En solo
dos semanas, ha habido dos ataques a la tumba de Karl Marx en el cementerio
Highgate. El primero y el más destructivo fue un intento de obliterar con un
martillo el nombre de Marx en la lápida original que marca el lugar de entierro
de Karl y su esposa Jenny. Este fue incorporado en el monumento erigido en su
memoria en 1956. El segundo ataque consistió en consignas anticomunistas
tachadas en el plinto que apoya el monumento con el busto de bronce de Marx.
El lugar
de sepultura de Marx tiene un valor histórico mundial. Miles lo visitan cada
año para rendir honor a un hombre cuyos escritos hicieron más que cualquier
otro para definir la historia del siglo veinte y que reside en un lugar
especial en los corazones de millones de trabajadoras y de las masas oprimidas.
Fue una figura teórica y política, cuya vida entera estuvo dedicada a la
emancipación de la clase obrera y toda la humanidad en sufrimiento de la
opresión de clase por medio de una revolución socialista mundial. La Revolución
de octubre, encabezada por Lenin y Trotsky, fue la confirmación suprema de esta
lucha.
El ataque
al sepulcro de Marx es, por ende, una advertencia significativa del creciente
peligro que representan para la clase obrera en toda Europa e
internacionalmente las fuerzas ultraderechistas deliberadamente promovidas por
la burguesía y auxiliadas por la prensa.
Justo
como lo que hicieron los nazis cuando llegaron al poder en Alemania, hay
ataques fascistas contra los monumentos y tumbas de izquierdistas por toda
Europa. Solo en las últimas semanas en España, las tumbas de Dolores Ibárruri,
la líder estalinista del Partido Comunista durante la guerra civil, y Pablo
Iglesias Posse, fundador del Partido Socialista (PSOE) y una placa en honor a
las Brigadas Internacionales han sido blancos de tales actos.
En meses
recientes, han sido tachadas suásticas en lápidas judías y en un memorial del
Holocausto cerca de Estrasburgo, Francia. Han ocurrido profanaciones similares
en Lituania, Polonia, Grecia y Ucrania, además de Mánchester, Inglaterra.
Tales
ataques se han acompañado de una ola cada vez mayor de ataques físicos directos
contra los inmigrantes y figuras de izquierda, incluyendo el ataque el año
pasado contra el líder del sindicato ferroviario británico, Steve Hedley y su
compañera, quien estuvo hospitalizada.
Incluso
con partidos fascistizantes entrando en Parlamentos en varios países europeos,
incluyendo Alternativa para Alemania, el ataque contra la tumba de Marx no
provocó ninguna respuesta seria y, en algunos casos, ninguna respuesta del todo
de parte de lo que se hace pasar como la “izquierda” política.
En su
mayoría, los comentarios políticos sobre el ataque fascista han venido de los
periódicos burgueses de derecha, los cuales balbucearon ciertas formalidades
reprobando los actos antes de explicar que los matones que pintarrajearon
“arquitecto del terror”, “opresión” y “asesino masivo” en la lápida tienen
históricamente la razón. Como es usual, tales comentarios “izquierdistas”
afirman que la Revolución de octubre en Rusia fue un evento terrible, pero que
no se le debe atribuir “directamente” a Marx.
El
silencio más revelador es el del Partido Laborista británico.
El ataque contra la tumba de Marx sucedió en
Londres, contra el autor del libro más importante de los últimos 200 años, El
capital, el cual escribió después de escapar persecuciones en Alemania,
Francia y Bélgica y encontrar refugio en una ciudad que se enorgullecía de ser
un puerto para refugiados políticos. Sin embargo, como podía esperase de un
canalla derechista como el alcalde laborista de Londres, Sadiq Khan, no ha
dicho nada sobre la profanación de la tumba del residente histórico más famoso
de la ciudad.
