peores épocas del PRI votaban los muertos, acá, hubo más del 100% de votación, pues se tienen registrados más de 17 mil votantes efectivos. 
Todos y cada uno de los artículos de la Nueva Ley Federal del Trabajo antes expuestas, que iban a ser según sus promulgantes un hito en la historia laboral de México, fueron flagrantemente violadas por Martín Esparza y su equipo de mafiosos.
Nunca hicieron público el padrón electoral, ya no digamos a la base trabajadora, sino ni siquiera a la planilla de oposición, que era la planilla 2. Ellos decidían quién votaba y quién no, en el lugar mismo de la votación.
Hubo gritos, empujones, insultos y amenazas al votar. Trabajadores ubicados como “opositores” a Esparza, eran increpados en las filas y no los dejaban votar, les decían “tú no puedes votar, tienes sanción” y les pedían sus credenciales antes de la mesa de votación, para generar la sanción ahí mismo y no pudieran votar.
En la División Lechería, se denuncia que “a trabajadores que no habían pagado sus cuotas les decían que no podían votar, pero sí dejaron hacerlo a los que ubicaban como simpatizantes de Martín Esparza”. Jubilados declararon que, en el edificio principal del SME, antes de votar debían ir al 4o piso, ver si han pagado cuotas o no, para filtrar a muchos votantes opositores. En un video difundido por trabajadores en resistencia, se escucha a uno de los charros decir que “abajo les van a decir si pueden votar o no”, “ahorita vemos cómo estás en tus cuotas sindicales, allá abajo deciden si puedes votar, aquí nada más te van a dar tu saldo”.
Aunque es problemático, ahora la ley dice que las cuotas son voluntarias, en ese sentido no se debe condicionar el voto con ellas, es ilegal, pero más aún, en el SME se sabe que muchos trabajadores no pagan porque están despedidos, no tienen recursos, varios tienen enfermos en casa, o los jubilados tienen hijos en resistencia, despedidos. La queja era “o pago las medicinas, o apoyo a mi hijo despedido, o pago las cuotas”.
Está videograbado un hecho vergonzoso, otro jubilado declara: “me dicen que debo pasar al 4o piso, para ver lo de la cuota sindical”, le contestan que sí se debe pagar. El electricista responde “yo venía a votar por la uno” (la planilla de Martín), y mágicamente, se abrieron las posibilidades… la persona pudo votar.
Esto, como la violencia física y otras evidencias, se tienen grabadas y documentadas, e incluso se hicieron saber en su momento a la Comisión “Autónoma” de Justicia como a las instancias laborales del gobierno federal.
Pero nada de esto ha sido suficiente, la Secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, ha decidido dar ya la toma de nota a los “nuevos” integrantes del Comité Central. Aunque los procedimientos legales e impugnaciones siguen su curso. 
En el documental “Mega Fraude 2019: la odisea de poder votar en el SME” (se encuentra fácilmente en YouTube con ese título) se muestran evidencias de golpes, violencia, gritos, insultos, amenazas a los miembros de la oposición, tanto en el edificio principal del sindicato, como en distintas sedes de votación en las divisiones.
Por ejemplo, uno de los candidatos, narra al salir de la votación que todo el tiempo lo estuvieron agrediendo, “te va a cargar la chingada”, entre otras linduras. Otro trabajador, llamado Jorge Torres, realiza la denuncia ante las autoridades y narra que: “el día de hoy 19 de junio de 2019, siendo las 14 horas aproximadamente, me encontraba en el SME, salíamos de una votación del sindicato, cuando de repente llegan varios sujetos que nos insultan con palabras altisonantes, nos amenazaron diciéndonos ‘los vamos a matar, hijos de su pinche madre, hasta aquí llegaron, de aquí no van a salir’ yo volteé para ver quién había dicho eso, sentí varios golpes uno a la altura del ojo izquierdo”, esto ocurrió afuera del sindicato. Y esto no es un hecho aislado. Este ambiente se vivió durante los nueve días de votación en el SME.
“Soy candidato de la planilla 2 -dice un trabajador-, venimos a votar, creímos que iba a estar todo en paz, pero desde que entramos hay amenazas de muerte y agresiones, un infierno, ahí aguantamos firmemente, muchos compañeros aguantamos, voté y me escoltaron… afortunadamente no pasó a mayores, pero a un compañero sí le tocaron los golpes”.
En la esquina de Insurgentes y Antonio Caso, se ubicó la carpa de la Planilla 2, hasta ese lugar llegaron las huestes de Martín Esparza. Ricardo Pérez, Fernando Muñoz Ponce, Mónica Jiménez, e incluso el secretario del exterior, Humberto Montes de Oca, todos los días ahí, amenazando, agrediendo. También hay imágenes de los hechos.
No permitieron que existieran representantes de Planilla 2 en ninguna las 11 divisiones. La planilla 2 no pudo estar presente para observar completamente el proceso. En ninguna División se le permitió tener presencia. Esto provocó que se sirvieran con la cuchara grande: en una División, la Planilla 2 tuvo cero votos, cuando hay compañeros de ahí que sí votaron por ella. 
Otro acto nauseabundo, es que la dirección repartió 80 millones de pesos, de dividendos de la generadora Fénix, en los días de la elección. Al entrar cada trabajador es recibido por una pantalla donde Martín Esparza aparece arengando a votar por la planilla 1, quienes dan el dinero a los trabajadores, ¡son los candidatos de Martín!, y saliendo se los llevan en camiones a votar. Hubo a quienes no les dieron el dinero (5 mil por persona), por supuesto, los identificados con la oposición, como es el caso del “Súper SME”, trabajador reconocido por su moto y su máscara de luchador en las manifestaciones, pero esto ocurrió a muchos otros.
Imaginemos hasta dónde llegaron las cosas, que Fernando Muñóz, de la secretaría del interior, fue candidato de la planilla 1, y a su vez es él quien registra a las planillas. Fueron juez y parte… fue a la elección y él mismo se puso la corona de vencedor.
Afortunadamente, la planilla 2 no firmó los documentos de los “resultados”, y está dando la pelea política y legal. A pesar de tener todo en contra, hay valentía y dignidad en el SME. La democracia ahí no existe, fue secuestrada por el comité corrupto y charro. Lo que dice la nueva Ley Federal del Trabajo es limitado, algunos artículos podrían resultar contraproducentes, pero globalmente pueden significar un paso adelante.
Falta que también haya valentía del gobierno para no permitir que este fraude electoral, plenamente demostrado, se consolide. López Obrador dijo, en relación a Fernando Espino, líder del sindicato del metro de la Ciudad de México, que “su gobierno no va a proteger líderes charros ni caciques”, pero que es “labor de los trabajadores demandar justicia en este tipo de casos”. ¡Perfecto! aquí están los trabajadores del SME pidiendo justicia, movilizándose, exigiendo democracia sindical, pero lo que está haciendo Luisa María Alcalde, es reunirse (como lo hizo el pasado 4 de septiembre) con los líderes charros como Martín Esparza y Hernández Juárez para analizar “la instrumentación de la reforma a la Ley Federal del Trabajo”, es decir, pactar con los líderes charros cómo se va a aplicar la ley, que se supone que es en contra de ellos. 
En el SME debe haber justicia. Frente a los procesos de impugnación de la elección, que están siguiendo su curso, debemos estar muy atentos. No se debe permitir que los elementos progresistas que tiene la nueva ley, queden en el tintero, como letra muerta mientras la injusticia y la antidemocracia sindical prevalecen.