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El miedo como forma de perpetuar el sometimiento


Por Enrique Carpintero

Los hombres hacen todo de un modo mucho
más terrible que los animales, pero la idea
de que podría ser distinto se les ocurrió solo a los humanos
Theodor Adorno,
Diálogos de hacia un nuevo manifiesto


Como venimos afirmando, los nuevos modos del fascismo en las democracias occidentales llevan a la importancia de una memoria crítica.1 Por ello debemos decir que la memoria y el olvido no representan campos neutrales, por lo contrario, son campos de batalla en los que se modela la identidad colectiva. La cultura hegemónica se apropia de la herencia simbólica del pasado componiendo un claroscuro a partir de las exigencias del presente en las que se silencian algunos hechos y se mitifican otros. De allí la necesidad de rastrear las huellas de una memoria crítica donde vamos a encontrar que, cuando el poder siente que puede estar amenazado, no duda en organizar formas de represión que terminan en masacres. Éstas quedan elididas de la historia oficial generando procesos de subjetivación colectivos donde la represión de lo siniestro genera miedo. Miedo que tiene diferentes características en cada momento histórico. Miedo cuyo objetivo es perpetuar el sometimiento a los valores dominantes.

Desde esta perspectiva vamos a puntualizar tres hechos que ocurrieron durante el siglo XX en la Argentina: 1°) En 1919 la represión a los obreros y el primer y único pogrom realizado en América Latina durante las huelgas de la Semana Trágica; 2°) En el Luna Park de la ciudad de Buenos Aires se realiza en 1938 el acto nazi más numeroso fuera de Alemania; 3°) El genocidio que llevó adelante la dictadura cívico-militar de 1976 a través de los campos de concentración- exterminio.

A 100 años de la Semana Trágica. El primer pogrom de América

Luego de la primera Guerra Mundial (1914-1918) se paralizaron en nuestro país las inversiones; también comenzaron las dificultades para exportar e importar. Lo cual provocó un gran aumento de los productos básicos de la canasta familiar y la pérdida del poder adquisitivo del salario. Desde diciembre de 1918 se extendieron en todas las grandes empresas una serie de huelgas generales que reclamaban reivindicaciones gremiales impulsadas a través de sindicatos organizados por sindicalistas, anarquistas, socialistas y comunistas. Esta situación en nuestro país se correspondía con un clima de grandes movilizaciones en el mundo como la semana trágica en Barcelona durante 1909, las movilizaciones de los espartaquistas revolucionarios en Berlín y, fundamentalmente, el triunfo de la revolución Rusa en 1917.

“La memoria y el olvido no representan campos neutrales, por lo contrario, son campos de batalla en los que se modela la identidad colectiva

En la semana del 7 al 14 de enero de 1919 comienza una huelga en los talleres metalúrgicos Vasena por aumento de salarios, jornada de ocho horas, el pago de horas extras, descanso dominical y la reincorporación de los despedidos por causas gremiales; en su apoyo se suceden manifestaciones y huelgas en todo el país que llevan a que el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen reprima las huelgas nombrando responsable al general Luis Dellepiane, jefe de la Segunda División del Ejército. De esta manera se produce la primera intervención del ejército para reprimir conflictos obreros durante un gobierno elegido por el voto secreto y obligatorio. Es importante destacar que en estas huelgas comenzaba a tener participación un sector de mujeres anarquistas y socialistas:
“Cuando el poder siente que puede estar amenazado, no duda en organizar formas de represión que terminan en masacres

Unión Feminista Nacional. Sus orientaciones y propósitos -con la Dra. Alicia Moreau.

