Nota editorial: Desde los primeros meses del año
pasado, esta tribuna realizaba un paneo sobre las graves consecuencias que han
traído consigo las intervenciones militares con fines supuestamente
humanitarios. Ahora que la oposición venezolana, articulada bajo la tutela
absoluta de Washington, dibuja un nuevo “Día D” (el 23 de febrero) para
ingresar la “ayuda humanitaria”, conviene refrescar la memoria y buscar en
ejemplos históricos recientes las tragedias sociales que ha dejado a su
paso este método de cambio de régimen. Pero sobre todo, y de ahí la
vigencia e interés de republicar esta investigación, se hace necesario insistir
en los personajes y agendas que han promovido, desde hace algún tiempo, que
sobre Venezuela se cierne una amenaza creíble de intervención militar. Sin más
preámbulo, recordemos.
El mencionado plan del Pentágono para el planeta se
basa en la división binaria entre Norte (“the Functioning Core”) y Sur
(“Non-Integrating Gap”). En el mapa a continuación, extraído de una
presentación que hiciera Barnett en 2003, podemos ver que en la parte superior
se encuentran los países del llamado “Primer Mundo”, donde se concentran los
grandes capitales privados y negocios y la estabilidad política pretende ser
reservada; en la parte inferior, en rojo, se dibuja el “Tercer Mundo”, región
toda que estaría destinada, según los militares estadounidenses, a
“balcanizarse”, es decir, a ser territorios desmembrados, absorbidos en el
caos, de donde captan riqueza esos grandes capitales centrales del Norte para
su propia opulencia.
Precisamente
el término “balcanización” fue acuñado luego de la primera experiencia de
“intervención humanitaria” en el mundo, con la instrumentalización de los
derechos humanos y las leyes internacionales a favor de los intereses
estratégicos de la OTAN, aplicada a la extinta Yugoslavia. Revisemos este y
otros cuatro casos de este tipo de guerra (y sus variantes) para llamar la
atención sobre la actualidad venezolana en el marco de este plan militar
estadounidense y la propuesta de Antonio Ledezma de solicitar una intervención
con este estilo.
Yugoslavia
En 1999, la OTAN bombardeó
Belgrado, una de las ciudades más antiguas de Europa, en el marco del
(fabricado) conflicto armado entre los separatistas albaneses del Ejército de
Liberación de Kosovo (KLA) y las fuerzas militares y policiales de Yugoslavia,
en aquel entonces integrada por Serbia y Montenegro.
Según los máximos
responsables de la OTAN, el gobierno yugoslavo había creado una “catástrofe
humanitaria” bajo el pretexto de un supuesto genocidio (limpieza étnica) a los
kosovares. La medida que tomaría la organización gringa-europea no fue
sancionada por el Consejo de Seguridad de la ONU, cuestión que sabemos no le
importó.
Los ataques aéreos se
realizaron desde marzo hasta el 10 de junio de 1999. Según estimaciones
publicadas por Sputnik Mundo, bajo las bombas fallecieron unas 2 mil 500
personas y más de 10 mil resultaron heridas. El daño económico se estimó entre
30 mil y 100 mil millones de dólares. La partición de Yugoslavia en
“republiquetas”, con el enclavamiento de una inmensa base militar
estadounidense en el corazón de Kosovo, fue conocida como “balcanización”, pues
amplió el panorama jurídico-político en el mapa de los Balcanes.
Kosovo es en la actualidad,
producto de esta “intervención humanitaria”, un centro logístico del
narcotráfico y el mercado de armas en Europa, y funciona como una “fábrica de
terroristas” albaneses-kosovares que luchan en las filas del Daesh en Medio
Oriente y parte de los Balcanes hacia territorio asiático. Todo un paradigma.
Irak
Uno de
los fake news más
trascendentales de la historia reciente, el de las “armas de destrucción
masiva” de Saddam Hussein, fue usado en contra de Irak para su invasión. El
gobierno de George W. Bush usó pruebas falsas para involucrar a numerosos
países en el apoyo a la operación militar que posteriormente ocupó el
territorio iraquí, pues presuntamente el gobierno de Saddam habría usado tales
armas contra población kurda.
