Por Richard Bentall
Los pacientes están siendo
rechazados por la creencia errónea de que tienen defectos biológicos. De hecho
la evidencia muestra que la mayoría ha sufrido traumas.
Importa cómo hablamos y pensamos
sobre la salud mental. Hazlo mal, y la gente puede terminar siendo engañada o,
incluso peor, herida. La BBC realizó una temporada sobre salud mental que, a
pesar de que su intención era buena, desafortunadamente, dio una visión
completamente distorsionada de la psiquiatría.
El capítulo estrella fue La
vida no tan secreta del maníaco depresivo, de Stephen Fry: 10 años después.
Al igual que muchos profesionales de la salud mental, tengo un enorme respeto
por la franqueza de Fry sobre su salud mental 1/.
También siento una simpatía personal hacia él: ambos fuimos internos en la
escuela de Uppingham, Rutland, a principios de los 70 (aunque no tiene motivos
para recordarme). Nuestras experiencias infelices allí han ayudado, sin duda, a
configurar nuestros caminos desde entonces, las cuales han convergido muchos
años más tarde en un interés compartido en la salud mental, en mi caso como
psicólogo clínico e investigador.
La BBC se centró en un enfoque
biológico extremo de la psiquiatría, el cual está cuestionado por muchos
psicólogos y psiquiatras. Este enfoque ve los problemas psiquiátricos como
problemas cerebrales específicos que están, en gran parte, determinados
genéticamente y apenas influidas por las adversidades de una vida desafortunada.
Según este punto de vista, las condiciones psiquiátricas surgen en gran medida
de la nada en individuos que son genéticamente vulnerables, son condiciones
incontrolables y de por vida, y la única respuesta apropiada es, por lo tanto,
encontrar el medicamento correcto. Este enfoque no está respaldado por
investigaciones recientes, que nos cuentan una historia más compleja.
Para empezar, ahora sabemos con
cierto nivel de certeza que diagnósticos como el trastorno bipolar y la
esquizofrenia no son problemas independientes. Los pacientes que experimentan
una mezcla de esquizofrenia y síntomas bipolares son bastante frecuentes.
Además, un gran número de personas logran vivir vidas productivas a pesar de
experimentar, en un momento u otro, síntomas de trastornos psiquiátricos
graves, y sin necesidad de buscar ayuda. Existe, por ejemplo, una red
internacional para personas que escuchan voces 2/ ,
muchas de las cuales se manejan perfectamente bien sin atención psiquiátrica.
Y los desenlaces para las
enfermedades mentales graves son mucho más diversos de lo que se pensaba. La
investigación sugiere que un número sorprendente de personas logran
recuperaciones totales o parciales, incluso cuando no toman medicamentos,
-aunque la recuperación significa cosas diferentes para diferentes personas.
Mientras que los profesionales de la salud mental a menudo piensan en la
recuperación de los síntomas, los pacientes enfatizan más la importancia de la autoestima,
la esperanza en su futuro y un papel valioso en la sociedad.
Por supuesto, los genes juegan un
papel en hacer que algunas personas sean más vulnerables que otras para padecer
un trastorno psiquiátrico, pero los formidables avances en genética molecular
en los últimos años muestran que los mismos genes están involucrados cuando a
las personas se les diagnostica de esquizofrenia, trastorno bipolar, TDAH e
incluso autismo.
Más importante aún, están
involucrados cientos, posiblemente miles de genes, cada uno de los cuales
confiere un pequeño aumento en el riesgo. Por lo tanto, como dice el
investigador genético estadounidense Kenneth Kendler: "El riesgo genético
para la esquizofrenia está ampliamente distribuido en las poblaciones humanas,
por lo que todos tenemos cierto grado de riesgo". Todos los que lean este
artículo probablemente tengan algunos genes de riesgo, aunque, por supuesto,
algunos tendrán más que otros.
El hecho de que haya tantos genes
involucrados sugiere que es poco probable que su estudio conduzca a avances
terapéuticos a corto plazo. (Tomemos como ejemplo la enfermedad de Huntington,
un trastorno neurológico degenerativo terrible que es causado por un solo gen
dominante con una función biológica conocida. Años después de que se descubriera
este gen, todavía no hay señales de una terapia médica para la más simple de
las enfermedades genéticas).
Estudios recientes han señalado
una amplia gama de factores sociales y ambientales que aumentan el riesgo de
enfermedad mental. Estos incluyen la pobreza en la infancia, la desigualdad
social y la exposición temprana a los entornos urbanos; la migración y la
pertenencia a una minoría étnica (todas conduciendo en la dirección
equivocada); la separación temprana de los padres; el abuso sexual, físico y
emocional infantil; y el bullying en las escuelas.
