Por Corriente Marxista – Lucha de Clases
El
pasado 16 de septiembre, el gobierno nacional dio a conocer los resultados de
aproximadamente tres meses de negociaciones con el sector “moderado” de la
derecha venezolana, el mismo que participó en las elecciones presidenciales de
mayo del 2018 apoyando la candidatura de Henry Falcón. Hablamos de los
partidos: MAS, Avanzada Progresista, Cambiemos y Soluciones para Venezuela
(liderado por Claudio Fermín), quienes representan un sector minoritario de la
oposición venezolana.
Luego del despido del hombre fuerte en la
Casa Blanca, John Bolton, el gobierno de manera “audaz” ha acelerado la firma
de un acuerdo con los sectores moderados de la oposición. Nuevamente vemos que
el gobierno aplica la misma jugada de coyunturas anteriores, dividir a la
derecha, ganar tiempo y convocar a elecciones para mantenerse en el poder, solo
que esta vez el contexto es diferente y esta jugada pudiese volverse en su
contrario, recordemos que el gobierno tampoco se esperaba la derrota de las
elecciones parlamentarias en 2015.
Los acuerdos firmados durante la jornada
fueron: la reincorporación de los diputados del PSUV a la Asamblea Nacional
(AN), la designación de un nuevo CNE en corto plazo, la condena de las
sanciones económicas estadounidenses, la discusión de un acuerdo para
garantizar la representación proporcional de las minorías (en relación a las
posibilidades electorales de los partidos pequeños), reafirmar los derechos de
Venezuela sobre la Guyana Esequiba, mientras que en el plano económico, se
ratifica la política de alianza con la empresa privada. También el pacto
contempla la liberación de políticos golpistas como Edgar Zambrano, quien
participó en el intento de golpe del pasado 30 de abril exhortando a un
alzamiento militar desde el distribuidor Altamira junto a Leopoldo López.
Acto seguido, el grueso de la oposición a
través de sus representantes en el Frente Amplio Venezuela Libre (FAVL) y
diputados de la AN rechazaron dichos acuerdos al considerar que se pretende
disolver el poder legislativo (bajo control de la derecha) y eternizar a Maduro
en el poder. Mucho se ha hablado de la posibilidad de que con esta maniobra el
gobierno haya abandonado las conversaciones con Guaidó y la representación
mayoritaria de la derecha, con intermediación de Noruega. Aunque en apariencia,
esta nueva jugada parece reeditar episodios anteriores donde el gobierno quebró
la unidad opositora para ganar tiempo, no es descartable que, por el carácter
de los acuerdos suscritos, y según su ejecución posterior, se estén dando
muestras unilaterales dirigidas indirectamente a la burguesía y el imperialismo
de una disposición inédita de avanzar en una entrega pactada del poder, a
cambio de garantías de inmunidad en una eventual transición.
Entendemos que un sector de la población,
agobiado por la crisis estructural del capitalismo venezolano, puede albergar
alguna esperanza de que estas negociaciones servirán para que cesen las
sanciones imperialistas y, a través de la concertación, mejore la economía.
Pero, aunque estas esperanzas son válidas para un pueblo desesperado por
encontrar una salida, no son más que falsas ilusiones sembradas por los
sectores en negociación, en primer lugar, porque el imperialismo no deja de
anunciar más sanciones para presionar al gobierno, y a la cúpula militar, y en
segundo lugar, porque todas las negociaciones anteriores solo han servido para
recargarle más penas a los trabajadores y pobres en general, quienes resisten
el peso de la crisis sobre sus hombros.
Si bien, parece ser que, con los acuerdos
alcanzados, el gobierno busca ganar tiempo para sostenerse en el poder y no
para completar la revolución y solucionar la crisis. Sin embargo, para lograr
esto debe ceder, y lo que el gobierno no pierde en espacios políticos, lo
pierde la clase trabajadora en lo económico: ¿Quién gana? La supuesta
“burguesía revolucionaria” y los empresarios.
La dirigencia del gobierno ha
profundizado su viraje de liberalización económica, tratando -infructuosamente-
de bajar las tensiones con el imperialismo y agradar a la burguesía,
mostrándose capaz de gestionar la crisis a su favor, pero dejando bien claro que
su intención es pactar con quien sea que le brinde condiciones para mantenerse
en el poder o por lo menos salir bien parados. Por esta razón, no debe
sorprendernos que en paralelo a las negociaciones de Oslo-Barbados,
funcionarios del gobierno se estuviesen reuniendo con funcionarios del gobierno
de Trump, y que a su vez también se estuviesen dando negociaciones con la
derecha “moderada”.
