Por Lara Cruz
El Salto
En
los trabajos de oficina es prácticamente imposible que se produzca una
verdadera separación de la vida personal y laboral. Mediante emails, whatsapps
o llamadas, muchos trabajadores continúan trabajando más allá de su propia jornada
o los fines de semana.
El
verano pasado, un estudio del portal de búsqueda de empleo americano Glassdoor
revelaba que solo un 54 % de los trabajadores que tenían vacaciones pagadas en
Estados Unidos agotaban todos sus días de descanso. Desde Glassdoor analizaban
la cuestión. El factor principal era el miedo: el 34 % tenía miedo a quedarse
atrás laboralmente, el 22 % se sentía completamente dedicado a su compañía y un
21 % sentía que nunca podía desconectar de su puesto de trabajo.
Con la llegada de la
tecnología, la desconexión digital en cuestiones laborales se ha tornado
prácticamente imposible. Lunes, a primera hora de
la mañana. Los trenes Cercanías de Madrid y otras grandes ciudades de todo el
mundo van llenos de personas que realizan viajes de camino a sus trabajos. Si
se observa la actitud general, la mayoría de la gente va consultando el móvil.
Lo que no sabemos es que muchos de ellos ya están contestando emails como
si estuviesen en la oficina. Pero no ocurre solo en estos trayectos, sino
también el fin de semana o después de finalizar la jornada laboral diaria.
“El registro de la jornada laboral,
implantado recientemente, debe ir aparejado a la adaptación a la realidad que se vive
actualmente en las empresas. Debe poder establecer que si yo estoy
contestando emails fuera de la oficina, esto se me compute
como tiempo de trabajo. Hay que regular los tiempos de desconexión digital a
través de la negociación colectiva”, responde a El SaltoUnai Sordo,
Secretario General de CC OO.
Su sindicato ha presentado un
informe en el que revelan que las empresas españolas se ahorran 11.500 millones
de euros al año en horas de trabajo que se realizan pero que no se remuneran.
En el informe distinguen entre jornada acordada, esto es, aquellas horas
pactadas en el propio contrato más las horas pagadas, frente a la jornada
efectiva, es decir, la que abarca horas retribuidas más horas extraordinarias,
pagadas o no. Según CC OO, el 7,6 % de la población asalariada a tiempo
completo extiende su jornada laboral por encima de lo acordado, aunque en este
cómputo no se ha podido contabilizar el tiempo extra que algunos trabajadores
dedican a contestar emails, llamadas o whatsapps. “No
puede ser que estemos yendo a un modelo de disponibilidad full-time para trabajar, que nos
puedan contactar durante todo el día”, declara Sordo.
José Luis Merino es profesor
de Lengua y Literatura en secundaria y explica que “los profesores tenemos
entre 20 y 25 horas lectivas, algunas de permanencia en el centro con guardias,
reuniones o para preparar clases. Yo soy profesor de lengua y no tengo material
en el centro para hacer ese trabajo. Por mi salud mental, prefiero contestar
los correos de padres, alumnos y compañeros tranquilamente en casa. Miro cuando
quiero los grupos de WhatsApp, los tengo silenciados. Si hay alguna urgencia
espero recibir una llamada y no un whatsapp ”.
Sobre las horas de trabajo
fuera del centro, Merino comenta que “a veces bromeamos entre los compañeros
sobre si con el nuevo sistema de fichaje también deberíamos computar las horas
de corrección por la noche y los fines de semana, los viajes de fin de curso,
etc”. Asimismo, reconoce que “por la salud del trabajador, debería haber un
tiempo de descanso y desconexión, a pesar de que hay algunos trabajos, como el
periodismo, que exigen estar pendientes de la actualidad, por ejemplo”.