Algo todavía más significativo es que no ha salido
ni una palabra de la boca del líder laborista, Jeremy Corbyn, ni su canciller
en la sombra, John McDonnell, en defensa de Marx. Corbyn lo llamó el “gran
economista… del cual podemos aprender mucho”, durante el bicentenario de su
nacimiento en 2018. McDonnell se describió como “una campaña de un hombre para
rehabilitar las lecturas de Marx”, y describió El capital como
“uno de los elementos más interesantes del pensamiento político que hemos
tenido en un siglo y medio”.
El grado
de cobardía política es extraordinario. Corbyn, el predilecto de la
pseudoizquierda tanto en Reino Unido como internacionalmente, a quien llaman el
representante del socialismo del siglo veintiuno, no hará nada para movilizar
la oposición política contra lo que constituye dos cosas: un acto criminal
contra la figura histórica más importante en el movimiento obrero y una amenaza
implícita a los trabajadores y jóvenes de izquierda en la actualidad.
Esta no
es solo una expresión de la personalidad cobarde de Corbun, sino de lo lejos a
la derecha que se han trasladado el laborismo, la burocracia sindical y su
entorno pequeñoburgués.
En 1947, el Partido Laborista lanzó una nueva
edición de El manifiesto comunista para celebrar su
centenario, incluyendo una introducción de Harold Laski, quien declaró que
“…los socialistas británicos nunca se han aislado de sus compañeros en Europa
continental. Nuestras ideas han sido diferentes a las del socialismo
continental, las cuales se derivaron más directamente de Marx, pero nosotros
también hemos estado influenciados en cientos de formas por pensadores y luchadores
europeos y, ante todo, por los autores de El manifiesto ”.
En 2011,
un ataque con pintura al sepulcro de Marx llevó al mentor político de Corbyn,
el entonces retirado Tony Benn, a escribir, “Lamento mucho escuchar que hayan
atacado la tumba. Marx fue una de las figuras más importantes de la historia.
Lo que dijo sobre la sociedad fue muy importante; todavía es estudiado en todo
el mundo y esto no lo comparten muchas personas más de 100 años después de su
muerte”.
Hoy día,
tales declaraciones se consideran fuera del marco de lo aceptable. Es
intolerable cualquier rastro de sentimientos anticapitalistas en las
organizaciones burocráticas que han realizado su ruptura final con la clase
obrera y que están inequívocamente entrelazadas con la defensa del sistema de
lucro. Corbyn y McDonnell prefieren hacer caso omiso a la atrocidad política
perpetrada en el cementerio Highgate en vez de enemistar a los fanáticos
anticomunistas que componen la mayoría de los derechistas parlamentarios del
Partido Laborista o de vincular incluso verbalmente a su partido con el
socialismo auténtico.
La putrefacción política del Partido Laborista y de
una de las organizaciones burocráticas más antiguas del mundo plantea graves
peligros: el desarme de la clase obrera en cara a la intensificación de la
reacción política. Como lo escribió el Comité Internacional de la Cuarta
Internacional en su declaración de Año Nuevo, La estrategia
internacional de la lucha de clases y la lucha política contra la reacción
capitalista en 2019 :
“El crecimiento
de los movimientos ultraderechistas y fascistizantes, incluyendo el
resurgimiento del antisemitismo, presentan un enorme peligro para la clase
trabajadora. Ante el recrudecimiento de la crisis capitalista, los niveles de
desigualdad social sin precedentes y los preparativos para una guerra mundial,
las élites gobernantes están arrastrando de vuelta toda la mugre política
responsable de los peores crímenes del siglo veinte… esta enfermedad política
se desarrolla en los climas de extrema desigualdad y, especialmente, ante la
ausencia de un movimiento político que luche por una alternativa socialista al
capitalismo.
“A
diferencia de los años treinta, el fascismo todavía no es un movimiento de
masas. Pero ignorar el creciente peligro sería políticamente irresponsable. Con
el apoyo de secciones de la clase gobernante y el Estado, los movimientos
derechistas han podido explotar demagógicamente la frustración y el enojo
sentidos por amplias capas de la población. En esta situación, la lucha contra
el resurgimiento de movimientos ultraderechistas y fascistizantes es una tarea
política urgente”.