Por Camilo Rengifo Marín
Muchos analistas coinciden en
que el tema de Venezuela acaparó toda la agenda del presidente colombiano Iván
Duque en su visita a Donald Trump, pero el narcotráfico seguirá siendo de
gran importancia en la relación bilateral, mientras el mandatario debe decidir
si asume la suerte de ariete contra Nicaragua, Cuba y Venezuela que le
encomendó Washington.
Más allá de las burlas y
críticas al vestido que la esposa de Duque lució en la visita a Trump, antes de
regresar a Bogotá el mandatario colombiano ya cumplió el primer mandato de
Trump: Durante una sesión del Consejo Permanente de la OEA, este viernes,
Duque pidió a sus miembros que afiancen el “cerco diplomático” contra
Nicolás Maduro y se “invite” a las Fuerzas Armadas a jurar lealtad al
presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó.
Seguramente Duque, débil en lo interno,
con baja credibilidad, y con la amenaza de que el Partido de U (del
expresidente Juan Manuel Santos) se desligue del frente oficialista en el
Congreso, regrese con una serie de compromisos adquiridos.
Entre ello, una postura aún
más dura frente a la lucha contra el narcotráfico (más fumigaciones y más
extradiciones), un ítem que desde sectores oficiales y de la prensa hegemónica
fue invisibilizado, obviando la obsesión de Trump por el tema de los
opioides y el aumento en los últimos dos años del consumo de cocaína.
Desde César Gaviria en
adelante, los gobiernos colombianos intentaron desnarcotizar la relación con
EEUU, pero los hechos fácticos llevan tarde o temprano a narcotizarla. Desde
la amenaza de Trump -en septiembre de 2017- de que eventualmente volvería
a descertificar a Colombia, los datos oficiales estadounidenses indican el
aumento sostenido de las áreas cultivadas y una mayor cantidad de cocaína
proveniente de Colombia entrando en los EEUU.
Un informe de 2018 del
Departamento del Tesoro que indica que se lavan entre 5.000 y 10.000 millones
de dólares al año, que vuelven a las mafias en Colombia.
Para Trump, el tema de las
drogas sigue siendo central para su estrategia hacia Colombia y la región y con
la situación de Venezuela, el valor estratégico de Colombia hoy se ha
incrementado notablemente para EEUU, que ha creado un nuevo enemigo, “el eje de
la tiranía” (Cuba, Nicaragua, Venezuela). Y el único país latinoamericano que
tiene problemas con los tres países, es Colombia.
Para Washington, Colombia tiene
hoy un valor importante porque puede ayudar a presionar y aislar a Venezuela, a
aumentar la crítica contra Cuba y tener una actitud más agresiva respecto de
Nicaragua, en un año en el que se espera un nuevo fallo sobre el problema
limítrofe que mantienen ambos países. La pregunta es si Colombia sabrá hacer
respetar sus intereses nacionales o se someterá directamente a los mandados de
Washington.
Trump quiere comprometer a
Duque en una política de aislamiento a estos tres países, por lo que,
seguramente, en los próximos meses varios jerarcas diplomáticos y militares
visitarán Colombia, un país al que no le conviene mantener relaciones tensas
con tres de sus vecinos. Duque como presidente electo viajó a EEUU y visitó al
Comando Sur en Miami: ningún presidente latinoamericano lo había hecho
jamás.
Para los analistas,
Washington va a extraer varias concesiones de la visita de Duque en momentos
que necesita desplazar la presencia de China en la región: más dureza frente al
tema del narcotráfico, aplicación de una política de fumigación más
masiva, el compromiso con nuevas cuotas de erradicación de cultivos, una mayor
extradición de colombianos a EEUU.
Duque insistió en Washington
en que la asistencia antinarcóticos no descienda, que demócratas y republicanos
apoyen esa asistencia, imprescindible para apoyar su gobierno, en medio de una
grave crisis económica, social y de corrupción. Cada vez que un presidente
colombiano viaja a Washington, habla con representantes de los dos partidos,
porque saben que la asistencia a Colombia en el Congreso pasa por el voto
compartido de republicanos y demócratas.
A Trump no le interesa la paz
Para Trump la implementación
de la paz en Colombia es poco
relevante, sobre todo de cara a las elecciones de 2020. Los votos en el estado
de Florida, por ejemplo, la dureza frente a Venezuela y frente a la guerrilla
son temas que Trump estimulará para mostrar que es duro y fuerte, en busca de
los votos de colombianos y venezolanos radicados en el sur estadounidense. La
paz no le redituará votos.
Con Barack Obama no solo hubo interés,
sino un apoyo decisivo al proceso de paz con las FARC, con un representante
especial en La Habana respaldándolo. También le dio tiempo a Colombia para que,
como resultado del proceso de paz, se redujeran los cultivos ilícitos, que
hubiera mayor presencia del Estado, mayores reformas del Estado en el campo que
permitieran el florecimiento de una economía legal.
Pero nada de eso está en la
agenda de Trump hacia Colombia. Desconfía de la paz, no le interesan las
negociaciones con el ELN, está obnubilado por la lucha contra el terrorismo,
está mucho más preocupado por el avance de los cultivos ilícitos, señala
el académico argentino-colombiano Juan Gabriel Tokatlian.
El analista dice que el tema
de una posible intervención militar en Venezuela, donde hay mucha más guerra
psicológica que aprestos intervencionistas no está en la agenda efectiva de
acción de Trump, al menos por el momento. “Y no creo
que Colombia se preste. No creo que los militares quieran, no creo que su
sociedad civil quiera y no creo que los partidos políticos quieran embarcarse
en esa aventura si llegara a suceder”, añade.
Colombia no puede caer en la
tentación de subordinar su política exterior a la de Washington. Tiene que
saber que en unos temas va a coincidir y en otras no. Y la fortaleza de un país
muchas veces reside en eso, recuerda Tokatlian.
Esa actitud de mayor dureza
contra el narcotráfico, que en 35 años ha demostrado ser un fracaso continuado,
está en el interés de Colombia. ¿Está en su interés convertirse en una suerte
de quinta columna permanente contra Venezuela, ser el vocero de una política
dura hacia Cuba, tener una política cada vez más crítica hacia Nicaragua?
Colombia tiene que una situación interna
por demás frágil. El proceso de paz y el posconflicto no avanzan o lo hacen a
cuentagotas. La economía está en retroceso en un país done decenas de
activistas sociales, la mayoría campesinos, han sido asesinados en los pocos
meses del gobierno de Duque, en una guerra interna no declarada donde
paramilitares y fuerzas de seguridad siguen accionando con total impunidad.
La corrupción alcanzó hasta
al Fiscal General. La historia reciente de Colombia muestra que todos los
gobiernos colombianos intentaron vanamente desnarcotizar la relación con EEUU. Quizá
alguien le pueda recordar que al inexperto presidente que su deber es defender
los intereses de su país y no sólo tratar de complacer al gobierno de EEUU, en
busca de otro puñado de dólares.
* Economista
y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano
de Análisis Estratégico (CLAE)