“Por favor, señor, quiero un poco más”.
Oliver Twist. Charles Dickens.
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Nota
edición: Mientras se concreta o no una posible intervención militar, Elliott
Abrams, el criminal nombrado para promover la guerra, ha reconocido que no
puede fijar una fecha para la destitución de Maduro; por eso ha decidido
apretar y profundizar el bloqueo.
La guerra mediática
La vida política del auto-proclamado presidente
venezolano será breve. La oposición a Maduro atrincherada en la Asamblea
Nacional, en desacato, ha redactado el denominado “Estatuto de la transición”.
El documento pretende dar visos de institucionalidad a lo que es un mero Golpe
de Estado: se establece sin tiempo definido una presidencia interina que se
haría efectiva tras el “cese de la usurpación”. El argumento de que el señor
Guaidó era “Presidente interino”, utilizado por las cancillerías europeas
(entre ellas la española), se demuestra falso: el mismo estatuto reconoce que
esta interinidad se produciría tras la “marcha” de Nicolás Maduro.
En este momento, el anti-chavismo no contempla
ninguna otra opción (ni conversaciones oposición-gobierno, ni nuevas
elecciones…..), nada que no sea la destitución violenta del presidente
legítimo. El 7 de febrero supimos de la integración del general brasileño
Alcides Valenciano de Faria Junior con el grado de subcomandante en las fuerzas
armadas de EEUU, concretamente en el Comando Sur. La toma de posesión del cargo
será en abril y en ese momento ya se habrán cumplido los plazos para la entrega
de la tan manida “ayuda humanitaria”. El objetivo es la coordinación
inter-armas; en realidad sería un elemento central en la preparación de una
posible intervención. Según el gobierno cubano se están aerotransportando
infantes de marina y especialistas en operaciones especiales a Colombia.
Para Donald Trump, la destitución de Nicolás Maduro
o su desaparición física y política es clave en las elecciones del 2020. Guaidó
pierde fuelle popular; las manifestaciones que convoca “pinchan”. Los otros
partidos opositores, que no habían sido informados del golpe, esperan
acontecimientos para pedir su cabeza si el Golpe finalmente fracasa. El apoyo
prestado al golpista, por parte de los otros partidos, ha sido en el mejor de
los casos tibio y se enfría a medida que pasan los días y se visualiza que el
Golpe no se resolverá de forma rápida. En última instancia y sólo en última
instancia, aún puede pasar cualquier cosa, podrían apoyar conversaciones de
mediación que Maduro ha propuesto y que la ONU, Uruguay y Méjico apoyan. En
este momento es un escenario inverosímil; Donald Trump lo impide.
Se pretende que el 23 febrero, fecha en la que Juan
Guaidó debería llamar a elecciones, se focalice la crisis de la “ayuda
humanitaria”. En realidad es tanto un recurso para mantener la tensión
internacional como para ocultar la futilidad del autoproclamado presidente. No
hay un plan para introducir la “ayuda humanitaria” en el país. La utilidad de
Juan Guaidó es la de “legitimar” el robo de los activos del Estado venezolano
que perpetra Estados Unidos y poco más. Su recorrido político acaba ahí. Como
decíamos en un artículo anterior [1] el tiempo pasa y lo que se prometía como
un golpe rápido se ha convertido en una larga etapa de desgaste donde el
anti-chavismo tiene que gestionar su propia realidad.
Nicolás Maduro se mantiene en funciones; la
movilización popular en defensa de la legitimidad democrática no decae, a pesar
de que las sanciones sólo pretenden dañar al pueblo común. La economía
venezolana se direcciona hacia nuevos mercados que le permitan reducir el
impacto de las últimas sanciones económicas (el aumento de ventas de petróleo a
la India, la venta de oro en Qatar que le permite disponer de liquidez, los
acuerdos con Turquía a quien vende arena aurífera para transformarla en
lingotes, la ayuda financiera de Rusia y China…) Con su presencia en los
cuarteles, Nicolás Maduro mantiene cohesionadas en torno a su figura a las
Fuerzas Armadas; está gestionando las relaciones internacionales de forma tal
que la propia ONU lo sigue reconociendo como presidente legítimo (Guaidó sólo
ha sido reconocido por 40 de los 193 que la forman) y mantiene unificada la
infraestructura institucional del Estado. Mientras, el autoproclamado
Presidente sigue durmiendo en la embajada de Colombia, usa un escritorio
prestado y nombra embajadores que no pueden tomar posesión de las sedes
diplomáticas o consulares en el extranjero.
