Por Rodolfo Bueno
Rebelión
“Día vendrá, acaso, en que todo sacrificio os
parecerá vano, en que el grito interminable de vuestras sucias rebeldías habrá
callado al fin. Ese día reinaré verdaderamente en el definitivo silencio de la
servidumbre.” Escribía Camus en El Estado de Sitio. De no
haber variaciones en la opinión de las grandes mayorías, parecería que nos
aproximamos peligrosamente a ese día, pues no se explica que la manera de ver
la historia no lejana del mundo haya cambiado tan radicalmente en la
actualidad.
Por el año 1948, los niños jugaban al territorio.
El juego consistía en partir un rectángulo en dos partes iguales, cada jugador
tomaba el nombre de un país e intentaban arrebatar a su contrincante, mediante
mañas, la parte que le correspondía. En ese entonces, todos peleaban por
llamarse Rusia, nombre que se debía sortear para tener el honor de
representarla. Nadie dudaba entonces de el papel vencedor de Rusia en la
Segunda Guerra Mundial y todos estaban enterados del rol de Stalin, Roosevelt,
Churchill, De Gaulle y del esfuerzo de los Aliados en la consecución de la
victoria sobre Alemania Nazi. Pese a que sólo eran adolescentes, para jugar al
territorio ningún jugador quería representar a alguna potencia del Eje.
Pasado el tiempo, resulta que hay adultos que
ignoran cómo fueron las cosas y sostienen que en Normandía los estadounidenses
ganaron dicha guerra; tampoco falta el que ignora que el 2 de febrero de 1943
concluyó la épica Batalla de Stalingrado, donde se jugó el destino de la
humanidad, que los soldados soviéticos tomaron Berlín y liberaron a Europa de
yugo nazi e, incluso, algunos sostienen la estulticia de que Hitler y Stalin son
la misma cosa. Cuando mucho, los que se creen medianamente enterados afirman
que los pobres soldados nazis murieron de frío en las tundras siberianas y que
Rusia no fue derrotada gracias a la generosa ayuda de EEUU. El comunismo, ideal
que en aquel entonces era aceptado y promulgado por altas personalidades de las
bellas artes, la ciencia y la política, ha sido tan denigrado que en la
actualidad se debe buscar con lupa para encontrar a un comunista.
Por eso no llama la atención que esas mismas
personas sostengan sobre el problema venezolano el lugar común de que Maduro es
un dictador corrupto y poco inteligente, que en Venezuela la gente se muere de
hambre, que allá nunca hubo elecciones libres y que el Presidente Trump debe
liberar a ese pueblo de las garras del comunismo.
A estas cándidas personas no les importa que hubo
muchos dictadores tipo Batista, Somosa, Videla... y que, sin embargo, nunca se
hizo contra ellos la alharaca que hoy se hace contra Maduro; que si en
cualquier país un diputado del montón se declarara mandatario e hiciera un
llamado a que las fuerzas armadas se sublevaran y derrocaran al presidente en
funciones, lo más probable es que le metieran preso, algo que no ha sucedido en
Venezuela; que la corrupción hay en todo el mundo, particularmente en los
países que proclaman la necesidad de intervenir en Venezuela; que Salomón fue
un gobernante sabio y muy pocos otros lo han sido, por lo que si no ser
inteligente fuese motivo para intervenir, entonces que tirase la primera piedra
el que se creyera sabio; que es raro el lugar donde no hay hambre, que incluso
en EEUU, según el expresidente Obama, hay cerca de cincuenta millones de
hambrientos.
Los que critican a Maduro cometen el pecado con
rabo de no tomar en cuenta el derecho internacional ni la presunción de
inocencia de cualquier acusado y, menos todavía, meditan sobre las funestas
consecuencias que traería para toda la región una guerra civil en Venezuela.
Como por ensalmo ignoran, o fingen ignorar, que se trata de algo nuevo, que
podría denominarse “Doctrina Trump”, que dejaría en soletas a la de Monroe,
puesto que mientras la segunda reza “América para los americanos”, la primera
rezaría “Las riquezas del planeta para nuestros monopolios.” Lo que es
confirmado por Jonh Bolton, Consejero de Seguridad Nacional del Presidente
Trump, cuando declara que habría una gran diferencia si las petroleras de EEUU
pudieran acceder a los pozos de crudo de Venezuela, para lo cual “estamos
conversando con las principales compañías estadounidenses... el objetivo es que
estas empresas produzcan petróleo en Venezuela.” Por lo que el altruismo de
Trump, que tampoco hubo en gobiernos anteriores, queda para que lo canten
pajaritos preñados.
Y cualquiera medita sobre ¿cómo así tiene tanto
éxito entre los timoratos del mundo esta doctrina que justifica la piratería
universal para robar las riquezas naturales del planeta y arroja por la borda
el derecho internacional en favor de la intervención en los asuntos internos de
otros estados? La respuesta se encuentra en la conferencia que dictó el afamado
director de cine Nikita Mijalkov en el programaBiesagónsobre la ventana
de lo posible, o ventana de Overton, en honor a su autor, el politólogo
norteamericano Joseph Overton, que consiste en una serie de acciones concretas
que permite imbuir en la inmensa mayoría de una población lo que parece
imposible de ser imbuido, para conseguir resultados deseables.
De acuerdo a esta teoría, para la realización de
cada idea, o problema en una sociedad indulgente, sin ideales rigurosos y en la
que la división entre el bien y el mal no está claramente establecida, existe
una ventana de posibilidades dentro de cuyos límites toda idea es discutida,
propagada, abiertamente defendida y aceptada legalmente. Las posibilidades de
esta ventana varían desde lo completamente inaceptable, por ser una idea
repugnante y éticamente inconcebible que está alejada de la moral pública,
hasta una política moderna ampliamente discutida, masivamente aceptada y
legalizada por las leyes, una realidad asimilada por la conciencia social. No
se trata de un simple lavado de cerebro sino de una tecnología mucho más sutil,
que funciona en las sociedades que ha sufrido una ruptura moral y las normas de
la existencia humana han sido alteradas o bien han sido destruidas con la
adopción de las nuevas leyes y costumbres. Esa técnica funciona en los medios
típicamente liberales debido a su tolerancia para proscribir tabúes.
El concepto de ventana de lo posible es viable en
cualquier sociedad tolerante, en la que la libertad de expresión se distorsiona
y donde se han eliminado, una tras otra, las barreras que la protegen de su
autodestrucción. Desea decir que todas las mujeres son putas, use la ventana de
Overton y sostenga que la putería es la norma de la vida; un tabú que pueda ser
eliminado. También, el método funciona para hacer aceptable el bombardeo
indiscriminado contra la población civil de cualquier país, las mal llamadas
guerras humanitarias, el asesinato selectivo de dirigentes populares, la
invasión a países soberanos, la tala de bosques, el exterminio de especies
animales y todas las barbaridades que comete el imperialismo a nombre de la
libertad.
Las élites consolidadas en el poder encargan
encuestas que justifican los crímenes que pretenden legalizar, y en la conciencia
pública se establece el nuevo dogma.