Corriente
Marxista Internacional – Lucha de Clases
Desde Lucha de Clases, sección
venezolana de la Corriente Marxista Internacional, convocamos al pueblo
revolucionario a una concentración en repudio al golpe de estado imperialista,
la provocación belicista y la desestabilización interna.
Día:
viernes 22 de febrero
Hora: 10:00 am
Lugar: Esquina de San Francisco, frente
al Palacio Federal Legislativo (Sede de la Asamblea Nacional)
Exijamos:
Cárcel para Guaidó y sus cómplices. ¡No
más impunidad para los golpistas!
Disolución de Asamblea Nacional golpista
Fortalecimiento de las milicias
bolivarianas
Confiscación de las transnacionales
imperialistas y monopolios nacionales implicados en el Golpe
¡Basta de concesiones a la burguesía
parásita! ¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
A
las organizaciones y colectivos, a los sindicatos y la juventud, los invitamos
a discutir y a suscribir el siguiente comunicado el comunicado que se reproduce
abajo.
Si
deseas sumarte a la concentración, puedes contactarnos por los siguientes
medios.
Correo comitecentralcmive@gmail.com
Grupo
de Whatsapp: https://chat.whatsapp.com/JwM5hVhdqIi8labce6BNST
Twitter
@LuchaDeClasesVE
En
Venezuela está en marcha un nuevo intento reaccionario de asalto golpista al
poder por parte del imperialismo estadounidense y la oligarquía criolla.
Cumplidos 20 años desde que las clases dominantes perdieron el control directo
del Estado venezolano, en la Casa Blanca han decidido retomarlo recurriendo a
incontables presiones políticas, diplomáticas, económicas y militares contra el
gobierno de Nicolás Maduro. Los fines que desde el norte se persiguen son
conocidos por todo el mundo: controlar las innumerables riquezas de Venezuela,
aplastar a la revolución bolivariana y aleccionar a los movimientos populares y
obreros del continente y el mundo. Hemos arribado a un momento decisivo y
definitorio en la lucha de clases nacional. La situación exige contundencia
revolucionaria.
Con
la auto-proclamación de Juan Guaidó como Presidente Encargado de Venezuela, se
ha tratado de erigir un gobierno paralelo a control remoto desde la Casa
Blanca. La marioneta imperialista que encabeza la Asamblea Nacional (AN) –de
mayoría opositora, ha comenzado a nombrar sus representes diplomáticos en el
exterior y también a gerentes de empresas estatales en el extranjero como
CITGO. Esta iniciativa ilegal liderada por EEUU ha sido avalada y reconocida
por numerosos gobiernos latinoamericanos serviles a Washington, el infame Grupo
de Lima y la OEA. La Unión Europea (UE), que también se ha plegado a la
caravana desestabilizadora, ha creado un Grupo de Contacto junto a varios
Estados de la región con miras a que se produzca una salida negociada de Maduro
bajo el disfraz de unas “elecciones libres”.
A
modo de refuerzo, el imperialismo yankee secuestró enormes recursos financieros
del Estado venezolano, más específicamente del BCV, con la promesa de
trasferirlos a su títere. En el Banco de Inglaterra han hecho lo propio
impidiendo la repatriación de US$ 1.200 millones en oro perteneciente al Estado
venezolano. Asimismo, el lunes 28 de enero desde la Casa Blanca se anunció un
conjunto de sanciones contra PDVSA, que contemplan la retención de activos en
EEUU por valor de US$ 7.000 millones y el bloqueo a las exportaciones de crudo
de Venezuela. También, estas medidas suponen la restricción a empresas
energéticas de suministrar materias primas, componentes y diluyentes necesarios
para la actividad petrolera y la producción de derivados, lo que compromete
seriamente las operaciones de PDVSA. La intención del imperialismo
estadounidense es bastante clara: estrangular económicamente al gobierno
bolivariano para ponerlo de rodillas y producir una “transición política”.
A
la par de las arremetidas diplomáticas y económicas, se inscriben incontables
declaraciones de amenazas de intervención militar por parte de Trump, Pence,
Pompeo y Bolton. A las reuniones entre el general Mark Stammer, comandante del
comando sur, con representantes del gobierno colombiano en días recientes, se
suman los vuelos de aviones de transporte militar estadounidenses por varias
islas del Caribe, y también el desplazamiento de la Marina Real Británica hacia
Curazao (a 80 km de las costas venezolanas), como alertó la cancillería de Cuba
el 14 de febrero. Adicionalmente, Trump ha comisionado a Elliot Abrams como
Enviado Especial para Venezuela, el mismo personaje que organizó la logística y
el financiamiento a los Contras en Nicaragua y de los escuadrones de la muerte
en El Salvador y Nicaragua en los años ochenta del siglo pasado.
Bajo
el alegato de suministrar “ayuda humanitaria”, el imperialismo yankee aspira
desatar una situación de extrema tensión en las fronteras venezolanas,
especialmente en la colombo-venezolana, donde esperan ingresarla sin
autorización del gobierno oficial y utilizando a civiles -organizados como
brigadas de asistencia- como carne de cañón. Juan Guaidó ha anunciado que el
día 23 de febrero entrará la “ayuda humanitaria” al país, por lo que ha
intensificado su invitación a las FANB a que ejecuten un golpe militar cuanto
antes. En la fecha prevista, un posible enfrentamiento violento y hasta una
eventual masacre –generada por mercenarios, puede ser la excusa perfecta para
iniciar una intervención directa de tropas estadounidenses en nuestro país, o
bien el comienzo de una guerra civil donde el imperialismo intentará armar a
los grupos reaccionarios a su servicio seguramente con los supuestos
“cargamentos asistenciales”.