Una de las figuras más prestigiosas del feminismo uruguayo, la Dra. Paulina Luisi, dará esta mañana en esta capital una conferencia, patrocinada por el Centro Femenino Nacional. Creemos en consecuencia de palpitante actualidad las manifestaciones que, con respecto a la situación de la mujer, nos hace la presidente del citado centro, Dra. Alicia Moreau. -Tiempo es ya que el Código Civil que actualmente nos rige sea modificado, en el sentido de asignar a la mujer el puesto que en justicia le corresponde. Existen en el país 800.000 mujeres que trabajan, aportan sus energías al comercio y a la industria, y sus sueldos son inferiores a los correspondientes masculinos.” Diario La Razón, 9/1/1919, 4ª edición.

Hacía varios meses que los sectores conservadores habían entrado en una situación de miedo provocado por el triunfo de la revolución de Octubre. Por ello las huelgas en defensa de las reivindicaciones obreras se las difunde como una revolución social. Es así como ante lo que consideraban la debilidad del gobierno de Yrigoyen alentaron la formación de grupos paramilitares como “Orden Social” y la “Guardia Blanca” que salían a reprimir a los obreros que consideraban “subversivos”. Para centralizar una fuerza represiva civil el contraalmirante Manuel Domecq García (Este es un pariente lejano del escritor Juan Forn, cuya historia constituye un secreto de su familia que la hace pública en la excelente novela María Domecq) convoca en el Centro Naval a representantes del Jockey Club, Círculo de Armas, Club El Progreso, Yacht Club, Círculo Militar, Damas Patricias y los obispos Piaggio y De Andrea. Este selecto grupo hace una proclama y crea la Liga Patriótica Argentina que es presidida por el radical Manuel Carlés. Días después llenan la ciudad de carteles (propaganda que no era común en esa época) con diferentes lemas: “Fuera los extranjeros”, “Guerra al anarquismo”, “Mueran los judíos”. El antisemitismo estaba arraigado en los sectores de poder que veían en los judíos a los “rusos” que querían imponer el socialismo en nuestro país. La denominación de “rusos” en lugar de judíos se había transformado en un lugar común, mucho más cuando la colonia de agricultores judíos de Moisés Ville (los famosos gauchos judíos) en la provincia de Santa Fe apoyó públicamente el triunfo de la revolución de Octubre.

Los primeros asesinatos de obreros fueron realizados por el ejército y la policía en la fábrica metalúrgica de Pedro Vasena e Hijos; cuando los obreros estaban en la puerta de la empresa, impunemente se les disparó provocando decenas de muertos.
“Durante mucho tiempo se intentó ocultar lo ocurrido durante la Semana Trágica, en especial la circunstancia que se haya realizado un pogrom en Buenos Aires

“Cámara de diputados de La Nación. Primera sesión extraordinaria 

(Fragmentos de debates) Mario Bravo (diputado socialista): Voy a referirme con toda brevedad a los hechos que han sucedido en la tarde de ayer en la Av. Alcorta. (…) A mi juicio, y al de los testigos presenciales, ha asumido las proporciones de un verdadero fusilamiento colectivo. ¡Tropas del cuerpo de bomberos, de la guardia de seguridad de caballería, hombres armados por la casa Vasena, han hecho fuego durante horas, parapetados en la azotea de la escuela del barrio, desde las ventanas, y cuerpo a tierra en la Av. Alcorta, sobre las casas ubicadas en el costado derecho de la misma calle! Las consecuencias están registradas en las mismas versiones oficiales: 4 muertos y 20 heridos, hasta hoy identificados; según mis informes particulares, los heridos llegarían a 30. (…)” Diario de Sesiones, Buenos Aires, 8/1/1919.