Hay
ámbitos en los que la separación de la vida personal y laboral parece no estar
contemplada. “En el mundo de la consultoría es realmente habitual no poder
separar tu vida privada de la jornada laboral. Lo peor es la presión
‘interpares’, pues los compañeros te lo piden y luego te escriben para cosas
del trabajo. Cuando les digo que eso en otros países como Francia está
prohibido o mal visto, directamente se llevan las manos a la cabeza”, afirma
Danae López, trabajadora de una consultora. “Para intentar poner límites no
suelo leer el correo electrónico fuera de la oficina, aunque podría. Incluso
llego a bloquear si me escriben por el móvil en horario no laboral. Soy
bastante radical en eso, pero a mi pareja le provoca mucho estrés recibir este
tipo de mensajes”.
Diana Sarracedo, empleada en
una empresa de marketing, también nota esta
injerencia tecnológica en su puesto de trabajo. “Al ser consultoría, nos toca
adaptarnos a las necesidades del cliente. En mi caso, llevo poco en este puesto
y me gusta el trabajo, pero noto que es muy absorbente. También me llegan emails y whatsapps fuera
del horario laboral. Si es algo informativo, no me molesta, pero si son
entregas, plazos y peticiones pues eso me provoca una pequeña ansiedad”. Sobre
los trabajos requeridos virtualmente fuera del horario laboral, declara que siente
“como si me robasen el tiempo libre. No desconectas del todo al final, aunque
te niegues a hacerlo”.
Si fuera de mi horario
laboral me piden entregas o plazos, esto me provoca una pequeña ansiedad
Desde CNT, la delegada
sindical Susana González dice que su sindicato “tiene una reivindicación
histórica de establecer 30 horas semanales en lugar de 40, con el mismo sueldo.
Entendemos que más horas no significa más productividad. Cuando, tras la huelga
anarquista de La Canadiense, se establecieron las 40 horas, se mejoró
laboralmente, pero también en conciliación familiar, salud y se redujeron los
accidentes laborales”.
Una de las claves, según CNT,
es que la lucha laboral para evitar la hiperconexión sea colectiva. “Te puedes
negar individualmente, pero ya sabemos las consecuencias que tiene, el despido.
Cuando hay una explotación laboral, aunque sea presencial, con lo digital no se
va a producir una mejora. Nos han vendido como mejora que las conexiones
digitales y el trabajo en remoto nos iban a facilitar la vida, pero se puede
volver en nuestra contra en este tipo de casos”.
La nueva Ley Orgánica de
Protección de Datos establece, en su artículo 88, la desconexión digital. En la
misma se habla de que las empresas deben dotarse de un protocolo de desconexión
digital. “Aunque se haya establecido esta legislación, se produce una conexión
continua. Hay mucha gente diariamente contestando emails mientras
prepara la cena o que, simplemente, no se dan cuenta de estar trabajando porque
tienen automatizado lo de contestar whatsapps a cualquier
hora”, dice González.
Es importante que la propia
persona establezca, desde el principio, algunas barreras. Noemí Garía trabaja
en el sector del diseño gráfico y la comunicación como freelance. El trabajo
por cuenta propia es uno de los que presentan una línea más difusa entre
jornada laboral y vida personal. “Intento educar a mis clientes y no responder
llamadas o correos fuera de lo que sería un horario laboral normal. Intento ser
estricta si contactan por la noche o en festivo, salvo que sea realmente
urgente. Pero para evitar problemas, cuando hago un contrato de prestación de
servicios indico el horario de contacto y añado una cláusula relativa a la
desconexión digital”, cuenta esta profesional.
La profesora de Formación y
Orientación Laboral Laura Ferri también ve problemática esta conexión
permanente. Ella se dedica a explicar a los trabajadores sus derechos
laborales. “Yo también siento invadida mi privacidad, especialmente cuando te
contactan fuera del horario laboral vía whatsApp, ya que las notificaciones
directas son más agresivas que los propios e-mails. Entiendo que una persona
que no esté cobrando un plus de disponibilidad, no tendría por qué atender
estas comunicaciones fuera de su horario laboral. Vivimos demasiado pendientes
del móvil y conectados todo el tiempo, así que no nos damos cuenta de sus
inconvenientes. Pero debemos ser conscientes de que esto supone una pérdida de
derechos laborales y de disfrute de la vida personal”.