Hasta la fecha teníamos
evidencias de que el trabajo nocturno, por turnos irregulares y el estar
sometido a altos niveles de estrés en el entorno laboral podría ocasionar un
perjuicio grave a nuestra salud y aumentar el riesgo de sufrir determinadas
enfermedades.
Ahora un
estudio reciente que se ha publicado en Stroke, la revista de la Asociación
Americana del Corazón, vincula el riesgo de ictus con las jornadas laborales de
más de 10 horas.
En
concreto, las personas que trabajan más de 10 horas al día, y que lo hacen un
mínimo de 50 días anuales y durante 10 años o más, tienen hasta un 45 por
ciento más riesgo de sufrir un ictus.
Además,
esta relación entre trabajar más horas de las legales y los accidentes
cerebrovasculares es “más fuerte para las personas menores de 50 años",
según ha destacado Alexis Descatha, investigador principal.
Para
obtener estos resultados, los investigadores del Instituto Nacional de Salud e
Investigación Médica, en Francia (Inserm) revisaron los datos del estudio
CONSTANCES, un grupo de 143.592 voluntarios a los que se les monitoriza desde
el año 2012 con el objetivo de obtener información sobre la edad (18-69), el
sexo, el consumo de tabaco y las horas de trabajo. Además, se analizaron los
factores de riesgo cardiovascular y si hubo accidentes cerebrovasculares
previos.
Un
total de 1.224 de los participantes sufrieron un ictus. El 29 por ciento de los
encuestados (42.542) reconoció tener una jornada laboral larga y el 10 por
ciento 14.481) haber mantenido dicha jornada durante 10 o más años.
Según
los datos, los participantes que trabajaban largas horas tenían un riesgo 29
por ciento mayor de accidente cerebrovascular, y aquellos que trabajaban largas
horas durante 10 años o más tenían un riesgo 45 por ciento mayor de accidente cerebrovascular
(ACV).
Aunque
todavía no están muy claros los mecanismos que están detrás de esta asociación,
los investigadores sugieren que el exceso de horas en el trabajo se vincula con
conductas que aumentan el riesgo cardiovascular, como la inactividad física, un
mayor consumo de alcohol y una respuesta constante y repetitiva al estrés.
Queda
claro pues que el riesgo de sufrir un ACV o ictus, y de un infarto de miocardio
es mayor entre aquellos que trabajan 55 horas o más a la semana que quienes
ajustan su jornada a las 35 o 40 horas.
No
obstante parece que los efectos de una larga jornada varían según el trabajo ya
que estudios anteriores arrojaron resultados menos alarmantes entre los dueños
de negocios, directores ejecutivos, agricultores y gerentes; esta disminución
del riesgo se asocia con una mayor capacidad de decisión en su puesto laboral.