Durante años, EEUU y sus
“aliados” mantuvieron un embargo económico y financiero sobre Irak que fabricó
las condiciones precarias de abastecimiento alimentario y medicinal, lo que
sirvió a Occidente como justificación de la “intervención humanitaria”. Esto
junto a las “armas de destrucción masiva” fueron la zanahoria mediática al
garrote militar.
La operación fue vendida con
base a nada, bajo el pretexto de la “libertad” del pueblo iraquí, pues luego
del arribo de las tropas estadounidenses y británicas, no encontraron
evidencias del armamento citado.
Entre el 30 de marzo y el
primero de mayo de 2003, los ejércitos de EEUU, Reino Unido, España, Australia
y Polonia invadieron y tomaron el control del gobierno iraquí. Sólo en el
bando estadounidense murieron en combate unos 5 mil 500 soldados y mercenarios
de empresas privadas de seguridad. Entre los iraquíes murieron, acorde a
distintas fuentes, uno 500 mil, entre ellos 120 mil eran civiles.
Cabe destacar que de las
guerras étnicas fabricadas en Irak y por la intervención realizada por
militares estadounidenses, nació el conocido Estado Islámico, que en 2014 tomó
la ciudad de Mosul.
Medios occidentales viralizaron montajes
y noticias falsas en torno a la supuesta masacre que perpetraba el gobierno de
Muammar Gaddafi contra la población libia. Bajo la figura de Responsabilidad
para Proteger (R2P), EEUU tomó la batuta junto a la OTAN para invadir y
bombardear Libia, y así permitir el acceso a los grupos mercenarios-terroristas
de tomar las principales regiones del país africano.
Libia
A Libia se le endilgó la
etiqueta de “crisis humanitaria” con la intención de profundizar en el
expediente de intervención, a pesar de que el país vivía una de sus épocas más
prósperas bajo la égida del socialismo árabe de Gaddafi.
La revolución de color en
Libia comenzó con protestas “pacíficas” que terminaron en asesinatos bajo el
uso de armas convencionales por parte de manifestaciones contra las fuerzas
libias de seguridad. Los muertos civiles fueron endilgados a Gaddafi y su
gobierno, mientras el Pentágono preparaba la aprobación de las Resoluciones
1970 y 1973 ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que autorizaban una zona de
exclusión aérea en territorio libio. Las consecuencias son evidentes hoy, donde
el otrora país más prolífico de África es ahora una sopa de caos.
Cifras aportadas por Telesur
ilustran a más de 20 mil personas muertas por la “intervención humanitaria”,
además unos 350 mil refugiados debido a la crisis fabricada por la guerra.
Entre pobreza extrema y guerra civil, iniciada
a principios de la década de 1990, Somalia ha vivido una de las peores
hambrunas de la historia de la humanidad. Según la Cruz Roja, ha matado a 1
millón y medio de personas. Los dictámenes del FMI y el Banco Mundial en
materia política económica y monetaria sobre el gobierno somalí del dictador
Mohamed Siad Barre, aliado de petroleras estadounidenses, encauzaron a tan
lamentable llegadero. Las bandas locales en conflicto contribuyeron con el
contrabando de alimentos por armas con contratistas occidentales.
Somalia
En 1993, el Pentágono usó la
herramienta de “intervención humanitaria” sobre Somalia con 30 mil marines, en
una operación denominada “Restaurar la esperanza”. Conoco Somalia Ltd.,
petrolera gringa, fue la única transnacional importante que mantuvo una oficina
activa en la capital Mogadiscio antes y durante la invasión. La empresa cedió
sus infraestructuras e instalaciones en Mogadiscio para que fueran
utilizadas como embajada y cuartel general del convoy especial de las tropas
estadounidenses.