En un análisis de toda la
investigación sobre traumas y psicosis infantiles 3/,
mis colegas y yo descubrimos que la exposición a cualquiera de estas
adversidades infantiles aumentaba tres veces el riesgo de psicosis, y los que
tenían múltiples experiencias traumáticas tenían un riesgo mucho mayor. De
hecho, la evidencia de un vínculo entre el infortunio en la niñez y un trastorno
psiquiátrico en el futuro es tan fuerte estadísticamente como el vínculo entre
el hábito de fumar y el cáncer de pulmón.
Ahora también hay pruebas sólidas
de que este tipo de experiencias afectan la estructura cerebral, lo que explica
muchos de los hallazgos de neuroimagen anormales de los que se han informado en
pacientes psiquiátricos. Y, por supuesto, hay innumerables experiencias
adversas en la vida adulta que también contribuyen a la mala salud mental,
incluidas las deudas, los matrimonios infelices, los entornos laborales
demasiado exigentes y la amenaza del desempleo. Podría decirse que la principal
causa de la miseria humana son las relaciones miserables con otras personas,
vividas en circunstancias miserables.
¿Por qué todo esto es importante?
Por un lado, muchos pacientes psiquiátricos sienten que los servicios a menudo
ignoran sus historias de vida. En palabras de Eleanor Longden 4/,
una activista de salud mental, "Siempre preguntan qué es lo que te pasa y
casi nunca te preguntan qué te sucedió". A los pacientes se les ofrecen
medicamentos poderosos (que claramente tienen un papel, aunque solo ayuden a
algunos pacientes), pero muy raramente los tipos de terapias psicológicas que
pueden ayudarlos a reconciliarse con este tipo de experiencias, o incluso un
aconsejamiento útil (probablemente, el aconsejamiento sobre cómo manejarse con
las deudas tiene un lugar en el tratamiento de la depresión, por ejemplo).
Un enfoque médico reduccionista
ha sido extraordinariamente infructuoso, a pesar de lo que asume mucha gente.
Mientras que las tasas de supervivencia y de recuperación para problemas
somáticos graves como el cáncer y las enfermedades cardíacas han mejorado dramáticamente
desde la segunda guerra mundial, las tasas de recuperación para enfermedades
mentales graves no han cambiado en absoluto. Los países que gastan menos en
servicios psiquiátricos tienen los mejores resultados para las enfermedades
mentales graves, mientras que los que más gastan tienen las tasas más altas de
suicidio.
Para empeorar las cosas, las
investigaciones muestran que un enfoque exclusivamente biológico tiende a
aumentar el estigma asociado con la enfermedad mental. Cuanto más piensan las
personas que la enfermedad mental es una enfermedad cerebral determinada
genéticamente, y cuanto menos reconozcan que es una reacción a circunstancias
desafortunadas, más rechazan a los pacientes psiquiátricos. Un enfoque
exclusivamente biológico hace que sea muy fácil creer que los seres humanos
caen en dos subespecies: el mentalmente sano y el mentalmente enfermo.
Finalmente, un enfoque biomédico
reduccionista descuida por completo la dimensión de salud pública. Dada la
evidencia, deberíamos poder reducir drásticamente la prevalencia de problemas
de salud mental, por ejemplo, abordando la pobreza infantil y la desigualdad,
descubriendo qué aspectos del entorno urbano son tóxicos (no es sorprendente
que el hecho de vivir cerca de un parque parezca proporcionar alguna protección
contra las enfermedades mentales) y tratando de garantizar que todos nuestros
niños experimenten una infancia benigna. Algunas influencias potenciales sobre
la salud mental (por ejemplo, la forma en que organizamos nuestras escuelas) apenas
se han estudiado. No podemos crear un mundo mentalmente más saludable si
pasamos todo nuestro tiempo observando los tubos de ensayo.
Esto no quiere decir que los
enfoques biológicos no tengan ningún valor, o que la investigación sobre la
genética y la neurociencia de los trastornos psiquiátricos no tenga un papel.
Yo mismo he participado en estudios biológicos. Pero retratar la mala salud
mental simplemente como una enfermedad cerebral solo puede aumentar el estigma,
desvía nuestra atención de otras formas en que podemos ayudar a los pacientes,
nos impide construir un mundo más saludable y fomenta la alienación, el
pesimismo y la profunda desesperanza de los pacientes.
Notas:
3/ Childhood
Adversities Increase the Risk of Psychosis: A Meta-analysis of Patient-Control,
Prospective- and Cross-sectional Cohort Studies