Por Aníbal García Fernández,
Silvina Romano y Tamara Lajtman
Luego
de las sanciones del Tesoro estadounidense a PDVSA, proliferaron noticias y
opiniones sobre el impacto negativo que tendrán no solo para el sector
petrolero de EE.UU., sino para la economía estadounidense. Se abre un panorama
en el que las petroleras de EE.UU. tienen cada vez mayor interés en resolver la
situación.
Sanciones económicas de EE.UU. a PDVSA
El
28 de enero de 2019, el Departamento del Tesoro emitió nuevas sanciones
congelando los activos de PDVSA y su filial en EE.UU. CITGO[1]. Esto implica:
·
i.
Bloquear
el acceso al gobierno venezolano por 7.000 millones de dólares en activos de
PDVSA y 11.000 millones en ventas.
ii.
Propiedades
e intereses de PDVSA sujetas a la jurisdicción estadounidense están bloqueadas
y tanto ciudadanos como extranjeros en territorio estadounidense tienen
prohibido realizar transacciones con la empresa y funcionarios
venezolanos sancionados anteriormente.
iii.
Se
prohibieron las ventas de diluyentes desde EE.UU. a Venezuela. Los diluyentes
son necesarios para diluir el crudo pesado venezolano y poder refinarlo,
procesarlo y crear gasolinas.
Una
de las cláusulas importantes estipula que las empresas estadounidenses Chevron,
Schlumberger Limited, Baker Hughes, Weatherford International continúen
operaciones a través de las sociedades conjuntas que tienen cada una con PDVSA.
La autorización culmina el 29 de abril de 2019[2]. ¿Por qué esta salvedad? Porque estas
empresas tienen importantes negocios en Venezuela.
El impacto de las sanciones en EE.UU.
En
informe del Congreso de EE.UU. del 21 de enero, se afirma que el “conflicto
largamente anticipado” entre los inversionistas que mantienen bonos venezolanos
en incumplimiento y el Gobierno puede estar llegando a un “punto crítico” y las
sanciones estadounidenses complican el proceso. “La Administración de Trump ha
considerado varias opciones de sanciones en el sector petrolero de Venezuela
como un medio potencial para aplicar presión económica al gobierno de Maduro.
En general, el impacto económico de las sanciones dependerá de la
sincronización (por ejemplo, inmediata versus gradual) de cada opción; además
de si dichas sanciones son unilaterales (es decir, solo en los EE. UU.) o
multilaterales (es decir, en la cooperación de los EE. UU. con otros países)”.
El mayor impacto sería la prohibición de las exportaciones de petróleo de
Venezuela a EE.UU.[3]
Los
EE.UU. serán impactados negativamente por las sanciones al petróleo venezolano.
Los precios aumentaron un 3 % el martes 29 de enero, luego del anuncio de las
sanciones a la Estatal PDVSA. No solo tendrá impacto en la industria petrolera
a nivel global, sino que exprimirá las refinarías estadounidenses que dependen
del crudo pesado y barato proveniente de Venezuela. El problema es que a pesar
de que EE.UU. es el mayor productor de petróleo, todavía depende del petróleo
de los países de la OPEP. El gas shale debe ser
mezclado con petróleo pesado que hasta ahora proviene de Venezuela[4]. Las refinerías de Texas y Louisiana
sufrirán duras consecuencias, luchando entre ellas para conseguir
suministros[5]: “Venezuela es muy importante para los
mercados de petróleo, no tanto en cuanto al volumen sino a la calidad del
crudo. Las sanciones harán que las refinerías de la costa del Golfo sean las
grandes perdedoras”[6]. CITGO importa a EE.UU. 56,173
barriles de petróleo diarios que abastecen la costa Oeste. Es la sexta
refinería más grande en EE.UU[7]. Debe recordarse además que en julio de
2017, la American Fuel & Petrochemical Manufacturers advertía que las
sanciones al sector energético venezolano dañarían no solo los negocios sino a
los consumidores estadounidenses.[8]
El
plazo de las últimas sanciones es para el 29 de marzo de 2019[9],
cuando bloquearán a las empresas estadounidenses en territorio venezolano. El
gobierno de EE.UU. está apostando a una rápida transición en Venezuela y así
las empresas petroleras estadounidenses podrían continuar y ser las encargadas
de apropiarse y “levantar” la producción venezolana en los próximos años.
En caso de no lograr el
“cambio de régimen”, las empresas estadounidenses tendrán que decidir sobre sus
activos en Venezuela. Como se aprecia en la tabla, algunas empresas decidieron
salir y vender, otras demandar. En caso de demanda el proceso será largo.
Bloquear totalmente las importaciones de crudo venezolano conducirá a que las
refinerías de la costa Oeste busquen más petróleo canadiense y mexicano para
refinar, alternativa que es más costosa.
Como
parte de las sanciones económicas impuestas por EE.UU. está la prohibición de
mantener relaciones económicas con los sancionados directamente, el Gobierno
y/o empresas propiedad del Gobierno venezolano. Un ejemplo es el de Monómeros
Colombo Venezolanos. Esta empresa es propiedad en un 86,2 % de Pequiven, filial
a su vez de PDVSA, que podría verse afectada. Monómeros es una de las cinco
empresas principales en su ramo a nivel regional en El Caribe, tuvo ingresos en
2017 por 1.200 millones de dólares y representa el 46 % del mercado de abonos
plaguicidas y químicos de uso agropecuario en Colombia.[10]
Mientras
tanto, en vistas del bloqueo planteado por EE.UU., expertos aseguran que el
petróleo que Venezuela exporta a EE.UU. será dirigido a otros países y vendido
a precio más bajo, por ejemplo China e India[11]. A esto se suma la preocupación por la
participación de Rusia en la industria petrolera venezolana, lo que supondría
un grave riesgo para la seguridad energética estadounidense. En 2016, PDVSA
obtuvo un préstamo de 1.500 millones de dólares por parte de Rosneft (compañía
petrolera estatal rusa), utilizando el 49.9 % de sus acciones en CITGO como
garantía para el préstamo.[12]
[5]https://www.bloomberg.com/news/articles/2019-01-23/venezuela-oil-sanctions-likely-to-hit-some-u-s-refiners-hard
[6]https://www.houstonchronicle.com/business/energy/article/Rubio-suggests-Trump-readying-to-impose-sanctions-13567881.php
[10] https://www.dinero.com/empresas/articulo/que-pasara-con-venezolana-monomeros-en-colombia/266630