Por
Alex González
La huelga de obreros de autopartes y
eléctricos en Matamoros, México ha demostrado poderosamente el carácter
internacional de la lucha de clases.
En la tercera semana de la
huelga de trabajadores de autopartes y eléctricos, 23 empresas representando a
31 plantas han acordado otorgar las demandas de los trabajadores de un aumento
de sueldo de 20 por ciento y un bono de USD$1,700. En 13 plantas, el gobierno
estatal conspiró con las empresas para declarar la huelga ilegal y amenazó a
25,000 obreros con despidos masivos si no regresaban a sus puestos en 24 horas.
Otras 10 empresas le han solicitado medidas similares al gobierno estatal.
A pesar de avances en algunas plantas,
la respuesta predominante ha sido rechazar estas pequeñas concesiones como
inaceptables para la “competitividad” de las empresas. Las corporaciones temen
que la huelga presagie una amenaza existencial al sistema capitalista si
obreros en otros países toman pasos similares al rebelarse con los sindicatos y
luchar por sus condiciones de vida y laborales.
Los obreros en las plantas
que ya han resumido operaciones reportan que las empresas han hecho despidos
bajo el pretexto de “faltas sin excusa” durante la huelga. Esto ocurre aunque
los nuevos contratos supuestamente protegerían a los trabajadores contra las
represalias. Otras plantas reportan que sus bonos prometidos se están pagando
con vales en lugar de dinero y tienen un impuesto del gobierno de hasta 16 por
ciento. Para colmo, el gobierno local ha anunciado que aumentará el precio del
agua por 30 por ciento.
Luis
Aguirre Lang, el presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y
Manufacturera de Exportación (Index) le dijo al periódico mexicano La Jornada que los
nuevos contratos colectivos solo cubrirán de 6 a 8 meses mientras que las
empresas se trasladan a otras partes. Cuatro empresas —Cepillos, Packard,
Kearfortt and Signal Processing—han declarado su intención de cerrar sus
plantas e irse de la ciudad. Según Aguirre, la huelga está costando USD$50
millones al día, o un asombroso USD$900 millones en el transcurso de la huelga.
La clase dirigente busca
intimidar a los trabajadores con amenazas de desempleo y desindustralización
masiva para suprimir futuras huelgas y protestas. Mientras que se rehusaron a
cubrir la huelga en Matamoros por semanas, los medios corporativos rápidamente
reportaron un anuncio el miércoles de que 15 empresas amenazan con irse no solo
de Matamoros, sino de todo el país como castigo por la huelga.
“Estamos hablando de 15
empresas que han anunciado que se van del país. Son del sector automotriz y del
energético. Estarán informando públicamente sus nombres en cuanto tengan la autorización
de sus corporativos”, declaró Aguirre.
Aunque los cierres amenazados llevarían
a 30.000 despidos, la verdadera escala de los recortes sería múltiples veces
esta cantidad dadas las decenas de miles de trabajadores que son empleados del
sector industrial indirectamente. Entre las empresas que amenazan con irse se
encuentra la empresa de autopartes APTIV, la cual tiene 17 plantas en siete
estados a lo largo del país.
Las maquiladoras le han
pedido repetidamente al Gobierno federal que use a la policía o al ejército
para romper la huelga. Notando que Matamoros no tiene una policía municipal, el
presidente de la Asociación Maquiladora de Matamoros dijo: “México no tiene las
armas para castigar, la gente se dio cuenta que México no tiene la herramienta
para controlar la gente y que no hay certidumbre jurídica en México para
invertir...Los trabajadores aprendieron que pueden pedir lo que quieran y el
peligro es que [durante las negociaciones contractuales] en mayo pidan lo que
sea y aquí no se respeta la ley”.
Estas amenazas intimidatorias
son un argumento para una dictadura. El reclamo de que se requiere usar
violencia y que “no hay dinero” para los trabajadores es una mentira.
Por su parte, los sindicatos
proempresariales y nacionalistas desempeñan el papel de convencer a los obreros
a hacer concesiones a las empresas para “salvar trabajos”. Esto es combinado
con un nacionalismo venenoso con el propósito de convencer a los trabajadores
de que sus hermanos y hermanas en otros países—no las empresas y el sistema de
lucro—son responsables por los recortes de puestos. Los resultados de estas
maniobras han sido un desastre para los trabajadores alrededor del mundo. La
era de la globalización ha hecho imposible obtener inclusive reformas limitadas
dentro de un marco nacional.
La huelga en Matamoros toma lugar
mientras que 15.000 obreros estadounidenses y canadienses están furiosos por la
decisión de General Motors (GM) de cerrar cinco plantas, y en última instancia
intimidar a los 140.000 trabajadores automotores a aceptar concesiones durante
sus negociaciones contractuales este año. La semana pasada, alrededor de 13.000
trabajadores húngaros de una fábrica del fabricante de coches alemán Audi se
fueron a huelga, y los obreros en la planta Taubaté de Ford en Brasil votaron
por cerrar la producción en oposición a recortes laborales. En Argentina, los
trabajadores ocuparon una planta de acero que es utilizada para la industria
automotor y otras industrias en México.
En el mismo Matamoros, más y
más obreros están exigiendo mejoras a sus condiciones. Más de 1.500 obreros del
proveedor médico Spellman, los cuales anteriormente no habían entrado en
huelga, iniciaron un paro el miércoles en la mañana para exigir su propio bono
de USD$1.700. Los obreros en la planta de Coca Cola en Matamoros también
llevaron a cabo una huelga espontánea el miércoles.
La lucha
global de trabajadores automotores muestra el inmenso
potencial para unirse bajo un programa internacionalista y socialista, con
comités de base organizados independientemente de los sindicatos y los partidos
capitalistas. Esta es la razón por la cual el Comité Directivo de la Coalición
de Comités de Base y el Boletín de Trabajadores Automotores del WSWS han
organizado una marcha el 9 de febrero en la sede de General Motors en Detroit
como la expresión más alta de esta perspectiva. La lógica objetiva de estas
luchas es una huelga general, utilizando toda la fuerza social de la clase
obrera por la conquista del poder político y la reorganización socialista de la
economía mundial.
Los trabajadores que deseen formar una estrategia
internacional común deben contactarnos por correo electrónico a autoworkers@wsws.org o a nuestra página de Facebook para tomar estos pasos cruciales. Para
más información sobre el mitin del 9 de febrero en Detroit, visita wsws.org/auto.