Por Corriente Marxista – Lucha de Clases
Tras
el fracaso del débil levantamiento golpista del 30 de abril, el gobierno y la
oposición han realizado diversas rondas de diálogo, contando con la supuesta
«mediación» del gobierno de Noruega y la Unión Europea. Tales conversaciones
marcan una relativa y momentánea distensión en la disputa
político-institucional que se lleva a cabo desde enero, donde los trabajadores
no cuentan con voz y voto y sus intereses constituyen monedas de cambio en la
puja por el poder en Venezuela. En el marco del mismo proceso, el Ejecutivo,
como gestos de “buena voluntad”, ha permitido la liberación del diputado de la
AN Gilbert Caro -capturado en 2017 con material de guerra, de la jueza María
Lourdes Afiuni –responsable directa de la fuga del bandido Eligio Cedeño, e
incluso también el muy extraño “escape» del asesino Iván Simonovis.
Alejada la posibilidad de una
intervención militar -dada la reticencia de los gobiernos de derecha en la
región de conformar una coalición internacional, liderada por EEUU, para
embarcarse hacia una “aventura” en tierras venezolanas, Guaidó ha intentado
promover la reincorporación de Venezuela en el TIAR (Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca, de índole militar), intentando mantener vivas las
esperanzas entre el sector más radical de la derecha, de que, al margen de las
posibilidades, algo se está haciendo. También ha ordenado a su embajador en
Estados Unidos, Carlos Vecchio, sostener reuniones con el almirante Craig
Faller, cabeza del comando sur, sin mayor trascendencia real. Con pocas
opciones a la mano, y aprovechando la presión económica norteamericana, el
titere de la Casa Blanca y sus amos ha accedido a dialogar con el gobierno para
intentar lograr por la vía de la negociación lo que no consiguió mediante
golpes y amenazas de intervención: cesar a Maduro del poder.
Las primeras rondas de diálogo,
efectuadas primero en Oslo y luego en Estocolmo, transcurrieron sin lograrse
acuerdos en lo fundamental. El recrudecimiento de las tensiones a raíz del
condenable asesinato del Capitán golpista Arévalo Acosta -tras ser torturado
por funcionarios del Sebin, y también las presiones ejercidas por Washington a
sus sirvientes criollos, pusieron en riesgo la continuidad de los diálogos,
hasta que en la última semana se confirmaron nuevas rondas de negociación, esta
vez en la isla de Barbados. En los últimos días, el enviado especial por la
Unión Europea, Enrique Iglesias, ha sostenido reuniones con representantes del
gobierno, como la Vicepresidente de la República Delcy Rodríguez, y también con
la marioneta estadounidense Juan Guaidó.
En una noticia publicada el pasado 5 de
julio por el medio de prensa Últimas Noticias -favorable al gobierno, titulada:
“El
Presidente se reunió con sus diputados para relanzar la AN”; se
señalaba lo siguiente: “(…) el Jefe de Estado, quien a su vez ostenta la
presidencia del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), manifestó su
acuerdo en que ellos (los diputados) vuelvan a sentarse en los curules de la
AN. Maduro insistió en que la solución a cualquier conflicto existente en
Venezuela debe tratarse con respeto y madurez entre los distintos sectores
políticos” (http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/general/el-presidente-se-reunio-con-sus-diputados-para-relanzar-la-an/).
Más adelante, la misma nota apuntaba:
“Otros factores ligados al chavismo informaron que las conversaciones entre el
Gobierno y la oposición para el relanzamiento de la AN está soportado en
acuerdos mínimos como por ejemplo la conformación de una comisión integrada por
diputados de ambas partes y miembros de la Asamblea Nacional Constituyente para
avanzar en la redacción de una nueva Carta Magna (…) Otro acuerdo es que la
Constituyente dejaría de dictar ‘actos constituyentes’ y la AN abandonaría los
‘actos derrocatorios».
Lo anterior debe ser complementado por
las declaraciones del Presidente Nicolás Maduro durante el tradicional desfile
del 5 de julio, donde afirmó: “Con la buena voluntad, la capacidad política de
negociación lo lograremos. Todos tenemos que ceder una parte para
llegar a acuerdos y yo llamo al diálogo porque creo y amo
a Venezuela, y quiero que Venezuela tenga un futuro brillante para
todos”.