¿Emergencia humanitaria en Venezuela? No. ¡¡¡En
EEUU, en Inglaterra, en España!!!
La propaganda antichavista, sobre todo en
Occidente, desborda la imaginación más calenturienta. ¿Existe tras veinte años
de embargos una emergencia humanitaria en Venezuela? Parece que no. En 2013 el
Presidente venezolano era galardonado por la ONU por su “lucha contra la
pobreza”. Se reconocía así que el esfuerzo del gobierno por erradicar esa lacra
en el país dio frutos a través del “proyecto hambre cero¨. Venezuela no es
Haití, ni Yemen, ni Sudán o Etiopía. Así pues, ¿por qué Occidente no ayuda a
Haití y destituye a su presidente que trafica con el petróleo casi regalado que
proporcionaba Venezuela? El cinismo del mundo occidental hacia Venezuela
alcanza cotas inimaginables.
La emergencia humanitaria existe en muchos países,
también en Occidente. EEUU es la primera o segunda potencia mundial, paladín de
la democracia y tierra de promisión, pero también es el país donde 48 millones
de personas pasan hambre. Uno de cada cinco niños norteamericanos está en
riesgo de padecer malnutrición. Si además eres afroamericano, la proporción
sube a uno de cada tres. Nunca, desde la gran depresión de 1929, EEUU había
sufrido una tasa de inseguridad alimentaria como la actual.
El Reino Unido [2] es la quinta economía mundial.
Es uno de los países más agresivos contra la Venezuela de Maduro, como antes lo
fue contra Chávez. Su argumento: Maduro mata de hambre a su pueblo, por lo
tanto es necesaria la “ayuda humanitaria”, aunque sea a cañonazos. Pero, la
realidad en el Reino Unido es aterradora. Una de las asociaciones más activas
en el campo de la lucha contra el hambre, “The trusell trust”[3], dibuja en sus
informes un escenario devastador: 14 millones de personas viven en la pobreza
(dificultades para tomar tres comidas diarias) y de ellos, 4,5 millones son
menores de 15 años. Esta organización que hace 10 años contaba con medio
centenar de Bancos de Alimentos ahora gestiona más de 1.200. El hambre en Reino
Unido creció en 2018 respecto al año anterior en un 13%. Los sindicatos de
profesores de todo el país lo denuncian: sus alumnos llegan a la escuela
cansados porque no han desayunado, rebuscan en las papeleras de la escuela o en
los contenedores antes de llegar a clase. Tal es la situación que, desde el
Parlamento Británico, se sugiere que se cree el “Ministerio para el hambre”. El
Informe elaborado en noviembre del 2018 por el profesor Philip Alston, Relator
Especial de las NNUU sobre la pobreza extrema y los derechos humanos[4] es
absolutamente aterrador.
España es, según las estadísticas, el tercer país
europeo en desigualdad por detrás de Rumanía, Bulgaria y empatando con
Lituania. Nuestro país tiene con cifras del 2018, 10.2 millones de personas por
debajo del umbral de pobreza, que se traduce en una tasa de pobreza del 22.3%.
Según UNICEF, también somos el tercer país en pobreza infantil de la UE, por
detrás incluso de Rumanía y Grecia, y, lo que es aún peor, lo somos tanto en
pobreza relativa como en pobreza estructural. ¿De qué presumimos? ¿Qué tenemos
que enseñar a Venezuela?
Apretar el dogal.
Mientras se concreta o no la posibilidad de una
intervención militar, Elliott Abrams el criminal nombrado para promover la
guerra, ha reconocido que no puede fijar una fecha para la destitución de
Maduro; por eso ha decidido apretar y profundizar el bloqueo. El objetivo son
las medicinas y los alimentos de primera necesidad. Nada nuevo por otra parte.