Al otro día en la manifestación que acompañaba el entierro, nuevamente se produjeron diferentes tiroteos que causaron numerosos muertos entre los manifestantes. Además, las movilizaciones se fueron extendiendo a otras provincias como Córdoba, Buenos Aires, Santiago del Estero, Salta, Santa Fe. Luego de estos hechos el general Dellepiane dio vía libre para que los “civiles” salieran a la “caza” de los “subversivos maximalistas”, como se decía en esa época, y a los inmigrantes que no respetaban el “sentimiento de la argentinidad”. Conformados por “niños bien” de la derecha radical, católicos conservadores y antisemitas de la Liga Patriótica salieron armados en autos a matar a obreros, en especial a los “rusos comunistas”. Asaltaron los locales de Ecuador 359 y 645 donde funcionaban los centros de obreros panaderos y de los peleteros judíos; en la avenida Pueyrredón fueron atacados la Asociación Teatral Judía y otros comercios del barrio de Once y Villa Crespo. Los que caminaban por la calle eran golpeados mientras la policía observaba pasivamente; en la esquina de Junín y Corrientes el vicario de la Armada monseñor Dionisio Napal predicaba ante una multitud que los “judíos eran traidores y chupasangre” y caracterizó al socialismo como “una enfermedad judía.” Así comenzó el primer y único pogrom (este es un viejo vocablo ruso que significa “matanza de judíos”) de América Latina que se extendió entre el 7 y 14 de enero de 1919. Las instituciones de la comunidad judía difundieron un afiche que fue fijado en las paredes de la ciudad de Buenos Aires y publicado en diferentes diarios. El texto habla en nombre de 150.000 judíos y fue firmado por la Federación Sionista, las organizaciones religiosas, sociedades de beneficencia, el Comité Central por las Víctimas Judías de la guerra, distintos centros culturales y por la Juventud Israelita. Allí se denuncia la masacre y se pide justicia.

El 10 de enero el redactor Pinie Wald del diario Di Presse, escrito en idish, es detenido por fuerzas policiales. Wald había nacido en Polonia donde desde muy joven militaba en el Bund (movimiento internacional socialista judío). Cuando llegó a la Argentina trabajó como carpintero y organizó centros culturales y el diario Der Avangard vinculado al partido socialista. Lo acusaban de ser el jefe de un soviet que pretendía instaurar una República Soviética en la Argentina. Este absurdo era sostenido por los grandes diarios del poder. Durante varios días fue torturado en la comisaría séptima de la calle Lavalle; es liberado gracias a la continua movilización y a la gestión de abogados del partido socialista. Años después escribe una novela en idish que llama Koshmar (Pesadilla) donde relata algunos episodios de la Semana Trágica:

“Salvajes eran las manifestaciones de los ´niños bien´ de la Liga Patriótica, que marchaban pidiendo la muerte de los maximalistas, los judíos y demás extranjeros. Refinados, sádicos, torturaban y programaban orgías. Un judío fue detenido y luego de los primeros golpes comenzó a brotar un chorro de sangre de su boca. Acto seguido le ordenan cantar el Himno Nacional y, como no lo sabía porque recién había llegado al país, lo liquidaron en el acto. No seleccionaban: pegaban y mataban a todos los barbudos que parecían judíos y encontraban a mano. Así pescaron a un transeúnte: ´Gritá que sos un maximalista´. ´No soy´, suplicó. Un minuto después yacía tendido en el suelo en el charco de su propia sangre.”

Esta novela quedo silenciada durante décadas hasta que en 1987 fue traducida al castellano y publicada en una colección dirigida por Ricardo Feirstein. Luego la reeditó Pedro Orgambide quién dice que el texto anticipa la técnica de la Real Fiction de Truman Capote y Rodolfo Walsh.

Otro periodista, José Mendelsohn dio su testimonio de esos días en Di Idishe Tzaitung relatando las brutalidades que se cometieron:

“En la actualidad nos atraviesan nuevos paradigmas que generan otras formas de subjetivación. Sin embargo, los conflictos de clase, de género y de generación continúan, pero adquieren las formas propias de nuestra época

“Les tiraban de las barbas, de sus grises y encanecidas barbas, y cuando ya no podían correr al ritmo de los caballos, su piel se desgarraba raspando contra los adoquines, mientras los sables y los látigos de los hombres de a caballo caían y golpeaban intermitentemente sobre sus cuerpos…” En otro momento menciona como “aparecieron dos policías montados, al caballo de uno de ellos estaba atado a una larga cuerda un judío, que se arrastraba por el empedrado dejando tras de sí un ancho y rojo rastro sobre las piedras. Se podía escuchar sus últimos quejidos moribundo…”

