Por Luís Brito García
Tratados
contra la Doble Tributación
¿Cuáles deben ser nuestras
políticas hacia Estados que nos amenazan o agreden? Con proverbial generosidad,
Venezuela prodiga ventajas y apoyos a países que no nos corresponden en los
mismos términos. Por ejemplo, hemos celebrado más de tres decenas de los
Infames “Tratados contra la doble tributación” en virtud de los cuales no les
cobramos impuestos por sus ganancias en Venezuela a empresas o nacionales de
los países firmantes. El primero de ellos, suscrito por Rafael Caldera poco
antes de dejar el poder, se suscribió con Estados Unidos. Luego hemos
concertado convenios de igual índole, entre otros países, con Alemania,
Austria, Barbados, Bélgica, Brasil, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos,
Francia, Holanda, Indonesia, Italia, Noruega, Países Bajos, países
pertenecientes a la Comunidad Andina, Portugal, Reino Unido, República Checa,
Suecia, Suiza, Trinidad y Tobago. Algunos de sus gobiernos comparten el
relevante mérito de entrometerse en nuestros asuntos internos reconociendo a un
fantoche elegido por nadie como «presidente encargado de Venezuela».
El
capital transnacional no paga impuestos en Venezuela
¿Qué son los Infames Tratados
contra la Doble Tributación, sobre los cuales los medios han mantenido tan cómplice
silencio? En ellos se sustituye el principio nacional de territorialidad de la
renta, en virtud del cual los contribuyentes pagan impuestos al Estado en cuyo
territorio obtienen sus beneficios, por el de nacionalidad, según el cual las
empresas y empresarios de un país que obtengan beneficios en el territorio de
otro, pagarán los impuestos sobre tales beneficios en su país de origen. Dichos
pactos favorecen obviamente a potencias desarrolladas, que tienen numerosas
empresas en el extranjero, y gracias a ello ahora ingresan en sus Tesoros los
impuestos que éstas pagaban antes en el exterior. Así arruinan a los países
subdesarrollados, que facilitan gratuitamente a los inversionistas extranjeros
factores de la producción como su territorio, sus recursos naturales, sus
servicios públicos, vías de comunicación y seguridad jurídica, así como la
educación, la atención médica y la seguridad social de sus trabajadores, sin
recibir un centavo en tributos para costear tales cargas. Entre inversionistas
y explotados no hay reciprocidad.
Desangramiento
tributario
¿A quién benefician los
Infames Tratados contra la Doble Tributación? La Red Venezolana contra la Deuda
calculó para 2009 que el sacrificio fiscal por estos convenios
inconcebiblemente dispendiosos sería ese año de US$ 17.875.000.000. Si no lo
regaláramos a los Fiscos de países hegemónicos que a veces nos maltratan y
amenazan, bastaría para compensar la pérdida de ingresos petroleros, y mantener
la inversión social y la reproductiva sin devaluar, aumentar impuestos ni crear
nueva Deuda. Tal cifra equivale casi a la mitad del monto originario de la
Deuda Pública Externa venezolana. Es posible que el desangramiento por las
exenciones concedidas en virtud de los Infames “Tratados contra la Doble
Tributación” en sólo diez años exceda del pago del servicio de la Deuda Pública
en tres décadas.
La
Guerra Económica de la Evasión Tributaria
¿Qué sentido tiene que
confiramos privilegios de inmunidad tributaria a ciudadanos y empresas de un
país que nos bloquea, roba nuestros activos en el exterior, agrede y amenaza
con protagonizar o apoyar una intervención militar? De igual prerrogativa
disfruta otro conjunto de países que asimismo pretende intervenir en nuestra
política interna, desconoce a nuestras autoridades y apoya tentativas de
desestabilización. Digámoslo de una vez: robar a un Estado los tributos a los
que tiene derecho es una variante de la Guerra Económica. Los venezolanos
tenemos que pagar con aumentos de la carga tributaria y del IVA lo que las transnacionales
se ahorran. Mucho peor: con las divisas que economizan no pagándonos impuestos
costean las armas y pertrechos para exterminarnos. Ese absurdo régimen de
privilegios tiene que desaparecer, antes de que acabe con nuestra Hacienda
Pública.
Tratados
de Libre Comercio
Lo mismo ocurre con un
conjunto de Tratados de Libre Comercio. Éstos favorecen inexorablemente al país
más desarrollado, que en función de ellos exporta sin cargas productos de alto
valor agregado, mientras que sus socios comerciales menos desarrollados por lo
regular exportan materias primas. Así será de potencialmente dañino un Tratado
de Libre Comercio, que Donald Trump dejó sin efectos el que lo ligaba con
México y el de la Alianza del Pacífico. Cualquier Estado que se pronuncie en
contra nuestra debe recibir como respuesta la inmediata rescisión del Tratado
de Libre Comercio que lo beneficia. Uno de los ejemplos más flagrantes es el de
la vecina Colombia, cuya balanza comercial con Venezuela la favorece en unos
4.500 millones de dólares anuales. Con ella se concertó hace una década el
Acuerdo de Cartagena, el cual libra de aranceles de aduana y declara de libre
importación y exportación varios millares de rubros, lo cual equivale a un
Tratado de Libre Comercio con un país que a su vez tiene convenio de igual
índole con Estados Unidos, quien dirige la agresión en contra nuestra. Con
plena conciencia de lo inconveniente de este tipo de vínculos, Hugo Chávez
Frías nos desincorporó de la Comunidad Andina de Naciones, que instauraba el
libre comercio con países cuyos gobiernos hoy nos adversan, como Colombia y
Perú.
Acuerdos
cambiarios
Para no seguir colmando de
privilegios a nuestros adversarios debemos revisar toda nuestra diplomacia y
nuestros tratados. Persisten unos acuerdos cambiarios con Colombia en virtud de
los cuales Venezuela se obliga a permitir la libre circulación de nuestras
divisas en el exterior; esas divisas las compran las casas cambiarias
colombianas fijando arbitrariamente la tasa de cambio, con lo cual manipulan y
así van destruyendo el valor de nuestra moneda. Todos esos acuerdos cambiarios
tienen que ser revisados o denunciados.
Tratados
violatorios de la Inmunidad de Jurisdicción
Afortunadamente nos retiramos
de la Comisión y de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, nos
retiramos de la OEA, pero todavía debemos revisar numerosas normas que
menoscaban nuestra soberanía sometiéndonos a tribunales extranjeros potencial o
fácticamente hostiles. Prácticamente todos los Infames Tratados contra la Doble
Tributación y los Tratados de Libre Comercio contienen cláusulas
inconstitucionales que someten litigios sobre cuestiones de orden público
interno venezolano a órganos jurisdiccionales o arbitrales del exterior. El 28
de diciembre de 2018 se sancionó una Ley de Promoción y Protección de
Inversiones Extranjeras, que además de conferir mayores privilegios a los capitalistas
foráneos que a los criollo, dispone que las sentencias del Tribunal Supremo de
Justicia podrían ser anuladas por tribunales extranjeros. Eso no puede ser.
Intensifiquemos la diplomacia multipolar que promovió Hugo Chávez Frías,
fortalezcamos los vínculos con China y con Rusia, fraternicemos con todos los
pueblos de la tierra. Pero no entreguemos a ningún poder externo la soberanía
venezolana, porque con ella lo perdemos todo.