Informes y reportes
indican que el hambre y la crisis sanitaria en el país africano se
multiplicó por 10 veces peor que al principio de la guerra. La “ayuda
humanitaria” era sólo un camuflaje para la militarización de los recursos
generales y el comienzo del proyecto de “balcanización” en el Cuerno de África,
donde la USAID tiene más negocios en curso, región olvidada por el mundo.
El abuso en el número de invasiones y
ocupaciones estadounidenses de Haití en la historia de la última centuria dio
una muestra a EEUU de que debía pensar un nuevo pretexto para volver a
militarizar la isla caribeña. En 2010 se dio uno que, para sumarle a la
tragedia de 222 mil 570 personas fallecidas por el terremoto, y que dejó a
1,5 millones de personas en la indigencia y pérdidas materiales calculadas en 7
mil 900 millones de dólares, además tenía un carácter lucrativo.
Haiti
La nueva “invasión
humanitaria” haitiana de EEUU y la ONU tomó el control de la isla e instaló la
misión MINUSTAH con más de 7 mil soldados y policías. Cientos de denuncias por
abusos criminales (sexuales y de fuerza) de los cuerpos de seguridad
foráneos (Cascos Azules, ejército de EEUU) sobre la población haitiana y,
además, la ONU recibió una demanda legal de los propios haitianos que
sufrieron por la epidemia de cólera causada por la organización multilateral.
La enfermedad mató a más de 8 mil 300 personas y enfermó a más de 650 mil desde
octubre de 2010, casi el 7% de la población. La ONU no respondió.
Pero la recolonización de
Haití venía con una estafa multimillonaria y un asesinato selectivo: en julio
de 2017 fue hallado muerto Klaus Eberwein, ex funcionario del Estado de Haití,
quien pretendía denunciar a la Fundación Clinton ante el senado de su país por
fraude y corrupción en el marco de las “ayudas humanitarias” de Occidente a la
isla. Eberwein afirmó que el 0,6% de las donaciones otorgadas por donantes
internacionales a la Fundación Clinton, con el propósito expreso de ayudar
directamente a los haitianos y reconstruir infraestructuras vitales luego del terremoto
de 2010, terminó en manos de organizaciones haitianas. Otro 9,6% terminó en
manos del gobierno haitiano. El 89,8% restante, o sea 5 mil 400 millones de
dólares, fue canalizado a organizaciones no-haitianas, y el principal
responsable es la entidad que dirigen la pareja Clinton.
Fue una “ayuda humanitaria”
que no ayudó.
EL PLAN DE INTERVENCIÓN
“HUMANITARIA” EN VENEZUELA
El prófugo de la justicia
Antonio Ledezma ha estado de gira por varios países de Occidente con el fin de
promover la mentada “intervención humanitaria” para derrocar al Gobierno
Bolivariano en nombre de la “sociedad civil”. Representante internacional del
grupo Soy Venezuela, el ex alcalde de Caracas se hizo dueño y señor de la
vocería intervencionista contra el país que lo vio nacer, y a pesar del
prontuario de este tipo de acciones militares por parte de EEUU y cía, sigue
empeñado en cabildear junto a otros dirigentes de Voluntad Popular y Primero
Justicia recursos de poder blando y poder duro sobre Venezuela que deriven en
una “intervención humanitaria”.
Ledezma se ha reunido como
mínimo con una docena de altos políticos del mundo, como el gobernador de
Florida, Rick Scott; los presidentes latinoamericanos Sebastián Piñera,
Mauricio Macri y el otrora presidente (por corrupción) Pedro Pablo Kuczynski, y
la vicepresidenta de Panamá; con los europeos Emmanuel Macron, Mariano Rajoy;
el vicepresidente de EEUU, Mike Pence; por nombrar algunos en reciente fecha.
Un paisaje de destrucción
nacional y muerte es el fin de la solicitud de Antonio Ledezma, tal como
ocurrió con Yugoslavia, Irak, Libia, Somalia y Haití. No lo decimos nosotros,
sino la historia.
Fuente: Misión Verdad