Mientras la policía, el ejército y los “civiles” mataban impunemente, los diarios del poder hablaban de “guerra y enfrentamientos” para justificar estos asesinatos. Por lo contrario, el diario socialista La Vanguardia rechazaba esta afirmación:

“No ha habido tal combate entre los huelguistas y las fuerzas policiales, sino una cobarde y criminal asechanza tendiente a sofocar la huelga por el terror.”

El diario anarquista La Protesta era más enfático:

Que una simple huelga general, de protesta y solidaridad, se haya transformado, por obra y gracia de la prensa tendenciosa en una revolución maximalista, se debe precisamente, a las groseras especulaciones de esos capitalistas, a la política funesta de los acaparadores y agentes de la bolsa, que quisieron aumentar sus capitales al amparo de una anormalidad provocada y al mismo tiempo obligar al Gobierno a que tomara medidas represivas contra las organizaciones obreras, ya que éstas con su resistencia, malogran los propósitos egoístas de los que trafican con los frutos del país.” 21/1/1919.

“Pretender una supuesta “memoria completa” está al servicio del negacionismo

Nunca se pudo establecer el número exacto de muertos. Muchos de ellos fueron incinerados por las propias fuerzas represivas para ocultar su identidad. Se calcula alrededor de mil víctimas fatales y cuatro mil heridos. Los archivos diplomáticos de los EEUU dan la cifra de 1356 muertos y 5.000 heridos. Un informe de la Comunidad Israelita ante el Ministerio del Interior precisa que “hubo alrededor de 180 muertos de la comunidad judía.” Durante mucho tiempo se intentó ocultar lo ocurrido, en especial la circunstancia que se haya realizado un pogrom en Buenos Aires. Es interesante señalar que en esa época un joven teniente llamado Juan Domingo Perón participó en el área de logística de las fuerzas armadas (como lo dijo a posteriori en varias oportunidades). Nunca se imaginó que en 1955 monseñor De Andrea, que había sido uno de los fundadores de la Liga Patriótica, iba a bendecir los aviones de la marina que, con el lema “Cristo vence” escrito en sus fuselajes, repetirían otra masacre en el bombardeo a la Plaza de Mayo.

El Luna Park en 1938: el acto nazi más importante fuera de Alemania

El 10 de abril de 1938 volvemos a estar en el podio de la derecha. Esta vez es en el Luna Park donde se realizó el acto nazi más importante fuera de Alemania. Si bien las fotos durante mucho tiempo fueron muy poco divulgadas en nuestro país, cuando en la actualidad las observamos resultan impactantes; es difícil creer que esa actividad se realizó en Buenos Aires. Ese día es el festejo del Anchluss, es decir, la anexión de Austria por parte de la Alemania de Hitler. Los embajadores de Alemania y de Austria junto a otras organizaciones fascistas realizan esta actividad en la que participan 20.000 personas. Recordemos que en esa época se calcula que 70.000 argentinos eran afiliados al partido Nacionalsocialista de Alemania en la Argentina. Según cuentan las crónicas de los diarios de esa época el Luna Park abrió a las 10 de la mañana cuando comenzó a llegar “un público numeroso y entusiasta.” En formación y portando banderas entraron las delegaciones alemanas y austríacas que se ubicaban en el centro del estadio. Al frente había dos enormes banderas de Argentina y Alemania con la cruz esvástica en el medio; carteles con la inscripción Heil Führer y, escrito en alemán, “Un pueblo, una nación, un conductor. ”Continuaba la crónica que “miembros del partido nazi que vestían camisas pardas y llevaban brazaletes con la cruz esvástica tuvieron a cargo la ubicación del público.” El orden era militar y “las arengas del agregado comercial de la embajada de Alemania, Erich Otto Meymen se respondían con el grito ´heil führer´ saludando con el brazo en alto.”