Tenemos sobradas razones para dudar de
que estos sectores de la oposición «moderada» o «progresista» puedan incidir en
un levantamiento del bloqueo que el imperialismo ejerce contra el país, por lo
que la situación económica seguirá empeorando. A su vez el gobierno y los
empresarios seguirán descargando la crisis sobre nuestros hombros con el
despido masivo de trabajadores, el cierre de empresas, más privatizaciones, la
contención del salario, entre otras.
No podemos aplaudir unas negociaciones
con nuestros enemigos de clase históricos, sino en repudiar consecuentemente
las sanciones imperialistas, exigiendo una contraofensiva que contemple la
confiscación de los activos y propiedades de las multinacionales
norteamericanas en nuestro país -para ponerlas bajo auténtico control obrero,
en reciprocidad al secuestro de varios bienes de la República en el extranjero.
En este sentido, debemos denunciar el pacto y seguir presionando para derrotar
las medidas anti-obreras y anti-populares del gobierno, acompañando a los
trabajadores, a los campesinos y a los sectores populares que luchan por un
salario digno, por tierras y por servicios públicos de calidad.
Luego de que la dirección bolivariana
denunciará por más de nueve meses a la AN como reducto de los lacayos del
imperialismo, que impulsan golpes de Estado y fractura de la FANB, que son
cómplices o súbditos de quiénes agreden sistemáticamente a la nación, que
secuestran nuestros activos en el extranjero, que congelan nuestros recursos,
limitan el acceso a la compra de alimentos y medicinas irrespetando nuestra
soberanía y dignidad; ahora de la noche a la mañana se trate de legitimar este
ariete del plan imperialista reincorporando diputados oficialistas a este
órgano declarado «en desacato». Todo en tanto se ordena la liberación de
golpistas en aras de la «concertación», mientras se reprimen las
manifestaciones de varios sectores de trabajadores por un mejor salario -como
la del sector docente- y se persigue y encarcela a comuneros por defender el
autogobierno que tanto impulsó Hugo Chávez.
En el discurso oficial predomina la
retórica pacifista. Nos preguntamos ¿Qué clase de paz es la que se persigue?
¿Paz para los políticos golpistas y cárcel para los comuneros y campesinos que
luchan por sus tierras y por la construcción de las comunas como espacio de
autogobierno? ¿Diálogo y paz con los empresarios para «acordar precios» que nunca
se cumplen?, ¿diálogo para arrebatarle conquistas a los trabajadores en el
ministerio del trabajo dónde patronos y funcionarios dialogan sobre como
vulnerar nuestros derechos? ¿Concertación nacional para qué? ¿Para validar el
ajuste económico que pone sobre los hombros de trabajadores y jóvenes el peso
de una brutal crisis que no generamos?
En este sentido hacemos un llamado a los
partidos y movimientos miembros del Frente Popular Antifascista y
Antiimperialista (FPAA) y a la izquierda en general a repudiar el pacto con la
derecha «moderada» y defender las consignas que muy laboriosamente hemos
construido al calor del debate en los últimos meses: ¡disolver la asamblea
nacional! ¡cárcel a Guaidó y a los golpistas! ¡salario digno ya!
Además, llamamos, nuevamente (como
hicimos el año pasado frente al dilema de apoyar una candidatura, que en
nuestra opinión no iba a responder a las demandas de las grandes mayorías por
la tendencia que ya advertimos a la liberalización en materia económica y que
no iba a cumplir los acuerdos firmados) a construir una alternativa para
disputar el poder y llevar hasta las últimas consecuencias un programa
realmente revolucionario.
Camaradas del FPAA y el resto de la
izquierda, la dirección del PSUV puede seguir negociando con la sombra de la
burguesía, para sostener la «institucionalidad» y la “paz» burguesa que no
sirve a los intereses de las mayorías. ¡Es necesario que demos un paso al
frente y construyamos una alternativa revolucionaria! Nuestro lugar está del
lado del pueblo trabajador ¡Basta ya de conciliar, es la hora de luchar!
Frente al pacto, Lucha de Clases propone:
¡Disolución de la AN golpista!
¡Cárcel a Guaidó y a todos los implicados en la estrategia golpista!
¡Confiscación de los bienes de los implicados en el golpe y de las multinacionales imperialistas!
¡Control obrero de la producción! ¡No más control burocrático!
¡Salario mínimo igual a la canasta básica!
¡Reenganche para los trabajadores despedidos por luchar!
¡Libertad a los trabajadores y comuneros presos!
¡Abajo el memorándum 2792!
¡Cárcel a Guaidó y a todos los implicados en la estrategia golpista!
¡Confiscación de los bienes de los implicados en el golpe y de las multinacionales imperialistas!
¡Control obrero de la producción! ¡No más control burocrático!
¡Salario mínimo igual a la canasta básica!
¡Reenganche para los trabajadores despedidos por luchar!
¡Libertad a los trabajadores y comuneros presos!
¡Abajo el memorándum 2792!