En noviembre de 2017, se retuvieron en la frontera colombiana medicamentos
contra la malaria y el paludismo, gracias a la Orden Ejecutiva de la Casa
Blanca (curiosa forma de proceder cuando una orden ejecutiva interna acaba
siendo de obligado cumplimiento para un tercer país). Se daba así la paradoja
que Estados Unidos seguía comprando petróleo para las refinerías del sur,
especialmente California, mientras imponía restricciones a los países que
comerciaran con Venezuela. En paralelo, el Citibank había congelado fondos de
las cuentas del Estado venezolano para la compra de insulina para los enfermos.
Las sanciones obligaron a los buques contratados para el transporte a fondear
en puertos internacionales. Fue la India la que pudo transportar finalmente el
cargamento. En estos momentos son tres los puntos donde se acumula la “ayuda
humanitaria”, que corresponden a los países interesados en la intervención:
Aruba en Brasil, Cúcuta en Colombia y Curazao, territorio autónomo dependiente
de Holanda, donde se concentra la ayuda humanitaria de la UE.
El Reino de España: de colaborador necesario a
vasallo del Imperio.
El gobierno de Pedro Sánchez es reo de sus propios
gestos: acabará con las manos manchadas de sangre si se produce la
intervención. El ex-presidente español se ha alineado directamente con la
estructura militar de EEUU (en estos días una fragata española, la Méndez Núñez
CVN-72, está participando en la preparación de la intervención, como apoyo al
portaaviones Abraham Lincoln y su flota de ataque). El comportamiento
irresponsable del ejecutivo en funciones acentúa el padecimiento del pueblo
venezolano. En los últimos días hemos sabido que un cargamento de insulina (252
paquetes con un peso de 590 kilos) y medicinas contra la hipertensión (200.000
unidades), compradas por una empresa privada venezolana con destino a Caracas y
procedente de Qatar (vuelo QR-147), habría debido ser transbordado en Madrid el
12 de febrero al vuelo de Iberia IB-6673 para su transporte a destino. El
importador fue informado por las autoridades españolas que el cargamento había
sido devuelto a origen sin más explicaciones.[5] Lo más asombroso del caso es
que la aerolínea española mantiene vuelos comerciales con Caracas de forma
regular. Pero ¿quién manda en la política exterior de España?
El filantrocapitalismo, las ONG y el ataque a
Venezuela.[6]
Todo este aquelarre necesita de una justificación
moral o ética. En el caso libio fue la del dictador que bombardeaba a su
pueblo. En el caso sirio, el del dictador que reprimía las libertades. Ahora es
el de la ayuda humanitaria. Todo este entramado de Fake News no habría podido
darse de no haber contado con el apoyo de las mal llamadas “organizaciones de
la sociedad civil” (las ONGS) que como sabemos tuvieron un papel muy relevante
en la guerra en Libia y Siria.
En Venezuela las Organizaciones No Gubernamentales
(ONGs) han sido utilizadas como ariete ideológico y fuente de financiación de
la oposición anchi-chavista. No son imparciales ni inocentes, tienen asignadas
funciones específicas en áreas como la agresión financiera y la intoxicación
mediática. Son un elemento central de la guerra híbrida que se cierne sobre el
país. Al erigirse como “representantes de la sociedad civil” (¿quién les ha
dado esa autoridad?) acaban desafiando y queriendo usurpar la propia soberanía
nacional.
Evidentemente estas Ongs no serían nada sin sus
financiadores internacionales. El más activo en el caso venezolano es la NED
(National Endowment for Democracy) El papel de la NED, es hacer de forma
encubierta lo que antes hacía la CIA y ahora no puede. Su financiación depende
directamente del Congreso norteamericano, aunque no desdeña otras aportaciones
como las de Open Society foundations (George Soros). La NED ha estado en el
centro de todas las “revoluciones de colores” desde la fragmentación de
Yugoslavia (año 2000) hasta nuestros días.