Las características del acto fue muy bien descrita por los periodistas Guido Carelli Lynch y Juan Manuel Bordón en el libro Luna Park: el estadio del pueblo, el ring del poder. Allí dicen: “También se lanzaban vivas por el ansiado Anchluss y el Gran Reich...La juventud fascista que formaba parte de la Alianza de la Juventud Nacionalista, también fue de la partida y se distinguía por sus camisas grises y cinturones Sam Browne. Las principales autoridades alemanas en el país y los referentes de toda la colectividad dijeron presente. También hubo personalidades de la política local…” Y agregan “a las diez y media en punto, un clarín resonó en el enorme recinto e interrumpió a la orquesta que interpretaba marchas patrióticas alemanas. Indicaba el comienzo formal del acto.” Fue tal la importancia de la reunión que el propio Hitler mandó un telegrama de felicitación a las autoridades que lo organizaron.

A pocas cuadras en la Plaza San Martín la Federación Universitaria Argentina (FUA) intentó llevar adelante un acto de desagravio que fue violentamente reprimido, terminó con dos muertos y numerosos heridos. Días después el presidente Roberto Ortiz creó una comisión especial para investigar las actividades “ilícitas de organizaciones extranjeras” y decretó la disolución del partido nacionalsocialista. El vínculo de los nazis con los sectores de poder continuó luego de la caída de Hitler. Si bien, es un lugar común relacionar el arribo de los nazis con el gobierno de Perón, debemos señalar que ya había un vínculo antes de Perón y luego, cuando fue derrocado en 1955, ya que los nazis siguieron viviendo con absoluta tranquilidad durante las décadas de los ´60 y ´70; no tuvieron ningún problema con los diferentes gobiernos ni con la policía ni con los militares argentinos.
La dictadura Cívico-Militar de 1976: los campos de concentración-exterminio
El 24 de marzo de 1976, luego de un golpe militar, asumió el gobierno una Junta integrada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando Ramón Agosti.
“Es necesario generar espacios de encuentro con el otro que permitan procesos de subjetivación colectiva

El objetivo del golpe cívico-militar fue institucionalizar el poder de la gran burguesía y el capital financiero para incorporar a la Argentina en el proceso de mundialización capitalista. Es decir, su objetivo era político y no militar, ya que durante el gobierno de Perón y luego de Isabel Martínez de Perón las Fuerzas Armadas, con el accionar de bandas paramilitares como la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), habían logrado el control de la represión contra las organizaciones guerrilleras, las cuales se encontraban derrotadas políticamente y fuertemente debilitadas. Para llevar adelante esta política era necesario lograr el disciplinamiento del movimiento social a través del terror. El nuevo régimen recibió apoyos significativos desde diferentes estructuras de poder, tanto nacionales como internacionales.
Lo que queremos destacar es que entre 1976 y 1982 funcionaron 340 campos de concentración-exterminio en 11 de las 23 provincias argentinas, negados por las Fuerzas Armadas que los denominaba Lugar de Reunión de Detenidos (LRD). Cinco grandes campos de concentración conformaban el centro del sistema represivo de los militares: El Vesubio y Campo de Mayo en las afueras de Buenos Aires, la ESMA y Club Atlético en la Ciudad de Buenos Aires y la Perla en Córdoba. El Vesubio había sido creado durante el gobierno de Isabel Perón. El general Suárez Mason controlaba sus actividades. En sus paredes había esvásticas pintadas y las peores brutalidades se reservaban a los prisioneros judíos.
Podemos estimar que en los campos de concentración-exterminio pasaron entre 15.000 y 20.000 personas, de las cuales el 90% fueron asesinadas. La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) recibió 8960 denuncias. Como el número exacto todavía no se sabe, las organizaciones de Derechos Humanos, como las Madres de Plaza de Mayo, suponen la cantidad de 30.000 desapariciones.
En estas instituciones totales se encerraba a los detenidos para iniciar un proceso de destrucción de su condición humana en la lógica característica de los campos de concentración-exterminio; llamarlos Centros de Detención Clandestinos resulta más aceptable que llamarlos campos de concentración-exterminio ya que nos lleva a preguntarnos ¿cómo se generó semejante barbarie? Y, aún más, ¿cuáles fueron sus efectos en la subjetividad? En este sentido pretender una supuesta “memoria completa” está al servicio del negacionismo. Los campos de concentración-exterminio mostraban la cara oculta de una sociedad sometida a la arbitrariedad del poder donde la subjetividad atravesada por ese estado de excepción sólo podía generar miedo.
“Es necesario generar... procesos de subjetivación que posibiliten construir una esperanza de que un mundo mejor es posible: no un mundo de lo posible, sino lo posible como potencia radical de transformación

