Por Alejandro Nadal
Alexander
Solzhenitsyn escribió Archipiélago Gulag entre 1958 y 1970. Es una
investigación literaria basada en la experiencia del escritor sobre los campos
para trabajos forzados en la ex Unión Soviética. El Gulag era el acrónimo de la
dirección central de administración de los campos que operó entre 1930 y 1960.
El término se popularizó al publicarse el libro de Solzhenitsyn en 1973: el
escritor comparó el sistema de campos con un archipiélago desparramado por todo
el territorio de la ex Unión Soviética en el que cada campo era una isla de
infamia y represión política.
Hace varios años el archipiélago Gulag llegó al
continente americano. Más precisamente, llegó a Estados Unidos, que de todos
los países del mundo es el que más reos tiene en su sistema carcelario. La
población china es de mil 400 millones de personas, pero en su sistema
penitenciario tiene aproximadamente 1.6 millones de personas. En cambio,
Estados Unidos, con una población de 320 millones tiene en sus cárceles
federales, estatales y locales más de 2.2 millones de personas. El archipiélago
del Gulag original tenía en 1953 (año en que murió Stalin) 2.3 millones de
presos.
Estados Unidos cuenta con cerca de 5 por ciento de la población mundial, pero
es responsable de 25 por ciento de la población mundial encarcelada. Y es que
el sistema carcelario en Estados Unidos tomó un giro extraordinario desde la
década de los años 1970, cuando la población en prisión comenzó a crecer a un
ritmo alarmante.
Pero el Gulag estadunidense tiene su propia sello, el
de los negocios. Con esos números tan impresionantes de gente tras las rejas,
no sorprende que el capitalismo haya visto buenas oportunidades de
rentabilidad. Por eso la privatización de cárceles en Estados Unidos (que ya
tenía una larga tradición) tomó gran impulso en los años 1990. Hoy cerca de 19
por ciento de los reos en ese país se ubica en prisiones administradas por una
empresa privada comercial.
Las cárceles privadas son un gran negocio. A las
empresas privadas administradoras de prisiones el gobierno federal otorga un
subsidio de 23 mil dólares anuales por reo (el salario mínimo es de 15 mil
dólares anuales). Y si las celdas están vacías, el gobierno otorga el mismo
subsidio. Las tres principales empresas en el negocio de la administración de
cárceles son CoreCivic, Geo Group y MTC y sus ganancias han crecido
exponencialmente en los años recientes. Por ejemplo, la primera de estas dos
empresas vio aumentar sus ingresos de 280 millones a más de mil 700 millones de
dólares entre 2000 y 2017 (un aumento de más de 500 por ciento). La “industria
de las cárceles privadas” percibe un ingreso estimado de 5 mil millones de
dólares anuales. No sorprende entonces que esas empresas reciban generosos
créditos de Wells Fargo, Bank of America, JP Morgan y US Bancorp.
Estas empresas invierten mucho dinero en cabildear en
el Congreso estadunidense para que esta política de privatización no sólo no se
termine, sino que siga creciendo. Aunque aquí los datos son más difíciles de
obtener, una organización en Estados Unidos encontró que entre 1999-2010
CoreCivic destinó 1.4 millones de dólares para cabildeos a nivel federal. Claro
que a estas empresas lo que realmente conviene es que la población encarcelada
siga aumentando. Y para eso se necesitan leyes más severas, con condenas más
largas para todo tipo de delitos y con esquemas de libertad bajo palabra más
difíciles de alcanzar. Más reos y condenas más largas, es la receta para
mayores ganancias de estas empresas privadas. Y para reducir costos en esta
nueva aventura del capitalismo, lo importante es una mezcla de mala
alimentación y pésimos servicios de salud. Todo condimentado con abusos de todo
tipo y violencia generalizada.
La población carcelaria dice mucho sobre la sociedad
estadunidense. Un ciudadano afroamericano tiene seis veces más probabilidades
de ir a la cárcel que sus congéneres blancos. El racismo del sistema carcelario
es un reflejo de lo que sucede en el país que tanto alaba la libertad.
En 2014 varios informes sobre los alarmantes índices de violencia en las
cárceles privadas condujeron a llamados para reformar y eliminar esta
privatización del sistema carcelario. Se aprobaron algunas reformas con Obama
pero estos cambios sólo afectaron las prisiones federales. Y con la victoria
electoral de Trump se revirtió esta incipiente tendencia y hasta se produjo un
fuerte incremento en el valor de las acciones de Geo Group y CoreCivic.
En el verano de 2018 los reos en Estados Unidos
lanzaron un movimiento de protesta a escala nacional. Huelgas de hambre y actos
de desobediencia que fueron duramente reprimidos pudieron por fin romper el
cerco de incomunicación. Hoy el debate electoral ha comenzado a centrarse sobre
el tema de la reforma penal y carcelaria en Estados Unidos. Habrá que ver si
esta nueva edición del archipiélago del Gulag puede desaparecer. Quizás sólo en
el país del capitalismo más avanzado podía surgir tan perversa confusión entre
represión penal y negocios privados.