Quienes
suscribimos la presente declaración repudiamos enérgicamente las maniobras
intervencionistas, desestabilizadoras y golpistas del imperialismo
estadounidense contra Venezuela. Para los revolucionarios consecuentes es
imperativo impedir el retorno de la derecha al poder independientemente de la
forma en como pueda darse. Entre las líneas del Plan País de Guaidó se dibuja
el típico programa derechista que este personaje implementaría si llegan a
hacerse del control del Estado. Este contempla más endeudamiento externo –esta
vez con el FMI, mayor celeridad en cuanto a las privatizaciones de empresas y
servicios públicos, y también brutales contrarreformas laborales y sociales;
que profundizarán la gran austeridad que sufre el pueblo trabajador en la
actualidad. Para emprender una agresiva política de ajuste macroeconómico con
la menor resistencia posible, las clases dominantes demandan el aplastamiento
de las organizaciones populares y obreras que no dejarán de plantar cara. Los
asesinatos selectivos a líderes comunitarios, sindicalistas clasistas y
campesinos; la persecución despiadada a todo lo que huela a izquierda y el
cercenamiento de las garantías democráticas para tratar de acallar las
múltiples expresiones de descontento; no se harán esperar. Además, el
revanchismo con el que grupos violentos de derecha tratarán hacer pagar al
chavismo tantos años de derrota y marginación política, puede tornarse
incontrolable.
La
política de conciliación de clases y de medias tintas ejecutada por el gobierno
se ha mostrado perjudicial para batallar contra la reacción. En la actual
coyuntura, la misma se ha caracterizado por constantes apelaciones a la paz y a
la concertación con los mismos sectores que se preparan para hundir en sangre a
la revolución, en lugar de preparar la defensa de la misma con organización
popular desde abajo. Asimismo, con el recrudecimiento de las presiones
imperialistas no se han hecho esperar nuevas concesiones a la clase
capitalista, como las recientes medidas de liberalización cambiaria y la
devaluación del Bolívar a un nivel superior al marcaje del mercado paralelo de
dólares, que van en detrimento de los intereses de los trabajadores. Esta
política conduce hacia la desmoralización de la clase obrera y el pueblo pobre,
que son la fuerza motriz de la revolución y las únicas que pueden salvarla de
las amenazas presentes. El revolucionario francés Saint-Just, uno de los
principales dirigentes políticos y militares de la revolución francesa señaló
que “los que hacen una revolución a medias no hacen más que cavarse una tumba”.
Ante
todos los escenarios previstos se hace necesario acometer una serie de
decisiones firmes y contundentes, que no solo planteen el derrotar la actual
ofensiva imperialista, sino también el poner en marcha soluciones estructurales
a todas las calamidades que padecen las masas trabajadoras producto de la
crisis orgánica del capitalismo. En cuanto a la necesidad de abatir las
amenazas de la reacción: es necesario apresar a Guaidó y disolver la AN
pro-imperialista, que fungen como los principales agentes de desestabilización
interna al servicio de Washington. Somos testigos de como la inacción en este
terreno ha permitido que la marioneta norteamericana y sus cómplices prosigan
en su labor golpista. Esperar más tiempo para proceder a hacer justicia
significará comprometer aún más el futuro de la lucha.
Por
otro lado, es imperativo implementar una política que se apoye en la
organización e intervención armada de las masas en el plano interno y llamados
internacionalistas al apoyo de la revolución bolivariana en el plano externo.
Sobre lo primero, Maduro instruyó hace semanas el fortalecimiento de las
milicias bolivarianas, con el establecimiento de más de 50 mil Unidades
Populares de Defensa en todo el país. Sin embargo, tras el anuncio presidencial
no hemos visto acciones concretas lo suficientemente significativas como para
organizar la defensa popular en los barrios y a los trabajadores en las
fábricas y en las instituciones del Estado. Entendiendo los peligros presentes
en la situación, donde las clases dominantes pueden provocar una confrontación
civil armada o una intervención militar foránea, los revolucionarios tenemos el
derecho a exigir que se pase de las palabras a los hechos. Aunque repudiamos la
posibilidad de una guerra, la violencia que la reacción burguesa está dispuesta
a desatar nos obliga a estar preparados para ella.
Lo
anterior, a su vez debe estar vinculado a la lucha por mejorar las condiciones
de vida para los trabajadores venezolanos, quitando la enorme carga de la
crisis de sus espaldas y poniéndola sobre los hombros de las clases dominantes.
Ante la apremiante necesidad de impedir el retorno de la derecha al poder, los
revolucionarios debemos combatir la nueva arremetida reaccionaria pero no para
mantener el actual estado de cosas -caótico y degradante, sino para construir
una nueva sociedad donde valga la pena vivir y defender hasta con la vida. En
este sentido, se hace necesaria la confiscación de todos los monopolios
imperialistas y nacionales implicados en el golpe, bajo control obrero y
popular. Esto debe ir acompañado del cese definitivo de los pagos a la deuda
externa, la nacionalización sin compensación de la banca y el establecimiento
de un monopolio estatal sobre el comercio exterior, buscando disponer de
recursos para financiar un plan económico de emergencia revolucionario y
facilitar el establecimiento de una economía planificada bajo control
democrático de la clase obrera y el pueblo. La nacionalización sin compensación
de los latifundios bajo control de los consejos campesinos y comunas rurales,
también entra como actor clave en este programa.
¡Cárcel para Guaidó y sus cómplices!
¡No más impunidad para los golpistas!
¡Disolución de AN golpista ya!
¡Armar a las milicias bolivarianas ya!
¡Confiscación de las transnacionales
imperialistas y monopolios nacionales implicados en el Golpe!
¡No más concesiones a la burguesía
parásita!
¡Que la crisis la paguen los
capitalistas!