Algunas conclusiones

No creo que todo vaya a ir bien, pero sí
que la idea que todo irá bien significa algo muy decisivo
Max Horkheimer,
Diálogos de Hacia un nuevo humanismo


A un siglo de la Semana Trágica de 1919 debemos reconocer que el mundo ha tenido profundas modificaciones. En la actualidad nos atraviesan nuevos paradigmas que generan otras formas de subjetivación. Sin embargo, los conflictos de clase, de género y de generación continúan, pero adquieren las formas propias de nuestra época. Como dice Helmut Dahmer: “Mientras la dominación de las relaciones sociales fosilizadas sobre los seres humanos vivos no sea vencida; mientras el desnivel, tanto nacional como internacional, entre pobres y ricos sea tan enorme como en la sociedad clasista existente; mientras un quinto de la humanidad viva en paraísos terrenales y otro quinto en un infierno en la tierra; mientras ruja la lucha por la supervivencia y por una chispa de buena vida, existirá la necesidad de crear privilegios de modo real o imaginario y de su complemento, la necesidad de exclusión social. Mientras todo eso exista el dispositivo judeo-xenófobo seguirá siendo tan atractivo como una droga.” Aunque en la actualidad siguen existiendo formas de antisemitismo, éste se desplaza hacia otras minorías; en especial los extranjeros pobres. De allí la importancia de una memoria crítica. De una memoria que ponga en evidencia un poder hegemónico donde la mentira -hoy se la denomina posverdad- y el miedo, ante un futuro en el que predomina la incertidumbre, constituyen el sostén del sometimiento. Por ello es necesario generar espacios de encuentro con el otro que permitan procesos de subjetivación colectiva. Es decir, procesos de subjetivación que posibiliten construir una esperanza de que un mundo mejor es posible: no un mundo de lo posible, sino lo posible como potencia radical de transformación.
Bibliografía
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Wald, Pinie, Koshmar (Pesadilla), Astier libros, Buenos Aires, 2019.

Nota
1. “Debemos reconocer que el fascismo está de regreso. Con esta afirmación consideramos los modos del fascismo en las democracias occidentales que en la actualidad no reproducen aquel que existió luego de la primera guerra mundial. Designamos con el término “modos del fascismo” al ascenso de las derechas radicales en diferentes partes de Europa y América. Un rasgo común, desde los movimientos neonazis a los diferentes partidos de la derecha, es la xenofobia y la defensa de formas autoritarias. Creemos que no es posible asimilar las características disímiles de todos estos grupos con una palabra como “posfascismo” o “neofascismo” ya que su particularidad es responder desde el fascismo de las diferencias a la crisis que genera el capitalismo tardío; pero no para superarlo, como en los fascismos clásicos, sino para afirmar las mismas condiciones de sometimiento” Carpintero, Enrique, “Los nuevos modos del fascismo en las democracias occidentales” revista Topía N° 85, abril de 2019.