Todo lo anterior parece indicar que está
cerca de concretarse un pacto entre el gobierno y la oposición, tanto en lo
electoral como en lo institucional en general. Si bien, en el pasado todos los
intentos de diálogo fracasaron, noticas como la anteriormente citada nos hacen
pensar que las complejas particularidades políticas y económicas del presente
están condicionando el alcance de inéditos acuerdos, de los cuales estamos
seguros que el pueblo trabajador será el único perdedor. Más allá de que las
partes logren pactar nuevas condiciones políticas o no (como siempre ocurrió en
otrora), desde la Corriente Marxista Lucha de Clases decidimos pronunciarnos al
respecto:
Rechazamos los diálogos entre el Gobierno
y la oposición, porque a pesar de que algunos sectores puedan verlo como algo
positivo frente a la amenaza de agresión internacional, resulta evidente que, a
la par del viraje derechista del Ejecutivo nacional, se están negociando los
derechos y conquistas de la clase trabajadora Venezolana, lo cual se evidencia
en una serie de medidas y decisiones económicas (ajuste fiscal no declarado,
privatización de empresas, autorización de despidos masivos, liberación
cambiaria, desalojo de campesinos, entre otras), que solo favorecen a las
clases históricamente dominantes y en algunos casos a sectores de la
burocracia.
También rechazamos la política oscilante
del gobierno que un día pasa de declarar a la Asamblea Nacional (AN) como
reducto de la conspiración golpista e instrumento del imperialismo
norteamericano, a esta nueva posición de llamar a relanzar la AN; a todas
luces, un giro de 180 grados sin ningún tipo de argumentos, más allá de
profundizar aún más su política de conciliación de clases.
Ratificamos la posición que asumimos
junto a varias organizaciones en el mes de febrero, sintetizada en la declaración: Al
pueblo revolucionario, consecuente y combativo: ante la arremetida imperialista
¡hay que pasar a la ofensiva!, donde planteamos entre otras cosas,
lo siguiente:
“(…) En cuanto a la necesidad de abatir
las amenazas de la reacción: es necesario apresar a Guiadó y disolver la AN
pro-imperialista, que fungen como los principales agentes de desestabilización
interna al servicio de Washington. La inacción en este terreno ha permitido que
esta marioneta norteamericana y sus cómplices procedan con su agenda golpista
sin la menor restricción (…)”.
“(…) Lo anterior, a su vez debe estar
vinculado a la lucha por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores
venezolanos, quitando la enorme carga de la crisis de sus espaldas y
poniéndolas sobre los hombros de las clases dominantes (…) En este sentido, y
considerando las fuertes sanciones estadounidenses sobre la economía
venezolana, se hace necesaria la confiscación
de todos los monopolios imperialistas en el país, pero también de los
nacionales implicados en el golpe, bajo control obrero y popular. Esto debe ir
acompañado del cese definitivo de los pagos a la deuda externa, la
nacionalización sin compensación de la banca y el establecimiento de un
monopolio estatal sobre el comercio exterior, buscando disponer de recursos
para financiar un plan económico de emergencia revolucionario y facilitar el
establecimiento de una economía planificada bajo control democrático de la
clase obrera y el pueblo. La nacionalización sin compensación de los
latifundios bajo control de los consejos campesinos y comunas rurales, también
entra como actor clave en este programa” (https://luchadeclases.org.ve/?p=7155).
Dicha declaración, además de ser
compartida en la Plaza Bolívar de Caracas a un conjunto de trabajadores
movilizados para aquella misma jornada, fue entregada a la 1ra Vicepresidente
de la ANC Tania Díaz, a quien le presentamos el programa anteriormente citado,
sin mayores esperanzas en obtener respuestas satisfactorias. A la luz de los
acontecimientos posteriores, debemos reafirmar nuestra posición de desconfianza
y escepticismo en este órgano plenipotenciario, incapaz de responder con
políticas revolucionarias ante la arremetida imperialista, inoperante para resolver
los problemas que aquejan a los trabajadores y oprimidos, y presto a apalancar
medidas regresivas como la Ley de Promoción e Inversión Extranjera o la
derogación de la Ley de Ilícitos Cambiarios.
Nos oponemos a un posible relanzamiento
de la AN y reafirmamos la necesidad de que la misma sea disuelta. Para los
revolucionarios es imperativo potenciar la organización y maduración de los
órganos de lucha y participación obrera y popular: consejos de trabajadores,
consejos campesinos y comunas, que han de suplantar la vieja maquinaria estatal
capitalista.