Otras fuentes de financiación, además de las ya
enunciadas, son la USAID (agencia de Estados Unidos para el desarrollo
internacional), el IRI (Instituto republicano internacional cuyo presidente fue
el finado criminal John McCain). Otros aportantes serían el NDI (Instituto
Nacional Demócrata para los Asuntos Internacionales, cuya presidenta fue
Madeleine Albright). El CIPE (Centro para la Empresa Privada Internacional)
forma parte de la Cámara de comercio de EEUU. En el campo laboral, la fundación
más importante es el ACILS (Centro Americano para la Solidaridad Sindical
Internacional). En nuestro país las principales entidades han sido la AECID y
especialmente la fundación FAES. El núcleo coordinador de todas las ONGs anti
bolivarianas que actúan en el país caribeño es sin duda alguna el NED, junto a
la Freedom House y la USAID, encargadas del adiestramiento y preparación de los
líderes de estas ONGs, en ocasiones llamadas “observatorios o fundaciones”.
Las dificultades para establecer cuáles son los
cauces y los donantes de la financiación son enormes, como podemos imaginar.
Aun así, la investigadora Eva Golinger ha conseguido demostrar que, entre 2013
y 2014, la NED había enviado a Venezuela 14 millones de dólares para las ONGs y
las campañas políticas de los partidos opositores a Chávez. Las ONGs más
activas en Venezuela fueron Súmate, aparecido en 2002 que
estuvo presidida por María Corina Machado, auto propuesta como futura
presidenciable en varias ocasiones con el objetivo de desprestigiar al Consejo
Nacional electoral (CNE), acusándolo de parcialidad a favor del gobierno. Otra
ONG importante es Humano y Libre ; fundada también en 2002,
fue el responsable financiero de los grupos guarimberos que en 2007 intentaron
derribar a Chávez. Actualmente, según la investigación de la periodista Eva
Golinger, las ONGs más activas serían: Foro Penal Venezolano (Freedom
House), constituida por un grupo de abogados cuyo objetivo es sabotear
cualquier intento de arreglo político de la situación. Otras Ongs, como la
Asociación civil Control Ciudadano, no dudan en hacer públicos documentos
reservados de inteligencia. En los últimos meses han adquirido relevancia el
Observatorio Venezolano de Violencia, una copia del “Observatorio para los
derechos humanos sirio”. El objetivo es generar un relato: el Estado venezolano
es un estado fallido, todo eso envuelto en una retórica aparentemente “amable”.
La partida geoestratégica
EEUU no ha conseguido los apoyos suficientes para
iniciar la intervención bajo el paraguas de la legitimidad internacional.
Incluso los “vasallos” europeos matizan sus discursos. Moscú ha enviado señales
inequívocas de apoyo a Caracas. Si EEUU donó 200 Tm de Kits de limpieza
personal como “ayuda humanitaria”, Rusia hará llegar más de 300 Tm de productos
médicos en tres aviones militares, mientras, y en una acción menos mediática,
Cuba y China envían más de 1000 Tm de medicinas. El apoyo de la India a la
compra de petróleo venezolano desoyendo las amenazas de Trump revela que cada
actor comienza a actuar en función de sus intereses. Incluso dentro de los
aliados más fieles cunde la preocupación, los enfrentamientos entre el
presidente brasileño y su entorno familiar a favor de la intervención directa,
chocan con la posición del vice-presidente (un militar) que teme por la pérdida
de las inversiones chinas en el país. Depende de la evolución de la crisis,
Brasil dejará de ser una potencia en ciernes para aceptar nuevamente el papel
de vasallo. La estrategia de Trump es crear una triple alianza entre Brasil,
Chile y Colombia que le permita controlar toda América del Sur y el Caribe.
Volvemos a reeditar la doctrina Monroe, aunque con una diferencia: no se
pretende conquistar y conservar militarmente el territorio, sino que siguiendo
la doctrina del General Arthur Cebrowski se trata de destruir el Estado para
adueñarse de sus riquezas naturales y decidir qué otros países tienen acceso a
esas materias primas. Una vez destruido el Estado se trata de mantenerlo en la
anarquía. La inexistencia de una burguesía nacional que no sea dependiente del
gigante norteamericano permite estos planteamientos.
Notas:
(última revisión 16 de febrero 2019)