Ratificamos todo nuestro rechazo a
cualquier tipo de negociación de espaldas al pueblo trabajador. Históricamente
todos los procesos de diálogo del pasado que fracasaron terminaron con nuevas
concesiones económicas a los capitalistas y mayores privaciones y sacrificios a
los trabajadores.
El Gobierno, asediado económicamente por
las sanciones del imperialismo norteamericano, y también presionado por sus
aliados estratégicos (China y Rusia), parece estar siendo llevado a aceptar una
vía electoral, que bien puede derivar en una entrega pactada. China y Rusia ya
se han pronunciado a favor del diálogo y han sostenido reuniones con miembros
del gobierno norteamericano, para negociar por arriba sobre la base de sus intereses
particulares y al margen de nuestra soberanía.
El gobierno con su política de
conciliación de clases y su más reciente programa de ajuste macroeconómico
(2018-2019), no solo ha sido capaz de dilapidar el grueso de los avances
económicos y sociales de la década anterior, sino que también ha desprestigiado
el nombre del socialismo para las amplias masas. Una y otra vez debemos repetir
que lo que fracasó en Venezuela no fue el socialismo, que nunca fue instaurado.
El caos económico-social que hoy atravesamos es el resultado de la implantación
de un modelo de regulaciones superpuestas al capitalismo venezolano, que
impidieron el libre funcionamiento del capitalismo, pero, por su propia
naturaleza, no ofrecían una alternativa de transformación socialista
definitiva. La crisis que hoy tenemos que sufrir resulta de la negativa de la
dirigencia bolivariana a completar la revolución.
Por otro lado, debemos repudiar todos los
gestos de «buena voluntad» que implican conceder impunidad a asesinos,
terroristas y corruptos de derecha. Es inadmisible, bajo cualquier concepto,
dar libertad a los mismos que llenaron de luto a múltiples hogares, que fueron
capturados en flagrancia golpista, que participaron directa e indirectamente de
sucias corruptelas y que a fin de cuentas esperan reincidir en sus actos
contrarrevolucionarios en cualquier momento. Parafraseando a Bolívar: «¡a cada
perdón siempre le siguió una nueva traición!
A su vez, alertamos a la clase
trabajadora y sectores populares sobre la posibilidad de que se pacte una nueva
Constitución, a espaldas del pueblo, como vía para intentar barrer las
conquistas que se alcanzaron con la Constitución del 1999. Bajo el altar de una
supuesta «reconciliación nacional», se intenta comprometer aún más el futuro de
los históricamente oprimidos y su capacidad de lucha. Los hechos nos están
diciendo que para la dirección bolivariana, claudicar de esta vergonzosa manera
es más aceptable que apoyarse en la clase trabajadora y los sectores populares
para pasar a la ofensiva y completar la revolución. Esto evidencia una vez más
el papel traidor del reformismo y su total bancarrota ante la historia.
Los revolucionarios consecuentes debemos
construir una alternativa revolucionaria cuanto antes, para rescatar la
revolución y completarla finalmente.
Ante todo lo anterior, exhortamos a todos
los revolucionarios, a los movimientos sociales, a las organizaciones de
trabajadores clasistas en general, al Partido Comunista de Venezuela (PCV) al
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) Izquierda Unida (IU) y al
Partido Patria para Todos (PPT) a fijar posición en contra de un posible pacto
de élites, entre el Gobierno y la oposición, donde las masas trabajadoras
serían las únicas perdedoras.
De manera especial, exhortamos al PCV,
PRT, IU y al PPT a que se DESLINDEN y CONFRONTEN la política del gobierno, a
promover la construcción colectiva de un programa que responda a los intereses
de la grandes mayorías de jóvenes y trabajadores, y a presentarle al país una
alternativa para disputar el poder político, hasta lograr UN GOBIERNO
DIFERENTE, es decir, un gobierno obrero y revolucionario, de, por y para los
trabajadores/as y sectores populares.
Los trabajadores y oprimidos no podemos
permitir más retrocesos. La necesidad de marcar distancia del gobierno no es un
alejamiento de la revolución bolivariana. Es el gobierno quien se ha separado
de los objetivos revolucionarios del pasado. El periodo presente demanda una
alternativa revolucionaria. Es momento de dar el paso definitivo hacia el posicionamiento
de una nueva referencia de izquierda que permita limpiar y preservar las
banderas de la gran tradición revolucionaria de nuestro país.
¡Por
una alternativa revolucionaria!
¡Por
el rescate de la revolución!